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COMISIÓN de APOYO al PUEBLO PALESTINO

Recortes de PRENSA

Recortes de PRENSA

La siguiente es una serie de publicaciones de prensa  extractadas de distintos medios. 

Domingo, 30 de Julio de 2006

Brasil sufre las bombas que caen sobre el Líbano

El canciller Amorim condujo la operación de rescate para los brasileños atrapados en la guerra. Se valió del sólido vínculo bilateral con Siria. En las marchas se habla de la Triple Frontera.

 

Por Darío Pignotti

Desde San Pablo

Las consignas propaladas por dos altoparlantes en repudio de la “masacre israelí contra el pueblo libanés” no mudaron la rutina de los cuatro jubilados que, como cada tarde, jugaban damas en la plaza Padre Bento, barrio paulista de Bras. En ese enorme bazar a cielo abierto, no muy distinto al Once porteño, conviven comerciantes y vendedores ambulantes brasileños, libaneses, sirios, chinos y bolivianos.

 

El sheik Feres Fares, se aparta unos metros del bullicio para explicar a Página/12 por qué las tiendas árabes del Bras colgaron una cinta negra y cerraron sus puertas el viernes a la tarde. “Es en señal de luto por la matanza que sufren nuestros hermanos. Somos una colectividad muy numerosa y pacífica pero queremos hacer ver nuestro descontento. Somos más de 10 millones de libaneses y descendientes en todo Brasil, San Pablo es la ciudad más grande del Líbano. Para Brasil es muy importante lo que ocurre en nuestra tierra.”

 

En la madrugada de ayer aterrizó en San Pablo un avión de la compañía TAM con 237 pasajeros, lo que llevó a cerca de 1000 el número de refugiados llegados a Brasil. “En estos momentos hay más de 100 mil brasileños viviendo en el Líbano y ya nos han matado a 7 desde el 12 de julio (inicio del conflicto). Si no se para este genocidio más brasileños morirán”, dice Fares.

 

El sheik agradece la “buena voluntad del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para prestar socorro a las víctimas y buscar que Israel los deje salir sin atacarlos”. Ante la gravedad de la situación el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, llegó hasta la zona del conflicto para acompañar personalmente la repatriación. El canciller permaneció hasta el viernes en Adana, ciudad turca desde cuyo aeropuerto partieron las naves de la fuerza aérea brasileña.

 

Amorim negoció ante las autoridades de Tel Aviv garantías para los convoyes que partieron desde el valle del Bekaa, oeste libanés, hacia Siria, país que mantiene buena sintonía diplomática con Brasil desde que hace dos años fuera visitado por Lula pese a que, por entonces, ya había sido tipificado como una amenaza para la paz por los Estados Unidos. Antes de llegar a Turquía el canciller brasileño también mantuvo contactos con la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para ponerlos al corriente de la suerte de la mayor colectividad latinoamericana en el Líbano.

 

En Brasilia, voceros del Palacio de Itamaraty reconocieron que puede haber miles de personas que todavía no han podido tomar contacto con la embajada en Beirut por encontrarse en zonas aisladas. De allí que la misión de ayuda brasileña tenga previsto seguir actuando por varias semanas en la región, no sólo para labores de rescate sino también para enviar medicamentos y víveres a quienes decidan permanecer en el Líbano.

 

Enfundado en una chilaba (camisola hasta los pies) blanca, el sheik Fares insiste en que la prioridad es frenar la escalada de violencia. “Infelizmente lo que ocurre es que todo el mundo está cansado de la guerra. También Israel está cansado de ser atacado por Hamas y por Hezbolá. Pero eso no excusa lo que están haciendo en Líbano, donde no hay una guerra sino un enfrentamiento entre el quinto ejército mundial y una milicia.”

 

Los viejitos siguen jugando damas, otros a la canasta en las mesas de concreto junto al palco improvisado por los libaneses. Uno de ellos se acerca al reportero para avisarle: “Nosotros somos católicos apostólicos romanos”, y señala una capilla frente a la plaza. Cuando se le pregunta qué opina de la manifestación, responde que no le gustan los actos políticos, “pero como cristianos no queremos la guerra”. Entre los manifestantes reunidos en el barrio Bras, a una cuadra de la Mezquita do Pari, hay mujeres con el velo musulmán y jovencitas de cabello suelto y remeras que junto a la inscripción “Made in Israel” muestran fotos de víctimas civiles. Las reacciones son dispares entre los activistas cuando el tema es Hezbolá. Nadie critica abiertamente a la organización shiíta establecida en el sur del Líbano, pero hay quienes refieren a la inconveniencia de haber “provocado” a Israel con el secuestro de dos de sus soldados. Cuando se pregunta si Hezbolá es una organización terrorista, dado que ataca poblaciones civiles de Israel, todos rechazan la idea.

 

Hassan Alí, militante de la juventud musulmana, es taxativo. “Será que defender su propia tierra es ser terrorista, será que proteger a su pueblo es ser terrorista. Creo que terrorista es Bush que está financiando a Israel para que mate a nuestros niños.”

Para Hassan Alí por detrás de la “demonización” de Hezbolá está la mano de los Estados Unidos, un país interesado en “militarizar la Triple Frontera” bajo el pretexto de que allí hay un nido de terroristas. La iniciativa, recordó Alí, recobró fuerza días atrás cuando congresistas de los EE.UU. llevaron a Bush la iniciativa de crear una fuerza multinacional bajo la égida de la OEA, según informes publicados en la prensa local.

 

“El señor Bush quiere una excusa para ocupar militarmente la Triple Frontera, diciendo que hay una base del terrorismo internacional metida entre la población árabe que allá vive”, dijo Alí.

 

Domingo, 30 de Julio de 2006

Diario desde el infierno

     

Por Robert Fisk *

Desde Beirut

Domingo 23 de julio. Hacia Sidón. Ed Cody encontró un conductor buena onda que maneja a 190 kilómetros por hora llamado Hassan –tiene un Mercedes negro al que llamó “El auto de la muerte” (porque ese será el destino de cualquiera que se cruce en nuestro camino)–. Nos dirigimos por la ruta de la costa y vamos hacia el este a las colinas de Naameh, donde los israelíes acaban de volar un puente. Treinta años atrás, Cody era un corresponsal de Associated Press en Beirut y me enseñó cómo cubrir guerras. “Te subís al auto, conducís a la batalla y averiguás qué están haciendo estos imbéciles”, solía decir.

 

Lunes 24 de julio. Hacia el sur del Líbano en una caravana humanitaria. Un día soleado, espectacular y con tenues nubes, y luego el ruido de aviones. Miramos hacia el cielo de nuevo. En el medio de un campo de tomates, veo un autobús de Londres. Me volteo hacia el conductor. “¿No es eso un autobús de Londres?”, le pregunto. “Sí, eso es un autobús de Londres.” Lo es. Es un grande, rojo y brillante autobús de dos pisos. En el Valle de la Beeka. En el Líbano. Durante la guerra.

 

Martes 25 de julio. Merodeo por Marjayoun, el pueblo cristiano atrapado entre dos porciones de territorio de Hezbolá. Este era el cuartel del brutal Ejército del Sur Libanés (ESL), la milicia de Israel, y todavía hay muchos ex hombres del ESL aquí, todos con teléfonos celulares libaneses, pero pocos de ellos, sospecho, con teléfonos israelíes.

 

Miércoles 26 de julio. Soldados de la ONU indios traen lo que queda de cuatro observadores al hospital de Marjayoun. Todo el día han estado informando que el fuego de artillería israelí se estaba acercando cada vez más a su claramente demarcada posición. Un oficial en el cuartel de la ONU en Naqoura llamó por teléfono a los israelíes 10 veces para advertirles de su falta de puntería, y 10 veces le prometieron que no caerían más proyectiles cerca del puesto de Khiam. Pero los cuatro soldados no huyeron –como seguramente esperaban los israelíes– y por eso ayer por la tarde un avión israelí disparó un misil directamente a su posición de la ONU, destrozando a los cuatro valientes hombres.

 

Jueves 27 de julio. Me siento con un amigo francés en una pequeña colina, mirando el sur del Líbano al anochecer. A nuestra izquierda, artillería israelí es disparada contra una casa de este lado de Khiam, que después es consumida por el fuego. “Por Dios, espero que no hubiera nadie ahí”, dice mi amigo. Puede que nunca lo sepamos. Nos dirigimos a Nabatea y entonces un avión tira una bomba en el puente en frente de nuestro vehículo. Nos batimos en una rápida retirada de esta desagradable emboscada y regresamos a la seguridad de nuestra pequeña casa de la colina.

 

Viernes 28 de julio. Suena mi teléfono celular. Un periodista norteamericano está caminando al sur de Tibnin hacia la batalla entre Hezbolá e Israel en Bint Jebel –una sabia precaución porque ahora todos los autos son presas de las águilas israelíes– y ha encontrado dos hombres drusos heridos en la ruta. Uno de ellos no se puede parar. No tiene auto. ¿Puedo ayudar? Estoy a 20 kilómetros. “¿Puedo decirles que serán rescatados?” No les mientas, le digo. Deciles que vas a tratar de ayudarlos. Prometo llamar a la Cruz Roja. Llamo a Hisham Hassan y le digo la posición exacta. Hisham promete llamar al centro de ambulancias de la Cruz Roja de Tibnin. Diez minutos después recibo un mensaje de texto: “La Cruz Roja está en camino”. Angeles del cielo.

 

Sábado 29 de julio. Me doy una ducha y duermo en mi cama. Recibo un llamado de un periodista turco para hablar del genocidio armenio de 1915 –mucho más serio que esta pequeña guerra–. Después reviso las notas de mi diario de esta semana. Descubro que la claridad en mi letra colapsó rápidamente el jueves después del ataque aéreo. Estaba tan asustado que no podía escribir.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.

 

Domingo, 30 de Julio de 2006

HEZBOLA AMENAZA LLEVAR LA GUERRA AL SUR DE HAIFA

Israel se reagrupa y ataca por aire

Mientras Condoleezza Rice regresó a la región para armar e impulsar una negociación, el ejército israelí bombardeó 60 objetivos de la milicia chiíta, cuyo líder Hassan Nasralá amenazó con lanzar más cohetes de largo alcance y dijo que su fuerza está intacta. Ayer murieron otros 14 civiles en el Líbano y 2 guerrilleros en Gaza.

 

Israel se vio obligado a retirarse ayer de la ciudad libanesa de Bint Jebel, al tiempo que prosiguieron los bombardeos aéreos contra distintos objetivos de Hezbolá. En el plano diplomático, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, regresó a la región para impulsar un plan de paz e Israel rechazó un pedido de la ONU de una “tregua humanitaria” para hacer llegar asistencia a miles de civiles atrapados en el sur del Líbano.

 

La retirada de la sureña localidad libanesa de Bint Jebel tras una semana de choques con Hezbolá reveló las dificultades israelíes para empujar hacia el norte a la guerrilla con ofensivas terrestres. Las fuerzas israelíes habían lanzado su fallida ofensiva para conquistar esa ciudad el 23 de julio, en un intento por privar a Hezbolá de su principal bastión en el sur del Líbano. Sin embargo allí sufrieron su peor golpe, cuando el miércoles pasado murieron catorce soldados en una emboscada, lo que llevó a las autoridades militares israelíes a limitar las ofensivas terrestres al pueblo tomado de Maroun al Ras, e intensificar los ataques aéreos en todo el Líbano.

 

En este sentido, la aviación israelí informó que lanzó más de 60 ataques aéreos contra distintos objetivos de la milicia chiíta, entre ellos 37 edificios usados por Hezbolá como cuarteles o arsenales. Dos de los bombardeos destruyeron el puente sobre el río Orontes, en el valle de la Bekaa, cerca de la frontera con Siria, con lo que la ciudad libanesa de Hermel quedó aislada del resto del país. Al menos doce civiles murieron en los bombardeos, entre ellos una mujer y sus cinco hijos, fallecidos bajo los escombros de una casa de tres pisos atacada en la localidad de Nabatiyeh, centro del Líbano, y seis civiles más en otro bombardeo en Ain Arab, en el sureste del país.

 

Mientras continuaban los combates, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, llegó otra vez a Medio Oriente con un paquete de propuestas para terminar con las hostilidades. El plan de Rice busca un acuerdo internacional en torno de una fuerza multinacional bajo mandato de la ONU que pueda ser desplegada en el sur del Líbano. También propone desarmar a Hezbolá e integrar su brazo armado al ejército libanés, un compromiso para resolver el estatus de un pequeño territorio ocupado por Israel y reclamado por el Líbano, establecer una zona vedada en el sur del Líbano, que Hezbolá libere a los soldados israelíes que mantiene de rehenes y un plan para reconstruir el Líbano. La funcionaria estadounidense se reunió ayer por la noche en Jerusalén con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, para discutir estas medidas y hoy planeaba mantener encuentros con otros ministros israelíes, entre ellos el de Defensa, Amir Peretz.

 

Uno de los temas que más preocupan a la comunidad internacional es el humanitario. Israel rechazó un pedido de la ONU de aceptar una tregua de tres días para hacer llegar asistencia humanitaria a miles de civiles atrapados en el sur del Líbano y para evacuar a los heridos. “No hay ninguna necesidad de una tregua temporal de 72 horas, porque Israel ya abrió corredores humanitarios hacia y desde el Líbano para que ingrese la asistencia y se evacue a extranjeros”, dijo el vocero del gobierno israelí Avi Pazner. En una rápida reacción, el gobierno libanés condenó la negativa israelí a aceptar la tregua y la calificó como un “crimen contra la humanidad”.

 

Por su parte, Hezbolá siguió amenazando a su enemigo Israel. El líder de la milicia fundamentalista, Hassan Nasralá, dijo ayer que atacará las ciudades del centro de Israel si ese país continúa su agresión contra el pueblo libanés, después de haber disparado el viernes cinco misiles tierra-tierra contra Afula, a unos 50 kilómetros de la frontera. “Afula es sólo el comienzo. Muchas ciudades del centro (de Israel) serán blanco de nuestro ataques si prosigue la agresión contra nuestro pueblo”, dijo Nasralá, quien también criticó el regreso de Rice a Medio Oriente. “Riceregresa a imponer condiciones al Líbano en el marco de su plan sobre el nuevo Medio Oriente”, declaró en la emisora de su partido, Al Manar.

 

Nasralá también aseguró que Israel no logró ningún objetivo militar en el Líbano. “Todo lo que pudo hacer el enemigo fue destruir las infraestructuras del país. Esas no son realizaciones militares, eso es salvajismo –aseguró el dirigente–. Si vemos hoy intentos de encontrar una solución a la crisis es a causa de la gloriosa resistencia de Hezbolá y del pueblo libanés.”

 

El otro frente de guerra también estuvo activo ayer. Israel bombardeó la Franja de Gaza y envió tropas a una parte de la región de donde acababa de retirarlas, en el marco de una ofensiva para rescatar a un soldado capturado y que ya dejó casi 150 palestinos muertos en un mes. Además, un supuesto jefe militar del movimiento Yihad Islámica y otro miembro de un grupo armado fueron muertos por soldados israelíes en Nablus, en el norte de Cisjordania. En tanto, el presidente palestino, Mahmud Abbas, volvió a pedir la liberación de palestinos presos en Israel y dijo que su excarcelación no puede condicionarse a la liberación del soldado israelí, en poder de facciones distintas del partido de Abbas.

 

Sábado, 29 de Julio de 2006

ATERRIZO EN AFULA, A 50 KILOMETROS DE LA FRONTERA, CON 100 KILOS DE EXPLOSIVOS

Entra en escena un poderoso misil iraní

La guerra del Líbano continuó por tierra y por mar. Israel lanzó su bombardeo más devastador, Hezbolá barrió el norte israelí con salvas de katyushas y se libraron furiosos combates alrededor de Bint Jbel, el bastión chiíta. Hay decenas de muertos en Tiro.

 

Por Juan Miguel Muñoz *

Desde Kiryat Shemona

El ejército israelí batalla por aire y tierra en el sur del Líbano mientras Hezbolá golpea con sus misiles el punto más lejano nunca antes alcanzado en Israel. Ya lo advirtió Hassan Nasralá, líder de la milicia chiíta: atacaremos al sur de Haifa. Ayer cumplió. La guerrilla islamista lanzó un misil Fajr-5, de fabricación iraní, que impactó en una zona despejada de Afula, 50 kilómetros al sur de la frontera. Nunca desde que empezó la guerra un proyectil de tan largo recorrido y tanta carga explosiva había caído sobre Israel.

 

“Es el comienzo de una etapa de combates”, anunció Hezbolá a través de la emisora Al Manar. Su estrategia pasa por extender el miedo al corazón del Estado judío. Con el disparo del Fajr-5, que tiene un alcance de 90 kilómetros y una carga de 100 kilos de explosivos, la guerrilla chiíta está poniendo a prueba los nervios de Israel, que no sufría una agresión de esta magnitud desde la guerra de Yom Kippur, en octubre de 1973. El gobierno de Ehud Olmert anunció el despliegue de misiles antimisiles Patriot en Netania y Tel Aviv, decenas de kilómetros al sur de Haifa.

 

La guerra que enfrenta a Israel y Hezbolá desde el 12 de julio adquiere cada día cotas más altas de violencia. El bombardeo masivo sobre los pueblos y ciudades desiertos del sur del Líbano, donde ayer murieron catorce personas, no tiene pausa. La aviación de Israel dijo que atacó 180 objetivos en las últimas horas, entre ellos una base y depósito de cohetes de Hezbolá en el valle de Bekaa, al este, 57 estructuras del grupo islamista, seis plataformas de lanzamiento de misiles y seis puestos de comando de la organización. Los misiles destrozaron una base central de Hezbolá en Tiro. Este número de objetivos atacados en el Líbano es al menos dos veces mayor que el de los días previos y desde que comenzó la ofensiva contra el Líbano, luego de que Hezbolá mató a ocho soldados israelíes y capturó a otros dos.

