REBROTE DE ASENTAMIENTOS ILEGALES
Jueves 28 de Agosto de 2008.
REBROTE DE ASENTAMIENTOS ILEGALES
Por Mel Frykberg, IPS Noticias
Israel ha vuelto a romper sus compromisos internacionales con la inminente construcción de 1.761 viviendas ilegales para colonos judíos en territorio palestino, informó la organización nacional de derechos humanos Paz Ahora.
Los planes de expansión de nuevos asentamientos, en especial en Jerusalén oriental, ignoran las promesas de congelarlos realizadas por el gobierno israelí el año pasado en la cumbre de Annapolis, Estados Unidos, que relanzó el proceso de paz en Medio Oriente.
“Una vez más, este gobierno ha mostrado que sus compromisos carecen de significado y que no tiene intenciones de cumplirlos”, señaló Paz Ahora.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, advirtió en repetidas ocasiones que la construcción o expansión de asentamientos judíos en Cisjordania viola el derecho internacional y los compromisos de Israel en el marco de la llamada “hoja de ruta” hacia la paz.
Esa “hoja de ruta” consiste de una serie de medidas propuestas en 2002 por el presidente estadounidense, George W. Bush, luego desarrolladas por el “cuarteto” integrado por Estados Unidos, la ONU, Rusia y la Unión Europea.
Ban volvió a urgir a Israel a congelar la expansión de los asentamientos y desmantelar los construidos desde marzo de 2001.
La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, expresó su preocupación al respecto esta semana, en su más reciente visita a Israel.
“Es importante contar con un clima de confianza”, declaró Rice el martes, luego de reunirse con el presidente de la Autoridad Nacional palestina, Mahmoud Abbas, en la ciudad cisjordana de Ramalá.
“Estados Unidos cree que los asentamientos y anuncios que se están realizando tienen un efecto negativo en la atmósfera de las negociaciones”, afirmó.
No se debe permitir que las nuevas construcciones den forma a la futura frontera entre Israel y los territorios palestinos, que todavía se encuentra en discusión, advirtió Rice.
“Estados Unidos no permitirá que estas actividades tengan ningún efecto en la etapa final de las negociaciones, incluidas las relativas a la frontera definitiva”, aseguró.
Las Convenciones de Ginebra, adoptadas en 1949, prohíben a texto expreso la transferencia de población civil a los territorios ocupados.
La autoridad de tierras israelí publicó a comienzos de este mes el llamado a licitación para la construcción de 130 nuevas unidades de vivienda en Har Homa, en el área de Jerusalén oriental, zona ocupada por Israel durante la Guerra de los Seis Días de 1967.
En ese barrio ya existen 500 viviendas en construcción actualmente y otras 240 en Maaleh Adumin.
En forma simultánea, las autoridades israelíes publicaron un llamado a licitación para construir más de 300 departamentos en el asentamiento de Beitar Illit en Cisjordania, cerca de la ciudad de Belén.
Esto se suma a la aprobación a principios de año de la construcción de 750 casas en Givat Zeev, al noroeste de Jerusalén, y otras 100 en el asentamiento Ariel, en Cisjordania, donde viven alrededor de 430.000 colonos judíos.
Según el grupo B’Tselem, el Estado judío estableció 135 asentamientos en Cisjordania, que han sido reconocidos por el Ministerio del Interior. Se habían establecido 16 en la franja de Gaza, pero fueron desmantelados en 2005 cuando Israel se retiró de ese territorio.
La expropiación de tierras a los palestinos ha generado actos de desobediencia civil, en un intento por retener las parcelas que aún no han sido confiscadas.
Los habitantes de las aldeas de Bil’in y Ni’ilin, cerca de Ramalá, junto con activistas internacionales y ciudadanos israelíes, han realizado protestas semanales en las que hubo algunos muertos, heridos y arrestos.
El 7 de julio, un soldado israelí disparó en el pie a el activista palestino Ashraf Abu Rama, conocido como el Che Guevara cisjordano, mientras estaba atado y vendado.
Las expropiaciones de tierras redujeron la superficie de Ni’ilin de las 5.700 hectáreas que tenía en 1948 a aproximadamente 1.000 hectáreas en la actualidad.
Bahjat Mesleh, un agricultor de Ni’ilin, perdió alrededor de 7,5 hectáreas de tierra para hacer lugar a la construcción del muro de separación entre Israel y Cisjordania.
“Esto me ha costado unos 25.000 dólares. Pero soy más afortunado que otros agricultores, ya que pude continuar manteniendo a mi familia trabajando como maestro. No todos han logrado encontrar otro medio de vida”, dijo a IPS.
Según la organización B’Tselem, “Israel ha robado miles de hectáreas a los palestinos, a quienes prohíbe usar esas tierras e incluso ingresar a ellas. Emplea los asentamientos para justificar numerosas violaciones a los derechos de los palestinos, entre ellos el derechos a la vivienda, a ganarse la vida y a la libertad de movimiento”.
Martes 26 de Agosto de 2008.
EL PAPEL DEL AGUA EN EL CONFLICTO EN PALESTINA
Por Ferran Izquierdo Brichs* para Revista Pueblos
Hoy sabemos perfectamente que Butros Ghali se equivocaba: desde entonces, ha habido dos guerras en Oriente Medio y no han sido por los recursos hídricos. Sin embargo, el agua ha estado siempre presente en el enfrentamiento árabe-israelí 1. A pesar de ello, en la actualidad no ocupa un lugar especialmente destacado en el marco del proceso de paz y parece como si existiera la voluntad de todas las partes implicadas en mantener este problema en un segundo plano.
Durante la negociación del Tratado de Paz entre Jordania e Israel en 1994, el agua se empleó como una medida de creación de confianza. Antes de firmar el tratado de paz, Jordania e Israel negociaron los contenciosos sobre el agua y las fronteras. Fueron unos momentos difíciles políticamente para el gobierno jordano y para la monarquía hachemita, pues buena parte de la población de Jordania se oponía a las negociaciones con los israelíes. El proceso de paz entre los dos países coincidió con una fuerte sequía en la zona, lo que situó los recursos hídricos en el primer plano. La cesión de agua por parte de Israel en los días más críticos de aquel año y el acuerdo firmado en el verano de 1994 sirvieron para hacer más aceptable para el pueblo jordano (recordemos que está compuesto en más de un 50 por ciento de ciudadanos de origen palestino) el tratado que se firmaría poco más tarde.
