Loco por mí
Netaniahu desafía a Obama de visitante, Washington se juega a sellar un pacto con Teherán en un mes, Israel se juega a impedirlo en el mismo lapso.
Biniamin Netaniahu tenía una misión, y la explicitó antes de embarcarse desde Israel hacia Washington: poner palos en la rueda de cualquier posibilidad de un acuerdo del grupo 5 + 1 (los miembros permanentes de Consejo de Seguridad más Alemania) con Irán por el programa nuclear de la república islámica.
John Kerry tenía una misión y la explicitó antes de salir desde Washington hacia Ginebra: hacer todo lo posible para llegar a un acuerdo con los iraníes. Ambos se cruzaron en los cielos en la noche del domingo, y nunca como ahora fueron tan divergentes en los últimos tiempos los caminos entre gobernantes de Estados Unidos e Israel. Washington se juega a sellar un pacto con Teherán en un mes; Israel se juega a impedirlo en el mismo lapso. “Voy hacia Estados Unidos en misión crucial e histórica”, repitió Netaniahu previo a su partida.
Nadie cree que la cuerda se tense hasta la ruptura. Ni uno ni otro lo bancaría, y en definitiva, a pesar de las discrepancias que se han venido dando desde hace tiempo con Netaniahu, la administración de Barack Obama ha terminado avalando en los hechos sus ataques, vejaciones, ocupaciones ilegales de territorios, masacres. Siempre que fuera en Palestina. Pero esta vez el primer ministro israelí le mojó la oreja al presidente estadounidense como nunca antes: Netaniahu viajó a Washington y previó un discurso ante el Congreso sin advertirle siquiera a Obama. Lo hizo con la complicidad activa del Partido Republicano, uno de cuyos principales legisladores, el presidente de la Cámara de diputados John Boehner, lo invitó a que se dirigiera a los “representantes del pueblo estadounidense” para “expresar las verdades de uno de los principales aliados de América en el mundo”. Ningún alto representante del gobierno de Obama se reunió con Netaniahu durante su estadía en la capital. Tampoco estaba presente en el Congreso el vicepresidente, Joe Biden, que lo preside. Biden no pudo venir a Montevideo el domingo por “un fuerte resfrío”, pero partió hacia América Central el lunes. Ante el “mejor cuerpo legislativo del mundo”, según dijo, el primer ministro israelí fustigó el acuerdo en negociación en Ginebra con Irán. “Es malo y no impedirá que Teherán acceda de todas maneras al arma nuclear” y con ella “amenazar a Israel” porque es “un Estado terrorista”, declaró. Obama lo ignoró: Netaniahu “no dijo nada nuevo” y no aportó solución alguna al “caso iraní”, afirmó el presidente. “No hay ningún acuerdo con Irán todavía, pero si lo hay será lo mejor que pueda suceder”, insistió.
Irán, que busca obtener un alivio sustancial a las sanciones occidentales que lo asfixiaron económicamente, condiciona además su participación en la fuerza contra el Estado Islámico a que se llegue a un acuerdo “justo” en Suiza.
Por otro lado, Netaniahu no escondió que su viaje a Estados Unidos tiene también alcance electoral. El martes 17 son las elecciones legislativas en su país, y el primer ministro, que parte como claro favorito para un nuevo mandato, quiere aparecer como un duro entre los duros y congraciarse con los sectores ultrarreligiosos y la extrema derecha en auge. En Washington también habló ante el congreso anual de la Aipac, el principal lobby pro israelí en Estados Unidos, y reiteró el discurso que viene manejando hace ya un tiempo: no ceder en la expansión de los asentamientos en tierras palestinas, marchar hacia un Estado confesional judío e invitar a la diáspora a “volver” a la madre patria (no tanto a la diáspora en Estados Unidos, bien útil ella, sino a la instalada en Europa, que pesa menos políticamente y que está atemorizada por el denunciado rebrote del antisemitismo).
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