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COMISIÓN de APOYO al PUEBLO PALESTINO

Yehuda Shaul: Diez años rompiendo el silencio

Diez años rompiendo el silencio

Yehuda Shaul

En 1982, el año en que nací, la ocupación de Cisjordania y Gaza cumplió 15 años. Cuando yo tenía cinco años comenzó la primera intifada. Cuando tenía 11 se formalizaron los Acuerdos de Oslo, poco después del 26º aniversario de la ocupación. Cuando la ocupación había durado ya 34 años, me alisté en el servicio militar. Serví primero como soldado de combate y luego como comandante, siempre en Cisjordania. Como muchos antes, estuve en controles fronterizos, realicé arrestos, registré e incluso destruí hogares.

Muchas de nuestras operaciones buscaban “hacer sentir nuestra presencia”, para mostrar a los palestinos que nunca escapan a la atenta mirada y el poder disciplinario del Ejército israelí. La lógica que subyace a esto es sencilla, y familiarizarse con ella ayuda a entender la estrategia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en los territorios ocupados. Si los palestinos saben que “siempre estamos ahí”, temerán alzarse en su propia defensa. Si temen sublevarse, será más fácil gobernarlos.

Para “hacer sentir nuestra presencia”, mis compañeros y yo organizamos patrullas regulares en la ciudad palestina de Hebrón, 24 horas al día, los siete días de la semana. Íbamos armados por las calles, hacíamos mucho ruido y entrábamos de forma rutinaria en los hogares palestinos. Intenten imaginar la siguiente situación: en medio de la noche, todo el mundo duerme y una fuerza militar irrumpe en tu casa. El mensaje es claro: son vulnerables en todo momento, incluso en sus propias casas.

Otro concepto común durante mi servicio en estos territorios era el de “disuasión”. Lo aplicábamos, por ejemplo, en la carretera cercana a la aldea de Husan, que conducía al asentamiento donde vive mi hermana. En dicha carretera, los jóvenes palestinos solían recoger piedras y tirarlas mientras pasaban los vehículos. Para disuadir de la realización de tal actividad, la idea de los comandantes fue inequívoca: “Si volamos algunas rodillas, dejarán de tirarnos piedras”. Tras este razonamiento, colocamos francotiradores a lo largo de la carretera, con instrucciones de apuntar a las piernas de cualquier joven que llevara una piedra y disparar a matar a cualquiera que tirara una piedra “grande” (una que requiriera las dos manos para sujetarla).

Por aquel entonces, las instrucciones parecían lógicas y las cumplimos sin hacer preguntas. Sólo hacia el final de mi servicio mis compañeros y yo nos dimos cuenta de que había algo de inmoral en lo que estábamos haciendo. También nos dimos cuenta de que el gobierno israelí, que nos envió a esos territorios, no tenía ni idea de lo que se hacía en su nombre.

Cuando concluimos nuestro servicio en 2004, mis compañeros y yo fundamos Rompiendo el Silencio (Breaking the Silence), hace hoy diez años, para mostrar al gobierno israelí la dura realidad de la ocupación. Desde entonces, cerca de 1.000 soldados se han unido a nosotros y han testificado sobre su servicio militar. Todos tenemos historias parecidas y eso señala la persistencia del modus operandi de las FDI. Aunque la violencia palestina ha descendido considerablemente desde la segunda intifada, los nuevos reclutas realizan tareas similares a la que llevábamos a cabo nosotros, para “interrumpir la rutina de la vida diaria” de los palestinos y hacerlos “sentirse perseguidos”.

Este año se cumple el 21º aniversario de los Acuerdos de Oslo, que muchos ven como un punto de referencia con miras al fin de la ocupación. Desde entonces hubo innumerables negociaciones, entre ellas la reciente iniciativa del canciller estadounidense, John Kerry, que quedó en nada hace un mes, y la ocupación persiste. Hay dedos que señalan en varias direcciones, distribuyendo la responsabilidad por el fracaso. No quiero unirme a eso y sugiero que, en cambio, volvamos a la realidad del terreno y nos preguntemos qué sucede allí mientras estamos ocupados con el proceso de paz. ¿Qué está sucediendo cuando incluso los críticos de la ocupación suavizan su discurso, en la creencia de que Israel debe ser recompensado por su disposición a sentarse y hablar?

Si miramos la mesa de negociación, quizá sea posible creer que Israel está dando pasos hacia el fin de la ocupación y la concesión de la independencia al pueblo palestino. Desde el punto de vista de los soldados sobre el terreno, es evidente que en general el comportamiento de las FDI está encaminado a preservar el control israelí sobre los territorios. Realizan grandes esfuerzos para que los palestinos se sigan sintiendo perseguidos, mientras se aseguran de que las comunidades de los territorios ocupados no puedan trabajar juntas en busca de objetivos comunes. Esto es todo menos independencia para el pueblo palestino, y precisamente lo contrario al fin de la ocupación.

Este año, Israel celebró su 66º aniversario. Durante 47 años ha mantenido el control militar sobre los territorios palestinos ocupados. No es un proyecto secundario, es el proyecto nacional israelí.

En la tradición judía, el jubileo es un año de cada 50, en el que a los esclavos se les concede la libertad. Al acercarse el jubileo de la ocupación, ¿seremos capaces de eliminar las cadenas que hemos colocado sobre el pueblo palestino? ¿Lo liberaremos al igual que nuestros ancestros liberaron a sus esclavos? Espero que sí. Pero para que esto suceda debemos dejar de ser embaucados por el proceso de paz y comenzar a luchar contra la ocupación.

Yehuda Shaul fundador de Rompiendo el Silencio

Fuente: http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/6/diez-anos-rompiendo-el-silencio/

6 de junio de 2014

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