 

Miles de reservistas israelíes se incorporaron a sus unidades, mientras las batallas en Bint Jebel, baluarte de Hezbolá a cuatro kilómetros de la frontera, continuaron, aunque las Fuerzas Armadas israelíes han asegurado dos veces que la ciudad había caído. Los combates son encarnizados. Según portavoces israelíes, ayer murieron 26 milicianos. Hezbolá, por su parte, aseguró haber matado a varios soldados, expulsado a las tropas de algunos campos de batalla, y disparó más de 100 cohetes katyusha sobre un Israel desconcertado. Uno de ellos cayó en un hospital de Nahariya, ciudad israelí próxima a la frontera con el Líbano, pero sólo causó daños materiales pues los enfermos habían sido trasladado a los sótanos.

 

Desde el inicio de la ofensiva, han muerto en el Líbano 430 personas, entre ellas 359 civiles y 29 militares y policías libaneses, así como cuatro observadores de la ONU. Hezbolá anunció la muerte de 32 de sus militantes, y las milicias de su aliado chiíta Amal el deceso de seis de sus combatientes desde el 12 de julio. Además, al menos 74 civiles, entre ellos numerosos niños, siguen sepultados en la región de Tiro bajo los escombros de sus casas, bombardeadas desde hace once días.

 

Los jefes del espionaje militar y civil del Estado sionista no se ponen de acuerdo. Mientras el jefe del Mossad, Meir Dagan, afirma que Hezbolá es capaz de mantener el fuego por largo tiempo, el jefe de la Inteligencia Militar, Amos Yadlin, dice que la guerrilla está seriamente dañada. Y también en el gobierno hay discrepancias sobre el camino a seguir. Si el ministro de Justicia, Haim Ramon, prefiere arrasar las infraestructuras civiles –se extrañó de que la población aún dispusiera de luz en el valle de la Bekaa libanés–, otros optan por métodos no tan bárbaros.

 

Los obstáculos ya se han esfumado para que los uniformados israelíes se lancen a una invasión masiva del Líbano para ocupar la franja al sur del río Litani, a 20 kilómetros de la frontera, como ya hicieran en 1978. Cuentan con el respaldo de Estados Unidos, pero la historia juega en su contra. “Debemos conseguir un alto el fuego antes de que la situación sea inmanejable... Pensando a largo plazo, es necesaria una reforma para examinar la dependencia del gobierno respecto del Estado Mayor del Ejército. No es agradable decirlo en este momento, pero es la realidad. No hay solución militar a este conflicto”, opina el profesor de la Universidad Hebrea Zeev Sternhell. Las mismas palabras utilizó el jueves el jefe del Estado Mayor, Dan Halutz: “No hay solución militar a este conflicto”.

 

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

Viernes, 28 de Julio de 2006 

“Vamos por las praderas esquivando bombas en un auto de la Cruz Roja”

 Por Robert Fisk *

Debía ser un viaje de rutina a través de los campos libaneses para los valientes hombres y mujeres de la Cruz Roja Internacional (CRI). Sylvie Thoral era la “líder del equipo” de nuestros dos vehículos, una francesa de 38 años de cabello marrón y ojos de acero. Los israelíes habían sido informados y habían dado lo que la CRI considera su “luz verde” para la ruta. Y, por supuesto, casi morimos. Confiar en el ejército y la fuerza aérea israelí, que rompen las convenciones de Ginebra casi todos los días, es un asunto peliagudo.

 

Sus aviones ya atacaron –contra todas las convenciones– los cuarteles de defensa civil en Tiro, matando a veinte refugiados. Dos veces atacaron camiones cargados con refugiados a quienes ellos mismos les habían ordenado que se fueran de sus pueblos. Ya atacaron a dos ambulancias libanesas de la Cruz Roja en Qana, matando a dos de los tres pacientes e hiriendo a todo el equipo médico, una clara y aparentemente deliberada ruptura del Capítulo IV, Artículo 24 de la Convención de Ginebra de 1949.

 

Pero la CRI debe confiar en el ejército israelí, de manera que salimos del sur del Líbano hacia Jezzine, hacia el sonido de las explosiones, por los muros derrumbados del castillo de los cruzados en Beaufort, a través de las destruidas calles fantasmagóricas de Nabatiyeh, con cráteres que dejaron las bombas y restos de edificios a ambos lados del camino. Para cruzar el río Litani, debimos vadear por el agua, escuchando el aullido de los aviones, un ojo en la carretera y el otro en el cielo. Sylvie y sus camaradas iban en silencio.

 

Había nuevos cráteres de bombas en la ruta al norte de Nabatiyeh; los ataques habían sido sólo unas pocas horas antes, algo en lo que debiéramos haber pensado. Pedazos de pertrechos cubrían los caminos, fragmentos de metralla, enormes pedazos de concreto. Pero habíamos recibido esa importante “luz verde” de Tel Aviv. Los equipos de la CRI pueden ser los únicos salvadores en las carreteras en el sur del Líbano –su reticencia para criticar a alguien, incluyendo a los israelíes y los Hezbolá, es un silencio de ángeles–, aunque su trabajo puede atacar sus emociones con tanta fuerza como un bombardeo aéreo. Un día antes habían ido al pueblo de Aiteroun, a apenas un kilómetros y medio del desastroso ataque del ejército israelí, a Bint Jbeil. En cada pueblo “abandonado” en el camino aparecía una mujer, luego un niño y luego más mujeres y los ancianos, todos desesperados por irse.

 

Había quizás unos 3000 de ellos anoche, Sylvie Thoral estaba tratando de obtener permiso para la evacuación del convoy. Los israelíes le prometen a los libaneses un castigo mucho peor del que ya recibieron –más de 400 civiles libaneses muertos– por el asesinato de tres soldados israelíes y la captura de otros dos a manos de Hezbolá. Pero aún así, los israelíes no han sugerido una “luz verde” para Aiteroun. “Nos ruegan que los llevemos con nosotros y no tenemos permiso para hacerlo”, dice Saidi con profunda emoción. “Sus ojos estaban llenos de lágrimas.”

 

Los trabajadores de CRI en el Líbano viajan sin chalecos antibalas o cascos –sus estatus de civiles es algo de lo que están muy orgullosos– e ir con ellos en la misma condición fue una experiencia extrañamente conmovedora. Viven –a diferencia de los israelíes y sus antagonistas de Hezbolá– según las convenciones de Ginebra. Creen en ellas cuando todos los demás quiebran sus reglas. Pero ayer, cuando llegamos a la ciudad de Jarjooooaa, la CRI en Beirut nos dijo que volviéramos. Los israelíes estaban bombardeando la carretera al norte, de manera que dimos vuelta los vehículos y nos dirigimos hacia el árabe Selim. La carretera estaba vacía y casi había llegado al fondo de un pequeño valle.

 

Fue en ese momento en que cinco grandes, oscuras, nubes de humo se dispararon hacia el cielo frente a nosotros, una bomba israelí lanzada desde el aire que explotó sobre la carretera a apenas 80 metros con ese tipo de “crac” que las revistas de comics expresan con tanta exactitud, seguida por el grito de un jet. Si hubiéramos ido apenas a más velocidad, todos estaríamos muertos. De manera que volvimos a Jarjooooaa y nos estacionamos bajo el balcón de una casa donde dos mujeres y tres niños nos miraban, sonriendo y saludando.

 

Pero antes de que abandonáramos nuestro viaje y antes de que Sylvie y su equipo y yo partiéramos para su base en el lejano y peligroso sur del Líbano, un hombre llevando una bolsa de verduras se nos acercó. “Por favor, corran los autos de frente a mi casa”, dijo. “Es peligroso para todos nosotros.” Me sentí totalmente avergonzado. El ataque israelí a las ambulancias en Qana –sus misiles traspasando las cruces rojas de los techos– había contaminado a nuestros propios vehículos. El era sólo un hombre. Pero para él, los israelíes habían convertido a la Cruz Roja –el símbolo de esperanza sobre nuestros techos y los costados de nuestros vehículos– en un símbolo de peligro y temor.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère

Viernes, 28 de Julio de 2006

ESCENARIO

Guerra que se arregla con más guerra

  

Por Santiago O’donnell

La guerra se empantanó. Israel no puede volver del Líbano si no vuelve victoriosa. ¿Qué significa “victoria” a esta altura del partido? Hezbolá no va a desaparecer. Entonces queda la victoria posible. Si no caen más misiles sobre Israel y vuelven los soldados secuestrados, entonces Israel podrá decir que ha ganado. Entonces podrá retirarse y abrirle paso a una fuerza internacional. Es la primera vez en muchas guerras que Israel busca la intervención de una fuerza internacional. Busca ayuda porque ya ocupó el Líbano en 1982, se quedó 17 años y le fue muy mal. Y busca ayuda porque en esta guerra tampoco le está yendo bien. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, habla de una fuerza combinada de soldados europeos y árabes, mientras su ministro de Defensa, Amir Peretz, sugirió una intervención de la OTAN.

 

Pero la idea de una fuerza internacional en una zona tan caliente lleva implícita una pregunta que nadie se atreve a contestar: ¿quién pone los muertos? Porque una cosa es permitir, por acción u omisión, la destrucción del Líbano y otra cosa es poner tropas propias a tiro de una guerrilla sofisticada y sin muchas razones para deponer las armas.

 

De este tema se ocupó el New York Times, cuyo sondeo no arrojó resultados alentadores. Estados Unidos ya avisó que no va a desplegar tropas en el mismo país donde en 1983 perdieron la vida 241 marines en un ataque suicida. Gran Bretaña informó que le gusta la idea, pero ya tiene demasiados soldados en Irak, Afganistán y los Balcanes, por lo que no podrá ser de la partida esta vez. Francia, que ya aporta al contingente de las Naciones Unidas en el Líbano y que ya perdió en ese país 58 legionarios en otro ataque suicida de 1983, sostuvo que la formación de otra fuerza es “prematura”. Alemania, país que ha servido de intermediario entre Israel y Hezbolá en el pasado, ofreció enviar tropas si Hezbolá está de acuerdo, cosa que nadie espera. Javier Solana, representante de la Unión Europea, dijo que si hay mandato de las Naciones Unidas, todo es posible. “Conozco a varios miembros de la Unión Europea dispuestos a colaborar”, dijo. Pero no los quiso nombrar. Egipto, Jordania y Arabia Saudita, los Estados árabes sunnitas que condenaron la provocación de Hezbolá, esquivaron en Roma cualquier sugerencia de aliviar con tropa propia al ejército israelí.

 

Entonces, mientras los veteranos de la diplomacia buscan abrir canales de diálogo, Israel y Hezbolá buscan soluciones en el campo de batalla. Algún golpe contundente que acerque a Siria a la mesa de negociaciones, o por el contrario, que obligue a Israel a canjear prisioneros. Guerra que se arregla con más guerra. Y con muertos, muchos muertos civiles que sólo los muy débiles gobiernos del Líbano y la Autoridad Palestina reclaman como propios, lo cual no es un gran problema porque los débiles no pueden negociar.

 

La ironía más cruel de esta guerra es que empezó cuando un grupo integrista de Palestina y otro del Líbano atacaron objetivos militares en Israel y secuestraron soldados. Mientras esos grupos disparaban cohetes sobre poblaciones civiles, Israel se abstuvo de invadir. Pero en cuanto tocaron a un militar, todo cambió. Anteayer murieron 14 militares israelíes en la batalla de Bint Jbeil. Ayer, otros tantos civiles perecieron a causa de los bombardeos. No va a alcanzar. La vida de esos civiles no vale tanto. Tendrán que morir muchos más para que los poderosos decidan que murieron demasiados.

Viernes, 28 de Julio de 2006

SIGUEN LOS BOMBARDEOS EN GAZA Y EL LIBANO, Y LOS MISILES DE HEZBOLA EN HAIFA

Israel frenó su ofensiva terrestre

A las operaciones militares y las muertes de civiles se sumaron amenazas de Al Qaida. Un ministro israelí dijo que el mundo apoya la ofensiva lanzada por su país. En Palestina sigue la disputa entre las facciones árabes.

 

Israel no se rinde y sigue atacando al grupo islamista Hezbolá en el Líbano. A pesar de haber tenido un día negro el miércoles, con la muerte de 14 soldados en una emboscada, el gabinete de seguridad israelí se pronunció ayer por intensificar los bombardeos aéreos y llamó a nuevos reservistas. Lo hizo envalentonado por la tibieza de la conferencia internacional de Roma, de la cual interpretó un mensaje de apoyo para la continuidad de la guerra. Mientras tanto, la red terrorista Al Qaida prometió atentados de represalia contra Israel y sus aliados. Los bombardeos continuaron también en la Franja de Gaza, donde volvió a quedar en evidencia la tensión entre los partidos palestinos.

 

La guerra de Medio Oriente sumó ayer un nuevo actor: la organización terrorista Al Qaida. En un mensaje de video dado a conocer ayer por la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, el número dos de Al Qaida, Ayman al Zawahiri, llamó a una alianza de los combatientes musulmanes más allá de sus diferencias sectarias. “No podemos mirar los cohetes que llueven sobre nuestros hermanos en Gaza y el Líbano, y seguir inactivos y sumisos”, dijo Al Zawahiri. “Los cohetes y misiles que destrozan cuerpos musulmanes en Gaza y el Líbano no son únicamente israelíes. Proceden y son financiados por todos los países de la alianza de los cruzados”, indicó el líder terrorista en referencia a Estados Unidos y al resto de aliados occidentales. “Así, cualquiera que haya participado en el crimen, debe pagar el precio. El conjunto del mundo es un campo abierto para nosotros. Ya que nos atacan por todas partes, atacaremos por todas partes”, agregó.

 

Las amenazas de Al Qaida parecieron no preocupar a la dirigencia israelí, que se reunió en Tel Aviv. Allí, el gabinete de seguridad decidió autorizar “la movilización de las unidades de reserva para reforzar el potencial militar y las capacidades de enfrentar a Hezbolá en el frente en el Líbano y en Gaza”. La mayoría de los miembros del gabinete de seguridad se pronunció asimismo por aumentar los bombardeos aéreos contra lo que consideran bastiones de Hezbolá, pero limitar los ataques terrestres y así minimizar las bajas en los combates.

 

Por otra parte, el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, afirmó que el ejército israelí “infligió daños estratégicos enormes a Hezbolá”. Aviones y helicópteros israelíes realizaron ayer más de sesenta ataques contra un bastión de ese grupo en el sur del valle oriental de la Bekaa. Al menos nueve personas murieron en los bombardeos israelíes, con lo que trepó a 432 la cifra de muertos en el Líbano tras 16 días de conflicto.

 

Según el gobierno israelí, estas acciones fueron autorizadas implícitamente por la conferencia internacional celebrada el miércoles en Roma, que fracasó a la hora de fijar un alto el fuego entre Israel y el Líbano. El ministro israelí de Justicia, Haim Ramon, provocó indignación en algunas capitales europeas al declarar que “hemos recibido ayer (por el miércoles) en la conferencia de Roma la autorización del mundo para continuar la operación, es decir esta guerra, hasta erradicar la presencia de Hezbolá del Líbano y provocar su desarme”.

 

Hezbolá, que lanzó ayer cerca de 75 cohetes al norte de Israel, tampoco tiene intenciones de abandonar la batalla. El jefe de ese movimiento islámico, Hassan Nasrala, llegó ayer a Damasco para reunirse con el presidente sirio, Bashar Assad, y el jefe del Consejo Nacional de Seguridad de Irán, Ali Larijani, según anunció el diario kuwaití Al Seyassah. El periódico, que cita fuentes sirias “bien informadas”, afirmó que el encuentro de Nasrala con Assad y Larijani tiene como objetivo mantener la provisión de armamentos para los combatientes de Hezbolá que luchan contra las tropas israelíes en territorio libanés.

 

El otro frente de guerra, en Gaza y Cisjordania, tampoco fue abandonado. La aviación israelí bombardeó tres depósitos de armas y cohetes en posiciones de las facciones palestinas en el barrio de Seyayie, al noroeste de la ciudad de Gaza. Residentes palestinos informaron que antes de los bombardeos recibieron avisos telefónicos grabados advirtiéndoles del peligro y aconsejándoles que abandonaran sus casas. Los ataques dejaron tres muertos, entre ellos una anciana de 75 años y dos combatientes de 16 y 23 años de las Brigadas al Quds, el brazo armado del grupo islamista radical Jihad Islámica.

 

Además de los ataques, hubo tensiones a nivel político, ya que la puja entre los partidos palestinos resurgió ayer por un error de traducción. “Estamos realizando intensos esfuerzos para terminar con la captura del soldado israelí Shalit lo antes posible”, dijo el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, en una reunión con el primer ministro italiano, Romano Prodi. Las declaraciones de Abbas, formuladas en árabe, fueron inicialmente mal traducidas al italiano por el intérprete oficial del encuentro, quien dijo que el presidente palestino había afirmado que veía una “inminente solución” a la captura del soldado de 19 años, secuestrado por milicias fundamentalistas el pasado 25 de junio.

 

La ya complicada relación entre el gobernante partido Hamas, que no reconoce al Estado de Israel, y el del presidente de la AP, Al Fatah, volvió a tensarse tras esas declaraciones. En respuesta a la primera traducción, Abu Ubaida, un vocero del brazo armado de Hamas, negó que estuviera cerca el desenlace del caso. “Nada cambió en el caso del soldado israelí. El sigue en manos de las facciones de la resistencia y no en las manos de ningún político, ni siquiera de Abbas”, indicó el vocero.

