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COMISIÓN de APOYO al PUEBLO PALESTINO

Opinión y Análisis.

Palestina: Cosecha sangrienta

Palestina: Cosecha sangrienta

El incidente relatado abajo es apenas un ejemplo de la odisea cotidiana que viven las comunidades palestinas a manos de la violencia impune de los colonos judíos, particularmente en esta época de cosecha de la aceituna. Sirve para ilustrar de dónde viene la violencia en Cisjordania, y también la solidaridad y compasión de las comunidades palestinas hacia sus vecinos israelíes.

 

2011-10-27 06:02:35 / Fuente: María M. Delgado, Blog Palestina en el Corazón

Este es el testimonio de un activista israelí de 61 años que fue seriamente golpeado y herido en la cabeza y en el cuerpo por colonos judíos durante la cosecha de olivos en la aldea palestina de Jalud (distrito de Nablus). Los colonos le quebraron varias costillas y dedos, y le robaron su cámara y otras pertenencias.

Ofer Neiman, 25/10/11

Publicado en MONDOWEISS – The War of Ideas in the Middle East

El viernes pasado llegamos a la aldea palestina de Jalud para participar en la cosecha de aceitunas con un grupo de campesinos palestinos. Junto con nosotros había un grupo de activistas internacionales y miembros de una cooperativa agrícola palestina de la zona de Hebrón. Cuando subimos a las terrazas de la colina que está a un km de la aldea para empezar a cosechar los olivos, ya había algunas escaleras y un tractor que había transportado el equipo necesario para la cosecha.

No habían pasado más de cinco minutos, cuando cuatro o cinco colonos judíos enmascarados llegaron al lugar, acompañados por un guardia armado vestido de civil. Excepto el guardia, todos tenía la cara cubierta con trapos (todos blancos y uno negro). Por la ruta de donde vinieron, supuse que venían del outpost (expansión) ilegal de la colonia Esh Kodesh (“Fuego santo”).

En cuanto llegaron, empecé a filmarlos. Ellos comenzaron a gritarle a los palestinos: “¡Fuera de aquí! ¡Ésta es nuestra tierra!” “Ustedes no han trabajado esta tierra por diez años, ahora nos pertenece”. Eso desató una disputa de gritos, pero hasta ese momento no pasaba de eso.

Cuando el griterío se calmó un poco, los palestinos retomaron la faena. Yo seguía filmando, cuando de pronto ví que el guardia armado y uno de los enmascarados venían hacia mí. Sentí de golpe una explosión terrible, y me di cuenta que uno de ellos había tirado una granada de estruendo hacia donde la gente estaba cosechando. Inmediatamente después escuché una salva de disparos. De inmediato la gente empezó a dispersarse, y yo también empecé a caminar en la dirección opuesta. Las piedras volaban en ambas direcciones, y los enmascarados empezaron a golpear brutalmente a las personas que quedaban en el lugar. Me alejé unos 20 metros del área y fui a una terraza más baja para escapar de las pedradas, ya que una me había dado en la mochila. A esa altura estaba a unos 50-60 metros, bastante lejos de la zona de cosecha, y todo el mundo corría hacia la aldea.

En ese momento tres o cuatro de los colonos enmascarados se acercaron a mí. Yo estaba convencido que cuando se dieran cuenta que era un hombre mayor, y me identificara como israelí, nada iba a ocurrir. Ellos al principio creyeron que era árabe y me dijeron “Jib al-hawiya” (“Denos su identificación”). Yo traté de decirles: “Cálmense, muchachos, soy israelí, no hay necesidad de violencia”. En ese momento el enmascarado de negro tironeó de mi cámara y trató de quitármela. Yo protesté: “¿No les da vergüenza? ¿Por qué actúan con violencia? Soy suficientemente viejo para ser su padre!”. Ni bien dije eso, sentí un golpe en la cabeza, seguido de la sensación de sangre saliendo de la herida. Me caí al suelo, y siguieron pegándome con palos. Grité lo más fuerte que pude: “¡Socorro! ¡Que alguien pare esto!”, pero nadie me oyó.

Los enmascarados consiguieron quitarme la cámara de fotos, y agarraron mi mochila que tenía la cámara de video, cassettes y mi anteojos. Cuando intenté recuperar mi cámara, me golpearon otra vez, esta vez en la muñeca. Después huyeron con mis pertenencias, dejándome herido y sangrando, pero plenamente consciente de mi situación y de lo que había ocurrido. La verdad es que a esa altura las heridas no me dolían tanto, y más bien me preocupaba la cantidad de sangre que perdía. Estaba totalmente en shock, y no podía creer lo que me había ocurrido.

Me levanté y empecé a subir la colina. En el camino me encontré con A y M, que también estaba cubierta de sangre: los enmascarados la habían golpeado al principio, inmediatamente después que estalló la granada de estruendo. Juntos empezamos a bajar la colina hacia la aldea, mientras las granadas de gas lacrimógeno caían alrededor nuestro, disparadas desde un jeep militar que estaba parado bajo la colina. Creo que un segundo jeep -que vimos después- también nos disparaba desde el lado izquierdo de la colina.

En medio de las granadas de gas que caían sobre nosotros logramos bajar la colina y nos paramos a unos 50 metros del jeep militar. A, que estaba con nosotros, seguía gritándole a los soldados que dejaran de dispararnos, y que había personas heridas; pero siguieron haciéndolo. Cuando llegamos al borde del terreno, cerca del camino que lleva a la aldea, el segundo jeep militar se acercó. Era un jeep de la policía de frontera [militarizada], y paró a unos 20 metros de nosotros. E o A les gritaron: “¡Vengan a ayudarnos, hay personas heridas!”. Un soldado bajó del jeep, y pensé que seguramente venía a ayudarnos. Pero fue hacia la parte trasera del vehículo, sacó una granada de gas lacrimógeno y nos disparó. El cartucho cayó a unos cinco metros de nosotros, pero el viento soplaba en dirección opuesta, y los palestinos nos indicaron que nos quedáramos donde estábamos y dejáramos que el gas volara hacia el otro lado. A esta altura la herida en mi cabeza seguía sangrando, y uno de los palestinos ató su kaffiyeh alrededor de mi cabeza para parar la sangre. M, que estaba cerca nuestro, también sangraba profusamente.

Cuando el gas se dispersó, continuamos caminando hacia Jalud, y A corrió para traer su vehículo desde la aldea. Entramos en su auto y M, H y yo salimos a buscar la ambulancia palestina que estaba en Jalud. La ambulancia nos llevó a la clínica de la aldea de Qablan, donde desinfectaron nuestras heridas y limpiaron la sangre; el paramédico palestino nos indicó que llamáramos a Madah (el servicio de emergencia israelí) y pidiéramos una ambulancia para nosotros. Llamamos, y Madah nos indicó cómo llegar al cruce de Tapuah, donde la ambulancia estaría esperándonos.

Cuando llegamos al cruce de Tapuah tuvimos que esperar hasta que la ambulancia militar llegó. Llegó también un vehículo de la policía israelí, y un policía empezó a hacernos preguntas sobre qué había pasado. El paramédico militar trató de apurar el interrogatorio hasta que llegamos al cruce de Ariel [N. de la T.: un enorme bloque de colonias israelíes en el distrito de Salfit]. El policía, acompañado de un oficial, nos siguió en un auto hasta el cruce de Ariel y nos informó que ya habían mandado un investigador a la zona de Esh Kodesh. Uno de los policías nos dijo que después que recibiéramos atención médica, iban a contactarnos para continuar recogiendo nuestro testimonio. De allí nos trasladaron al hospital Belinson en la ambulancia de Madah.