De esta forma, parecería que tenía razón el señor Munther Haddadin, ministro jordano de Recursos Hídricos y negociador de los acuerdos con Israel, cuando afirmaba que el agua sirve para apagar fuegos y no para encenderlos. No obstante, la escasez de agua en la región del Jordán sigue siendo una de las principales amenazas para el futuro de tres pueblos: palestino, jordano e israelí.
En el plano bilateral, los acuerdos suscritos por los israelíes, los jordanos y los palestinos se basan en un reparto provisional de cuotas de agua que resulta claramente insuficiente para los árabes. Al haberse roto el proceso de negociación en un marco global (en el que participen todas las partes) e integral (en el que todos los temas conflictivos tengan cabida), tanto los palestinos como los jordanos se encontrarán en una clara situación de inferioridad cuando llegue el momento de negociar la cuestión de los recursos hídricos. Los árabes, ante la negociación sobre el agua del Jordán y los acuíferos de Cisjordania, difícilmente tendrán capacidad para forzar una redistribución de unos recursos controlados mayoritariamente por Israel, que, además, ha demostrado durante todo el proceso su mayor fuerza y voluntad para usarla. Jordanos y palestinos tampoco tendrán capacidad para negociar el agua en base al intercambio, pues en los acuerdos y tratados firmados ya han cedido en aquello que más interesaba a Tel Aviv: la paz y el fin del boicot económico a Israel.
Por tanto, sólo queda la postura que defienden los israelíes: limitarse a la búsqueda o creación de nuevas fuentes. Una posición inaceptable para los árabes e insuficiente a medio plazo, que además debería ser producto de una creciente confianza entre las distintas partes en vez de una consecuencia de la negativa israelí a negociar sobre los volúmenes de agua. Difícilmente se podrá conseguir el grado de cooperación necesario para la búsqueda de nuevas fuentes si no se han solucionado los conflictos y las percepciones de agravio aún abiertas. Pero la negociación sobre el agua todavía no se ha iniciado y cada día que pasa, el problema empeora de tal forma que el futuro de la región dependerá cada vez más del modo en que se afronte el debate sobre este tipo de recursos.
LAS COLONIAS JUDÍAS EN CISJORDANIA Y LA FRANJA DE GAZA
Los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados son uno de los elementos más desestabilizadores en la fase actual del conflicto. La política de colonización de los territorios ocupados palestinos evolucionó de los objetivos geoestratégicos de los gobiernos laboristas al objetivo político-demográfico de los gobiernos del Likud y, con este cambio, también variaron las zonas de implantación. Los primeros asentamientos y las expropiaciones más importantes de terrenos se situaron principalmente en la zona del Valle del Jordán, lo que supuso un golpe terrible para la agricultura palestina.
A partir de 1977, los colonos se asentaron principalmente cerca de la Línea Verde (la delimitación aceptada internacionalmente como la frontera a la que se debe retirar el ejército israelí). De esta forma, se avanzaba en la integración física de Cisjordania en la realidad israelí. Un segundo efecto no tan evidente de esta política de hechos consumados es que muchos de los nuevos asentamientos están ubicados en la parte superior occidental de la cordillera que cruza Cisjordania, la cual constituye la principal área de recarga de los acuíferos, sobre todo occidental. De esta manera, no sólo se ha creado una nueva línea que desplaza a la Línea Verde hacia el este, sino que además los israelíes han consolidado su dominio de la principal fuente de agua de la zona. Además, la construcción del muro está modificando todavía más la situación a favor de Israel y desarrollando hechos consumados que impiden el acceso palestino a pozos que producen casi cuatro millones de metros cúbicos (Mmc); a la vez, está preparando las principales zonas de recarga del acuífero occidental para la anexión a Israel. A lo anterior hay que sumar que se separa la cuenca del Jordán de los territorios palestinos, con lo que se impide el acceso palestino a las tierras de cultivo del Valle del Jordán y se dificulta su reclamación de la cuota correspondiente de agua del río.
Actualmente, los colonos judíos que habitan en territorios ocupados ya son más de 400.000. De ellos, más de 200.000 viven en Cisjordania, cerca de 200.000, en Jerusalén Este y 16.000, en el Golán. Los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados palestinos no habrían sido posibles sin la expropiación forzosa de la tierra y el agua. Ya en 1990 se calculaba que más del 50 por ciento del territorio, en muchas ocasiones las mejores tierras de cultivo, había pasado a control directo de las autoridades militares o de los colonos. La política que seguiría el gobierno israelí respecto al agua ya se puso de manifiesto en el mismo momento de la ocupación, en junio de 1967, con la orden militar nº 92, a la cual seguirían las órdenes nº 158 y nº 498, que restringían la explotación de las aguas subterráneas y congelaban la cuota palestina destinada al regadío. La política de los gobiernos de Tel Aviv se centró en restringir el consumo palestino para proteger el consumo israelí de agua del acuífero occidental, impedir el desarrollo agrícola palestino y facilitar el consumo de los colonos judíos. En cambio, no se pusieron límites al consumo de los colonos israelíes. No hay datos fiables sobre el volumen de agua que consumen en Cisjordania, que varían entre un mínimo de 50 Mmc de algunos autores y los 160 Mmc de otros. Sin embargo, se puede afirmar sin ninguna duda que el consumo per capita de agua de los colonos es desmesuradamente mayor que el de los palestinos.
Esta política de expropiación del agua y de la tierra tiene un reflejo claro en la superficie de cultivo de regadío en Cisjordania, muy mermada para los palestinos, mientras que los colonos judíos tienen acceso a tierra y recursos hídricos en abundancia. Otro elemento importante radica en que todas las nuevas infraestructuras relacionadas con el agua, incluso aquellas que sirven a las comunidades palestinas, están controladas desde los asentamientos de colonos judíos, convirtiéndose en un nuevo instrumento de dominación muy importante.