Jueves, 27 de Julio de 2006

En Roma acordaron hacer algo, pero no saben qué

La supuesta conferencia de paz de Medio Oriente terminó en nada: EE.UU, con el apoyo de Gran Bretaña, Canadá y Alemania, frenó el pedido de un alto el fuego inmediato impulsado por el resto del mundo.

 

Por Peru Egurbide *

Desde Roma

Condoleezza Rice volvió a ser inflexible. Llamamientos firmes como los del secretario general de la ONU, Kofi Annan, del ministro francés de Exteriores, Philippe Douste-Blazy, o del español, Miguel Angel Moratinos, para que la Conferencia de Roma forzara ayer un cese inmediato de las hostilidades en el Líbano se estrellaron contra la posición de la secretaria de Estado de Estados Unidos: no debe haber alto el fuego si no es duradero. “Queríamos un alto el fuego inmediato. Hemos dado algunos pasos, pero queda mucho por hacer. Cuanto más tarde en llegar el alto el fuego, habrá más muertos y más destrucción”, dijo el primer ministro libanés, Fuad Siniora, mostrando su decepción.

 

Kofi Annan, que como los otros dirigentes citados reclamó una tregua inmediata temporaria por motivos humanitarios, ofreció una salida para que la reunión superase la división sobre este asunto prioritario. “Pido, por tanto, a esta conferencia que solicite al Consejo de Seguridad que pida un cese inmediato de las hostilidades”, dijo Annan. “Exhorto a Hezbolá a que ponga fin a sus ataques deliberados contra centros civiles israelitas. Y exhorto a Israel a que cese los bombardeos, los bloqueos y las operaciones por tierra”, había clamado antes el secretario de la ONU.

 

Pero ni siquiera la propuesta de traspaso de la responsabilidad al órgano ejecutivo de Naciones Unidas logró abrirse camino hasta el lacónico comunicado que dio cuenta de los resultados de la cumbre. En su lugar, el texto recoge que “los participantes en la Conferencia de Roma expresaron su determinación de trabajar inmediatamente para alcanzar con la máxima urgencia un alto el fuego que ponga fin a la violencia actual y a las hostilidades. El alto el fuego debe ser duradero, permanente y sostenible”. Canadá, Reino Unido y Alemania mantuvieron su alineación previa con Washington en este asunto, aunque presionaron a favor de la fórmula de consenso. El resto de los países participantes, europeos y árabes, que con la incorporación de Grecia y Chipre fueron 15, se decantó por el alto el fuego inmediato.

 

Sobre el segundo gran tema de la agenda, el despliegue de una fuerza internacional que ayude al ejército del Líbano a “garantizar un marco seguro”, la cumbre se limitó a afirmar que dicha fuerza “debería ser autorizada urgentemente bajo un mandato de la ONU”. El ministro francés había coincidido dentro de la sala con la posición estadounidense de que no proceda ningún despliegue provisional, como el que Annan defendió expresamente. Para Douste-Blazy, la fuerza no debe ser constituida mientras no se cierre el acuerdo político que encauce su funcionamiento. En cuanto al calendario previsible del desarrollo de la fuerza y el alto el fuego, nadie fue capaz de dar previsiones. Annan habló vagamente de “días o semanas”.

 

La declaración de la cumbre pide la “máxima contención” a Israel y no menciona a Hezbolá, ni siquiera para condenar sus acciones. También se refiere a la soberanía y seguridad del Líbano, según la garantizan diversas resoluciones internacionales, y a que el arreglo duradero tiene que ser global, para toda la región, con una alusión velada a otros actores.

 

Condoleezza Rice se refirió dos veces a que Irán y sobre todo Siria deben “asumir sus responsabilidades”, como mentores o protectores de Hezbolá, lo que no implica que admita a los sirios como interlocutores. “No se trata de hablar con ellos, sino de si están dispuestos a hacer lo que deben”, dijo. La cumbre se comprometió, finalmente, a apoyar la reconstrucción del Líbano y a convocar pronto una conferencia de donantes.

 

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

Jueves, 27 de Julio de 2006

EN SU PEOR DIA, EL EJERCITO ISRAELI SUFRIO 14 MUERTES EN EL BASTION DE HEZBOLA

Una emboscada mortal en Bint Jbeil

El intento de copamiento del principal nido de resistencia de la guerrilla chiíta en la frontera libanesa terminó con un tendal de soldados muertos y con tanques y blindados incendiados. El ataque al puesto de la ONU no parece casual. Siguen los bombardeos.

 Por Robert Fisk *

Desde Qlaya, sur del Líbano

¿Es posible –es concebible– que Israel esté perdiendo su guerra en el Líbano? Desde este pueblo en el sur del país, veo las nubes marrones y negras de humo del último ataque en la ciudad de Bint Jbeil: hasta 14 soldados israelíes muertos y otros rodeados, después de una devastadora emboscada de la guerrilla de Hezbolá en lo que se suponía que era un exitoso avance israelí contra un “centro terrorista”.

 

El humo se ve también a mi izquierda, sobre la ciudad de Khiam, donde un puesto de observación aplastado queda como el único recordatorio de los cuatro soldados de la ONU –la mayoría de ellos decapitados el martes por un misil fabricado en Estados Unidos– muertos por la fuerza aérea israelí. Soldados indios del ejército de la ONU en el sur del Líbano, visiblemente conmovidos por el horror de traer a sus camaradas canadienses, fijianos, chinos y austríacos de vuelta en por lo menos 20 pedazos, desde el puesto de la ONU, al lado de la prisión de Khian, dejaron sus restos en el hospital de Marjayoun ayer a la mañana.

 

En años anteriores pasé horas con sus camaradas en este puesto de la ONU que está claramente marcado con pintura blanca y azul, con la bandera celeste de la ONU frente a la frontera israelí. Su deber era reportar todo lo que vieran: el cruel fuego de misiles de Hezbolá desde Khian y la brutal respuesta israelí contra los civiles del Líbano. ¿Era por esto que debían morir, después de haber sido blanco de los israelíes durante ocho horas, mientras sus oficiales le rogaban a la Fuerza de Defensa israelí que cesara el fuego? Un helicóptero israelí hecho en Estados Unidos se ocupó de eso.

 

Mientras tanto, en Bint Jbeil, otro baño de sangre tenía lugar. Declarando que “controlaban” esta ciudad libanesa del sur, los israelíes eligieron meterse en una trampa de Hezbolá. Cuando llegaron al mercado desierto, fueron emboscados por tres lados, y sus soldados cayeron al suelo bajo el fuego sostenido. El resto de las tropas israelíes –rodeadas por los “terroristas” a los que supuestamente debían liquidar– pidieron ayuda desesperadamente, pero cuando un tanque israelí Merkava y otros vehículos se acercaron para ayudarlos, también fueron atacados e incendiados.

 

Diecisiete soldados israelíes murieron hasta ahora en esta operación desastrosa. Durante su ocupación del Líbano en 1983 más de 50 soldados israelíes murieron en un solo ataque suicida. A esta altura de la guerra, aniquilar a Hezbolá parece una meta ya olvidada. Los soldados israelíes intentan matar a Hasán Nasralá, líder de Hezbolá. Sin acabar con su vida, difícilmente podrán cantar victoria. En Kiryat Shmona y en Metula, en el extremo norte del Estado hebreo, a pocos kilómetros del campo de batalla, la artillería se empleaba a fondo. Dispararon cientos de proyectiles sobre el sur de Líbano, prácticamente desierto de civiles. Y la aviación también atacó la sede central en Beirut de Amal, el partido chiíta cuyo líder, Nabih Berri, a su vez presidente del Parlamento libanés, se entrevistó con la secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, el lunes. Todo apunta, a tenor del fracaso de los diplomáticos, a que la situación va a empantanarse. Así lo afirmó un general israelí: “La ofensiva durará varias semanas”.

 

Pero Israel es el que se está quedando sin tiempo en el sur del Líbano. Por quinta vez en treinta años sus ataques lo han colocado en el banquillo de los acusados por crímenes de guerra en el Líbano. El número de muertes civiles ya llegó a 400. Y todavía Estados Unidos no quiere intervenir para evitar la masacre, ni aun para pedir un cese de fuego de 24 horas para permitir que los 3000 civiles todavía atrapados entre Qlaya y Bint Jbeil, que incluyen a un número de habitantes con doble nacionalidad (dos canadienses entre ellos) puedan huir.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

Miércoles, 26 de Julio de 2006

SE CUMPLIO UN MES DEL SECUESTRO DEL SOLDADO ISRAELI EN GAZA

Israel sitió un bastión de Hezbolá

Israel redobló los bombardeos sobre Beirut, matando a siete libaneses y a dos observadores de la ONU. También sitió Bint Jebel, donde 20 milicianos y un jefe murieron en combate. La guerrilla atacó Haifa, causando un muerto, y Rice se reunió con Olmert y Abbas.

 

Ayer se cumplió el día 31 de la guerra de Medio Oriente, pero la situación sigue igual. Israel redobló los bombardeos en Beirut y sitió la ciudad de Bint Jebel, el principal bastión de la milicia chiíta Hezbolá en el sur del Líbano, mientras continuó los bombardeos en la Franja de Gaza, donde realiza una ofensiva desde hace un mes, después de que el 25 de junio militantes palestinos capturaron a un soldado israelí. La diplomacia también siguió su curso, pero sin éxito. De visita en Israel y los territorios palestinos, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, aseguró que es tiempo de un “nuevo Medio Oriente” sin violencia, llamó a un cese del fuego permanente, pero no pidió a Israel que detenga la ofensiva, como reclama la mayor parte de la comunidad internacional.

 

En el día 14 de la ofensiva en el Líbano, al menos cuatro grandes explosiones se escucharon en el sur de Beirut, y los canales de televisión mostraron imágenes de una densa nube de humo que se elevaba por sobre las zonas atacadas. La aviación israelí bombardeó en seis ocasiones el barrio de Haret Hreik, donde se encuentra el cuartel general del Hezbolá, y el ejército israelí anunció la muerte del jefe militar de ese grupo fundamentalista en el sur de Líbano, Abus Jar, durante un enfrentamiento en el sector de Maroun al Ras, cerca de la frontera.

 

Israel siguió avanzando en el frente terrestre y tomó otra ciudad libanesa. El ejército israelí informó que fuerzas de infantería, apoyadas por aviones y vehículos blindados, sitiaron la localidad de Bint Jebel, el principal bastión de Hezbolá, clausuraron sus accesos y tomaron varias casas de los suburbios. Sin embargo, aclararon que los combates continuaban. Un vocero militar israelí afirmó que entre 20 y 30 milicianos de Hezbolá murieron en los combates en Bint Jebel, pero no explicó si se suman o incluyen a los diez que el ejército dijo haber matado el lunes. El grupo islamista desmintió esa información y dijo que sólo dos de sus milicianos murieron ayer en combates, pero no precisó dónde ni cuándo.

 

Además de buscar avanzar en su ofensiva, Israel anunció ayer que las tropas de su país establecerán una zona de seguridad libre de Hezbolá en el sur del Líbano que ocuparán hasta la eventual llegada de una fuerza multinacional, una vez logrado un cese de hostilidades con el grupo islamista. “En este momento estamos empeñados en construir una nueva franja de seguridad de nuestras fuerzas, con capacidad de fuego hasta la llegada de otras fuerzas que deberán ocuparla”, dijo el ministro de Defensa, Amir Peretz.

 

Los ataques siguieron también en otras ciudades. Siete civiles, tres de ellos miembros de una misma familia, murieron en un bombardeo israelí contra dos casas en la localidad de Nabatiye, en el sur del Líbano. Hezbolá no se quedó de brazos cruzados y volvió a lanzar cohetes contra Israel, especialmente a la ciudad de Haifa, en ataques que provocaron un muerto y 25 heridos.

 

Entre los muertos de ayer no se contaron sólo soldados o civiles, sino también personal de Naciones Unidas. La ONU confirmó la muerte de dos observadores militares pertenecientes a la Fuerza Interina del organismo (Unifil) y la desaparición de otros dos, que presumiblemente estén muertos, por un ataque aéreo israelí en la base de observación de la localidad de Khiam, en el sur del Líbano. El secretario general Kofi Annan expresó su consternación por el ataque. “Estoy conmocionado y profundamente desolado por el ataque deliberado de las Fuerzas de Defensas Israelíes contra un puesto de observación de la ONU”, declaró Annan, quien pidió una exhaustiva investigación sobre el hecho. “Hago un llamamiento al gobierno de Israel a que lleve a cabo una investigación sobre este incidente perturbador y exijo que detenga cualquier otro ataque dirigido a posiciones y al personal de la ONU”, afirmó el secretario general.

 

La diplomacia también tuvo su espacio ayer, ya que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, se reunió por separado con los mandatarios de Israel, Ehud Olmert, y de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas. “Es tiempo de un nuevo Medio Oriente. Es tiempo de decir a aquellos que no quieren un Medio Oriente distinto que nosotros prevaleceremos, ellos no”, dijo Rice en Jerusalén, donde insistió en la necesidad de alcanzar un alto el fuego permanente en la región que permita una paz estable y duradera. La jefa de la diplomacia norteamericana respaldó sin embargo la ofensiva bélica israelí en Líbano y en los territorios palestinos, mientras rechazó la petición de Abbas de que forzara un alto el fuego inmediato. Por su parte, el premier israelí reafirmó que su país continuará con la ofensiva que lanzó en el Líbano contra Hezbolá el 12 de julio, después de que ese grupo islamista mató a ocho soldados israelíes y capturó a otros dos.

 

La gira diplomática que Rice comenzó el lunes en el Líbano precede a la conferencia internacional de Roma del llamado Grupo del Líbano, integrado por Francia, Reino Unido, Italia, la Unión Europea, Estados Unidos, Egipto y el Banco Mundial, que se celebrará hoy. Asimismo, está prevista la participación del secretario general de la ONU, de delegaciones de varios Estados de Medio Oriente, incluido el propio Líbano, y delegaciones ministeriales de España, Alemania, Rusia, Canadá y Turquía. El objetivo de esa conferencia es buscar soluciones a la crisis humanitaria en el Líbano y una fórmula de acuerdo para proponer a las partes implicadas en el conflicto.

 

Martes, 25 de Julio de 2006

EE.UU APOYA UN CESE DE HOSTILIDADES SI SE ACABA CON HEZBOLA EN EL LIBANO

Y en eso, Rice condicionó un alto el fuego

La jefa de la Cancillería de Bush aterrizó en Beirut y dijo estar “preocupada por la situación humanitaria”, consecuencia de trece días de bombardeos contra el sur libanés. Israel continuó extendiendo su ofensiva en un bastión de la guerrilla, el poblado Bint Jbeil.

 

Por Angeles Espinosa *

Desde Beirut

La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, mostró ayer su preocupación por la situación humanitaria en Líbano durante una breve escala en Beirut de camino a Israel. Su visita fue un gesto de apoyo al gobierno de Fuad Siniora, el primero que no está apadrinado por Siria desde el fin de la guerra civil, en 1990. No obstante, su insistencia en que se cumplan ciertas condiciones antes del alto el fuego sólo puede alienar más a los libaneses después de trece días de bombardeos israelíes, que han desplazado a cientos de miles de sus casas y destruido las infraestructuras del país. La propia Rice tuvo que aterrizar en Chipre y volar hacia Beirut en helicóptero porque el aeropuerto internacional ha quedado inutilizado.

 

La ciudad estaba tranquila cuando su aparato se posó en el patio de la Embajada de Estados Unidos, pero el ejército israelí seguía castigando el sur de Líbano. “Estoy profundamente preocupada por la situación de los libaneses y lo que están sufriendo. Y evidentemente me preocupa la situación humanitaria”, declaró Rice tras entrevistarse con el primer ministro libanés, Fuad Siniora, durante más dos horas. La secretaria de Estado alabó “el coraje y la firmeza” de Siniora, que la recibió con los tres besos en la mejilla habituales en Líbano.

 

Pero la cordialidad de la cita no pudo ocultar la gravedad de la situación en la que se producía. Con más de medio millón de desplazados internos y medio país destruido por las bombas, los libaneses ven en Estados Unidos el único poder capaz de parar la ofensiva israelí. Y sin duda el primer ministro debió transmitirle su deseo de un alto el fuego inmediato. Durante el viaje desde Washington, Rice había manifestado sin embargo a los periodistas que la acompañan que quiere un “alto el fuego urgente, pero sostenible”.

 

“Es importante que se den las condiciones para que (el alto el fuego) sea viable”, declaró. La administración norteamericana defiende que el cese de las hostilidades no durará si no se abordan las causas profundas del conflicto. Eso, para Rice, significa acabar con la presencia de la milicia de Hezbolá en el sur de Líbano, tal como exige la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU. El gobierno de George W. Bush ve al movimiento chiíta exclusivamente como un grupo terrorista, un enfoque que limita su capacidad de contribuir a una solución que no sea puramente militar. “Cualquiera que osa oponerse a la política israelí de ocupación y anexión es inmediatamente calificado de terrorista y desacreditado”, lamentó el embajador sirio en Washington, en declaraciones a una cadena de televisión norteamericana. Esta perspectiva impide a Estados Unidos percibir los objetivos nacionalistas de Hezbolá –al igual que los del grupo palestino Hamas– y cierra la puerta a la cooperación con Siria. Washington ha desestimado una oferta del gobierno de Damasco en ese sentido porque no ve ningún beneficio y le exige pura y llanamente que deje de apoyar al grupo chiíta libanés. Sin embargo, la mayoría de los analistas en la zona estiman que, “guste o no, Siria es clave para garantizar la paz regional”.