Traducción: M.M.Delgado

EN EL DÍA DE LA TIERRA (YAUM AL ARD): ALGUNAS REFLEXIONES

EN EL DÍA DE LA TIERRA (YAUM AL ARD): ALGUNAS REFLEXIONES

Por Ruben Elías Dutra*

Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino

Montevideo, 30 de marzo de 2010**

El 30 de marzo en Palestina y en muchos lugares del mundo se celebra el Día de la Tierra (Yaum al Ard). En momentos en que el Estado de Israel continúa con su política de judaización mediante la conquista y ocupación de tierras de Palestina, es oportuno hacer algunas reflexiones sobre el origen histórico de la celebración con los sucesos de nuestros días.

El 29 de marzo de 1976, el Estado de Israel confiscó unas 2.000 hectáreas de tierras palestinas. También declaró zona militar a las ciudades y aldeas e impuso el toque de queda. Un día después, el 30 de marzo, se desató una huelga general y hubo manifestaciones multitudinarias en los territorios ocupados, adoptando el pueblo palestino medidas similares a las del pueblo uruguayo el 27 de junio de 1973, ante la disolución de las cámaras. La reacción de las tropas israelíes fue brutal. Ese día fueron asesinados a sangre fría siete jóvenes, fueron heridas 49 personas y 300 detenidas.

Ya en la propia declaración Balfour (02/11/1922), se observa el conflicto latente entre los derechos de los palestinos y la estrategia colonizadora sionista. Allí, Gran Bretaña se manifiesta "favorable al establecimiento, en Palestina, de un hogar nacional judío", y agrega: "entendiéndose que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judaicas existentes en Palestina".

Desde entonces, antes y después de la creación del Estado de Israel, ha habido un proceso de conquista territorial judaizante, que discrimina y expulsa al resto de la población, violando todos sus derechos.

En vísperas de la partición de Palestina en 1948, las organizaciones militares y paramilitares sionistas expulsaron a miles de habitantes palestinos por la fuerza y el terror, mediante amenazas, atentados y matanzas, como la de Dair Yasin, donde exterminaron a todos los habitantes de esa aldea.

El joven Estado de Israel nació en 1948, expulsando a miles de palestinos, que pasaron a vivir en campos de refugiados. Hoy su número supera los 4 millones, con derechos reconocidos por la ONU a retornar a las tierras y viviendas de las que fueron expulsados.

Para aquel que intenta "ser lo más objetivo posible", basta mirar una serie de mapas desde 1922 a la fecha, para comprobar la expansión del territorio de Israel, uno de los pocos estados que no tiene fronteras definidas a priori y que desconoce las resoluciones de la ONU al respecto.

En 1967 toda Palestina y partes de territorios de todos los países vecinos fueron ocupados por Israel. Sólo Egipto recuperó sus tierras, Siria, Líbano y... Palestina aún esperan. Para la ONU, Palestina ­incluyendo Jerusalén Oriental­ son territorios ocupados e Israel es la potencia ocupante, con deberes establecidos por tratados internacionales que viola e incumple impunemente. Es admirable que después de casi una década de dominio israelí, el 30 de marzo de 1976, el pueblo palestino desarmado se haya opuesto heroicamente el robo de sus tierras frente a las tropas de ocupación de una de las principales potencias militares. Y más admirable aún es que la voluntad de resistir se mantenga.

Hoy, el actual gobierno de Israel, a través de su canciller, reclama que Israel sea reconocido como "estado judío". Punto que es rechazado por muchas de las personas de esa confesión y, evidentemente, no se corresponde con la resolución de partición de la ONU. Este reclamo israelí, para nada inocente, implica desconocer el derecho al retorno de los refugiados palestinos que vivían en el actual Israel. En ese marco, también continúa expulsando a los palestinos de sus hogares en Jerusalén Oriental. En 1980, Israel aprobó la Ley Básica que anexa esa parte y establece que Jerusalén es su "capital eterna e indivisible". Pese a la resolución 478 del Consejo de Seguridad considera que esa Ley carece de validez jurídica.

Poco después de la guerra de 1967, Israel aumentó unas 20 veces la extensión de la municipalidad de Jerusalén, e instaló asentamientos en el este con el fin de aislar la ciudad árabe del resto de Cisjordania, para impedir que fuera un centro de gravitación religioso, económico, político y cultural de Palestina.

El proyecto del gobierno de Netanyahu es ampliar más Jerusalén para "anexar la denominada zona E1, un territorio de 12 kilómetros cuadrados donde se erigirán 3.500 viviendas para 14.500 colonos, lo que conectará Jerusalén con el bloque de Maale Adumim y, mucho más importante, partirá en dos Cisjordania", como lo denunció el profesor Ignacio Alvarez-Ossorio en España.

Mediante la fragmentación territorial, Israel persigue conformar pequeños territorios palestinos, aislados entre sí (la Franja de Gaza, Jerusalén Oriental y una Cisjordania dividida por lo menos en dos) a semejanza de los "batustanes" creados en Sudáfrica. De esa manera los territorios palestinos serán dominables y dependientes, aun en el caso que reciban el status de Estado.

Hasta ahora, el Estado de Israel viola impunemente los tratados internacionales, las resoluciones de la ONU y los acuerdos de Oslo. Continúa con su política de segregación y expulsión/exterminio/genocidio del resto de la población, ocupando tierras, ciudades y aldeas, haciendo un uso discriminatorio de recursos como el agua.

Los omnipotentes israelíes que impulsan un sistema de apartheid no deben olvidar que el régimen sudafricano cayó por la resistencia interna y por la condena y aislamiento de la comunidad internacional. En el mundo, día a día, se suman nuevas voces que condenan la política segregacionista de Israel. En lo interno, este 30 de marzo, la población palestina indignada salió a la calle recordando el Día de la Tierra y en rechazo de la judaización de Jerusalén, Belén y Hebrón.

La lucha de los pueblos por su autodeterminación continúa.

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* Presidente de la Comisión de Apoyo al Pueblo Palestino - Uruguay
** Publicado en la Sección Editorial de "La República", el jueves 1º de abril de 2010.

ISRAEL CONTRA EL MUNDO ENTERO

ISRAEL CONTRA EL MUNDO ENTERO

Por Niko Schvarz
Montevideo, jueves 18 de marzo de 2010 (La República).

La actitud provocativa del gobierno israelí de construir 1.600 nuevas viviendas en territorio palestino de Jerusalén Oriental (sumada a las nuevas construcciones en asentamientos de Cisjordania), todo ello coincidiendo con las visitas del vicepresidente Biden y del presidente Lula, ha concitado una repulsa generalizada. En el mundo entero, nadie la apoyo. Fue condenada por el secretario general de la ONU y por la Unión Europea, Hillary Clinton la califico de "insulto", el enviado especial de Obama, George Mitchell, suspendió el viaje ya concertado a la región, el vocero del presidente de EEUU dijo que era un sabotaje directo al proceso de paz. Y se han agregado nuevos actos provocativos, como veremos.

 

Al principio, el primer ministro Benyamin Netanyahu ensayó diversas excusas, admitió que no había sido oportuna la publicación del comunicado del ministro del Interior Eli Ishai anunciando las construcciones, pero nada dijo sobre el fondo del asunto y el ministro quedó tan campante en su cargo. Una periodista escribió desde Jerusalén que "Netanyahu parece que realmente no sabía nada acerca del comunicado que se iba a publicar"; pero en seguida quedó en falsa escuadra, porque Netanyahu se sacó la careta y con todo descaro declaró que "la construcción en Jerusalén, y en cualquier otra parte, seguirá como en los últimos 42 años" y que las construcciones proseguirán también en Cisjordania (como de hecho está sucediendo). Y el canciller Avigdor Lieberman, que es la eminencia gris de todo este proceso (y que está siendo investigado por maniobras de corrupción en vasta escala), agregó que "el Estado judío no tiene ninguna intención de cancelar sus proyectos".