EL DIFÍCIL FUTURO
Para afrontar las necesidades futuras tanto palestinas como israelíes, los investigadores del Israel/Palestine Center for Research and Information proponen un consumo doméstico, urbano e industrial mínimo necesario de agua de 100 metros cúbicos por persona y año. Esta cantidad es equivalente al consumo doméstico, urbano e industrial actual en Israel y parece ser suficiente. Además añaden 25 mc para huerta y animales de granja, con lo que se llega a un total de 125 mc. Con el reciclaje de las aguas residuales se podrían sumar 65 mc por persona que se destinarían al regadío. Es necesario recordar que el consumo doméstico, urbano e industrial en Cisjordania, Gaza y Jordania está por debajo de los 50 mc y que mientras no se iguale con el de Israel, se mantendrá el sentimiento de agravio comparativo.
Las previsiones para el año 2020 realizadas por algunos investigadores, basándose en el consumo del agua según los usos antes mencionados, nos presentan un futuro de déficit en las necesidades mínimas de agua para Jordania y palestina, y un muy ligero superávit para Israel. Se debe recordar que estas previsiones se hacen sobre la base de utilizar sólo agua reciclada para regadío y para huertas familiares, más de uso recreativo que productivo. Así, según estas previsiones, el futuro nos aproxima a un conflicto incluso por la propia supervivencia de la población más allá de las necesidades agrícolas.
No obstante, se debe tener en cuenta que la tensión militar en la cuenca del Jordán relacionada con el agua no ha sido nunca por la distribución de los recursos hídricos para el bienestar de la población, sino por las implicaciones políticas del agua en el proceso de colonización israelí de las tierras palestinas.
La colonización continúa y además se le añaden la progresión demográfica y las crecientes necesidades, las cuales pueden llevar a una situación de presión tan grande sobre los recursos hídricos que provoque nuevas tensiones. Sólo el abandono de la colonización israelí y la retirada de los territorios ocupados permitirán avanzar en la solución de las necesidades de agua de la población. Y no será suficiente, pues, en un primer momento, también resultarán imprescindibles para aliviar la presión la reconsideración del uso israelí del agua para regadío y la redistribución de mayores cuotas de suministro para palestinos y jordanos. A medio plazo, será necesaria la cooperación para gestionar la cuenca. Pero para que sea posible cooperar a este nivel, se han de cumplir unas condiciones básicas que, en la actualidad, representan claros obstáculos:
- 1. Normalización de las relaciones entre los diferentes países (firma de tratados de paz de Israel con Siria y Líbano, y autodeterminación palestina).
- 2. Desarrollo económico a medio plazo de palestina y Jordania fuera del sector agrícola.
- 3. Negociación y cooperación multilateral.
Se puede ver, pues, que las negociaciones de carácter bilateral no solucionarán el problema, sólo lo aplazarán. También es fácil prever que pueden tener un efecto negativo a medio plazo, ya que las negociaciones de los años pasados han sido desiguales, con una parte muy poderosa y otras (palestina y jordana) muy débiles, y han establecido unas cuotas de agua injustas. Estos acuerdos se tendrán que renegociar para poder afrontar las necesidades mínimas de la población palestina y jordana. Sin embargo, los compromisos firmados habrán establecido una situación de iure que resultará aún más difícil de cambiar que la anterior. El problema se agravará a medida que el volumen de agua se acerque al límite de las necesidades mínimas de supervivencia. Así, no negociar es malo, pero hacerlo mal también, puesto que puede representar un factor de agravamiento de un conflicto futuro. La única solución posible para dar respuesta a las necesidades de la población pasa por acercarse a un modelo de negociación global, integrador que tenga en cuenta las necesidades de todas las partes.
Notas a pie de página
1 El volumen total de aguas árabes conquistadas por Israel entre 1967 y 1978 es de 600-700 millones de metros cúbicos al año, y representa el 40 por ciento del agua consumida en Israel. Los principales datos hidrográficos y la historia del conflicto por los recursos hídricos se pueden encontrar en: Izquierdo Brichs, F. (1995) “El agua en la cuenca del Jordán: la lucha por un recurso escaso”. Papers de Sociologia, nº 46, Universitat Autònoma de Barcelona (p.121-138).
* Ferran Izquierdo Brichs es profesor de Relaciones Internacionales en la Universitat Autónoma de Barcelona y autor de libro Guerra y agua. Conflicto político y carestía de agua en palestina publicado por la Fundación Araguaney en 2005. Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Pueblos en Junio de 2006.
Martes 26 de Agosto de 2008.
MEJOR 199 PRESOS QUE NINGUNO.
Por Joharah Baker*, por Revista Pueblos
El pasado 18 de agosto, el gobierno israelí anunció que liberaría a 199 prisioneros palestinos de sus cárceles como un gesto de buena voluntad hacia el Presidente palestino Mahmoud Abbas y su gobierno en Cisjordania. Lo más probable es que los prisioneros sean liberados durante la visita que, la próxima semana, la Secretaria estadounidense Condeleezza Rice llevará a cabo por la región.
Israel ha dicho que principalmente la liberación apunta a aumentar la fuerza de la Autoridad Nacional palestina del Presidente Abbas, ante el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza. Además, se espera que con la liberación de estos prisioneros también se reinicien, de nuevo, las negociaciones para la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado y escondido en alguna zona de la Franja de Gaza desde junio de 2006. Esta es la opinión del máximo representante del Shin Bet, las fuerzas de seguridad israelíes, Yuval Diskin, quien dijo al gabinete israelí que la liberación probablemente “aceleraría” las negociaciones respecto Shalit. Sin embargo, Diskin advirtió que la liberación también podría hacer que Hamas se volviera aún menos flexible en sus demandas ya que Israel liberará a dos prisioneros palestinos que cumplen largas sentencias por haber matado a israelíes.
Los dos prisioneros en cuestión son Mohammed Abu Ali Yata y Saeed Al Ataba, ambos ahora en sus cincuenta. Estos dos hombres han estado en prisión desde los años 70 y ambos fueron acusados de participar en el asesinato de israelíes.
PRISIONEROS CON SANGRE EN SUS MANOS
Esta es la segunda vez que Israel ha liberado a prisioneros descritos como que “tienen sangre en sus manos”, sangre judía que durante años ha sido una indeleble línea roja para el gobierno israelí. Sameer Quntar, el preso libanés que pasó 29 años en una prisión israelí fue el primero en romper este tabú, siendo liberado en un intercambio de prisioneros con Hizbullah el pasado mes de junio. Quntar, condenado por matar a dos israelíes a lo largo de una operación de secuestro en 1979, fue liberado a cambio de los cuerpos de dos soldados israelíes de la pasada guerra del Líbano en julio del 2006.