 

Las diferencias quedaron claras cuando la secretaria de Estado se reunió con el presidente del Parlamento, el chiíta Nabih Berri. Aunque Berri lidera un grupo político distinto de Hezbolá, y hasta hace pocos años rival, ahora es aliado de esa formación, que está en el objetivo de la ofensiva israelí y en los últimos días parece haber actuado como enlace entre éste y el gobierno libanés. Aunque no se informó del contenido de la entrevista, una fuente libanesa comentó a los medios locales que Rice había dicho a Berri que “la situación en la frontera no puede volver a como estaba antes del 12 de julio”, en referencia a la fecha en la que Hezbolá capturó a los dos soldados israelíes. Rice también dijo, según la misma fuente, que no habrá alto el fuego hasta que la milicia chiíta no libere a ambos de forma incondicional y se retire a 20 kilómetros de la frontera. El tono tenso de la cita se percibió también en la calle, donde medio centenar de manifestantes recibió la llegada de Rice al domicilio de Berri con pancartas en las que podía leerse: “Acabe con el bloqueo” o “Cuatro millones de libaneses rehenes”. La mayoría de los libaneses se ha sentido abandonada por la comunidad internacional porque no se ha exigido un alto el fuego incondicional. De Beirut, Rice viajó a Jerusalén, donde hoy se entrevistará con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y mañana tiene previsto trasladarse a Roma para asistir a la conferencia internacional convocada para tratar de poner fin al conflicto.

 

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

Lunes, 24 de Julio de 2006 

ISRAEL ORDENO UNA EVACUACION EN TYRE Y LUEGO ATACO UNA CARAVANA

Dejaron todo y los alcanzó un misil

Miles de desplazados musulmanes chiítas llegan a Sidon para luego ser enviados al norte libanés. Ya han pasado más de 34 mil personas en cuatro de los doce días de escalada.

 Por Robert Fisk *

Desde Beirut

Están en las escuelas, en los hospitales vacíos, en los pasillos, en las mezquitas y en las calles. Los refugiados musulmanes chiítas en el sur del Líbano, desplazados de sus casas por los israelíes, están llegando a Sidon de a miles, asistidos por los musulmanes sunnitas y luego enviados al norte para sumarse a los 600 mil libaneses desplazados en Beirut. Más de 34 mil han pasado por aquí como una marea de miseria y odio, sólo en los últimos cuatro días. Les llevará años poder curar sus heridas, y miles de millones de dólares reparar sus propiedades.

 

¿Y quién podría culparlos por su huida? Por segunda vez en ocho días, los israelíes cometieron ayer un crimen de guerra. Les ordenaron a los pobladores de Tyre, una ciudad fronteriza, que dejaran sus casas y después –cuando la caravana de autos y camionetas avanzaba obedientemente hacia el norte– la fuerza aérea israelí disparó un misil contra la última camioneta, matando a tres refugiados e hiriendo de gravedad a otros 13 civiles. Se cree que el cohete que los mató habría sido un misil Hellfire hecho por la empresa Lockheed Martin, en Florida. Nueve días atrás, el ejército israelí hizo lo mismo con un grupo de habitantes de una ciudad vecina, Marwaheen, que obedecieron la orden israelí de huir.

 

Los israelíes tampoco se compadecieron de Sidon. Una montaña de escombros y paredes aplastadas es todo lo que queda de la mezquita Fatima Zahra, una institución de Hezbolá en el centro de la ciudad. Su torre y su domo yacen sobre el concreto, con una bandera negra todavía flameando sobre el techo. Cuando los aviones de guerra israelíes llegaron ayer a la mañana temprano, el cuidador de 75 años no tuvo tiempo de salir del edificio. Murió por las heridas horas después. Es improbable que la mezquita haya sido utilizada para fines militares. Al lado funciona una escuela de los Hariris, la familia sunnita más poderosa de Sidon. Ellos nunca habrían permitido armas adentro de la mezquita.

 

Tampoco Hezbolá –que mató ayer a otros dos civiles israelíes con sus cohetes en Haifa– respetó Sidon, cuya población es en un 95 por ciento sunnita. Intentaron disparar misiles hechos en Irán a Israel desde varias partes de la ciudad la semana pasada, pero los pobladores se opusieron físicamente a que los lanzaran.

 

La multimillonaria Fundación Hariri –creada por el ex primer ministro Rafik Hariri, asesinado el año pasado– ha ayudado a 24 mil refugiados chiítas a huir del sur hacia Beirut, pero su generosidad no fue aceptada felizmente. “Nos dicen que estamos trabajando para los estadounidenses y que por eso los estamos sacando”, aseguró Ghena Hariri, la sobrina de Rafik y una graduada de la Universidad de Georgetown.

 

No obstante, muchos chiítas aprendieron cuán buenos sus vecinos sunnitas pueden ser, en este bello puerto cruzado. “Estamos aquí, ¿a dónde más podríamos ir?”, se preguntó Nazek Kadnah mientras se sentaba en una esquina de una mezquita que Rafik Hariri había construido y dedicado a su padre, Haj Baha’udin Hariri. “Pero ellos están allí cuidándonos como a sus hermanos y hermanas, y ahora estamos a salvo”, afirmó. Estos sentimientos provocan preguntas oscuras. ¿Por qué, por ejemplo, Tony Blair no les puede mostrar la misma compasión a estas personas que supuestamente sintió por los musulmanes en Kosovo, cuando eran echados de sus hogares por los serbios? Estos miles están tan aterrados y desamparados como los albaneses de Kosovo, que huyeron a Macedonia en 1998 y por los cuales Blair aseguró que estaba librando una guerra moral.

 

¿Y cuál es exactamente el objetivo de echar a más de medio millón de personas de sus hogares? Muchas de estas pobres personas están sentadas, aferradas a las llaves de las puertas de sus casas, igual que los palestinos de Galilea cuando llegaron al Líbano hace 58 años para pasar el resto de sus vidas como refugiados. Sí, los musulmanes chiítas probablemente se irán a casa. ¿Pero a qué? ¿A una guerra entre Hezbolá y una fuerza de intervención occidental? ¿O a más bombardeos israelíes?

 

En su casa en Sidon, Bahia Hariri –la madre de Ghena, la hermana del asesinado premier y una miembro del Parlamento local– estaba sentada con mirada sombría, intentando controlar su enojo. “Estamos en esta terrible situación pero no tenemos ninguna posibilidad de resolverla”, aseguró. “Rafik Hariri no está más con nosotros. ¿Quién está con nosotros? Dios. Y el mundo árabe, que esperamos nos ayude. La única resistencia que podemos mostrar es la de un Líbano unido. Pero tenemos solamente un pequeño margen para poder soñar”, explicó.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

Traducción: Laura Carpineta.

 

Lunes, 24 de Julio de 2006 

RECIBE EL APOYO DE EE.UU. Y EUROPA PARA UNA FUERZA QUE CONTROLE LA FRONTERA

Israel, a favor de la intervención de la OTAN

Tras los combates, las fuerzas israelíes ocupan la estratégica Marun al Ras, en el sur del Líbano, y habrían incursionado en dos ciudades en el oeste. Atacaron Sidon, Beirut y Tyre. Hezbolá lanzó unos 80 cohetes al norte israelí, que mataron a dos personas en Haifa.

 

La Habana, Tonkin, Gaza

Empeora el ex premier

Regreso a la Argentina desde el infierno de las bombas en Beirut

Preparando los Cascos Blancos

     

Israel continuó ayer adentrándose en el sur libanés y controla al menos una ciudad, Marun al Ras. El saldo de la ofensiva israelí ayer fue de 15 muertos y alrededor de 60 heridos –suman 360 los fallecidos–. Mientras las fuerzas israelíes continuaron bombardeando las ciudades del sur libanés, la milicia chiíta Hezbolá no dio tregua al norte israelí, especialmente a la ciudad de Haifa, en donde ayer hubo nuevamente dos civiles muertos y otros doce heridos. Lejos de las bombas, Estados Unidos, Europa e Israel se pusieron de acuerdo sobre la posibilidad de conformar una fuerza de intervención liderada por la OTAN (Organización del Tratado de América del Norte) para desmilitarizar la zona fronteriza del lado libanés.

 

Después de varios días de combate y de al menos 30 milicianos de Hezbolá muertos, Israel logró ocupar y controlar la primera ciudad en el sur libanés. Se trata de la pequeña población fronteriza de Marun al Ras, una posición estratégica en la región. Una vez controlada la situación, los soldados israelíes tomaron como prisioneros a dos milicianos de Hezbolá, que serán transportados a Tel Aviv. A pesar que la milicia chiíta sólo ha reconocido perder Marun al Ras, el jefe de staff del Comando Norte del Ejército Israelí, el brigadier general Shuki Shachar, aseguró que sus fuerzas controlaban otras dos ciudades libanesas: Marwahin y Aita al Shaab, las dos en el oeste.

 

Durante la tarde, las otras ciudades más golpeadas por las bombas israelíes fueron Sidon, Beirut y Tyre. En esta última, hubo más de 40 ataques. En uno de ellos murió una fotógrafa libanesa de 23 años. Layal Nejim se convirtió así en la primera periodista que fallece en el conflicto. La fuerza aérea israelí también volvió a atacar el este del Líbano ayer. El objetivo esta vez fue una base militar del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General en el valle de la Bekaa. Durante la madrugada de hoy, se reanudaron los bombardeos israelíes sobre los supuestos bastiones de Hezbolá y, al cierre de esta edición, todavía no se conocía la cifra exacta de víctimas.

 

En tanto, fuentes militares israelíes informaron que dos personas murieron en Haifa y otras doce resultaron heridas por los misiles Katyusha lanzados desde el sur del Líbano. En total, se estima que Hezbolá lanzó unos 80 misiles contra el norte israelí en el día de ayer. Según la radio militar, 20 golpearon la región de Galilea, dejando una persona gravemente herida. Las otras ciudades afectadas fueron Carmiel, Rosh Pina y Nahariya. Doce días después del inicio de las ofensivas israelíes contra el Líbano, las víctimas israelíes ascienden a 36 (17 civiles y 19 soldados).

 

Mientras las fuerzas israelíes continúan con su estrategia de ataques aéreos y suman de a poco incursiones terrestres –y algunas ocupaciones–, el ministro de Defensa, Amir Peretz, sigue negando que su gobierno quiere una invasión total del Líbano. Siria, sin embargo, ya adelantó que no aceptará de ninguna manera una ocupación total del Líbano y amenazó con involucrarse de lleno en el conflicto. Pero Tel Aviv parece tener otra estrategia en mente. Ayer, por primera vez, el premier israelí Ehud Olmert aceptó la posibilidad de una fuerza de intervención internacional para controlar un cese del fuego en la zona fronteriza.

 

Pero Olmert fue claro. La fuerza no estaría liderada por la ONU –que desde hace décadas mantiene una misión en la zona, sin mucha efectividad—, sino por la OTAN. Aunque Peretz caracterizó a esta eventual fuerza de intervención como “fuerte, temporal y europea”, la realidad es que en la OTAN, el principal poder militar recae en Estados Unidos, y no en sus socios europeos. El ministro de Defensa –y líder laborista– explicó que los objetivos de esta misión serían hacer retroceder a Hezbolá para adentro del Líbano y suspender el supuesto contrabando de armas desde Siria.

 

Esta semana estaría marcada por dos sucesos diplomáticos. Por un lado, la visita de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, a Jerusalén hoy. Según informaron fuentes del gobierno israelí al diario británico The Independent, Tel Aviv recibiría un apoyo informal para extender su ofensiva sobre el Líbano una semana más. Por otro lado, está la Conferencia de Roma el miércoles próximo. El gobierno italiano convocó una conferencia internacional para tratar la situación en Líbano. Luego de su visita a Jerusalén, Rice viajará a Roma para conversar con las autoridades libanesas y de otros países árabes. Beirut ya advirtió que boicoteará la reunión si Israel es invitado, aunque el premier libanés, Fuad Siniora, reconoció que todavía no ha recibido una invitación oficial para participar.

 

Según el diario israelí Maariv, los representantes de la ONU en Roma propondrán crear en el sur de Líbano una franja desmilitarizada con una profundidad de 20 kilómetros al norte de la frontera con Israel. Por primera vez, la comunidad internacional parece tener algo que se le acerca a un plan. Sin embargo, Estados Unidos –el país al que la mayor parte del mundo árabe le demanda intervenir llamativamente– continúa negándose a dialogar con los países que considera como aliados de Hezbolá, Irán y Siria. Damasco dio un paso ayer al anunciar que estaría dispuesta a conversar con Washington para encontrar una solución pacífica a este conflicto. Pero la Casa Blanca ya rechazó esta propuesta. Más que nunca la comunidad internacional se reduce a Estados Unidos y sus aliados.

 

Domingo, 23 de Julio de 2006

Siete días en Beirut sobreviviendo al infierno desatado por las bombas

El primer misil, los consejos para no morir, los desplazamientos de tanques y camiones blindados, la destrucción de fábricas de comida, el miedo de los recolectores de basura y las acusaciones de antisemitismo, todo en una semana.

 Por Robert Fisk *

Desde Beirut

Domingo 16 de julio. Es la primera vez que veo un misil en esta guerra. Pasan demasiado rápido –o uno está demasiado ocupado intentando huir como para verlos–, pero esta mañana Abed y yo vimos uno dejar su humo sobre nosotros. “¡Habibi (mi amigo)!”, exclamó, y yo comienzo a gritar “Da la vuelta, da la vuelta”, y huimos en el auto, saliendo de los suburbios del sur.

 

Lunes 17 de julio. Los teléfonos todavía funcionan y mi celular emite chirridos. Muchas de las llamadas son de amigos que quieren saber si deben irse de Beirut o de libaneses que están fuera del país y quieren saber si deberían regresar. Puedo escuchar las bombas detonando a lo largo del área de Hezbolá en los suburbios del sur, pero no puedo responder estas preguntas. Si aconsejo a amigos que se queden y mueren, soy responsable. Si les digo que se vayan y mueren en sus autos, soy responsable. Si les digo que vuelvan y mueren, soy responsable. Por eso les explico cuán peligroso se ha vuelto el Líbano y les informo que es su decisión.

 

Martes 18 de julio. A las 3.45 de la mañana, me despierto con los ruidos de un tanque y un gran motor militar desapareciendo en la oscuridad. Me dirijo a la planta baja para descubrir que el ejército libanés ha posicionado un vehículo blindado en el estacionamiento frente a mi casa. Ha sido ubicado estratégicamente debajo de algunas palmeras, como si esto fuera a evitar que los aviones israelíes lo detecten. No me gusta para nada, y lo mismo piensa mi casero, Mustafá, que vive en la planta baja.

 

Miércoles 19 de julio. Ahora que los israelíes están destruyendo edificios de departamentos completos en los suburbios chiítas del sur, decenas de miles de musulmanes chiítas han llegado en busca de refugio a la parte intacta de Beirut, en los parques y escuelas y junto al mar. Al igual que Hezbolá, los israelíes están ahora tomando como objetivos fábricas de comida, camiones y micros –sin mencionar 46 puentes– y los recolectores de basura son reacios a recoger la basura cada noche por miedo a que su inocente camión de residuos sea confundido con uno lanzamisiles.

 

Jueves 20 de julio. Un mal día para mensajes. Recibo llamadas de Estados Unidos diciendo que soy antisemita por criticar a Israel. Aquí vamos otra vez. Calificar a gente decente de antisemita pronto convertirá el antisemitismo en algo respetable, les digo a los que me llaman, y les pido que les digan a las fuerzas aéreas israelíes que dejen de matar civiles.

 

Viernes 21 de julio. Los israelíes acaban de bombardear la prisión de Khiam. Un objetivo interesante ya que ésta era la cárcel en la que la anterior milicia ad hoc de Israel, el Ejército Libanés del Sur (ELS), solía torturar a los prisioneros aplicando electrodos a sus penes, y a las prisioneras electrocutando sus pechos. Cuando el ejército israelí retrocedió en 2000, Hezbolá convirtió la prisión en un museo. Ahora la evidencia de la crueldad del ELS ha sido borrada.

 

Sábado 22 de julio. Tomo café en el jardín de mi casero y él se trepa a una higuera con una escalera de madera y me trae un plato de fruta. “Todos los días nos da nuestros higos”, me dice. “Nos sentamos debajo de nuestro árbol por la tarde, con la brisa del mar, que es como aire acondicionado.” Miro su pequeño paraíso de plantas y bebo mi café árabe de una pequeña taza azul. Vemos los barcos de guerra deslizándose hacia el puerto de Beirut. “¿Qué ocurrirá cuando se vayan todos los extranjeros?”, pregunta. Eso es lo que todos preguntamos. Lo descubriremos esta semana.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.

  

Domingo, 23 de Julio de 2006

ESCENARIO

Sombras nada más

     

Por Santiago O’donnell

Empezó la etapa diplomática de esta guerra. No quiere decir que va a haber menos muerte y destrucción. Todo lo contrario: es muy probable que en los próximos días haya más. Pero ahora hay más para ver. Hoy llega a Medio Oriente Condoleezza Rice, secretaria de Estado de los Estados Unidos. Condoleezza es la nueva niña mimada de la política norteamericana, favorita para convertirse en la primera mujer y la primera persona de raza negra en alcanzar la presidencia en el 2008. No sólo eso: Condoleezza viene a estrenar la nueva política exterior de George W. Bush, el árbitro autoasumido en este conflicto bélico. Toda una novedad. Se trata, según el informe especial que publica la revista Time, del tercer giro de Bush en su guerra contra el terrorismo desde el atentado a las Torres Gemelas en septiembre del 2001.

