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COMISIÓN de APOYO al PUEBLO PALESTINO

Hasta Gandhi entendería la violencia de los palestinos

 

Prestigioso columnista hebreo explica el contexto histórico y geopolítico para dar un marco conceptual a la nueva Intifada.

 

GIDEON LEVY | La injusticia puede continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque Israel tiene más fuerza que nunca y Occidente le permite actuar de manera salvaje.

A través de la bruma de la arrogancia moral, la propaganda en los medios, la incitación, la distracción, el lavado de cerebro y la victimización de los últimos días, una pregunta simple vuelve con toda intensidad: ¿quién tiene razón?

 

Ya no quedan argumentos justificados en el arsenal de Israel, del tipo que una persona decente podría aceptar. Hasta Mahatma Gandhi entendería las razones de este estallido de violencia palestina. Incluso aquellos que se horrorizan ante la violencia, que la ven como inmoral e inútil, no pueden sino comprender cómo se desata cada cierto tiempo. La pregunta es por qué no irrumpe más a menudo.

 

Desde la pregunta de quién empezó hasta a quién hay que culpar, el dedo acusatorio apunta con justicia a Israel, e Israel solamente. No es que los palestinos sean irreprochables, pero Israel carga en los hombros con la principal responsabilidad. Mientras Israel no se saque de encima esta culpa, no tiene derecho a hacer el más mínimo reproche a los palestinos. El resto es propaganda falsa.

 

Como escribió hace poco la veterana activista palestina Hanan Ashrawi, los palestinos son el único pueblo en la Tierra a los que se exige que garanticen la seguridad de su ocupante, mientras que Israel es el único país que demanda protección de sus víctimas. ¿Y cómo podemos contestar?

 

Como el presidente palestino Mahmoud Abbas preguntara en una entrevista en Haaretz, “¿cómo esperan que reacciones los palestinos en la calle después de que quemaran al adolescente Mohammed Abu Khdeir, del incendio de la casa de los Dawabsheh, de la agresión de los colonos y del daño a la propiedad bajo la mirada de los soldados?”. ¿Y qué vamos a responder?

 

A los 100 años de desposesión y a los 50 de opresión podemos añadir los últimos años, marcados por la intolerable soberbia israelí que nos está explotando en nuestras caras una vez más. Estos fueron los años en que Israel creyó que podía hacer cualquier cosa sin pagar ningún costo. Que creyó que el ministro de Defensa podía jactarse de conocer la identidad de los asesinos de los Dawab­sheh y no ordenar su arresto, y que los palestinos se contendrían. Que creyó que casi todas las semanas los soldados podían matar a un niño o a un adolescente y que los palestinos se quedarían tranquilos. Creyó que los líderes militares y políticos podrían respaldar los crímenes y que nadie sería enjuiciado. Creyó que se podrían demoler casas y expulsar a los pastores, y que los palestinos aceptarían todo con humildad. Creyó que los colonos violentos podrían dañar, quemar y actuar como si la propiedad de los palestinos fuera suya, y que los palestinos agacharían la cabeza. Creyó que los soldados israelíes podrían irrumpir en los hogares palestinos todas las noches y aterrorizar, humillar y arrestar gente. Que cientos podrían ser detenidos sin juicio. Que la agencia de seguridad Shin Bet podría volver a torturar sospechosos usando métodos propios de Satanás.

 

Creyó que los presos que habían hecho huelga de hambre y los excarcelados podían volver a ser detenidos, muchas veces sin razón alguna. Que Israel podía destruir Gaza cada dos o tres años y que se rendirían, y que Cisjordania mantendría la calma. Que la opinión pública israelí aplaudiría, con vítores en el mejor de los casos, o con demanda de más sangre palestina, en el peor, con una sed que es difícil de entender. Y que los palestinos lo perdonarían.

Esto puede continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque Israel tiene más fuerza que nunca y Occidente con su indiferencia le permite actuar de manera salvaje como nunca antes. Los palestinos, mientras tanto, están débiles, divididos, aislados y desan­grándose como en la época de la Nakba.

 

De manera que esto podría continuar porque Israel puede (y la gente lo quiere). Ningún otro tratará de detener esto más que la opinión pública internacional, que Israel ignora por considerarla antisemita.

 

Y no hemos dicho una palabra sobre la ocupación y la incapacidad de terminar con ella. Estamos cansados. No hemos dicho una palabra sobre la injusticia de 1948, que debería haber concluido entonces, y no haber continuado con aún más fuerza en 1967 y sin un final a la vista. No hemos mencionado la ley internacional, el derecho natural y la moral humana, las cuales no pueden tolerar nada de esto bajo ningún aspecto.

 

Cuando los jóvenes asesinan colonos, tiran bombas incendiarias a soldados o arrojan piedras a israelíes, éste es el trasfondo. Se necesita un enorme grado de estupidez, ignorancia, nacionalismo y arrogancia (o todo eso junto) para ignorarlo.

 

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