 

No conforme con esto agregó una nueva provocación, al negarse ostensiblemente a estar presente en la comparecencia del presidente Lula ante la Knesset, un acto oficial programado con antelación. Alegó en su descargo que Lula había rechazado visitar la tumba de Theodor Herzl, el fundador del sionismo. Pero esta visita no estaba acordada entre las actividades a desarrollar. Tenemos a la vista la conferencia de prensa del vocero presidencial brasileño, Marcelo Baumbach, sobre la visita de Lula a Israel, Palestina y Jordania, y allí no figura. Por otra parte, tampoco concurrieron a ese lugar Nicolas Sarkozy ni Silvio Berlusconi en sus recientes visitas de Estado. Lula sí concurrió al Museo del Holocausto (Yad Vashem), como estaba programado.

 

Y lo más importante es que su discurso en la Knesset fue un fundamentado alegato a favor de la paz en la región, que reiteró en su visita inmediatamente posterior a los territorios palestinos, a Belén y Ramalah. En el Parlamento israelí Lula señaló: "El Estado de Israel debe vivir al lado del Estado palestino. Debe haber una coexistencia". Defendió la creación de "un Estado palestino independiente, soberano, cohesionado y económicamente viable. Solamente así el pueblo palestino podrá convivir en paz y seguridad con Israel. Tenemos urgencia en ver a los israelíes y palestinos viviendo en armonía. Rechazamos el mito de que estén condenados al conflicto, de que sus hijos estén sometidos para siempre a la irracionalidad de la guerra". En la cena ofrecida por el presidente de Israel, Shimon Peres, insistió en estos conceptos: "Defendemos la existencia de un Estado de Israel soberano, seguro y pacífico. El mismo deberá coexistir con un Estado palestino soberano, seguro y pacífico. Lo que está en juego no es solamente la paz en la región, sino la estabilidad en el mundo". Puso el ejemplo de lo que sucede en el Brasil, donde coexisten en paz las colectividades judía y árabe.

 

Esta es la clave. Tanto más desde que se agregaron nuevos actos provocativos por parte de Israel, como el bloqueo de territorios cisjordanos y de la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar sagrado del Islam, y la reinauguración de la sinagoga de Hurva, en territorio palestino de Jerusalén. Además, arreció la represión contra los palestinos que salieron a protestar. Hemos visto escenas de esta violenta represión a cargo de 3.000 efectivos, a pie y a caballo, con gases lacrimógenos, granadas y balas de goma, que dejaron un saldo de 50 palestinos heridos (16 hospitalizados), 3 policías heridos y decenas de detenidos. Un asesor de Obama dijo, en referencia a las acciones del gobierno israelí, que "todo parecía calculado para sabotear (la reanudación del diálogo), algo preocupante para todo aquel que promueve la idea de la paz y la seguridad en la región".

 

Esto preocupa a todo el mundo, menos al gobierno de Israel, que una vez más exhibe su desprecio sin límites por la opinión pública internacional y sigue adelante en sus planes de dominar toda la zona y reducir los territorios palestinos a meros islotes separados entre sí, como eran los bantustanes en Sudáfrica.

 

 

LAS CÁRCELES ISRAELÍES DESDE LA MIRADA PALESTINA

LAS CÁRCELES ISRAELÍES DESDE LA MIRADA PALESTINA

 

Por Sharon Eolis*, workers.org

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

Publicado en Rebelión, 01-09-2009

La Franja de Gaza, habitada por 1,5 millones de palestinos, es prácticamente una prisión al aire libre, un lugar de castigo y de exilio para los palestinos. Oficialmente nadie puede entrar o salir de Gaza a menos que se le dé permiso en los controles fronterizos que se abren al antojo de Israel y Egipto. Si su nombre no está en una lista previa, no puede entrar en Gaza o abandonarla.

 

Cuando acabó [la iniciativa de] el convoy Viva Palestina de EEUU, un palestino miembro de la misma con pasaporte estadounidense intentó sacar a su familia de Gaza para que pudieran viajar a EEUU. A pesar de que su esposa y sus hijos tienen pasaportes estadounidenses, los guardias fronterizos de Egipto se negaron a permitir el paso del autobús a través del puesto de control con ellos a bordo. Los delegados del convoy trataron de conducir a los niños a la frontera pero los guardias de seguridad se negaron a permitirlo y retuvieron el autobús durante más de una hora. Únicamente se permitió regresar a quienes iban en el autobús cuando éste entró en Gaza. El delegado palestino tuvo que abandonar a su familia de regreso a Egipto.

 

PRISIONES EN ISRAEL

 

Además de la prisión al aire libre que es de por si la Franja de Gaza, más de 11.000 mujeres, hombres y niños palestinos permanecen encarcelados en instalaciones de máxima seguridad de Israel como Nufha, Haderim, Jalamy, y Askalón, entre otros.

 

Desde 1967, más de 700.000 palestinos —un 20% de la población total en los territorios ocupados— han sido detenidos. La gran mayoría son hombres —aproximadamente el 40% de la población total de hombres de Palestina.

 

Desde que comenzó la segunda Intifada en 2000, más de 70.000 palestinos, incluidas al menos 850 mujeres, han sido detenidos por Israel, según Abdullah al-Zeghari, director de la delegación en Belén de la Sociedad de Presos Palestinos. El encarcelamiento y la tortura son considerados por la mayoría de los palestinos como un elemento central en la estrategia de ocupación israelí de contención y castigo colectivo del pueblo palestino.

 

Cualquier persona que los israelíes crean que va a resistir a la ocupación está en peligro de ser encarcelada. Esto incluye a activistas políticos no milicianos, organizadores comunitarios, enfermeros, médicos, periodistas, profesores y estudiantes, así como combatientes de la resistencia.

 

TORTURA Y MUERTE EN LAS CÁRCELES PALESTINAS

 

Según el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, B'tselem, más del 85% de los palestinos detenidos desde 1967 han sido sometidos a tortura, y al menos 197 han muerto en la cárcel. La negligencia médica fue la causa de 50 muertes. El resto fue sometido a torturas o ejecuciones.

 

Hasta 1999 casi todos los prisioneros palestinos fueron torturados para obtener información en base a la política emanada de la Comisión Ministerial Landau (1987) que permitía “la presión física y psicológica moderada” hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Israel prohibió el uso de diversas formas de tortura.

 

La policía y el ejército, sin embargo, siguen utilizando métodos prohibidos, similares al tratamiento a que han estado sujetos los prisioneros de Abu Ghraib en Irak y de la prisión de Guantánamo. Las formas de tortura utilizadas incluyen palizas, patadas, registros corporales, privación de sueño, abusos verbales y amenazas psicológicas, incluyendo aquellas en contra de miembros de sus familias. Los prisioneros son atados a sillas en posturas dolorosas o forzados a agacharse en posición de rana.

 

Los prisioneros son mantenidos en aislamiento o en tiendas de campaña en pleno desierto a temperaturas extremas. Sus alimentos son colocados junto a los agujeros que se utilizan como letrinas. Se les niega el acceso a agua caliente o el cambio de ropa.

 

Todas estas condiciones son contrarias a la normativa básica de derechos humanos de Naciones Unidas.

 

NEGLIGENCIA MÉDICA

 

Más de 1.600 presos sufren enfermedades crónicas pero se les niega atención médica. La administración penitenciaria se niega a dar permiso para la cirugía en situaciones en que peligra la vida como el cáncer y los trasplantes de riñón. También se niega a permitir medicinas enviadas por los familiares, los médicos o de la Cruz Roja.

 

DETENCIÓN ADMINISTRATIVA

 

La detención administrativa, por la que una persona puede ser retenida por largos períodos de tiempo sin juicio ni cargos formales, es una violación del derecho internacional y los derechos humanos, en particular la Cuarta Convención de Ginebra.