 

Primero vino la política de “coalición multinacional” que intentó llevar adelante en Afganistán su primer secretario de Estado, el general Colin Powell, el mismo que condujo la operación “Tormenta del Desierto” para Bush padre con la ayuda de los barcos de Menem. No duró tiempo. Poco a poco la banda de halcones fundamentalistas cristianos en el gobierno, encabezada por el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su segundo Paul Wolfowitz, le fue ganando la pulseada al desganado general Powell, una especie de Reutemann de la política norteamericana, que fue reemplazado por Condoleezza y pasó rápidamente al olvido.

 

Con la invasión de Irak en marzo del 2003 empezó la segunda etapa, la de los halcones, la de la llamada doctrina Bush, la que ya todos conocemos, la de la tortura, la de la invasión. La que Time llama “golpear primero y sin aliados”. Acá no hay Convención de Ginebra que valga. El mundo se divide en terroristas y no terroristas. Los no terroristas se dividen en ilusos como Francia y realistas como Estados Unidos y Gran Bretaña. Los terroristas son todos lo mismo, entes que giran alrededor de un eje del mal integrado por Irán, Irak y Corea del Norte.

 

En esta etapa la Casa Blanca se hizo cargo directamente de las operaciones militares y la CIA, que había conducido la campaña de Powell en Afganistán, fue degradada al rol de mano de obra calificada, según demostró una investigación de Seymour Hersh en el New Yorker. Entonces la mano de obra hizo lo que la mano de obra desocupada suele hacer: se hizo cargo de los secuestros y de los interrogatorios. Ardió Guantánamo. La CIA salió a buscar sospechosos por el mundo. Europa entregó sus bases militares para traslados clandestinos. Jordania y Egipto, sus cárceles y especialistas en tortura. En memorandos al Congreso, la Casa Blanca, a través del fiscal general Alberto Gonzales, intentó legalizar métodos de interrogatorio como el submarino. Pero los halcones cargaron con el costo político de los 2500 muchachos que tuvieron que volver en cajones desde Irak, cosa que de Vietnam a esta parte, en Estados Unidos no se perdona.

 

Ahora llega Condoleezza a Medio Oriente para inaugurar la nueva etapa de la guerra contra el terrorismo. Es la misma Condoleezza que apoyó a los halcones en su pulseada con Powell y después no hizo nada para frenarlos cuando se abalanzaron sobre los pozos de petróleo en Irak.

 

La nueva etapa consiste en consultar a los otros países para seguir haciendo más de lo mismo, pero un poquito menos. Empezó a esbozarse en la crisis con Corea del Norte. Estados Unidos quería sancionar a Pyongyang por disparar un misil. A China y Rusia las sanciones les sonaban a exageración, pero estaban dispuestos a firmar una condena. Todo bien, dijo Condoleezza. No habrá sanciones para Norcorea. Habrá viaje a Europa y Medio Oriente. Habrá visita a Israel y reunión en la Italia de Prodi, que no es Francia pero tampoco Gran Bretaña. Se hablará con los países árabes aliados, se escuchará con paciencia a Javier Solana, quien transmitirá con mucha energía la ambigüedad de la Unión Europea. Se estudiará en detalle el plan para encauzar los esfuerzos humanitarios en el Líbano cuando termine la guerra. Se pedirá perdón por los excesos en Guantánamo todas las veces que sea necesario. Pero en el gobierno de los Estados Unidos las cosas siguen siendo tan blancas o negras como en la etapa de los halcones: si no quieren guerra arreglen el problema. El problema es Hezbolá y lo tiene Siria. Los muertos son de los otros. La prioridad sigue siendo los muchachos en Irak. Tan blanco y negro como Bush y Condoleezza Rice.

 

Domingo, 23 de Julio de 2006

SIGUE EL ATAQUE PARA DESPLAZAR A HEZBOLA, QUE AYER RESPONDIO CON 120 MISILES

Israel busca limpiar la frontera libanesa

Mientras avanzan las negociaciones en la Franja de Gaza, arde el frente libanés donde ayer se registraron fuertes combates cerca de la frontera, en la que comandos israelíes buscan establecer una “franja de seguridad”, mientras Condoleezza Rice llega a la región y Kofi Annan exige un cese del fuego para paliar la crisis humanitaria.

 

Soldados israelíes a la espera de órdenes para avanzar en la frontera con el Líbano.

Por Donald Macintyre *

Desde Jerusalén

Tropas y tanques israelíes operaban ayer en varios kilómetros al interior del sur del Líbano, mientras surgían esperanzas de que se había acordado un cese del fuego en uno de sus dos frentes de batalla. Ayer muy tarde, importantes funcionarios palestinos anunciaron que los grupos militantes en la Franja de Gaza decidieron detener el lanzamiento de misiles contra Israel a medianoche.

 

El cese del fuego unilateral tiene como objetivo la detención de la ofensiva israelí en la Franja de Gaza que comenzó el 28 de junio, tres días después de que militares atacaron un puesto del ejército israelí, matando a dos soldados y capturando a un tercero. El acuerdo habría sido logrado en la ciudad de Gaza después de reuniones entre miembros de Hamas y la Yihad Islámica, que han sido culpados por muchos de los ataques con cohetes en el sur de Israel. Sin embargo, miembros de ese grupo fundamentalista sembraron la duda cuando salieron más tarde a desmentir el acuerdo.

 

Mientras, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo que una invasión terrestre del Líbano significaría “una escalada muy seria de la guerra” y se informó que Estados Unidos habría adelantado el envío de un pedido de bombas de precisión guiadas a Israel para utilizar en su conflicto con Hezbolá, que ya lleva 10 días. En el terreno, tropas y tanques apostados en la frontera norte comenzaron lo que los funcionarios israelíes dijeron que serían probablemente una serie de avances dentro del territorio libanés, para buscar bases de Hezbolá y explorar el nivel de resistencia.

 

Mientras esto está lejos de ser –hasta ahora– la dura ofensiva terrestre solicitada por algunos políticos de la derecha israelí, la operación parecía constituir la primera fase de un esfuerzo para asegurar una zona tapón de un kilómetro y medio en la frontera libanesa con Israel. Integrantes de las operaciones de paz de Naciones Unidas dijeron que fuerzas israelíes se retiraron el viernes por la noche de la localidad de Marwaheen, pero aún estaban presentes más al este, en Maroun al Ras, donde murieron seis soldados después de chocarse con una dura resistencia de fuerzas de Hezbolá la semana pasada.

 

El general Ido Nehushtan, director de política y planificación de la Fuerza de Defensa israelí, dijo anoche que la expansión de las operaciones de localización de los últimos días se realizaba para “cambiar la realidad” en la frontera y para prevenir el lanzamiento de cohetes y la repetición de los ataques en los que son secuestrados soldados.

 

El bombardeo aéreo, cuyo objetivo declarado se ha extendido significativamente más allá de “inutilizar a Hezbolá”, ha matado a 348 personas, la mayoría de las cuales eran civiles. Tres personas murieron en ataques aéreos en el sur ayer. Los israelíes también atacaron cerca del puerto de Tiro, destruyeron cinco camiones y bombardearon torres de comunicación y de transmisión televisiva en el centro y norte del Líbano, en los primeros ataques en el corazón cristiano del país en once días de ofensiva. La principal cadena de noticias privada del país, la Lebanese Broadcasting Corporation (LBC), dejó de salir al aire luego de que aviones lanzaron misiles contra una torre de transmisión en Fatqa, en el centro, y de otra torre en Terbol, precisaron las fuentes. Mientras 120 cohetes de Hezbolá impactaron comunidades en el norte de Israel, testigos libaneses informaron que vieron el lanzamiento de proyectiles desde campos alrededor del pueblo de Marjayoun.

 

Decenas de miles de libaneses huyendo hacia el norte entraron al puerto de Sidón para escapar de la ofensiva israelí. Annan dijo que el conflicto desplazó hasta ahora a por lo menos 700.000 libaneses, y la destrucción de puentes y rutas ha dificultado el acceso a ellos. “Tengo miedo de que se produzca un gran desastre humanitario”, dijo a CNN. Como parte de un esfuerzo para impedir una posible crisis humanitaria, Israel disminuyó su bloqueo de los puertos del Líbano para permitir la llegada de las primeras cargas de asistencia humanitaria. Todavía no quedaba claro cómo llegaría la ayuda a las aisladas ciudades y pueblos del sur, donde se ha centrado la batalla. A lo largo del sur del Líbano, la población atascaba las rutas en un intento de hacer caso a los panfletos que sugerían buscar lugares seguros al norte del río Litani. Sin embargo, testigos dijeron a las agencias de noticias que un ataque aéreo israelí impactó ayer uno de los pocos cruces del río que quedaban, dejando a cientos de personas atrapadas en el sur por horas.

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

Traducción: Virginia Scardamaglia.

 

Miércoles, 19 de Julio de 2006

CONTINUAN LOS ATAQUES. AYER HUBO CASI 40 MUERTOS EN EL LIBANO Y OTRO EN ISRAEL

Mientras la ONU delibera la guerra sigue

Las negociaciones para la creación de una fuerza de paz capaz de frenar la escalada bélica avanzan lentamente. Israel anunció que su ofensiva durará “semanas”. Continúa el bombardeo de Gaza y la evacuación de la devastada Beirut.

 

Mientras Israel y Hezbolá seguían ayer sus ataques provocando casi 40 muertos, la Organización de Naciones Unidas (ONU) consideró de suma urgencia el despliegue de una fuerza de estabilización en el Líbano. “Es urgente la necesidad de una fuerza de estabilización. Debería asistir en aspectos diplomáticos, humanitarios y para restituir la confianza. Pero primero es necesario un alto el fuego”, declaró el portavoz del organismo, Farhan Haq, quien agregó que el mandato y número de efectivos de esa misión deberán ser decididos por el Consejo de Seguridad.

 

El portavoz señaló que la fuerza de estabilización debería tener más efectivos que la actual Fuerza Interina de la ONU en el Líbano (Unifil), que cuenta con 1986 soldados y 99 observadores civiles. Los miembros del Consejo deberán decidir no sólo sobre la creación de esta fuerza de estabilización, sino también debatir sobre el futuro de la Unifil, cuyo mandato expira a fines de este mes. La Unifil está dedicada a mantener la calma y supervisar la “línea azul”, como se conoce la frontera establecida por la ONU cuando Israel se retiró del Líbano en mayo del 2000. Sin embargo, la fuerza ha estado sometida a incesantes críticas porque no pudo impedir la invasión israelí del Líbano en 1982, ni tampoco las recientes acciones de la guerrilla chiíta Hezbolá contra Israel, ni los bombardeos israelíes en represalia.

 

“Unifil está haciendo lo más que puede para promover el cese de la violencia”, dijo el portavoz de la ONU, quien aseguró que las tropas pacificadoras están en sus posiciones, pese a que tienen ciertas restricciones de movimiento debido a los ataques del ejército israelí. El portavoz manifestó que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, tiene previsto proponer un paquete de medidas para resolver la crisis actual para que el Consejo de Seguridad tome una decisión. “El secretario general y su equipo están trabajando duro con ideas concretas para salir de la crisis actual”, declaró.

 

El Consejo está a la espera también de una delegación mediadora de la ONU encabezada por su asesor especial, Vijay Nambiar. “Creo que ambas partes (Israel y Líbano) están de acuerdo en que es necesario alcanzar un alto el fuego”, declaró uno de los diplomáticos de esa delegación. A pesar de esto, Israel reiteró que no depondrá las armas. “Continuaremos la batalla contra Hezbolá y seguiremos atacando blancos de esta organización hasta que los militares secuestrados regresen y la seguridad de nuestros ciudadanos esté garantizada”, declaró el primer ministro israelí, Ehud Olmert, tras recibir a la delegación de la ONU.

 

Con su ofensiva, Israel desea que el ejército libanés se despliegue en la frontera sur del país, una zona controlada hasta ahora por el Hezbolá, milicia que debería retirarse varias decenas de kilómetros de la línea de separación con Israel. “Hay que echar al Hezbolá del sur del Líbano, aplicar la resolución 1559 (sobre el desarme de las milicias), colocar al ejército libanés en esta zona y supervisar la disolución del Hezbolá”, declaró la ministra de Relaciones Exteriores israelí, Tzipi Livni.

 

Mientras la diplomacia seguía su curso, las bombas continuaron cayendo de uno y otro lado de la frontera. La guerra entre Israel y la milicia chiíta Hezbolá entró ayer en su séptimo día sin que ninguna de las partes mostrara que está dispuesta a considerar una tregua que ponga fin a la violencia, que ayer provocó 37 muertos libaneses y 88 heridos. Israel bombardeó blancos relacionados con el ejército libanés, entre ellos un cuartel cercano a Beirut, en el que murieron 11 militares. Además, fueron atacados de nuevo el aeropuerto de la capital, que sigue cerrado, carreteras de acceso a Siria y caravanas de camiones que circulaban al norte de la capital. Desde Jerusalén, portavoces militares anunciaron que habían destruido cuatro camiones procedentes de Siria que transportaban armas y municiones destinadas al Hezbolá, en la región de la Bekaa, al noreste del Líbano.

 

Hezbolá tampoco tiene intenciones de deponer las armas. El grupo islámico reivindicó ayer nuevos lanzamientos de cohetes Al Qassam hacia el norte de Israel, concretamente contra ciudades como Nahariya, Haifa, Safed y Tiberíades, en respuesta a las “continuas agresiones de Israel”. Un israelí murió en uno de estos ataques en Nahariya, ciudad fronteriza con el Líbano, lo cual eleva a 13 el saldo de civiles israelíes que perdieron la vida en estas ofensivas.

 

El flanco de guerra en Gaza también sigue abierto. Tres palestinos murieron en la Franja, donde el Ministerio de Relaciones Exteriores, bombardeado hace tres días, fue totalmente destrozado por un nuevo ataque aéreo y el norte de Gaza seguía ocupado por los tanques israelíes, que libran una ofensiva constante desde hace semanas. Casi 90 palestinos han fallecido en esa región desde que los tanques israelíes intensificaron su ofensiva terrestre el 5 de julio con el fin de recuperar a uno de sus soldados, capturado el 25 de junio por grupos armados.

  

Martes, 18 de Julio de 2006

ASCIENDEN A 210 LAS VICTIMAS POR LOS ATAQUES ISRAELIES CONTRA EL LIBANO

Guerra abierta entre Israel y Hezbolá

Por primera vez, las fuerzas militares israelíes invadieron por tierra el sur del Líbano, pero luego se replegaron. La guerrilla libanesa volvió a lanzar misiles sobre la ciudad de Haifa, destruyendo un edificio e hiriendo a varias personas.

 

Israel y Hezbolá dieron un paso más hacia una guerra abierta. Israel entró al sur del Líbano ayer por la tarde, mientras continuaba con sus ataques aéreos, que mataron a 59 civiles. La guerrilla libanesa volvió a dirigir sus misiles contra la tercera ciudad más importante de Israel, Haifa, donde un edificio quedó destrozado y varias personas heridas. La comunidad internacional, mientras tanto, mantuvo la tibia posición consignada en la declaración de la cumbre del G-8 del domingo pasado. En medio de este precario escenario, el conflicto amenaza con expandirse aún más. Por un lado, los incesantes ataques israelíes podrían provocar una crisis de refugiados en Siria, que ya recibió a más de 120 mil personas. Por el otro, según milicias palestinas, otro soldado habría sido secuestrado, esta vez en Cisjordania.

 

Las acciones y la retórica del gobierno israelí se endurecen día a día. Luego de una breve invasión al sur libanés, el ministro de Defensa, Amir Peretz, explicó que las Fuerzas Armadas están buscando crear una zona de seguridad para evitar el ingreso de militantes de la milicia chiíta libanesa a esa región. Este territorio funcionaría como un tapón, separando a las comunidades israelíes de las libanesas, en gran parte dominadas por Hezbolá. Sin embargo, legalmente se trata de una violación a la soberanía libanesa y una nueva ocupación israelí a una parte de un país vecino. Peretz, líder del laborismo, adelantó que sólo cesarán los ataques cuando se haya anulado por completo la capacidad de Hezbolá para bombardear a Israel. El jefe adjunto del Estado Mayor israelí, el general Moshe Kaplinsky, ya le puso plazo a ese objetivo: una semana más.

 

Pero la situación podría complicarse más de lo que previeron inicialmente las autoridades israelíes el miércoles pasado, cuando comenzaron los ataques contra el Líbano. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado del movimiento palestino Al Fatah, anunciaron la captura en Cisjordania de otro soldado israelí, aunque todavía no fue confirmado por Tel Aviv. Según informó el página web israelí Ynet, en esta emboscada a una unidad militar israelí también murió un soldado y otros seis resultaron heridos. Los medios israelíes afirmaban ayer que los militantes de Hezbolá habrían pedido a las milicias palestinas en Cisjordania que multipliquen sus ataques para forzar la apertura de un tercer frente militar a Israel.

 

Pero no sólo Hezbolá quiere abrir otros frentes militares. El premier israelí, Ehud Olmert, volvió a involucrar a Irán y a Siria en el conflicto. “Las organizaciones terroristas contra las que luchamos son las que ejecutan las órdenes del eje del mal Teherán-Damasco”, aseguró Olmert en un discurso ante el Parlamento israelí. Ante las posibles intenciones belicistas de Israel, Siria ya adelantó que si es agredida responderá de manera contundente. Irán, la otra pata de la amenaza regional, también se adelantó a cualquier ofensiva israelí y dijo que si Damasco es atacada, el gobierno islámico la defenderá.