Los otros prisioneros no son tan polémicos para Israel. Del resto de los presos, al menos 34 aún tienen 5 o más años para finalizar sus condenas, mientras que a la mayoría les quedan unos meses más en la cárcel y las causas de su encarcelamiento son menores. También hay cuatro mujeres en la lista.
Independientemente de los motivos que haya detrás de este gesto de buena voluntad por parte de Israel, los palestinos siempre dan la bienvenida a la liberación de cualquier preso político que cumple condena en una cárcel israelí. Sin embargo, 199 prisioneros de unos 11.000 prisioneros palestinos políticos que cumplen condena en las cárceles israelíes, son como una gota en el mar. Durante mucho tiempo, los palestinos han insistido en que la cuestión de los prisioneros es uno de los temas importantes a tener en cuenta en el orden del día de la agenda de negociaciones entre israelíes y palestinos, exigiendo la liberación, en un acuerdo final, de todos sus prisioneros políticos.
Como siempre, los prisioneros son las piezas perfectas sobre el tablero de ajedrez de la política. Ahora mismo, el primer ministro israelí Ehud Olmert trata desesperadamente de ganar una especie de victoria antes de abandonar para siempre su carrera en la política israelí. Olmert ha visto dañado su nombre por diferentes casos de corrupción, daño que él mismo entiende como irreversible por parte de sus colaboradores más cercanos. Ya que parece lejano un acuerdo final con los palestinos, su máximo objetivo es poder traer a Shalit a casa. El caso de Shalit tiene una carga emocional importante, ya que si Olmert es capaz de devolverlo a casa, habrá ganado un espacio en el corazón de los israelíes, inclusive aquellos que no lo hayan elegido políticamente.
Muchos israelíes esperan que esta liberación de prisioneros reanude las negociaciones para la liberación de Shalit, aun cuando ninguno de los presos es miembro de Hamas. Abbas, junto su partido Fatah, también aspira a un trato de prisioneros más comprensivo, donde Marwan Barghouti, el número uno de sus hombres en la cárcel, pueda ser puesto en libertad. Israel entiende completamente esta aspiración pero se resiste a cualquier trato, por ahora, respecto Barghouti, retrasando su liberación hasta que finalicen las demandas de Hamas sobre el soldado Shalit. Barghouti cumple cinco cadenas perpetuas consecutivas, una por cada muerte israelí de las que se dice que él es el responsable.
RETOMAR LAS NEGOCIACIONES
Considerando que Israel ya ha liberado a prisioneros “con sangre en sus manos”, empezando por Quntar y siguiendo la próxima semana con Abu Ali Yata y Saeed Al Ataba, la opinión pública israelí puede llegar a acostumbrarse a esta idea. Desde luego aún quedan todos aquellos opositores leales que nunca dudarán en sus posturas inflexibles hacia los palestinos, pero existe una mayoría aplastante de israelíes que entiende que se deben llevar a cabo sacrificios políticos de este tipo para que se lleguen a verdaderas negociaciones. Por este motivo, la idea de intercambiar Shalit por Barghouti es cada vez más aceptable entre los israelíes que nunca antes lo habían considerado.
Si alguien tiene que ser escuchado en Israel, este alguien es el Shin Bet, responsable de la seguridad interna del país. Unos meses después del secuestro de Shalit, el ministro de medio ambiente israelí y antiguo jefe del Shin Bet, Gideon Ezra, dijo que él mismo aprobaría un intercambio entre Barghouti y Shalit. Mientras en su momento Olmert rechazó y minimizó las declaraciones de Ezra, el nombre de Barghouti pasó a ser un nombre clave en el orden del día en las discusiones del gabinete israelí.
Si realmente la liberación de presos de la próxima semana desempeñará un papel o no sobre cualquier futuro cambio respeto la situación de Shalit, esto aún estar por ver. También es confuso si el resultado intencionado de reforzar a Abbas será o no alcanzado dado muchos otros factores de la arena política. Hamas todavía tiene el control de la Franja de Gaza y no muestra signos de abandono. Al contrario, Izzedin Al Qassam Brigades, el ala militar de Hamas, advirtió a Israel el pasado 20 de agosto que si Israel no prosigue con sus negociaciones para la liberación de Shalit, este podría acabar como el ya desaparecido piloto israelí Ron Arad. Hamas también ha acusado a Israel de fomentar la hendidura entre los dos gobiernos palestinos, a partir de la discriminación ante la elección de los prisioneros que van a liberarse (ninguno de ellos es de Hamas). El gobierno de facto, sin embargo, reconoció que la liberación de cualquier preso palestino de las cárceles israelíes es “un triunfo para los palestinos”.
Si existe alguna verdad sobre las declaraciones hechas por los líderes políticos, esto es todo. La libertad de prisioneros políticos siempre será bienvenida por los palestinos independientemente de quien este detrás de este paso o el por qué se haya hecho. De todos modos las familias y los amigos de estos 199 palestinos esperan y se alegran por su regreso; para la gente, los dirigentes y probablemente para los mismos prisioneros, la victoria es agridulce. Miles de hombres, mujeres y niños permanecen entre rejas, debido a su compromiso con la causa palestina. Ellos y ellas también tienen la esperanza de que algún día les llegará su turno porqué más allá de la maniobra política, todos los prisioneros palestinos, independientemente de sus afiliaciones políticas, esperan poder regresar a sus casas.
* Joharah Baker para Miftah, publicado el 20 de Agosto del 2008. Traducido para Pueblos por Mireia Gallardo.
Viernes 22 de Agosto de 2008.
EL CÁNCER DE LOS ASENTAMIENTOS ISRAELÍES EN PALESTINA
Por Suhail Hani Daher Akel*
La arrogante soberbia de la potencia ocupante israelí impuso el reino del terror de los colonos judíos contra los ciudadanos palestinos.
En el doloroso álbum de los recuerdos, los sionistas crearon a Israel destruyendo 418 aldeas y ciudades palestinas en 1948. En abril de 1949, el gobierno israelí ya había instalado a 180.000 judíos en viviendas expropiadas a palestinos. La teoría de la destrucción fue inagotable.
En su guerra unilateral, encubierta y racista, Israel continuó con sus actividades ilegales de colonizar palestina. Construyendo asentamientos a partir de 1967 y el muro de Apartheid que sobrepasó los 800 kilómetros de longitud desde 2002.