 

Originariamente, la detención administrativa en Israel se fundamentó en las Regulaciones de Emergencia del Mandato británico de 1945 que autorizaban a la policía a retener a un preso sobre la base de información confidencial a la que ni el detenido ni su abogado tenían acceso. Mientras que a un detenido se le permite recurrir, el carácter confidencial de la “prueba” [en la detención administrativa] hace imposible un juicio justo. Esta práctica sigue vigente en Israel. Según el Servicio de Prisiones de Israel, a fecha de 31 de mayo había al menos 449 detenidos administrativos palestinos. La cifra ascendía a 849 en noviembre de 2007. Detenidos palestinos han permanecido bajo las órdenes de detención administrativa entre seis meses y ocho años.

 

MUJERES Y MENORES

 

En la actualidad, 63 presas políticas palestinas están detenidas en las cárceles de Hasharon y Damoon. Algunas son jóvenes de 14 años. Están sometidas a tratos humillantes como los registros corporales, a veces en presencia de hombres.

 

Las mujeres embarazadas se ven obligadas a dar a luz en las celdas donde sus hijos siguen viviendo junto a sus madres durante años. Desde 1967, el ejército israelí ha capturado a más de 10.000 mujeres palestinas. 800 fueron secuestradas durante la Intifada al-Aqsa en septiembre de 2000.

 

Las Fuerzas de Defensa israelíes han secuestrado a un total de 7.600 niños, hombres y mujeres desde el año 2000. Algunos tan jóvenes como de 12 años de edad. Según los informes de la Sociedad de Presos Palestinos, en febrero 2009 había 374 menores palestinos en la cárcel, 50 tenían menos de 16 años de edad. El ejército israelí considera a los menores de 16 años como adultos. Ello viola la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, de la que Israel es signatario.

 

Estos menores también son sometidos a torturas y confesiones forzadas. Muchos están en las cárceles con presos adultos y sometidos a violencia sexual y física. Se les puede denegar las visitas de familiares, están privados de atención médica, y son víctimas de robos de pertenencias personales. También se les priva de [recibir] educación, de instalaciones de ocio y de cultura, y son torturados durante los intentos de coacción para que colaboren con Israel.

 

Al igual que los presos negros y latinos en EEUU, la mayoría de los presos palestinos están detenidos en cárceles lejos de sus hogares. Desde que Hamas fue elegido en 2006, Israel ha prohibido las visitas familiares a los presos.

 

También como EEUU, Israel ha promulgado un nuevo estatuto denominado “combatiente ilegal” que legaliza la detención de [personas] libanesas y árabes aunque no haya pruebas para llevarlos a juicio. Esta ley se aplica ahora a la población de Gaza.

 

En Gaza hay un prisionero israelí [miembro del ejército israelí y capturado por milicianos de Hamas en 2006] detenido por los palestinos quienes han ofrecido a Israel intercambiarlo por los detenidos palestinos en Israel. Mientras Israel ha utilizado a este preso como excusa para sus guerras contra la población de Gaza, se ha negado a negociar cualquier intercambio de prisioneros.

 

Los presos palestinos tienen una larga historia de resistencia en las cárceles israelíes. Se han organizado huelgas de hambre para protestar por los ataques violentos contra los presos y la negación de visitas y de atención médica. En algunos casos han participado miles de presos. La policía israelí y las fuerzas de seguridad han respondido con gran brutalidad. Los presos manifestaron su solidaridad durante la guerra de julio de 2006 contra Líbano y durante la guerra de Israel y la masacre de Gaza, que comenzó en diciembre de 2008.

 

TESTIMONIOS DE FAMILIARES

 

En la ciudad de Gaza, un grupo de mujeres palestinas con familiares languideciendo en las cárceles israelíes describieron para los miembros del convoy las horribles condiciones de estos campos de concentración.

 

Muhammad Hassamand, esposo de una de las mujeres, ha pasado 23 años en prisión. Sus hijos, uno de 12 y otro 15, no pueden ver a su padre. Su esposa dice: “No somos nosotros quienes fuimos contra ellos. Fueron los israelíes los que vinieron a nuestra tierra. Nosotros somos el pueblo originario. Hay más de 11.000 palestinos en cárceles israelíes [en comparación con] un soldado israelí [retenido por Hamas desde 2006 en Gaza].”

 

Otra mujer de edad avanzada dijo que había perdido la vista desde que su hijo fue a la cárcel hace 10 años. “He perdido mis ojos de llorar día y noche por mi hijo. Ha sido condenado a cadena perpetua. Ha pasado más de 20 años en prisión. No lo he visto desde hace más de diez años y ahora no puedo. Quiero ver a mi hijo. Queremos que nuestros esfuerzos y vuestros esfuerzos ayuden a ponerlo en libertad.”

 

Otra mujer declara: “Mi marido lleva encarcelado en una prisión israelí 22 años y nunca se me ha permitido visitarle.” Cree que su hijo también está encarcelado en Israel, pero no sabe si está vivo o muerto.

 

El pueblo palestino requiere que la comunidad internacional haga un llamamiento para protestar y lanzar campañas a largo plazo a fin de poner fin al encarcelamiento de palestinos y palestinas en cárceles israelíes, como parte de la plena liberación del pueblo palestino.

 

* Sharon Eolis es judía antisionista, miembro del convoy Viva Palestina de EEUU a Gaza en julio de 2009. Los datos provienen de las estadísticas del blog de la Campaña Internacional de Solidaridad con los Presos Palestinos.

(http://www.workers.org/2009/world/palestine_0903)

SE RECLUTA AL REY DAVID PARA EXPULSAR A LOS PALESTINOS:CUANDO LA ARQUEOLOGÍA DEVIENE EN UNA MALDICIÓN

SE RECLUTA AL REY DAVID PARA EXPULSAR A LOS PALESTINOS:CUANDO LA ARQUEOLOGÍA DEVIENE EN UNA MALDICIÓN

 

Martes 30 de setiembre de 2008

SE RECLUTA AL REY DAVID PARA EXPULSAR A LOS PALESTINOS:

 CUANDO LA ARQUEOLOGÍA DEVIENE EN UNA MALDICIÓN

 

Por Jonathan Cook*, CounterPunch / Rebelión - Spain

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández)

Desde las murallas exteriores de la Ciudad Vieja de Jerusalén, las casas sencillas de piedra y bloques de hormigón del pueblo de Silwan se extienden en cascada hacia al sur, hacia un valle conocido como el Estanque Sagrado. Los residentes palestinos estaban acostumbrados a vivir a la sombra de la historia y la religión, dada la espectacular forma física de la gran cúpula de plata de la mezquita de Al Aqsa y la imponente presencia cercana del Monte de los Olivos. Pero, últimamente, la historia se ha convertido en una maldición para la mayor parte de los habitantes de Silwan.

 

“Tenemos cámaras por todas partes vigilándonos día y noche”, dijo Yawad Siyam, de 39 años. “Guardias armados israelíes deambulan por nuestras callejas. Las zonas abiertas, los lugares donde jugaba cuando era niño, se han convertido en zonas prohibidas”.

 

La razón es el creciente número de colonos que se han ido mudando a Silwan desde los primeros años de la década de 1990, proclamando tener un derecho bíblico sobre esa tierra. Al menos 50 familias judías, con un total de 250 personas, se han apoderado de casas palestinas desperdigadas por Silwan, convirtiéndolas en un recinto impenetrable sobre el que ondean banderas israelíes.

 

Apropiaciones semejantes están produciéndose fuera del alcance de la vista en otras zonas palestinas de la ocupada Jerusalén Este. Las organizaciones de colonos, apoyadas por donantes privados extranjeros, confían en hacer así imposible un acuerdo de paz y asegurar que Jerusalén Este no se convierta nunca en la capital de un estado palestino.