 

Al cierre de esta edición, Hezbolá había lanzado otros 50 misiles. Los ataques más fuertes tuvieron otra vez como objetivo la ciudad portuaria de Haifa. Después de una primera ola de misiles que cayeron en zonas descampadas, Hezbolá lanzó una nueva ronda a la tarde y destrozó un edificio de tres pisos. En la ofensiva tres personas resultaron heridas y se creía que otros dos civiles estaban atrapados bajo los escombros. El resto de los misiles Katiusha cayeron cerca de las Alturas del Golán y en las ciudades de Carmiel, Meron y Safed, con cinco heridos. En la madrugada de hoy, Israel intentaba evacuar estas comunidades fronterizas, pero los habitantes se resistían.

 

Los ataques israelíes al Líbano, en cambio, sí dejaron víctimas. Unas 68 personas murieron, entre ellas nueve soldados. Las fuerzas israelíes volvieron a atacar al ejército libanés. Dos cuarteles fueron bombardeados varias veces anoche. Según el Ministerio de Sanidad libanés, los muertos ya ascienden a casi 210 y los heridos casi llegan a los 450. Anoche, Israel retomó los ataques aéreos contra Beirut y el sur libanés. Según eldiario Haaretz, la fuerza aérea israelí destruyó al menos 10 misiles de largo alcance hechos en Irán.

 

La comunidad internacional, mientras tanto, está lejos de tomar cualquier iniciativa significativa. El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se reunió con su par libanés, Fuad Siniora, y pidió una tregua humanitaria inmediata. Sin embargo, simultáneamente, el embajador ante la ONU de ese país, Jean-Marc de La Sabliere, aseguraba que la creación de una fuerza de estabilización internacional es solamente una idea. Esta declaración llegó después de que Israel rechazara esta propuesta por considerarla muy prematura. En cambio, Estados Unidos mantiene una postura muy clara. El embajador ante la ONU, John Bolton, no sólo cuestionó la efectividad de una eventual misión de paz, sino que además aseguró que las víctimas libanesas no son moralmente equivalentes a las que mueren en un ataque terrorista.

 

Lunes, 17 de Julio de 2006

TEL AVIV AVANZA, LA GUERRILLA PROMETE USAR TODOS LOS MEDIOS

Fuego, terror y más víctimas civiles

Israel advirtió sobre una invasión terrestre al Líbano, e instó a la población a evacuar la región fronteriza. Sólo ayer hubo 60 muertos libaneses y 8 israelíes. Mientras los misiles de la guerrilla libanesa alcanzan ciudades cada vez más alejadas como Haifa, las fuerzas israelíes dirigen sus ataques cada vez más al norte libanés.

 

Mientras las Naciones Unidas reanudan hoy sus negociaciones, la posibilidad de una solución diplomática en Medio Oriente parece cada vez más utópica. Los ataques, tanto de las fuerzas israelíes como de la guerrilla libanesa Hezbolá, no cesaron durante la jornada de ayer, ni durante la madrugada de hoy. Al cierre de esta edición, nuevos ataques aéreos israelíes aumentaban el número de muertos del lado libanés, que estaba cercano a los 60. Por primera vez, el Ejército dirigido por Tel Aviv habló de la posibilidad de una invasión terrestre al país vecino e instó a la población civil a evacuar la región fronteriza. El líder de Hezbolá, el jeque Hassan Nasrallah, advirtió que si invaden atacarán con “todos los medios”. Ayer, la guerrilla libanesa atacó la ciudad de Haifa, dejando ocho israelíes muertos y 28 heridos.

 

Israel se está preparando para un conflicto largo. El ministro de Defensa, Amir Peretz, anunció el estado de emergencia en las zonas más vulnerables a los ataques de la milicia libanesa, zonas como Galilea y las Alturas del Golán, para las próximas 48 horas. No obstante, el gobierno y la Comisión parlamentaria para Asuntos de Defensa y del Exterior podrían extender el plazo por períodos adicionales de cinco días. En medio de las críticas –débiles– de la comunidad internacional, Peretz reafirmó que continuarán la campaña militar en el Líbano. “Pensamos actuar con el mensaje que hemos recibido de la población israelí y es que si la campaña ha empezado, tenemos que terminarla”, aseguró. Según el ministro, el objetivo final es “cambiar la realidad”.

 

Los ataques de Hezbolá de ayer fueron los de mayor alcance desde el principio del conflicto, el miércoles pasado. Anoche la guerrilla libanesa lanzó varios cohetes contra ciudades israelíes de la baja Galilea, alcanzando blancos a una distancia de entre 45 y 50 kilómetros de la frontera. En Israel, en tanto, destacaron que los misiles utilizados en el ataque a Haifa ayer no eran los usuales Katiusha, sino que se trataría de otro modelo, fabricado por los iraníes y entregados por los sirios. Nuevamente, Tel Aviv intentó sumar al conflicto a Damasco y Teherán. “Estos misiles fueron suministrados a los Hezbolá por Siria en los últimos años”, afirmó el ministro de Transporte –y ex ministro de Defensa– Shaul Mofaz.

 

Hezbolá también reafirmó su determinación a continuar con los ataques a Israel. “Sigo prometiéndoles sorpresas si intentan infiltrarse en el país”, advirtió el líder de la milicia chiíta. Nasrallah también destacó que los ataques de ayer a Haifa son sólo el principio de sus ofensivas. “Ya que el enemigo no tiene línea roja, nosotros tampoco tenemos una línea roja”, afirmó el jeque, en referencia a los civiles libaneses muertos y a la destrucción de la infraestructura de su país. La ofensiva israelí ha supuesto hasta ahora unas pérdidas directas de entre 400 y 500 millones de dólares para el Líbano, según el Ministerio de Finanzas.

 

Mientras los misiles de Hezbolá alcanzan ciudades cada vez más alejadas de la frontera, las fuerzas israelíes dirigen sus ataques cada vez más al norte libanés. En la madrugada de hoy, varios misiles golpearon la ciudad de Trípoli, en el norte, en donde muchos libaneses se habían refugiado, escapando de la azotada región del sur. Los ataques dejaron varios muertos y decenas de heridos. Pero los objetivos más frecuentes ayer continuaron siendo la capital y las ciudades del sur. El aeropuerto de Beirut y las ciudades portuarias de Sidón y Tiro fueron los más golpeados por las bombas israelíes, que además causaron estragos en puestos militares cercanos a la frontera con Siria.

 

La única voz que habló ayer de una posible solución fue el presidente del Parlamento libanés, Nabi Berri. El dirigente anunció que un tercer actor –que no quiso identificar– estaría mediando entre Tel Aviv y Beirut y podría, según estimó, alcanzar un cese al fuego en las próximas 24 horas. Mientras tanto, en la capital israelí, medio millar de personas protestaban contra las ofensivas militares de su gobierno, bajo el lema “No más locura militar, paremos la ilusión unilateral, que paren los asesinatos de civiles en Líbano, Israel y Gaza, comencemos las negociaciones políticas.” En Cisjordania, en cambio, unos tres mil palestinos salieron a las calles para pedirle a Nasrallah, el líder de Hezbolá, que ataque Tel Aviv.

 

Ya pasaron cinco días de la primera ofensiva de Hezbolá que, con el secuestro de dos soldados israelíes, desató los ataques constantes israelíes sobre el Líbano. En cifras, el conflicto ya lleva más de 140 libaneses y más de 30 israelíes muertos. Las fuerzas israelíes ya lanzaron unos mil misiles contra el país vecino, mientras Hezbolá habría superado esa cifra. Los extranjeros evacuados se cuentan por cientos. Todo indica que estos números continuarán aumentando en los próximos días.

 

Domingo, 16 de Julio de 2006

DESTRUCCION MASIVA Y MUERTES EN LOS DOS LADOS DE LA FRONTERA

Se cierra el cerco sobre el Líbano

Desde hace dos días, las principales carreteras, puentes y aeropuertos del Líbano están destruidos. Ayer murieron al menos 40 civiles y cayeron más cohetes sobre Israel. La Liga Arabe dio por terminado el proceso de paz.

 

Con cada día que pasa el conflicto en Medio Oriente se complica y crece el costo humano. El ejército israelí continuó bombardeando Líbano ayer, donde los muertos civiles llegaron a 40, mientras el grupo fundamentalista Hezbolá, que declaró una “guerra abierta” al Estado hebreo, lanzó cohetes a la ciudad de Tiberíades y crece el temor en ese país de que los proyectiles alcancen objetivos en Tel Aviv. Sin embargo Israel no está dispuesto a dar marcha atrás en su ofensiva, desatada tras el secuestro de dos de sus soldados, capturados el miércoles por milicianos del Hezbolá en la frontera entre ambos países. Mientras tanto, los ciudadanos extranjeros eran evacuados del país y más de 10.000 habitantes del sur de Líbano huyeron de sus casas hacia zonas más seguras.

 

Desde hace dos días Líbano está totalmente aislado por tierra, aire y mar del resto del mundo. Sus carreteras y puentes han sido destrozados, su aeropuerto internacional bombardeado y los barcos israelíes patrullan en sus aguas territoriales. A todo esto se sumaron ayer ataques contra los puertos de Beirut y Trípoli, al norte de Líbano, y su sistema de radares costeros. Con el visto bueno del primer ministro israelí, Ehud Olmert, la aviación bombardeó también la sede del Hezbolá en los suburbios del sur de Beirut, zona considerada el bastión de esta milicia chiíta.

 

Los israelíes sumaron una nueva baja en sus filas, ya que fue encontrado el cadáver de uno de los cuatro marinos desaparecidos el viernes frente a las costas libanesas tras el ataque a su embarcación de guerra por parte de Hezbolá. Pero no desalentó a los militares israelíes, cuyos ataques provocaron ayer la muerte de 39 civiles en todo Líbano. Entre ellos, 20 personas que murieron en la ciudad de Marwaheen, de los cuales nueve eran niños. El ejército israelí lamentó la muerte de civiles, pero responsabilizó de ello a Hezbolá. “La responsabilidad de poner en peligro a la población es de la organización terrorista Hezbolá, que dirige y lanza misiles desde zonas pobladas por civiles”, acusó el ejército israelí.

 

El líder de Hezbolá, Hassam Nasralá, cuya casa fue bombardeada el viernes, se convirtió en un blanco prioritario para Israel. “A la primera oportunidad lo liquidaremos. Por eso le conviene encomendarse a Alá”, declaró el ministro israelí de Inmigración, Zeev Boim. El método de los asesinatos selectivos ha sido a menudo empleado por Israel. En 1992, el propio Nasralá sustituyó a la cabeza del Hezbolá a Abas Mussaui, liquidado en un bombardeo israelí.

 

El primer ministro libanés, Fuad Siniora, pidió ayer por la noche “un alto el fuego inmediato y global en Líbano bajo la égida de la ONU” y acusó a Israel “de castigar de forma colectiva a su país”, durante un mensaje televisado. Además, dirigiéndose aparentemente a Hezbolá, Siniora dijo que su gobierno es “el único que puede decidir en materia de paz o de guerra”, después de que el jefe del grupo armado prometiera el viernes una guerra abierta a Israel.

 

Israel exigió con vistas a un alto el fuego que Hezbolá se repliegue al norte del río Litani, que entregue al ejército libanés su arsenal de cohetes y que ese ejército se despliegue a lo largo de la frontera israelo-libanesa. “Si se reúnen esas condiciones, Israel estará de acuerdo con un alto el fuego”, anunció un jefe militar israelí. De igual forma se expresó el presidente estadounidense, George W. Bush, quien exigió a Hezbolá que deje de atacar a Israel.

 

Pese a la presión, el grupo fundamentalista no está dispuesto a dar su brazo a torcer y confía en que tarde o temprano, el Estado hebreo admita que la única manera de recuperar a sus dos soldados con vida es aceptar intercambiarlos por presos que están en sus cárceles. Los cohetes del Hezbolá cayeron ayer en la ciudad de Tiberíades (nordeste), situada a 45 kilómetros de la frontera libanesa. Pero lo que más preocupa a los expertos militares israelíes es que la milicia chiíta podría tener un arsenal capaz de alcanzar Tel Aviv, situada a 120 kilómetros de Líbano.Las condenas internacionales se siguieron escuchando ayer. Los países árabes repudiaron la agresión israelí en Líbano y los territorios palestinos y apoyaron exigencias de Hezbolá al pedir el inmediato cese de los ataques del Estado hebreo y un canje de prisioneros. Al término de su reunión de emergencia en El Cairo, los ministros de Exteriores de la Liga Arabe también consideraron que el proceso de paz con Israel “está muerto”, e instaron a la intervención directa del Consejo de Seguridad de la ONU para solucionar el conflicto. “Hemos decidido de forma unánime que el proceso de paz en Oriente Medio fracasó, como fracasaron todos los esfuerzos de los mediadores. Ya no queremos ni comités ni Cuarteto”, dijo el secretario general de la Liga, Amro Musa, aludiendo al “Cuarteto de Madrid”, integrado por la ONU, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, patrocinadores del plan de paz “Hoja de Ruta”.

 

Por su parte, L’Osservatore Romano, el diario del Vaticano, denunció el inmovilismo de la ONU frente el conflicto en Medio Oriente a causa de los vetos cruzados en el Consejo de Seguridad, y lamentó la muerte del estado de derecho en la región. “La ONU, reducida al inmovilismo mientras Líbano arde”, tituló el diario, que aseguró que “la dinámica de los vetos cruzados que se utiliza en el Consejo de Seguridad impide la adopción de medidas concretas de apoyo a la legalidad internacional”.

 

Lunes, 17 de Julio de 2006

TEL AVIV AVANZA, LA GUERRILLA PROMETE USAR TODOS LOS MEDIOS

Fuego, terror y más víctimas civiles

Israel advirtió sobre una invasión terrestre al Líbano, e instó a la población a evacuar la región fronteriza. Sólo ayer hubo 60 muertos libaneses y 8 israelíes. Mientras los misiles de la guerrilla libanesa alcanzan ciudades cada vez más alejadas como Haifa, las fuerzas israelíes dirigen sus ataques cada vez más al norte libanés.

 

Mientras las Naciones Unidas reanudan hoy sus negociaciones, la posibilidad de una solución diplomática en Medio Oriente parece cada vez más utópica. Los ataques, tanto de las fuerzas israelíes como de la guerrilla libanesa Hezbolá, no cesaron durante la jornada de ayer, ni durante la madrugada de hoy. Al cierre de esta edición, nuevos ataques aéreos israelíes aumentaban el número de muertos del lado libanés, que estaba cercano a los 60. Por primera vez, el Ejército dirigido por Tel Aviv habló de la posibilidad de una invasión terrestre al país vecino e instó a la población civil a evacuar la región fronteriza. El líder de Hezbolá, el jeque Hassan Nasrallah, advirtió que si invaden atacarán con “todos los medios”. Ayer, la guerrilla libanesa atacó la ciudad de Haifa, dejando ocho israelíes muertos y 28 heridos.

 

Israel se está preparando para un conflicto largo. El ministro de Defensa, Amir Peretz, anunció el estado de emergencia en las zonas más vulnerables a los ataques de la milicia libanesa, zonas como Galilea y las Alturas del Golán, para las próximas 48 horas. No obstante, el gobierno y la Comisión parlamentaria para Asuntos de Defensa y del Exterior podrían extender el plazo por períodos adicionales de cinco días. En medio de las críticas –débiles– de la comunidad internacional, Peretz reafirmó que continuarán la campaña militar en el Líbano. “Pensamos actuar con el mensaje que hemos recibido de la población israelí y es que si la campaña ha empezado, tenemos que terminarla”, aseguró. Según el ministro, el objetivo final es “cambiar la realidad”.

 

Los ataques de Hezbolá de ayer fueron los de mayor alcance desde el principio del conflicto, el miércoles pasado. Anoche la guerrilla libanesa lanzó varios cohetes contra ciudades israelíes de la baja Galilea, alcanzando blancos a una distancia de entre 45 y 50 kilómetros de la frontera. En Israel, en tanto, destacaron que los misiles utilizados en el ataque a Haifa ayer no eran los usuales Katiusha, sino que se trataría de otro modelo, fabricado por los iraníes y entregados por los sirios. Nuevamente, Tel Aviv intentó sumar al conflicto a Damasco y Teherán. “Estos misiles fueron suministrados a los Hezbolá por Siria en los últimos años”, afirmó el ministro de Transporte –y ex ministro de Defensa– Shaul Mofaz.

 

Hezbolá también reafirmó su determinación a continuar con los ataques a Israel. “Sigo prometiéndoles sorpresas si intentan infiltrarse en el país”, advirtió el líder de la milicia chiíta. Nasrallah también destacó que los ataques de ayer a Haifa son sólo el principio de sus ofensivas. “Ya que el enemigo no tiene línea roja, nosotros tampoco tenemos una línea roja”, afirmó el jeque, en referencia a los civiles libaneses muertos y a la destrucción de la infraestructura de su país. La ofensiva israelí ha supuesto hasta ahora unas pérdidas directas de entre 400 y 500 millones de dólares para el Líbano, según el Ministerio de Finanzas.

 

Mientras los misiles de Hezbolá alcanzan ciudades cada vez más alejadas de la frontera, las fuerzas israelíes dirigen sus ataques cada vez más al norte libanés. En la madrugada de hoy, varios misiles golpearon la ciudad de Trípoli, en el norte, en donde muchos libaneses se habían refugiado, escapando de la azotada región del sur. Los ataques dejaron varios muertos y decenas de heridos. Pero los objetivos más frecuentes ayer continuaron siendo la capital y las ciudades del sur. El aeropuerto de Beirut y las ciudades portuarias de Sidón y Tiro fueron los más golpeados por las bombas israelíes, que además causaron estragos en puestos militares cercanos a la frontera con Siria.