De acuerdo a estadísticas. El pueblo palestino sufrió muchísimo durante los últimos ochos años como resultado del plan ’Sharon-Mofaz’, que aplicó la solución final, la limpieza étnica, los ataques militares, invasiones y la reocupación de ciudades y aldeas. La crisis humanitaria se fue incrementando como consecuencia de la asfixia económica y la presión israelí. Siendo el muro de Apartheid y los asentamientos el cáncer que carcomió diariamente a palestina.
Por la ubicación estratégica de los asentamientos ilegales y la construcción de carreteras que los une, Israel, aisló el libre movimiento palestino dividiendo la zona norte de palestina (Ribera Occidental) en cantones incomunicados. El permanente robo de tierras sofocó el desarrollo de las ciudades y las aldeas palestinas. Su asedió obstruyó el transito y la comunicación como resultado de los soldados de ocupación, las clausuras, los toques de queda, los puntos de controles militares (checkpoints) y el control del Mar Mediterráneo en Gaza.
Frente a la iniquidad israelí, florecieron las palabras pronunciadas en 1956 por uno de los europeos-sionistas fundadores de Israel, David Ben Gurion: “si fuera un líder árabe, nunca firmaría un acuerdo con Israel. Es normal: hemos tomado su país. Es verdad que Dios nos lo prometió a nosotros. ¿Cómo puede interesarles eso? Nuestro Dios no les pertenece. Existieron el antisemitismo, el nazismo, Hitler, Auschwitz. ¿Eso fue por su culpa? (no)... Sólo saben que fuimos y les robamos su país”.
Cincuenta años después de esas expresiones, el premier Ehud Olmert, en el 2006, consideró que: “Israel fijará sus fronteras de aquí al 2010”. Reafirmando el histórico interés sionista de un permanente rediseño de las fronteras israelíes marcadas por la usurpación de tierras, la expansión, el muro y los asentamientos, para quedarse con un alto porcentaje del territorio palestino de 1967, incluida Jerusalén, antes de 2010.
Con sabiduría colonial y un mar de vacíos ofrecimientos de paz, Olmert, se burló de las reiteradas promesas de su gobierno de congelar la construcción en los asentamientos. Las falsas palabras fueron denunciadas por el diario estadounidense Washington Post, quien relató: “A pesar de los compromisos de Israel para poner fin a la expansión de los asentamientos, tanto en la planificación como la construcción están avanzando cada día en toda la Ribera Occidental y Jerusalén Este. En los seis meses desde que se reanudaron las negociaciones entre Israel y los palestinos (en Anápolis), los asentamientos siguieron siendo una llaga”, agregando: “a los palestinos, la expansión de los asentamientos representa una prueba de que Israel no es serio acerca de querer la paz que refieren” (WP, Mayo 20, 2008).
Actualmente, en el asentamiento ilegal de Givat Zeev, al noroeste de Jerusalén, se están construyendo 750 departamentos en el enclave de una ladera palestina que se encuentra a una milla de otros asentamientos existentes. Promocionándolos con un provocativo gran letrero que reza: “Bienvenidos a la Nueva Alta Givat Zeev”, prometiendo “exclusivos apartamentos con alta calidad en las normas de construcción”.
En las afueras de Jerusalén, en el ultra-ortodoxo asentamiento sionista de Betar Illit, su alcalde Meir Rubinstein, ávido de más tierras palestinas, hizo saber que: “el último recuento fue de 39.000 colonos. Quizás ahora llegan a 40 o 41.000...Cada día en Betar hay más nacimientos”. En complacencia colonial. El portavoz del fundamentalista partido israelí ultra-ortodoxo Shas, Roi Lachmanovitch, le prometió que “pronto habrá 800 unidades de viviendas más en Betar Illit”.
Los colosales asentamientos de Jerusalén fueron erigidos durante la ilegal alcaldía de Teddy Kollek y se extendieron sobre un amplio suelo jerosolimitano, como Ma’ale Adumim, donde los israelíes desde hace tiempo tienen intenciones de construir 3.500 viviendas en los terrenos palestinos adyacentes. El crecimiento tiene los espurios deseos de aislar definitivamente a Jerusalén Este, cortar el norte de la Ribera Occidental desde el sur de la propia Ribera y unificar desde Jericó hasta Jerusalén. El complejo Ma’ale Adumim, protegido por el muro de Apartheid, es el mayor asentamiento judío convertido en una gran ciudad dentro del territorio palestino con más de 55.000 colonos judíos ilegales llegados de distintas parte del mundo.
La zona fronteriza del asentamiento cubre 50 kilómetros cuadrados, y de acuerdo a los planos, cuenta con aproximadamente 10 mil apartamentos. El objetivo israelí es cortar los vínculos existentes entre los poblados palestinos, judaizar, estrangular y llegar a la zona Este de Jerusalén a través de asentamientos, confiscación de tierras, demolición de casas y terrorismo de Estado. El 14 de septiembre de 1999, Ehud Barak visitó Ma’ale Adumim y declaró: “Ustedes son parte de Jerusalén. (.) Cada casa que han construido forman parte del Estado israelí”. (MEDEA, Bruselas Nov.2001).
La estrategia silenciosa de la expansión ilegal de los asentamientos, demostró que todas las políticas declaradas por Israel sobre una retirada del territorio palestino ocupado, desde los acuerdos de Oslo 1993 hasta Anápolis 2007, fueron una farsa para engañar la opinión pública internacional. A finales de febrero de 2008, colonos ilegales judíos establecieron el nuevo asentamiento Maskiot, en el Valle del Jordán, Ribera Occidental y la ampliación del asentamiento Elí, ubicado aproximadamente a 10 kilómetros al norte de Ramallah. El ministro de Defensa Ehud Barak, aprobó a finales de julio los planes para el nuevo asentamiento colonial Maskiot en tierras palestinas del Jordán, como parte de un acuerdo entre él y los colonos que fueron evacuados de la Franja de Gaza en 2005, según el diario The Jerusalén Post (5/8/2008).