 

Pero sólo en Silwan los colonos han desafiado tan públicamente la ley, reclutando abiertamente toda una colección de entidades oficiales israelíes, desde la Autoridad para las Antigüedades hasta el municipio de Jerusalén.

 

La absorción de Silwan está siendo planeada y organizada por una oscura organización conocida como Elad que, de forma inusual, ha sido seleccionada por delante de la Autoridad para Parques y Naturaleza para dirigir un importante sitio arqueológico en el centro del pueblo.

 

Con la financiación facilitada por desconocidos banqueros de Rusia y Estados Unidos, Elad ha transformado Silwan en la “Ciudad de David”. Incluso los postes indicadores en la zona ignoran la existencia del pueblo palestino y sus decenas de miles de habitantes.

 

El corazón de la Ciudad de David es un parque arqueológico que se va extendiendo implacablemente hacia todos los rincones de Silwan.

 

“Los colonos empezaron a apropiarse de las casas alrededor del sitio”, dijo el Sr. Siyam, precisamente la casa de su abuela fue una de las primeras de las que se apoderaron en 1994 tras su muerte. “Entonces se les concedió el sitio principal de las excavaciones, procediendo a construir casas nuevas en el parque. Y ahora están preparando nuevos sitios, levantando más vallas, apropiándose de más tierras y excavando por debajo de nuestras casas”.

 

Muchas de las casas de la barriada donde vive el Sr. Siyam presentan grietas en las paredes, después de que las excavaciones empezaran el pasado año a desenterrar un canal de drenaje que decían pertenecer al período del Rey Herodes. Los vecinos temen que sus cimientos hayan resultado dañados.

 

Se intentó que la excavación se extendiera a lo largo de 600 metros por debajo de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, pero los tribunales lo impidieron en febrero pasado una vez que se supo que los arqueólogos estaban excavando sin permiso. Sin embargo, Elad ha empezado recientemente a trabajar en otros túneles.

 

El principal objetivo de la organización es el sitio mismo de la Ciudad de David, sobre la cual obtuvo el control en 1998, tras un turbio acuerdo con la Autoridad sobre los Parques y el municipio de Jerusalén.

 

Elad ha ido volcando dinero para las excavaciones en la zona, subcontratando a la principal entidad arqueológica de Israel, la Autoridad para las Antigüedades. “Quieren utilizar la arqueología, incluso la arqueología falaz, para proporcionar cobertura a su agenda política de expulsar a los palestinos de Silwan”.

 

“Lo que resulta tan alarmante es que parece que también le están fijando la agenda a la Autoridad para las Antigüedades”.

 

El Sr. Mizrachi y otros dos arqueólogos han estado dirigiendo visitas turísticas alternativas por la Ciudad de David desde el mes de enero, en un intento de desafiar las proclamas de Elad de que han desenterrado el palacio de 3.000 años del Rey David, convirtiendo así a Silwan en capital de un antiguo reino israelí.

 

Pero los arqueólogos disidentes se enfrentan a una tarea hercúlea. El año pasado, 350.000 turistas fueron conducidos alrededor del sitio por los guías de Elad. Las intermitentes visitas alternativas se sienten afortunadas si pueden reunir una docena de visitantes.

 

“Si Elad puede convencer a la gente de que este fue una vez el hogar del Rey David, entonces les será más fácil justificar que se apoderen de Silwan y que saquen de allí a la población palestina”, dijo el Sr. Mizrachi.

 

La arqueóloga a cargo de las excavaciones de la Ciudad de David, Eliat Mazar, ha revelado ostensiblemente esas pruebas en unos muros antiguos de piedra que se empeña en que pertenecen al palacio del Rey David.

 

Pero Rafi Greenberg, profesor de arqueología en la Universidad de Tel Aviv, que estuvo entre los que excavaron el sitio a finales de la década de 1970, denominó como “mala ciencia” los trabajos que están llevándose a cabo bajo la supervisión de Elad”.

 

En otro tiempo, sus preocupaciones fueron amplia y públicamente compartidas por los arqueólogos de Israel. A mediados de la década de 1990, Elad se enfrentó a una batalla legal por haber dañado reliquias antiguas. En 1997, la Autoridad para las Antigüedades le advirtió que no traspasara el parque a Elad. Y en 1998, los arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén presentaron una petición ante el Tribunal Supremo por la mala gestión de Elad del sitio de la Ciudad de David.

 

Sin embargo, el control de Elad sobre Silwan se ha afianzado y ha crecido la popularidad de la Ciudad de David, mientras las voces disidentes se han ido acallando. El constreñido presupuesto de la Autoridad para las Antigüedades necesita de la financiación de Elad, y los arqueólogos israelíes, que dependen de la Autoridad para trabajar, no se atreven a criticar abiertamente sus implicaciones con Elad.

 

Ningún arqueólogo habló oficialmente cuando en el mes de junio pasado surgió la noticia de que habían aparecido en Silwan, cerca de la mezquita de Al Aqsa, docenas de esqueletos del primer período islámico y que, sin inspección alguna, habían sido desenterrados y se habían desembarazado de ellos, acerca de lo cual la Autoridad para las Antigüedades admitió más tarde que era “un serio contratiempo”, dejándose que eruditos internacionales, incluidos renombrados historiadores y arqueólogos fueran quienes lanzaran una petición solicitando que se le quite a Elad el control del sitio.

 

El Sr. Mizrachi dijo que a pesar de que el sitio de la Ciudad de David sea uno de los más estudiados en Israel, no hay pruebas físicas que muestren que el Rey David utilizara alguna vez esos edificios. Poco más puede deducirse, aparte de que los restos datan el período cananeo de hace 3.000 años. “Incluso si encontrásemos una inscripción hebrea que dijera ‘Bienvenidos al palacio del Rey David’, eso no justificaría los objetivos políticos de Elad. Los residentes en Silwan y sus antecesores han estado viviendo allí durante cientos de años y no pueden ignorarse sus derechos. ¿Debería entregarse la tierra al Vaticano y desalojar a los israelíes de sus hogares cada vez que se encuentra un sitio cristiano en Israel?

 

Esos argumentos han caído en saco roto.

 

Según una serie de reportajes aparecidos en los medios locales, el gobierno, los arqueólogos estatales, el municipio de Jerusalén y la policía están secretamente operando con Elad y con otra organización de colonos, Ateret Cohanim, para extender el control de los colonos sobre Silwan.

 

Hay toda una serie de sentencias de los tribunales que se retrotraen a más de una década, averiguándose que los colonos habían falsificado documentos para apropiarse de la tierra y propiedades de las familias palestinas y que estaban construyendo contraviniendo las leyes locales sobre planificación. Se han ignorado esas sentencias y la policía y el municipio han continuado con los ilegales desahucios. El gobierno israelí continúa también financiando a los guardias de seguridad que vigilan las ilegales casas.

 

El mes pasado, Yossi Havillo, asesor legal del ayuntamiento de Jerusalén, señaló que era probable que el rechazo del municipio a respetar una orden de desahucio de hace bastante tiempo contra ocho familias en un asentamiento conocido como Beit Yehonatan “creara preocupación ante un hecho de discriminación, por el cumplimiento del municipio de las órdenes de demolición contra los árabes, pero no contra los judíos”.

 

Se estaba refiriendo en parte a una decisión de 2005, bajo presiones de Elad, que ordenaba la demolición de 88 hogares palestinos en la barriada de Bustan, justo debajo del sitio arqueológico de Elad. Uri Sheetrit, el ingeniero municipal, justificó las demoliciones sobre la base de que era probable que el valle se inundara. Como consecuencia de las presiones internacionales, se suspendieron temporalmente esas órdenes.

 

No obstante, el municipio sigue apoyando la expansión de los asentamientos en Silwan. En mayo, se empezó aprobando un plan presentado por Elad para la construcción de un nuevo complejo de viviendas, una sinagoga, una guardería, una biblioteca y un aparcamiento subterráneo para 100 coches.