 

La única voz que habló ayer de una posible solución fue el presidente del Parlamento libanés, Nabi Berri. El dirigente anunció que un tercer actor –que no quiso identificar– estaría mediando entre Tel Aviv y Beirut y podría, según estimó, alcanzar un cese al fuego en las próximas 24 horas. Mientras tanto, en la capital israelí, medio millar de personas protestaban contra las ofensivas militares de su gobierno, bajo el lema “No más locura militar, paremos la ilusión unilateral, que paren los asesinatos de civiles en Líbano, Israel y Gaza, comencemos las negociaciones políticas.” En Cisjordania, en cambio, unos tres mil palestinos salieron a las calles para pedirle a Nasrallah, el líder de Hezbolá, que ataque Tel Aviv.

 

Ya pasaron cinco días de la primera ofensiva de Hezbolá que, con el secuestro de dos soldados israelíes, desató los ataques constantes israelíes sobre el Líbano. En cifras, el conflicto ya lleva más de 140 libaneses y más de 30 israelíes muertos. Las fuerzas israelíes ya lanzaron unos mil misiles contra el país vecino, mientras Hezbolá habría superado esa cifra. Los extranjeros evacuados se cuentan por cientos. Todo indica que estos números continuarán aumentando en los próximos días.

  

Viernes, 14 de Julio de 2006 

LA GUERRA ENTRE HEZBOLA Y EL EJERCITO ISRAELI YA CAUSO DECENAS DE MUERTES

Cohetes en Haifa y bombas en Beirut

La aviación israelí bombardeó el sur del Líbano y el aeropuerto de Beirut causando 53 muertes, mientras los cohetes de los milicianos chiítas mataron a dos civiles israelíes y a una argentina. Israel se cuida de avanzar sobre Siria, su verdadero enemigo.

 Por Robert Fisk *

Desde Beirut

Durante toda la noche escuché el rugido de los jets sobrevolando el Mediterráneo. Duró horas, pequeñas luciérnagas que miraban a Beirut, quizás esperando la madrugada, porque fue entonces que descendieron. Primero llegaron al pequeño pueblo de Dweir, centro de Nabatiya en el sur del Líbano, donde un avión israelí bombardeó la casa de un clérigo chiíta musulmán. Murió. También su mujer. También sus ocho hijos. Uno fue decapitado. Todo lo que se pudo encontrar del bebé fue su cabeza y su torso que un joven del pueblo sacudía furioso frente a las cámaras de televisión. Luego los aviones visitaron otro hogar en Dweir y acabaron con los siete miembros de una familia.

 

Era un enérgico comienzo del Día Dos en la última “guerra contra el terror” de Israel, un conflicto que usa el mismo lenguaje –y algunas de las mismas mentiras– que la más grande “guerra contra el terror” de George W. Bush. De la misma manera que nosotros “degradamos” a Irak, en 1991 y en 2003, ayer le tocó el turno al Líbano de ser “degradado”. Esto significa no sólo la muerte, sino la muerte económica y éstas llegaron al brillante y nuevo aeropuerto de Beirut de 500 millones de dólares, justo antes de las seis de la mañana, mientras los pasajeros se preparaban para abordar los vuelos para Londres y París.

 

Desde mi casa, escuché el F16 que apareció de pronto sobre la pista de aterrizaje más nueva y disparó una serie de misiles sobre ella, rompiendo 20 metros de asfalto y lanzando toneladas de concreto por los aires en una explosión masiva, antes que una cañonera israelí Hetz disparara sobre las otras pistas. Dos ómnibus de Middle East Airlines quedaron intactos, pero a los pocos minutos el aeropuerto quedó desierto cuando los pasajeros huyeron a sus hogares y hoteles. Las pizarras de los vuelos contaban la historia: París, vuelo cancelado, Londres, vuelo cancelado, Cairo, vuelo cancelado, Dubai, vuelo cancelado, Bagdad –del caldero al fuego si alguien hubiera elegido tomarlo– vuelo cancelado. Por los altoparlantes se escuchaba “No llores por mi Argentina”.

 

Luego los israelíes se dirigieron a la estación de televisión de Hezbolá, “Al-Manar”, cortándole su antena con un misil pero no pudiendo sacar la estación del aire. Este podría ser un blanco más comprensible –“Manar”, después de todo, emite la propaganda de Hezbolá–. Pero ¿esto estaba pensado para encontrar o recuperar a los dos soldados israelíes capturados el miércoles? O para vengarse de los nueve israelíes muertos en el mismo incidente, uno de los días más negros en las reciente historia del ejército israelí, aunque no tan negro como lo fue para los 52 civiles libaneses muertos y 103 heridos en las últimas 24 horas. Una mujer israelí también murió por un cohete de Hezbolá lanzado hacia Israel. De manera que en la triste tasa de intercambio de estos desgraciados conflictos, una muerte israelí es igual a más de tres muertes libanesas: y se puede pensar que la tasa de intercambio aumentará aún más.

 

A la tarde, las amenazas eran peores. Israel no iba a esperar cruzado de brazos. Ordenó a toda su población en los suburbios del sur –donde están los cuarteles de Hezbolá– que huyera de sus hogares a las 15 horas. Salvo por un centenar de familias, que tercamente se negaron a partir. Ahora, cualquier lugar en el Líbano puede ser un blanco, anunciaron los israelíes. Si Israel bombardeaba los suburbios, rugía Hezbolá, ellos lanzarían sus Katyushas de largo alcance sobre la ciudad israelí de Haifa. Uno de ellos aparentemente ya había dañado una base aérea en Miron, un hecho que los censores israelíes ocultaron. Otros cayeron sobre Nahariya y mataron a tres civiles.

 

Los asustados turistas del golfo del Líbano llenaron los caminos desde Bhamdoun en sus 4 x 4, huyendo hacia la seguridad de Siria y a vuelos de regreso a sus hogares desde Damasco. Otra pequeña muerte económica para el Líbano. Pero, ¿qué querían decir todas estas amenazas? Me senté en mi casa al comienzo de la tarde, revisando mis archivos sobre las declaraciones de Israel. Resulta que Israel había amenazado con “no esperar de brazos cruzados” al Líbano por lo menos en seis ocasiones en los pasados 26 años, la más famosa cuando el ex primer ministro israelí Menajem Begin prometió que no “esperaría de brazos cruzados” mientras se amenazaba aquí a los cristianos en 1980, sólo para retirar a sus soldados y dejar a los cristianos abandonados a su sangriento destino tres años más tarde.

 

Los libaneses son siempre abandonados a sus destinos. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, responsabiliza al gobierno libanés por los ataques sobre la frontera el miércoles. Pero Olmert y todos saben que el débil gobierno del primer ministro libanés Fouad Siniora no es capaz de controlar a un solo miliciano, ni hablar de Hezbolá. Pero ¿no era éste el mismo grupo de líderes políticos libaneses que Estados Unidos felicitó el año pasado por su elección democrática y por haber logrado su libertad de Siria? Por cierto, un hombre que considera a Bush un amigo es Saad Hariri, hijo del primer ministro libanés que construyó gran parte de la infraestructura que Israel está destruyendo ahora y cuyo asesinato el año pasado, a manos de agentes sirios, supuestamente enfureció a Bush. Ayer a la mañana, Saad Hariri, el hijo, estaba volando a Beirut cuando los aliados israelíes de Estados Unidos llegaron para bombardear el aeropuerto. Tuvo que volver, ya que su avión dio la vuelta y se dirigió a Chipre en busca de refugio.

 

Más puentes fueron destruidos en el sur del Líbano, así como algunas centrales eléctricas en el valle de Bekaa. ¿Cuanto faltará para que estalle el viaducto en Sofar y las usinas eléctricas en este verano asolador y que los teléfonos celulares no funcionen más? En cuanto a Occidente, el famoso Occidente que quiere la democracia y la libertad para todos los pueblos de Medio Oriente, aconseja su mentada “moderación”, que es una cualidad que Hezbolá y los israelíes desconocen. Los estadounidenses llaman “terroristas” a Hezbolá y Bush culpa a Siria. Tenía razón, por supuesto, pero por los motivos equivocados. Un vocero del Ministerio del Exterior israelí dijo, también, que la culpa era de Siria, pero parecía menos entusiasta con la idea de atacar a Siria. ¿Por que sería eso? ¿Por qué anunciaría Israel un “bloqueo marítimo” del Líbano para evitar que los “terroristas” reciban armas por mar, cuando Hezbolá recibe sus cohetes por tierra desde, bueno, sí, Siria?

 

Pero lo que era particularmente temible ayer, era la corriente subterránea del terror. El Líbano era un “eje del terror”. Israel estaba “combatiendo al terror en todos sus frentes”. Durante la mañana de ayer, tuve que interrumpir una entrevista con una radio australiana cuando un periodista israelí declaró que había guardias revolucionarios iraníes en el Líbano, lo cual no era verdad, y que no todas las tropas de Siria se habían retirado. Y ¿por qué habían atacado los israelíes el aeropuerto seguro y cuidadosamente monitoreado de Beirut, utilizado por diplomáticos y líderes europeos, un lugar tan seguro como cualquiera en Europa? Porque, dijeron los israelíes, era “una central para transferir armas y pertrechos a la organización terrorista Hezbolá”. Si los israelíes realmente quieren saber dónde está el centro, deberían estar buscando en el aeropuerto de Damasco. Pero eso lo saben, ¿no es cierto?

 

De manera que nuevamente es el terror, terror, terror, y se vuelve a señalar al Líbano como el mítico centro de terror en Medio Oriente, junto, supongo, con Gaza. Y Cisjordania. Y Siria. Y por supuesto Irak. Y Afganistán. ¿Y quién sabe cual es el próximo?

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

Jueves, 13 de Julio de 2006

LA GUERRILLA LIBANESA MATO A SIETE SOLDADOS ISRAELIES Y CAPTURO A DOS

Israel atacó a Hezbolá por otro rescate

Mientras el ejército israelí presionaba a Hamas en Gaza para recuperar al soldado secuestrado, en la frontera norte milicianos chiítas mataron a siete soldados y obtuvieron dos rehenes. El ejército invadió Líbano para recuperarlos, pero no los encontró.

 

Por Juan Miguel Muñoz *

Desde Jerusalén

La capacidad de contagio del conflicto israelo-palestino irrumpió ayer, una vez más, con toda su fuerza. La milicia libanesa Hezbolá salió en defensa de la asediada Hamas atacando un puesto militar en la frontera israelí. Mató a siete soldados, capturó a dos y reclamó la liberación de los prisioneros árabes en Israel. Un desastre para el gobierno hebreo, cuyo primer ministro, Ehud Olmert, consideró el ataque un “acto de guerra” del que responsabilizó al Ejecutivo de Beirut, al que pretende forzar para que desarme a la guerrilla chiíta. Siria e Irán manifestaron su comprensión con la operación. Todos los ingredientes se combinan para otra escalada violenta, como siempre imprevisible, en Medio Oriente.

 

Poco después de las nueve de la mañana (hora local), milicianos chiítas atacaron con armas ligeras, explosivos y cohetes dos patrullas israelíes. Mataron a tres soldados y capturaron a dos. Minutos después, el ejército israelí invadió seis kilómetros del territorio libanés, por primera vez desde su retirada en mayo de 2000, y uno de sus tanques fue destrozado por una mina: otros cuatro uniformados perecieron en el acto. La respuesta israelí se amplió a varios puentes, una central eléctrica y a puestos de Hezbolá en el sur del país árabe. Al menos un par de milicianos murieron. Los cazabombarderos F-16 sobrevolaron Beirut mientras la población del norte de Israel se resguardaba en los refugios y los combates se extendían a varios puntos de la frontera.

 

Los movimientos militares israelíes no hicieron retroceder a Hezbolá. Hassan Nasrala, líder del movimiento fundamentalista, integrante del gobierno libanés, exigió una negociación sobre los miles de prisioneros palestinos y algunos libaneses encarcelados en prisiones de Israel, como el único camino para resolver el embrollo. Y declaró desafiante: “Los soldados capturados están lejos, lejos. Si creen que los van a rescatar, sueñan. Esta operación constituye una muestra de respaldo a nuestros hermanos palestinos, que a diario son asesinados en medio del silencio del mundo”.

 

Varios gobiernos occidentales –que apenas protestaron por el destrozo de las centrales eléctricas, los puentes y las conducciones de agua en la Franja de Gaza, ni por la detención en masa de casi todos los parlamentarios y ministros de Hamas en Cisjordania hace dos semanas– exigieron que se pusiera en libertad a los militares cautivos inmediatamente. En Gaza, por el contrario, grupos de personas no ocultaban su júbilo y repartían caramelos a los transeúntes en varios cruces de calles. Lo mismo sucedía en algunos barrios de Beirut, donde grupos de simpatizantes de Hezbolá expresaron con tiros al aire su alegría por la captura de los uniformados. Aunque también muchas personas pudientes, han comenzado a pedir visados para abandonar el país.

 

Sólo tres meses y medio después de las elecciones legislativas, al gabinete de Olmert, que ha rechazado negociar para cualquier canje de prisioneros por soldados, se le complican sus planes. Poco a poco va relegando su idea de evacuar a los colonos de buena parte de Cisjordania. La realidad en ámbitos muy diferentes se impone abruptamente. El primer ministro reaccionó con una amenaza contra el gobierno libanés, no contra Hezbolá. “El gobierno libanés”, reza un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, “es responsable de esta agresión sin provocación previa”. Y lanzó un llamamiento en Naciones Unidas para que haga responsable al Ejecutivo de Beirut por el ataque de la guerrilla chiíta. Pretende así forzar al Líbano a cumplir la resolución 1559 de la ONU, que estableció en otoño de 2004 la retirada de las tropas sirias de Líbano –ya ejecutada– y el desarme de todas las milicias, en referencia a Hezbolá. Por la tarde, el jefe del Comando Norte del Ejército, Udi Adam, añadió: “Nos preparamos para una operación masiva en las profundidades del territorio libanés”. Seis mil reservistas fueron movilizados.

 

Un abismo separa el poder militar israelí del de la guerrilla libanesa. No obstante, el sur de Líbano dista un mundo de la situación que se vive en la Franja de Gaza. Los milicianos de Hezbolá están curtidos en mil batallas y sus estrechos vínculos con Siria e Irán son de larga data.

 

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

Domingo, 09 de Julio de 2006

OPINION

Un silencio repugnante

  

Por Atilio Boron

A veces el silencio es atronador. En estos días el mutismo de los sedicentes defensores de la democracia liberal, el mundo libre y la economía de mercado resuena con estrépito. El régimen genocida de Israel, siniestro heredero de su verdugo nazi, está perpetrando un crimen incalificable contra el pueblo palestino. Cuando Bush caracterizó al gobierno de Hamas como “terrorista” y la Unión Europea avaló esa infamia, Tel Aviv se sintió respaldado y abrió las puertas del infierno. El bombardeo a mansalva de poblaciones civiles indefensas, los atentados contra autoridades democráticamente electas de Palestina y la destrucción de todo lo que encontraran a su paso fue la voz de orden del gobierno israelita. Las oficinas de los principales ministerios fueron destruidas; ministros, parlamentarios y altos funcionarios de la Autoridad Palestina encarcelados; el suministro de electricidad para la mitad del millón y medio de habitantes que se apiñan en Gaza fue inutilizado por la aviación israelí, paralizando escuelas, hospitales, talleres y comercios, dejando a los hogares sin ese vital recurso. En pocos días más ya no habrá agua potable porque las estaciones de bombeo dejarán de funcionar. Caminos intransitables, campos abandonados, la frágil infraestructura de Gaza está siendo metódicamente arrasada ante la indiferencia del mundo. Noche tras noche la aviación israelí sobrevuela ese pequeño territorio arrojando bombas de estruendo, y de las otras. La orden del valiente y honorable primer ministro israelí, Ehud Olmert, fue terminante: “Que nadie duerma en Gaza”. El pretexto de esta barbarie: la captura por parte de la resistencia palestina del cabo del ejército israelí Gilad Shalit –captura, no secuestro, dado que Shalit era miembro de un ejército invasor y fue capturado por sus enemigos en combate–. Ante ello, Tel Aviv se negó a negociar con sus captores un intercambio de prisioneros políticos –hay unos 900 niños y adolescentes palestinos presos en Israel, y más de 5000 adultos, todos calificados como terroristas–. Las cárceles de Israel, como las de Guantánamo, no recluyen a seres humanos.

 

Cuando el presidente iraní exhortó a “borrar Israel del mapa” el mundo fue conmovido por una oleada de justificada indignación. Pero cuando el gobierno de Israel lleva a la práctica esa amenaza y borra literalmente del mapa a Palestina, los líderes de las “naciones democráticas” y sus paniaguados –los Vargas Llosa, Montaner, Zoe Valdéz y compañía– guardan un repugnante silencio. Su duplicidad moral es ilimitada. Pueden justificar con su silencio cualquier cosa: inclusive, un genocidio como el que está practicando Israel en Palestina. Por supuesto, no dudaron un instante en calificar de “terroristas” las imperdonables palabras del presidente iraní; pero cuando el terrorismo de Estado no es declarado en un discurso insensato sino sistemáticamente practicado por un peón de los Estados Unidos como Israel, su conciencia moral padece de un súbito adormecimiento.

 

El propósito del gobierno israelí es bien claro: apoderarse definitivamente de Gaza. Los sitia, los deja sin agua, pan, luz, trabajo. Los priva de toda esperanza y los extermina de a poco, con la complicidad de los grandes defensores de la democracia y la libertad, preocupados como están por la amenaza que los cohetes norcoreanos representan para la civilización.