Los constantes intentos de colonizar y judaizar las tierras de Jerusalén Este por los fanáticos grupos ultra-religiosos judíos nunca se interrumpieron. Durante la década del ’90, el estadounidense-judío Irwin Moskowitch, de manera espuria, adquirió una superficie de 14.500 metros cuadrados en Jerusalén Este. A partir de noviembre de 1998, los colonos judíos comenzaron a excavar ese terreno en el barrio palestino de Ras Al-Amud, para iniciar la construcción del asentamiento Ma’alah Hazeintim. Con impunidad, las autoridades israelíes, de manera mentirosa, afirmaron que esa excavación solo era para búsquedas arqueológicas.
La construcción de 133 viviendas, una sinagoga y un centro comercial en Ras Al-Amud (Ma’alah Hazeintim), representó un paso más de Israel en su campaña de asentamientos coloniales en territorio palestino ocupado y las reiteradas violaciones al derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad.
La sagrada ciudad de Belén, recuperada en 1995 y reocupada en el 2000, fue atravesada por el muro de Apartheid junto con las ciudades de Beit Sahour y Beit Yala. En Beit Sahour, al sur de Jerusalén, los colonos israelíes durante la tercera semana de mayo 2008, ocuparon por la fuerza 1.000 dunum de tierras palestinas al este de la ciudad para construir un nuevo asentamiento ilegal. En relación, el Instituto de Investigación Aplicadas de Jerusalén (ARIJ, siglas en ingles), reveló en un informe las intenciones israelíes de construir en ese lugar un nuevo asentamiento llamado Ush Ghurab.
Entre los tediosos ejemplos del robo de tierras palestinas. En Hebrón (Al-Khalil), hogar de 180.000 palestinos y lugar de entierro del profeta Abraham (Ibrahim), se encuentra Kiryat Arba’a. Otro de los asentamientos ilegales en expansión y uno de los más agresivos por el feroz fanatismo ultra-religioso de sus 7.000 colonos, con ataques y persecuciones constantes contra la población civil palestina. En Hebrón se respira un permanente aire de tensión, debido a que Kiryat Arba’a, es una fortaleza beligerante custodiada y resguardada por las fuerzas israelíes.
El abogado alemán-judío, Elyakim Ha’itzni, es uno de los fundadores del movimiento de colonos en palestina ocupada y uno de los creadores del asentamiento Kiryat Arba’a, junto con los ultra-fanáticos rabinos Moshe Levinger y Meir Kahana. Ha’itzni nació en Kiel, Alemania, 1926. En 1938, la agencia europea-sionista lo trasladó de Alemania hacia Jerusalén, palestina, entretanto, muchos de su familiares perecieron en el Holocausto Nazi. En 1967, después de la guerra de ocupación israelí, él y otros fanáticos judíos se trasladaron rápidamente a establecer asentamientos sionistas en los nuevos territorios palestinos ocupados e impusieron el Holocausto Sionista en contra de la población palestina de Hebrón.
En el asentamiento se encuentra la tumba del colono terrorista Baruch Goldstein, un médico nacido y criado en Brooklyn, EE.UU.. El 25 de febrero de 1994, con su fusil de guerra “Galil”, abrió fuego contra los feligreses musulmanes en la Mezquita de Ibrahim (Abraham), asesinando a 63 e hiriendo a más de 200 palestinos, en lo que se conoció como “La masacre de Hebrón”. Al terrorista estadounidense-judío en Kiriat Arba’a, se lo consideró un “héroe” y le construyeron un monumento con su figura.
Detrás de las familias de los colonos está la organización fundamentalista Nakhalat Shimon, fundada por Benny Elon, ex ministro y dirigente del ultra-ortodoxo Partido Moledet, que exigió la expulsión de los palestinos de todos los territorios y consideró que: “Construir barrios judíos junto a zonas abiertas en Jerusalén es impedir la invasión ilegal y la construcción de palestinos que viven cerca de la Vieja Ciudad”. En el 2004, presentó su fastidioso plan “Jordania es palestina”, para deportar definitivamente a todos los palestinos.
La mayoría de los asentamientos se construyeron en tierras fértiles usurpadas a los palestinos. Con sus ricos recursos hídricos como el acuífero occidental (cuenca del Jordán), manantiales y pozos, que permitió a los colonos utilizar 2,400 m3 de las aguas palestinas por año, a diferencia de los 50 m3 por año permitidos por la potencia ocupante a los palestinos.
El cáncer de los asentamientos fue avalado por las leyes y los ministerios israelíes. a) La Ley de Emergencia del Ministerio de Vivienda de 1990, le permitió planificar el sitio para los asentamientos sin primero pasar por los municipios. b) El Ministerio de Justicia en la mayoría de los casos evitó procesar a los colonos que expulsaron por la fuerza a palestinos de sus hogares. c) El Knesset (parlamento), aprobó una ley que autorizó a los colonos ha portar armas de guerra y su uso frente a cualquier palestino ’sospechoso’, armado o no. d) El Ministerio de Finanzas tiene autorización de confiscar las viviendas de palestinos que no pagaron sus impuestos de propiedad. La Orden Militar Nº 58, permitió usurpar, vender o alquilar los inmuebles palestinos de la Ribera Occidental. e) El Ministerio del Interior, generalmente, aplicó la ley de la “propiedad de ausentes” de 1950, habilitando a los jueces militares la expropiación de tierras o casas. f) Las municipalidades, en el caso de la ilegal Municipalidad de Jerusalén, emitieron decretos que permitieron los asentamientos alrededor de los vecindarios árabes y establecer los lugares densamente poblados por palestinos como “Zonas Verdes”, en las que se les prohíbe construir. Las planificaciones habitualmente son secretas para sorprender y no dar lugar a las apelaciones.
En el primer trimestre de 2008, las fuerzas israelíes demolieron 124 propiedades, comparadas con las 107 de todo el año 2007, obligando el desplazamiento de 530 palestinos civiles, incluidos 135 niños. Según la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU: “más de 3.000 propiedades palestinas de Cisjordania (R.O.) tienen órdenes de demolición pendientes de ejecución, que pueden llevarse a cabo sin previo aviso”... “Los niños se sienten con frecuencia terriblemente afectados por las demoliciones de sus hogares y los consiguientes desplazamientos de sus familias”. Por su parte, según el diario israelí Ha’aretz, en los primeros seis meses de 2008, los colonos sionistas cometieron 439 violentos ataques contra la población civil palestina. (H.15/8/2008).