 

Los concejales también apoyaron la confiscación de las tierras de nueve propietarios palestinos para crear un aparcamiento para la Ciudad de David. En julio, los tribunales anularon la decisión.

 

El día que el tribunal emitió su veredicto, dijo el Sr. Siyam, la policía asaltó, como acostumbra a hacer, las casas de los palestinos que habían presentado las peticiones y les arrestaron. Parecidos arrestos se habían llevado a cabo anteriormente cuando los vecinos pidieron a los tribunales que pararan las excavaciones que estaban realizándose bajo sus casas.

 

Mientras tanto, Shuka Dorfman, el director de la Autoridad para las Antigüedades, dijo recientemente a los informadores que estaba en contra de “confundir la política con la arqueología”.

 

* Jonathan Cook es un escritor y periodista que vive en Nazaret, Israel. Su libro más reciente es: “Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East” (Pluto Press) y “Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair” (Zed Books). Su web en Internet es: www.jkcook.net

 

Lunes 29 de setiembre de 2008

¿QUÉ PASA CON JERUSALÉN?

 

Por Mustafa Al-Barghouti*, Al Ahram Weekly / Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Uno no necesita ser un experto en el supuesto “proceso de paz” para saber que el objetivo de Israel durante los últimos cuarenta años ha sido negarles sus derechos a los palestinos. Al no haber podido quebrar la columna vertebral de los palestinos ni acabar con su resolución a resistir, Israel recurrió a las tácticas dilatorias. Cuando no era posponiendo cuestiones urgentes, era intentando vaciarlas de todo contenido. Así, la idea de un estado independiente y soberano se fue diluyendo en la de crear una entidad medio-autónoma, vaciada de cualquier autoridad real y establecida sobre trozos fragmentados de tierra.

 

Eso es a lo que ha llevado el Proceso de Oslo durante los últimos quince años. El número de colonos en los territorios ocupados se ha duplicado. Se ha erigido un muro de segregación racial. Cisjordania ha sido aislada de Gaza. Y Jerusalén está ahora rodeada por todas partes y aislada, con pocas conexiones, cuando no ninguna, con otras zonas palestinas. Cuando las negociaciones se reanudaron, Israel trató de conferir legitimidad a sus asentamientos más importantes, rechazado discutir la cuestión de los refugiados e insistiendo en posponer cualquier decisión sobre Jerusalén. Mientras tanto, los israelíes intentaron sin descaso cambiar la apariencia de Jerusalén, construyendo asentamientos tanto en su interior como en los alrededores, alterándola y judaizándola día tras día.

 

Israel está ahora sugiriendo un estado palestino con “fronteras interinas”. A cambio, quiere que los palestinos renuncien, efectiva e inmediatamente, al derecho al retorno de los refugiados. Israel quiere también que los palestinos olviden sus reclamaciones de extensas zonas de su tierra –tierra que ha sido engullida por los asentamientos, la tierra que rodeaba el Mar Muerto, la tierra de los pueblos Latrun (Imwas, Yalu y Beit Nuba), etc. Y justo ahora, Israel no está dispuesto a discutir la cuestión de Jerusalén. Pero sí está dispuesto a construir más asentamientos dentro y en los alrededores de la ciudad.

 

Puede que Israel esté cambiando su retórica pero no sus tácticas. En lugar de oponerse a un estado palestino, está dispuesto a aceptar un estado sin soberanía digna de ese nombre. En lugar de mantener todos los asentamientos que ha creado sobre tierra palestina, está dispuesto a sacar a 3.000 colonos, dejando allí a 450.000.

 

Hasta ahora, todo lo que Olmert y Barak han dicho sugiere que quieren transformar Jerusalén hasta donde no sea posible reconocerla. La Jerusalén que todos conocemos no es la que ellos tienen en mente. La Jerusalén de la Mezquita de Al-Aqsa, la Iglesia del Santo Sepulcro, el Monte de los Olivos, Salwan, al-Issawia y otras partes de la ciudad vieja, está a punto de parecerse mucho a las barriadas que han brotado por sus alrededores: Izaría, Abu Dies y quizá Beit Hanina.

 

Cada vez que los negociadores palestinos ceden un centímetro, Israel coge un kilómetro; los Acuerdo de Oslo no son sino un buen ejemplo. Está muy bien negociar pero no cuando las negociaciones socavan la propia base de las resoluciones y leyes internacionales. Las resoluciones de Naciones Unidas –apoyadas por los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia- afirman que toda la tierra de la que Israel se apropió desde la mañana del 5 de junio de 1967 son territorios ocupados. Esto se aplica a la Ciudad Vieja de Jerusalén y sus alrededores, a Cisjordania, Gaza, los pueblos Latrun, el Golán e incluso las Granjas de la Shebaa.

 

Egipto insistió en que le devolvieran cada centímetro del Sinaí, al igual que Siria reclama cada centímetro del Golán. Los palestinos no pueden aceptar menos. Debemos insistir en la retirada de Israel de toda la tierra ocupada, en lugar de entrar a hablar de un intercambio peligroso de tierras. Ya es suficientemente desastroso que Israel cogiera en 1948 la mitad de la tierra que el plan de partición de Naciones Unidas de 1947 dio a los palestinos. No necesitamos empeorar más las cosas.

 

¿Y de qué se está tratando en las negociaciones? Todo se mantiene bajo tapadera excepto alguna información que se va filtrando al azar y que sugiere que la cuestión de Jerusalén va a posponerse, otra vez. Dada la amarga experiencia de Oslo, donde se urdió un acuerdo por detrás de los negociadores oficiales, esto no augura nada bueno.

 

Todo el mundo sabe que ceder la Jerusalén árabe, o cualquier parte de ella, no es una opción aceptable para el pueblo palestino. Tampoco cualquier solución interina, especialmente esa de posponer la discusión sobre Jerusalén, es muy arriesgado cuando no un signo indiscutible de capitulación.

 

Lo último que necesitamos es otro acuerdo que socave nuestros derechos y debilite a nuestro pueblo. Esas negociaciones en nombre de los palestinos implican en estos momentos una inmensa responsabilidad. Todo lo que hagan tendrá consecuencias a largo plazo para nosotros.

 

* Mustafa al Barghouti es el secretario de Iniciativa Nacional Palestina.

 

Lunes 29 de setiembre de 2008

OLMER: “PARA LOGRAR LA PAZ ISRAEL DEBE RETIRARSE DE TODOS LOS TERRITORISO OCUPADOS”

 

Fuente: La Gaceta de los Negocios - Madrid, España

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, opinó este lunes que Israel debe retirarse de casi todos los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días de 1967 y volver así a las fronteras anteriores al conflicto para lograr la paz con los palestinos y Siria.

 

En una entrevista concedida al diario “Yediot Ahronoth”, Olmert, actualmente primer ministro en funciones después de que el pasado 21 de septiembre presentara su dimisión, aseguró que está haciendo todos los esfuerzos posibles por una retirada de la Cisjordania ocupada, donde los palestinos esperan crear su Estado, y de los Altos del Golán, exigidos por los sirios.

 

“Digo lo que ningún líder israelí ha dicho nunca antes: debemos retirarnos de casi todos los territorios, incluido Jerusalén Este y los Altos del Golán”, señaló Olmert, quien dimitió por las acusaciones de corrupción en su contra.

 

Según fuentes oficiales palestinas y occidentales, Olmert ha propuesto en las negociaciones de paz con la Autoridad Palestina una retirada del 93% de Cisjordania, por lo que se uniría a la Franja de Gaza, desocupada en 2005.