 

Domingo, 09 de Julio de 2006

ISRAEL NO DESCARTA HACER UN CANJE DE PRISIONEROS

Sigue la carnicería en Gaza

  

Por primera vez desde el comienzo del conflicto, los dirigentes israelíes no descartaron ayer una posible liberación de presos, con condiciones, si recuperan al soldado Gilad Shalit con vida. “Si Israel tiene que liberar a presos para recuperar a su soldado, lo hará. Ya ocurrió en el pasado”, declaró el ministro de Seguridad interior, Avi Dichter. Este acuerdo se haría con la Autoridad Palestina y en ningún caso con Hamas, al que Israel considera una “banda de terroristas”. A pesar de estas declaraciones, las incursiones en Gaza prosiguieron ayer con el objetivo de rescatar al soldado secuestrado por grupos armados palestinos y poner fin al lanzamiento de cohetes contra su territorio.

 

El ejército israelí dio un paso más en su ofensiva y realizó ayer al amanecer una importante incursión con tanques y helicópteros en la ciudad de Gaza, en la que murió al menos un palestino. Las fuerzas israelíes usaron dos vías para penetrar en la localidad a partir de las terminales de transporte de Karni y Nahal Oz, entre el Estado hebreo y la Franja de Gaza, según fuentes de los servicios de seguridad.

 

Decenas de tanques llegaron hasta la periferia de dos barrios del este de Gaza, Chujaya y Zeitún, donde las tropas se enfrentaron a la resistencia de palestinos armados.

 

Uno de ellos mató a un miembro de la seguridad nacional y un obús de tanque hirió a otros tres militantes armados. Con él, son nueve los palestinos fallecidos en las últimas 24 horas en la Franja de Gaza.

 

Jueves, 06 de Julio de 2006

Avance de tanques israelíes en Gaza

Sigue la tensión en los territorios ocupados. Ayer el ejército de Israel ocupó posiciones en el norte de la Franja en busca de milicianos palestinos con cohetes de largo alcance.

     

Por Donald Macintyre *

Desde Gaza

Yusef Riska está sentado detrás de su escritorio en un estudio lleno de libros. Su única protección es un guardaespaldas con un AK 47. “Es una situación peligrosa e imprevisible. Tomamos muy en serio las amenazas israelíes”, dice Riska, el ministro de Información palestino. Ayer, el gabinete de seguridad israelí se comprometió a “cambiar las reglas del juego” y expandir las operaciones militares en Gaza. Para no ser blancos, los líderes más importantes de Hamas llevan adelante una existencia básicamente clandestina.

 

“El éxito de cualquier medida de seguridad es limitado, porque los aviones israelíes están equipados con tecnología moderna para matar. Es por eso que sólo creemos en Alá”, se ataja Riska. Menos de 24 horas después de que el ala militar de Hamas se adjudicara la responsabilidad de lanzar su primer cohete al centro de la ciudad israelí de Ashkelon, Israel advirtió que aceleraría sus operaciones en Gaza, incluso contra “instituciones e infraestructuras que facilitan el terrorismo”. El cohete palestino había impactado en el estacionamiento de una escuela.

 

El comunicado israelí anunció una “actividad de seguridad prolongada y graduada” para lograr la liberación del soldado secuestrado, Gilad Shalit, de 19 años –sin negociaciones sobre el intercambio de prisioneros– y poner un alto a los cohetes palestinos. Testigos en la Franja de Gaza informaron que Israel había ampliado su presencia en el norte de la franja con el envío de tanques a los antiguos asentamientos de Nissanit y Elei Sinai. Se cree que desde este último lugar se lanzó el cohete que cayó el martes sobre Ashkelon. El ejército israelí mantiene el control de dos sectores en el norte de la franja y del aeropuerto abandonado cerca de la frontera sur.

 

“No hay un control completo sobre el liderazgo político del ala armada de Hamas”, declaró Riska. “Estamos separados.” Riska añadió que la Autoridad Palestina, controlada por Hamas, se había sorprendido con el lanzamiento del cohete sobre Ashkelon. Y agregó: “No esperábamos que la resistencia tuviera cohetes capaces de cubrir tanta distancia. La posición de nuestro gobierno es pedir calma y el cese de fuego de ambos lados”. Pero Riska se negó a condenar directamente el ataque del cohete. Declaró que había sido en respuesta a una serie de operaciones israelíes, incluyendo aquéllas contra la central eléctrica, la universidad islámica y las oficinas vacías ministeriales, así como los bombardeos y la captura de dos militantes en el sur de Gaza poco después del ataque de los militantes hace once días, cuando fue capturado el soldado Shalit y otros dos soldados israelíes fueron muertos.

 

Durante el mayor ataque nocturno de la actual campaña israelí, el viernes pasado un cohete impactó en un edificio del Ministerio del Interior, donde, según los funcionarios, estaban los archivos y registros de las computadoras relacionados con los pasaportes y formularios de las tarjetas de identidad. Tres personas resultaron heridas en un edificio de departamentos vecino.

 

El ejército dijo que disparó a militantes que amenazaban a sus fuerzas con armas antitanques en la zona industrial de Erez, al lado de un puesto fronterizo. Un niño de 12 años, Mohammed Atullah, fue internado en el hospital de Shifa con heridas en la cabeza, que los testigos dijeron que había recibido mientras saqueaba en la zona. John Dugard, un experto en derechos humanos de las Naciones Unidas, se quejó ayer de que la reciente conducta de Israel ha sido “moralmente indefendible” y “violatoria de las más fundamentales normas de leyes humanitarias y de derechos humanos”. Itzhak Levanon, el embajador de Israel, replicó al Consejo de Derechos Humanos que los ataques habían sido “provocados por grupos terroristas palestinos con el propósito de sembrar la muerte en nuestro territorio soberano.”

 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

Martes, 04 de Julio de 2006

A PESAR DEL ULTIMATUM, SIGUE LA OPERACION EN GAZA

Soldado con destino incierto

Los grupos palestinos que secuestraron al soldado israelí dieron hasta las 6 de hoy (hora local) para que Israel acceda al canje de presos. La respuesta fue más topadoras y tanques en Gaza.

 

Por Donald Macintyre *

Desde Beit Hanoun

La guerra de nervios sobre el destino del soldado israelí capturado por los militantes palestinos escaló ayer después de que el grupo que lo tiene secuestrado le diera a Israel hasta las 6 de esta mañana para acordar la liberación de los prisioneros o “atenerse a las consecuencias”. El ultimátum de las tres facciones que secuestraron al soldado Gilad Shalit hace más de una semana fue rápidamente rechazado por Ehud OImert, el premier israelí, que desestimó las negociaciones o las liberaciones de prisioneros y dijo que la Autoridad Palestina debía cargar con la “total responsabilidad” de la vida del soldado de 19 años.

 

Las facciones, que incluyen a miembros del ala armada de Hamas y otros dos de los Comités de Resistencia Populares, declararon: “Si el enemigo no acepta nuestras exigencias humanitarias, consideraremos este caso cerrado”, insinuando que la vida de Shalit podía depender de eso. La oficina de Olmert, uniendo el secuestro y el ultimátum directamente con el gabinete Hamas, dijo: “El gobierno de Israel no cederá a la extorsión de la Autoridad Palestina y del gobierno de Hamas, que son liderados por organizaciones terroristas”.

 

Los intercambios presagiaban una profundización de la crisis, mientras los tanques israelíes y las topadoras ingresaban al norte de Gaza, en lo que el ejército dijo que era una “operación precisa” para localizar túneles y explosivos. El ejército se apuró a decir que esta no era la gran operación terrestre que está contemplando desde la semana pasada. Por lo menos un militante palestino murió en campo abierto ayer en Beit Hanoun. La aviación israelí atacó anoche la Universidad Islámica de Gaza y destruyó un edificio, según testigos. El ejército confirmó que un ataque aéreo de misil había impactado a un grupo de transportaba armas antitanques cerca de las tropas israelíes.

 

Informes en los medios israelíes sugirieron que algunos oficiales israelíes de alto rango estaban a favor de liberar a varios de los prisioneros palestinos a cambio de que el soldado Shalit fuera entregado sano y salvo. Dan Halutz, el jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, evitó contestar con una negativa directa cuando los periodistas le preguntaron si Israel debía negociar. “Nosotros, y por esto quiero decir todos los escalafones políticos y militares, pondremos a consideración todo lo que sea necesario, llegaremos a una conclusión y actuaremos de acuerdo con ella”, dijo Halutz.

 

Noam Sahlit, el padre del soldado secuestrado, criticó la operación del ejército, diciendo que era “desilusionante” que Israel debiera restablecer su “disuasión” a expensas de su hijo. Mientras decía que esperaría la investigación del ataque en el que fue secuestrado su hijo, le dijo al Canal Diez: “Israel debiera haber hecho eso antes del ataque, cuando había información de inteligencia de que se estaban cavando túneles en la región”. Diciendo que se estaba haciendo “cada vez más difícil de soportar”, Shalit añadió: “Como primer soldado de Israel, le pido al jefe del Estado Mayor Conjunto que represente los intereses de Gilad, como un soldado enviado por el ejército, de soldado a soldado, que él represente los intereses de Gilad a Israel y de los funcionarios políticos y militares que toman las decisiones”.

 

Amir Peretz, el ministro de Defensa de Israel, dijo que los cuarteles generales en Damasco, conducidos por el jefe de la oficina política de Hamas, Khaled Meshaal, “son quienes cargan con la responsabilidad” por el secuestro de Sahlit. Añadió: “Sugiero que el presidente sirio, Bashar Assad, que está tratando de hacer la vista gorda, abra sus ojos, ya que la responsabilidad está en el umbral de su casa”.

 

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

Traducción: Celita Doyhambéhère.

Viernes 30 de Junio de 2006  Brecha

Gaza

La reconquista de Gaza

 

La captura de un soldado fue el pretexto para una nueva invasión de Gaza. A un año del retiro de la Franja, el ejército israelí ha causado día a día nuevas víctimas y contribuido al hambre en uno de los territorios más devastados de la tierra.

 

Gennaro Carotenuto dede Roma

Con la cínica ironía de los militares, la invasión a Gaza por el ejército israelí ha sido bautizada “Lluvia de Verano”. Mirándola desde Palestina, recomenzó la ocupación militar de Gaza. Mirándola desde Israel, el Tsahal, el ejército, está intentando salvar la vida del cabo Gilad Shalit, de 19 años. La única central eléctrica ha sido el primer objetivo que los israelíes bombardearon, dejando a oscuras, probablemente durante varios meses, a cerca de 700 mil personas y abriendo, en un verano tórrido, las puertas a una crisis sanitaria. Los helicópteros Apache han destruido tres puentes en la principal carretera de la Franja. Decenas de tanques han ocupado el ex aeropuerto de Dahaniya. Otras dos columnas han entrado desde el sur de la Franja y la zona norte ha sido repetidamente bombardeada. Un avión Mirage mató a un dirigente de las brigadas Mártires de Al Aqsa. En el mercado de Jabalia la gente de Gaza, resignada, intenta comprar lo posible, harina, leche en polvo, con el poco circulante que aún le queda.

Los enfrentamientos que en los meses pasados habían llevado a las facciones palestinas al borde de una guerra civil, desaparecieron. Aún el 8 de mayo en Kahn Younis hubo una batalla con tres muertos entre las brigadas Ezzedin al Qassam, de Hamas, y los Mártires de Al Aqsa, cercanos a Fatah. En estos días los milicianos de Al Fatah –el partido laico fundado por Arafat, y que hoy apoya al presidente Abu Mazen– patrullan el territorio junto a los de Hamas, el partido religioso que gobierna la Autoridad Nacional Palestina con el repudio occidental. Al cierre de esta edición ha sido confirmada la entrada de tanques israelíes en la zona norte de la Franja. Grande es el repudio palestino al arresto durante la noche de ocho ministros y unos 50 diputados palestinos, miembros de Hamas, por el ejército israelí. Es una de las decisiones más graves tomadas por Israel. Demuestra, junto al hallazgo del cuerpo de un joven colono israelí, secuestrado y asesinado en Cisjordania, que la escalada no puede detenerse en las próximas horas.

Según la versión oficial israelí, los puentes y la central eléctrica han sido destruidos para impedir que los milicianos que secuestraon al cabo Shalit puedan trasladarlo. Mirando los escombros causados en pocas horas de reocupación, es evidente que no es así: Israel quiere demostrar la omnipotencia de sus armas y, como afirma el presidente palestino Abu Mazen, castigar al pueblo de Gaza.

 

EL UNILATERALISMO ISRAELÍ. Israel tiene el ministro de Defensa más pacifista de la historia del país. Amir Peretz, como fundador de Paz Ahora, pedía el retiro desde Gaza y hoy, como ministro, vuelve a ocupar este territorio palestino junto a Ehud Olmert, el delfín de Ariel Sharon que gestionó el retiro el año pasado. Para la derecha, desde las columnas del diario Yediot Ahronot, es fácil acusar al gobierno de no tener un plan, “ni para los secuestros, ni para los lanzamientos de misiles Qassam, ni para el previsible gobierno palestino de unidad nacional entre Fatah y Hamas”.

La semana pasada, el llamado “documento de los presos” había abierto las puertas al diálogo intrapalestino y hacia Israel. En la cárcel de Hadarim, Fatah, Hamas, Jihad Islámica y el Frente Popular de Liberación han firmado un acuerdo que lleva a Hamas a reconocer implícitamente la existencia de Israel en las fronteras de 1967. Es un documento importante, orquestado por el más prestigioso de los 8.500 presos palestinos, Marwan Barghouti. Los que detuvieron a Shalit, respaldados por Abu Mazen y por la sociedad de Gaza, que vive el problema de los presos como central, piden que sea canjeado por las mujeres y por los cientos de menores presos en las cárceles israelíes. El documento de los presos llevaría definitivamente a Hamas a una posición pragmática que le otorgaría la posibilidad de gobernar realmente, superando el aislamiento internacional, e insertarse definitivamente en las instituciones palestinas.

El plan fue desechado por el gobierno israelí. Ehud Olmert, que no es Ariel Sharon pero quisiera serlo, quiere imponer el más unilateral de los planes de paz en seis décadas de guerra. Es el “Plan de Convergencia” que, sin ninguna mesa de diálogo con los palestinos, abandonaría apenas algunas de las colonias de Cisjordania. Son las más chicas, aisladas, poco interesantes, para, a cambio, anexionar al territorio israelí no sólo toda Jerusalén sino las grandes colonias ilegales de Modi’in Illit, Gush Etzion, Ariel, Ma’aleh Adumin, que suman más de 200 mil habitantes. Para concretar su proyecto, Olmert cuenta con la actual debilidad palestina y con el apoyo de George W Bush. El plan Olmert desborda por la derecha el “mapa de ruta”, que hasta ahora era el faro occidental para la resolución del conflicto, y ni siquiera recuerda la existencia de resoluciones internacionales que exigen el retiro de Israel más allá de las fronteras de 1967 y la demolición del muro. En la reciente visita de Olmert a Europa, la primera desde que es primer ministro, se topó con la gélida distancia del francés Jacques Chirac y la inesperada indiferencia del británico Tony Blair. Para los europeos el unilateralismo absoluto de Olmert-Bush, sin ni siquiera buscar una negociación, o reenviándola a la futura aparición milagrosa de “un líder palestino responsable”, es todavía una medicina indigesta. Ahora la nueva invasión de Gaza, que se suma a una crisis humanitaria ya gravísima, amplifica las preocupaciones.

 

LA MASACRE SILENCIADA. Sólo en la semana anterior a la captura del cabo Shalit, incursiones y bombardeos israelíes habían causado la muerte de 14 civiles, entre los cuales varios niños y una mujer embarazada de siete meses. Esto sin contar los nueve muertos de una misma familia en la playa de Gaza. Las imágenes de la niña Huda Ghalia que llora abrazando el cadáver del padre han dado la vuelta al mundo transformándose en un símbolo del terrorismo de Estado israelí. Aunque el ejército israelí niega haber sido autor material de esta masacre de civiles, varias fuentes independientes, entre las cuales se cuenta Human Rights Watch y el diario conservador británico The Times, confirman la versión que atribuye al Tsahal el exterminio de la familia Ghalia. En lo que va del año el ejército israelí ha asesinado –según Amnistía Internacional– por lo menos a cien civiles, entre los cuales hay 30 niños, sólo en la Franja de Gaza, donde en los últimos tres años han sido muertos 800 civiles. A éstos hay que agregar las ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército, que, según ai, nunca han terminado. Al menos 600 ciudadanos están detenidos sin ninguna acusación formal y en condiciones durísimas: una Guantánamo más en tierra israelí. Yediot Ahronot exige el asesinato, por parte del ejército, de ocho líderes palestinos empezando por el primer ministro Ismail Haniyeh.

El terrorismo del Tsahal no es la única cara de la desesperación de Gaza. En los hospitales de una Franja con un 78 por ciento de pobreza, la tercera parte de los niños que mueren por “enfermedades banales” que –denuncia UNICEF– se podrían curar si a los hospitales pudieran llegar medicinas, médicos y aparatos sanitarios. Israel ha bloqueado las transferencias fiscales, es decir, las tasas pagadas por los mismos palestinos pero gestionadas por los israelíes. El bloqueo europeo, estadounidense e israelí hace que médicos, maestros y otras categorías de trabajadores públicos hayan llegado al cuarto mes sin cobrar. Es la paradoja de una medida pensada para castigar al pueblo palestino por su voto democrático de enero de 2006.

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