El 22 de mayo de 2008, los buldózer de la potencia ocupante demolieron seis apartamentos palestinos en Jerusalén ocupada, utilizando el habitual pretexto de la falta de permisos de edificación. Sin sosiego para el castigado pueblo palestino. El pasado 10 de junio, Israel, anunció la construcción de 1.300 viviendas en el barrio de Ramat Shlomo de Jerusalén, que ya cuenta con unas 2.000 unidades. La ilegal Comisión Israelí de Planificación Urbana de Jerusalén, sujeta al Ministerio de Interior, pronosticó que en total se duplicará el número de viviendas en ese asentamiento, llevándolas a 4.000 unidades.
A mediado del mes junio, los equipos municipales de Jerusalén entregaron “notificaciones de demolición” a los propietarios de otras 88 casas situadas en Silwan, en cercanías del monte de Jabal Abu Ghneim, los que dejarían sin hogar a más de 1.500 palestinos.
La crisis del monte Jabal Abu Ghneim en Jerusalén Este, por su expropiación en 1991 y el establecimiento del asentamiento sionista de Har Homa (1999-2005), obligó a la Asamblea General de la ONU, llamar a un período extraordinario de sesiones de emergencia el 24 de abril de 1997, con el fin de examinar las “Medidas ilegales israelíes en Jerusalén Oriental ocupada y el resto del territorio palestino ocupado”. Las sesiones aprobaron por amplia mayoría cinco resoluciones: ES-10/2 (25/4/’97), ES-10/3 (15/7/’97), ES-10/4 (13/11/’97), ES-10/5 (17/3/’98) y ES-10/6 (9/2/’99), en la que: “condenan la construcción israelí en Jabal Abu Ghneim y de todas las demás medidas ilegales israelíes en los territorios palestinos ocupados, incluida Jerusalén...reafirmando la aplicación del Cuarto Convenio de Ginebra de 1949”. Además, en las resoluciones: “reafirma que las medidas adoptadas por Israel, que han alterado o pretendido alterar el carácter, la condición jurídica y la composición demográfica de Jerusalén son nulos y carecen de validez alguna”.
La Presidencia del Consejo de la Unión Europea, a cargo de Francia, el 8 de agosto de 2008, expresó: “su profunda preocupación por la decisión de las autoridades israelíes de aprobar la construcción de 400 viviendas en el asentamiento de Neveh Yaacov y lanzar una licitación para la construcción de 286 y 130 viviendas en los asentamientos de Beitar Illit y de Har Homa”. La Presidencia, “reitera que el asentamiento de las colonias en cualquier lugar que sea dentro de los territorios palestinos ocupados, incluyendo Jerusalén Este, es ilegal en virtud del derecho internacional”.
Irónico e ignorando las leyes jurídicas internacionales, Ehud Olmert, expresó: “Estamos construyendo en Jerusalén, porque todo el mundo sabe que no hay posibilidad que el Estado de Israel vaya a renunciar a barrios como Har Homa, como saben, es una parte inseparable de Jerusalén”.
Las maniobras fraudulentas de los colonos, respaldados por el gobierno israelí, crisparon el estratégico barrio palestino de Sheikh Jarrah, cercano al Mount Scopus en Jerusalén Este. En 1956 el barrio albergó 28 familias de los refugiados palestinos de 1948. Después de la ocupación de 1967, colonos fanáticos ultra-ortodoxos se adjudicaron impunemente esas tierras, registrándolas como propias en el Registro de la Propiedad israelí en 1972. Finalmente, los colonos les vendieron las tierras a la empresa israelí Nahlat Shamo’an, quien en febrero de 2008 presentó un proyecto a la Municipalidad israelí de Jerusalén para demoler las 28 casas y en su lugar construir 200 apartamentos y un centro comercial como preludio de un nuevo asentamiento para judíos emigrantes.
El comité palestino de residentes de Sheik Jarrah, en julio de 2008, rechazó la iniciativa y exhortó a la comunidad internacional, a las organizaciones de Derechos Humanos y a las Naciones Unidas, a “condenar la política de judaización de Jerusalén que afecta la presencia palestina”. Sheikh Jarrah, es uno de los sitios más sensibles en Jerusalén Este. La instalación de un nuevo asentamiento contribuirá significativamente al encierro de la Vieja Ciudad.
Sin ética. Israel, utilizó durante 15 años las negociaciones ante el mundo como escudo para dar la impresión de que hay un verdadero “proceso de paz” en curso. Mientras, por medios pérfidos potenció sus 120 asentamientos y 102 puestos de avanzada ilegales con más de 470.000 colonos judíos que oprimen la vida y la armonía dentro de palestina ocupada. Solo en la capital, sector Este de Jerusalén, se instalaron 250.000 colonos desde 1967.
Los principales asentamientos convertidos en opulentas ciudades, son: Attarot; Neveh Yaacov; Pisgat Zeev; French Hill; Montus Scorpus; Ramot; Ramot Eshkoh Talpiot; Gilo; Har Homa; Karnei Shomron, Ariel; Givat Zeev; Geva Benyamin; Ma’ale Adumim; Gush Etzion; Ma’alah Hazeintim; Migron; Gush Katif; Elí; Kiryat Arba’a y Beitar Illit y el nuevo Maskiot, entre otros centenares.
Gaza, es un doloroso capitulo. El criminal de guerra Ariel Sharon (convaleciente), ingeniero del muro de Apartheid, removió sus 21 asentamientos de Gaza en septiembre de 2005, con los 8.692 colonos y convirtió a la Franja de Gaza en una ’gran cárcel a cielo abierto’, donde viven 1,5 millón de palestinos en apenas 356 kilómetros cuadrados. Ehud Olmert, heredero y regente del Apartheid, continuó con la limpieza étnica palestina. Desde junio de 2007, cercó Gaza; cerró el cruce de Rafah en la frontera con Egipto, único paso que cuentan los gazauie para entrar o salir de Gaza; bloqueó y restringió la energía eléctrica, el combustible, los alimentos y medicamentos, convirtiendo a la Franja de Gaza en un gran ’campo de concentración’ del Siglo XXI.
La comunidad internacional y las Naciones Unidas, consideraron a todos los asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados, como ilegales. Sin tener en cuenta cuándo fueron construidos o, si están o no autorizados por el gobierno Israelí. La expulsión de personas y la confiscación de sus tierras para la construcción de asentamientos es una violación a las normas del reglamento de La Haya de 1907, sobre la protección de la propiedad pública y privada de un territorio ocupado. La política de Israel de asentamientos y sus prácticas, son claramente contrarias al derecho internacional.