 

Pero Olmert siempre había afirmado que Israel tiene la intención de quedarse en la mayor parte de asentamientos judíos de Cisjordania en cualquier acuerdo futuro de paz con los palestinos. Pero estas conversaciones han mostrado pocos signos de avance y las dos partes reconocen que están lejos de llegar al acuerdo de finales de año, objetivo de la Administración estadounidense.

 

Antes de que se publicara la entrevista a Olmert, el jefe negociador palestino, Ahmed Qurie, consideró que la anexión de los asentamientos a Israel impediría a los palestinos establecer un país viable con continuidad territorial.

 

“No podemos tener un Estado con asentamientos dividiendo el territorio”, declaró Qurie a Reuters, mientras que otro negociador palestino indicó que no aceptarán las tierras que Olmert podría haber propuesto a cambio de los asentamientos.

 

Jueves 25 de setiembre de 2008

CINCO AÑOS DE LA MUERTE DEL INTELECTUAL PALESTINO:

 EDWARD SAID, LA PALESTINA AFONICA

 

Por Santiago Alba Rico, CSCA

Este texto fue originalmente publicado en las páginas del CSCA y de Rebelión el 12 de octubre de 2003, pocos días después de la muerte de Edward Said, y recogido después en el libro “Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos” (Santiago Alba Rico, Editorial Hiru, Hondarribia 2006).

 

Decía Robert Fisk hace unos días, en medio de otros elogios, que su amigo Edward Wadi'a Said era a veces un hombre “enojado”. Los que sólo lo conocimos a través de su obra, pero lo leíamos al mismo tiempo con asiduidad y compromiso -hasta el punto de incorporarlo poco a poco, en este mundo de ángulos e intemperies, al círculo intenso de los parientes de lucha, como antes se hablaba de los “parientes de leche”-, no dejamos de percibir este “enojo” que, de una manera creciente, se había ido apoderando de sus textos en los últimos años de su vida. Fue sin duda un largo proceso de acumulación, pero lo cierto es que este “enojo” se hizo conmovedoramente visible hace no mucho tiempo; creo incluso que podría datar su primera expresión pública en el verano del 2001, al hilo de una serie de artículos sobre Palestina de entre los que recuerdo al menos dos: “Muerte lenta: castigo detallado” y “Palestina: la verdadera atrocidad es la ocupación”. En ellos el lector avisado se veía sorprendido, y sacudido, por un temperamento completamente nuevo: el desprecio por los gobiernos árabes, incluido el de la ANP, el horror ante la violencia israelí y la rabia frente a la manipulación mediática abandonaban de pronto el terreno de la denuncia estricta y del análisis soberano para expresarse un poco a empellones, con la agitación de un pecho que solloza. El hombre pudorosamente académico del que tanto habíamos aprendido se convirtió al final en otro delicadamente colérico que coloreaba (de un rojo vivo) su prosa de combate. Y aprendimos, si cabe, mucho más. El profesor de Columbia retrocedía a adjetivos sumarísimos (“psicópata”, “asesino”, “secuaces”) para localizar rápidamente la fuente de un dolor insoportable; y este contraste, tan espontáneo, tan sincero, tan bien fundado, derribaba la última defensa de la inteligencia, que a veces se refugia en el cinismo o la ironía precisamente para no entender. El “enojo” es mucho más limpio. El enojo de Said conmovía porque era justo. El enojo de Said conmovía porque era la sombra -y no el sucedáneo- de un pensamiento. Y el enojo de Said conmovía porque parecía tejer el destino de su pueblo, hebra con hebra, con el suyo propio: a medida que se agravaba la situación en Palestina, en efecto, se agravaba también su enfermedad. No pienso, desde luego, que Edward Said, al que el trabajo había protegido de toda forma de narcisismo, estableciese ninguna simpatía supersticiosa entre los dos procesos, pero sí que era consciente de que cuanto más lejos estaba la liberación de Palestina menos vida le quedaba para contribuir a ella. El enojo es, sobre todo, una cuestión de tiempo, de falta de tiempo. El enojo es un atajo; comprime la eternidad que aún necesitaríamos para encontrar la solución. Es una sublevación contra la finitud. Uno se enoja porque no tiene tiempo suficiente, pero uno se enoja también para compensar su angustiosa escasez: el enojo dice muy deprisa lo que podríamos decir más despacio si los días fuesen más largos y si la frase no se expandiese a medida que disminuyen nuestras horas. Lo que llevó a Said a la literatura, lo que hizo de él un extraordinario literato, fue el tic-tac inscrito, como su cronómetro y su antídoto, en la experiencia de la escritura: el tiempo. En “Fuera de lugar”, su bellísimo libro de memorias, Said recuerda su primer reloj de pulsera, que escandía el orden inflexible de una jornada sin vanos ni treguas dominada en todo momento por “la culpa del tiempo desperdiciado”, tanto más aguda cuanto más aumentaba su ritmo de trabajo. La sensación de que era “demasiado tarde”, de ir siempre “por detrás” de sus obligaciones, de acumular cada vez más “retrasos” respecto de una tarea creciente -y la inseparable angustia del sueño experimentado como un descuento y no como un descanso- no le abandonó jamás. Durante su infancia, nos cuenta, aceptaba con alivio la enfermedad como una interrupción irresponsable de esta premura, pero naturalmente esto ya no le valió con la dolencia que le llevó a la muerte. “Ahora”, escribía, “por una diabólica burla, me encuentro a merced de esta enfermedad dolosa que no perdona y en la que trato de no pensar, esforzándome con un cierto éxito en seguir viviendo en mi habitual dimensión temporal, con esa sensación de ir siempre con retraso, de tener plazos y no lograr hacerles frente, algo que comencé a advertir hace cincuenta años y que tengo casi perfectamente interiorizado. Pero en mi fuero interno me pregunto si, por una extraña inversión de valores, precisamente este sistema de deberes y de plazos no representa ahora mi salvación; incluso si sé bien, naturalmente, que la leucemia avanza imperceptiblemente, de un modo más oculto e insidioso que las agujas de aquel mi primer reloj que entonces llevaba sin darme cuenta de hasta qué punto medían mi mortalidad, dividiéndola en intervalos perfectos e inmutables de un tiempo que permanecerá incompleto por toda la eternidad”. Pero -digámoslo claramente- el enojo de Said nos afectaría menos, nos enseñaría muy poco, si fuese sólo el resultado de su intolerancia de la finitud. El problema de Said no era el tiempo sino la Historia, donde el robo, el descuento, el retraso no son de ninguna manera inevitables, y donde la solución, por tanto, no viene impedida por la falta de minutos sino por la falta de escrúpulos, de conciencia, de coraje o de justicia. Su enojo, y el dolor subyacente, no se alzaban contra la injusticia de la mortalidad sino contra la mortal injusticia de la Ocupación. No es que la vida dure poco, es que esta injusticia es demasiado larga. Y fue Israel, y no Cronos, el culpable de que Said se muriera sin terminar de hacer los deberes.

