Los juegos de la guerra
NIKO SCHVARZ
Decíamos ayer que Israel mantiene el bloqueo aéreo y marítimo del Líbano y sus soldados siguen ocupando el sur del territorio, en violación de la resolución 1701 de la ONU y de que ha comenzado el despliegue de los efectivos de refuerzo de la Finul por parte de Francia, que dirigirá la misión hasta febrero 2007, y de Italia, que tomará el relevo. Decíamos también que entre las críticas dirigidas desde todas las direcciones al gobierno israelí por la conducción de la guerra se incluye el uso de las bomba de racimo contra la población.
BOMBAS DE RACIMO
En su gira por Oriente Medio Kofi Annan reiteró que “debemos ocuparnos de levantar el embargo aéreo, terrestre y marítimo que constituye una humillación para los libaneses y atenta contra su soberanía”. La respuesta del gobierno israelí viene por vía de hecho y por la palabra del ministro de Defensa Amir Peretz, según el cual los militares israelíes “permanecerán durante varias semanas en el sur del Líbano”. Lo mismo habían dicho antes los jefes militares en el terreno, como el general Dan Halutz.
El coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU Jan Egeland señaló que miles de civiles están en riesgo en el sur del Líbano a causa de las bombas de racimo (o de fragmentación) no explosionadas que el ejército israelí esparció en los últimas días de conflicto en una actitud calificada como “perturbadora e inmoral”. El Centro de Coordinación para la Desactivación de Bombas de la ONU evaluó casi el 85% de las áreas bombardeadas e identificó “359 puntos en los que cayeron bombas de racimo que están contaminadas con cerca de 100 mil bombas no explosionadas”. Kofi Annan dijo desde Amman, capital de Jordania, que “este tipo de armas no deberían ser utilizadas en zonas civiles y debe actuarse rápidamente para neutralizarlas”, solicitando al ejército israelí dar a conocer su ubicación, ya que estos engendros dejan una amenaza durable en el terreno, al igual que las minas antipersonales. Dicho sea de paso, cuando Israel se retiró del Líbano en el año 2000, después de su segunda invasión, dejó el terreno sembrado de minas antipersonales, negándose a registrar su ubicación.
Las bombas de racimo están prohibidas por los tratados internacionales y su utilización constituye un crimen de guerra. Lo mismo ocurre con las bombas de napalm o las bombas de fósforo, profusamente utilizadas por los yankis en la guerra de Vietnam. Un cable dice que “EEUU está investigando si Israel había roto los acuerdos secretos al utilizar bombas norteamericanas en la guerra del Líbano”. El hecho es que Israel recibe 2500 millones de dólares de ayuda norteamericana por año, de los cuales 2300 millones en el rubro militar.
UNA REVELACIÓN INAUDITA
Así califica Juan Gelman (que une a su condición de gran poeta la de periodista de fuste, con amplia documentación de fuentes norteamericanas e israelíes) el episodio que describe en reciente contratapa de LA REPÚBLICA. Fue protagonizado por Tom Ricks, premio Pulitzer de periodismo y corresponsal de guerra para el Washington Post, con cobertura específica sobre el Pentágono.. En un programa de CNN le contó al moderador (Howard Kurz) que según le manifestaron analistas militares estadounidenses, “Israel deliberadamente no destruyó depósitos de cohetes de Hezbolá en el Líbano porque en la medida en que (los israelíes) sigan sometidos a ese bombardeo, pueden conservar una suerte de equivalencia moral con sus operaciones en el Líbano”. Incrédulo, el moderador repregunta si “está sugiriendo que Israel permitió adrede que Hezbolá retuviera parte de su poder de fuego esencialmente con fines propagandísticos,, porque la muerte de civiles israelíes lo ayuda en la guerra de las relaciones públicas”, ante lo cual Ricks reafirma: “Sí, es lo que me dijeron esos analistas militares ”.
Esto se inserta en el cuadro de preparación de una nueva guerra en el Oriente Medio, de mayor envergadura y con otros participantes. Un artículo publicado en Haaretz el 17 de agosto bajo el inequívoco título de “Prepararse para la próxima guerra ya” encara la posibilidad de “una guerra completa contra ejércitos regulares, incluso el ejército de una potencia regional”, en clara alusión a Siria o Irán, o a ambos.
EL HERVIDERO REGIONAL
La región y sus aledaños se ha transformado en un hervidero. Las tropas de la OTAN perpetran verdaderas masacres en Afganistán, que en estos días escapan a la percepción internacional, al mismo tiempo que en Irak se verifican a diario decenas de muertes por obra de las tropas de ocupación y de las azuzadas confrontaciones inter.-étnicas. Hay multiplicidad de maniobras militares en curso. De ahí la importancia de que la paz y el fin del bloqueo lleguen sin más al Líbano.
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