El Consejo de Seguridad en su resolución 452 del 20 de julio de 1979, “Hace un llamado al Gobierno y al pueblo de Israel para que ponga fin, con carácter de urgencia, el establecimiento, construcción y planificación de asentamientos en los territorios árabes ocupados desde 1967, incluida Jerusalén”... “no sólo violan el Cuarto Convenio de Ginebra, sino también, constituyen un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Medio Oriente”. En su resolución 465 del 9 de marzo de 1980, por unanimidad, “Deplora profundamente que Israel se rehúse a cooperar...y lamenta por su formal rechazo a la resolución 452”.
El artículo 49, párrafo 6 del Cuarto Convenio de Ginebra de 1949, dispone que: “la potencia ocupante no pueden efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio por ellos ocupado”. Por su parte, la Corte Internacional de Justicia, el 9 de julio de 2004, consideró que: “los asentamientos israelíes en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Este, son ilegales y constituyen un obstáculo para la paz y el desarrollo económico y social”. Llamó al “muro ilegal” y “pidió a Israel congelar su construcción, demoler lo construido e indemnizar a las familias palestinas perjudicadas”.
La verdadera paz sólo puede construirse sobre la base de la dignidad y la justicia. El gobierno israelí luego de 60 años no mostró signos positivos que permitan la restitución del Estado de palestina independiente con Jerusalén capital.
La potencia ocupante, quebrantó los principios básicos del ser humano, violando la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “...Considerando que el reconocimiento inherente de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”. El mundo los debe juzgar.
* Ex Embajador del Estado de palestina en la Argentina
Jueves 21 de Agosto de 2008.
HANNA BARAG, DEFENSORA ISRAELÍ DE LOS DERECHOS HUMANOS:
“LA OCUPACIÓN ME AVERGÜENZA”
Por Ana Carbajosa, El País (España)
AL MURO Y EL BLOQUEO ISRAELÍ A LOS TERRITORIOS PALESTINOS.
A las seis de la mañana, Hanna Barag ya está en ruta. Tiene 72 años, aspecto de afable abuelita y una jubilación bien merecida. Podría quedarse remoloneando en la cama o leyendo el periódico hasta las tantas, pero esta menuda mujer es una israelí que dedica gran parte de su vida a denunciar los abusos que cometen los soldados de su país en los puestos aduaneros y a tratar de aliviar parte del sufrimiento de los palestinos atrapados en la burocracia de la ocupación. “Los jóvenes israelíes no quieren saber lo que pasa al otro lado del muro, no les interesa saber lo que hacen sus soldados. A mí, sí. Es mi país, son mis impuestos, es nuestro futuro. La ocupación me avergüenza”.
Se considera una verdadera sionista, que ansía un país justo
Los controles militares que patea Barag son los mismos que la comunidad internacional ha condenado, porque, dicen, minan el desarrollo económico de los palestinos y limitan la llegada de ayuda humanitaria, según una de las últimas quejas de la Unión Europea de hace apenas un mes. El Gobierno israelí los considera, sin embargo, vitales para la seguridad de un Estado que acaba de cumplir 60 años y que en su madurez reflexiona acerca de su supervivencia.
Barag es judía y de origen alemán. La mayor parte de su familia logró escapar del horror nazi y se asentó en Israel movida por el proyecto sionista. Algunos, como sus tíos, no lograron huir y terminaron sus días en Auschwitz. Ella nació y creció en Israel, donde su amenaza ha sido otra, la de los ataques palestinos que también ha vivido demasiado cerca (en una ocasión, un suicida dejó la carga explosiva en el jardín de su casa, en Jerusalén). Pero ni siquiera convivir con la amenaza le ha hecho perder el norte, porque Barag es de las que cree que los atajos a la hora de aplicar la ley no funcionan.
A las 8.00, Barag ya va por el segundo puesto de la ruta que se ha marcado. Es el que controla la entrada a la ciudad palestina de Nablús. Allí, hombres, mujeres y niños se hacinan como ganado en pasillos enrejados. Al final de estos túneles, los soldados controlan la documentación de los palestinos y deciden si les dejan pasar. Los trabajadores salen del control con el carné en la boca, las botas manchadas de yeso y a medio vestir. Se atusan y continúan su larga excursión hasta el andamio. Barag, enjuta y vestida con pantalones con festón de flores y calcetines blancos impolutos, observa y apunta todo en su libreta. Se fija en un muchacho con camiseta verde que se pone a la cola al otro lado del control. Tarda una hora en pasar.
Los pasos aduaneros se han convertido en un microcosmos con vida propia en los que las mujeres dan a luz, la gente se arrodilla a rezar, duerme en la fila sobre los cartones a la espera de que amanezca y donde se entablan amistades y peleas propias de la tensión de la espera y la urgencia de llegar a tiempo al trabajo.
Apostada a la salida de uno, Barag recibe las amenazas de un uniformado. “Salga de aquí, voy a llamar inmediatamente a la policía”. Ella ni se inmuta. Conoce las reglas al dedillo y sabe dónde puede estar y dónde, no. No les teme a los soldados e ignora sus gritos de “váyase a cocinar, abuela”. La suya es una carrera de fondo.
A estas alturas, tras siete años de recorrer los territorios ocupados, Barag ha entablado relaciones con todos los estamentos del Ejército. A ellos les hace llegar las denuncias y les pide también favores, que dejen pasar a los cientos de palestinos que acuden a ella para que puedan asistir a su propia boda, dar a luz en un hospital o incluso morir en su propia casa. A veces suena la flauta y la escuchan, porque, al fin y al cabo, es una de las suyas, habla su idioma y podría ser su madre, exigiéndoles buen comportamiento.
Barag, como sus 500 compañeras de la organización MachsomWatch que a diario someten a los soldados de los puestos de toda Cisjordania a escrutinio, no encaja con el perfil clásico del activista. Son mujeres de avanzada edad, más bien de clase media y alta calificación académica. Profesoras, químicas y doctoras componen este ejército de auditoras de derechos humanos a las que les mueve el sentido común y el deseo de vivir en un país mejor. Por eso, Barag se ríe de los que ven en ella a una izquierdista peligrosa. Ella se considera una verdadera sionista, que ansía un país justo, acorde con los valores que dicta la fe judía.
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