 

Una imagen del enojo de Edward Said dio maliciosamente la vuelta al mundo. El 23 de mayo del 2000 el ejército israelí se retiró precipitadamente del sur del Líbano; el 3 de julio el intelectual palestino visitó el país donde había transcurrido parte de su infancia y no quiso dejar de sumar su alegría a la de los libaneses apenas liberados. Tras recorrer los siniestros pasillos de la prisión de Al-Khiam, donde el Tsahal había torturado durante años a miles de prisioneros, Said se acercó a uno de los puntos fronterizos con Israel e, imitando a una veintena de jóvenes, lanzó una piedra al otro lado, por encima de la valla y el alambre de espino. Sesentón y con leucemia, flaco y trajeado, se dejó llevar y lanzó también su piedra al campo vacío. El precepto evangélico dice: “El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Los israelíes, al igual que sus valedores estadounidenses, lo siguieron a rajatabla y no han vuelto a lanzar ni un guijarrillo a los desgraciados: en su lugar sólo usan aviones, misiles y bombas, lo que es un signo incontestable de su virtud superior. Una piedra es, efecto, demasiado poco, demasiado inofensiva, como para no ser un pecado. En un mundo donde sólo se respetan la tecnología y la fuerza y en el que los medios de destrucción justifican todos los fines, un guijarro tiene la monstruosa pequeñez de un desacato. La fotografía de Said lanzando su piedra demostró a los que sólo lanzan bombas de fragmentación (o las aprueban) que todos los palestinos son unos terroristas. Said recibió cartas con insultos y amenazas y se le intentó expulsar de la Universidad (porque a los “antisemitas” hay que tratarlos como el nazismo trataba a los judíos). Después de que le concedieran el premio Príncipe de Asturias, algunos de esos fanáticos que condenan las piedras y exaltan los misiles airearon el gesto para reprochárselo; otros, más moderados, se sintieron en la obligación de disculparlo. Por mi parte, no puedo dejar de incluir esa piedra entre sus méritos, junto a algunas de esas últimas frases que le salían como sarpullidos y que me conmovieron: el reflejo de un sabio que había sido niño en esa tierra y que tenía la sensación de haberse salvado tan poco como los que allí permanecieron. Esa piedra era la más tímida declaración de honestidad que pueda imaginarse, el impulso de una ingenuidad que había sobrevivido no sólo a las adversidades sino -mucho más difícil- al corruptor prestigio de las academias. Se agachó por las mismas razones, y con la misma naturalidad, que los jovencitos que lo rodeaban; y sintió al liberar el brazo el mismo gozo infantil y justiciero. Said explicó que había sido “un gesto simbólico de irreflexiva alegría” por la liberación del Líbano y yo lo creo. Pero creo también que, si hubiese tenido tiempo de pensarlo, hubiese hecho lo mismo. Said, que como palestino habría tenido tantas cosas que reprocharle, admiró siempre a Sartre y siguió admirándole incluso después de ese fugaz encuentro con él, a finales de los setenta, en el que vio al Maestro francés reducido a la mínima expresión, viejo, dependiente y casi prisionero de sus amigos judíos. Si Said, antes de lanzar la piedra, se hubiese detenido a reflexionar, tal vez no habría pensado en Sartre, pero habría pensado sin duda como él. Las únicas promesas que se pueden mantener son las que se hacen al lado de otros, al mismo tiempo que otros, y prometer y proyectar son, de alguna manera, verbos sinónimos: comprometerse es lanzarse hacia delante, por delante de uno, con un impulso compartido y desde un espacio común. Said siempre respetó a Sartre por lo mismo que otros, que sí lo hicieron, le guardaron luego tanto rencor: porque nunca escondió la mano. Y desde luego el palestino tenía muy presente en la memoria al hombre que rechazó el premio Nobel, el único de los grandes (aparte Brecht) que la CIA no pudo comprar para su “guerra fría cultural”, cuando escribió “Sobre los intelectuales y el poder” en 1994, recordando que la función del intelectual “sólo puede ser ejercitada por aquellos a los que se sabe comprometidos a plantear públicamente las cuestiones que molestan, a enfrentarse a la ortodoxia y el dogma (y no a producirlos), aquellos que no son reclutables a voluntad por los gobiernos y las grandes empresas y cuya razón de ser es la de representar a todas las personas y todos los problemas sistemáticamente olvidados o dejados de lado”. A lo que añade enseguida: “El intelectual, para este cometido, se basa en principios universales; a saber, que todos los seres humanos, independientemente de la nación a la que pertenezcan, tienen el derecho a esperar que se les apliquen las mismas normas de decencia y de comportamiento en materia de libertad y de justicia, y que toda violación de estas normas, deliberada o no, debe ser denunciada y abiertamente combatida”. Juan Goytisolo escribió que Edward Said era el único “intelectual libre” del mundo árabe, lo que por desgracia hace tiempo que ha dejado de ser un pleonasmo. Aparte la consideración de que, fuera del mundo árabe, no tenemos tampoco mucho de qué jactarnos, estoy de acuerdo. Fue tan libre, tan valiente, tan engagé, que logró que el término “intelectual” volviese a evocar una actividad seria, de alto riesgo y altísima moral, y no una vía estética de acceso a los privilegios de este mundo. Said rehabilitó ese nombre y su sola presencia -su trabajo y su ejemplo- dejó sin derecho a usarlo a decenas y decenas de “intelectuales esclavos” que esconden la mano detrás de él para recibir a escondidas su recompensa.

 

En uno de sus últimos artículos, Said escribió que “la invasión de Irak habría sido imposible sin la visión que los occidentales tienen del otro y concretamente de las sociedades árabe-musulmanas”. Esta frase lapidaria resume la tesis que “Orientalismo” (1978) había desplegado exhaustivamente en 450 páginas de análisis, datos y referencias orientadas a desenmascarar una refinadísima técnica de poder que trabaja a partir, no del uso de las armas, sino del uso de la mente. La idea de que “una representación está eo ipso comprometida, entrelazada, incrustada y entretejida con muchas otras realidades, además de con la "verdad" de la que ella misma es una representación” llevó a Said a desentrañar la síntesis espontánea que es la condición misma de toda relación de dominio, en una aplicación práctica de las enseñanzas de Foucault. Para someter al otro hay primero que “verlo” y verlo es construirlo, codificar su figura a la medida de nuestros intereses y ambiciones. El descubrimiento de Said fue el de que, en las condiciones de una distribución desigual del poder material y militar, conocer al otro es ya ponerlo de rodillas, pero que -aún más- esas mismas condiciones son el resultado de un conocimiento preformativo e interesado. El escándalo que su libro provocó tiene que ver con el hecho de que no se limitó a denunciar ciertos aparatos de propaganda -medios de comunicación o discursos políticos- sino que sometió expresamente a la luz de la crítica el campo del saber y sus pretensiones de objetividad. No ya Cromer o Balfour; Volney, Renan, Burton, Lane, Dozy, Humboldt, toda la pléyade de estudiosos (con Lewis o Gellner más recientemente) que configuraron desde el academicismo más diamantino el objeto de una ciencia volcada sobre un fantasma llamado Oriente, en realidad fabricaron con sus trabajos la “representación” -una verdadera escenografía- desde la cual se acometieron las invasiones, los saqueos y las matanzas de la política colonial. Las reservas con las que un ilustrado platónico como yo pudo acoger entonces algunas de sus conclusiones más extremas son insignificantes si se las compara con el efecto revolucionario que sus tesis tuvieron en la confortable fortaleza de los estudios orientales. Después de “Orientalismo”, el objeto del saber occidental (que incluía a los propios intelectuales colonizados, condenados a reflejar las representaciones de la metrópolis o a buscar refugio en una tradición inventada) se sublevó de algún modo contra este lazo desigual y reivindicó el derecho a constituirse en sujeto de su propio destino epistemológico. Después de “Orientalismo”, las nuevas generaciones de arabistas y estudiosos occidentales abandonan el pontificado arrogante de sus mayores y no tienen más remedio que aceptar -los que no lo hacen de buena gana- la necesidad de incluir la sospecha de sí mismos y la igualdad frente a sus colegas “orientales” como premisas de conocimiento a la hora de emprender sus investigaciones.

 

Años más tarde (“Cultura e imperialismo”, 1993) Edward Said extrapoló estas reflexiones al campo de la música y la literatura y, más concretamente, de la novela como género históricamente inseparable de la expansión colonial. Allí eran, no ya Renan o Humboldt, sino Austen, Dickens, Conrad y Kipling (algunos de mis autores favoritos y también -por cierto- de los suyos) los que supuraban bajo el análisis una complicidad inconsciente con el Imperio británico. Recuerdo haber leído la obra con un cierto desasosiego y haber llenado los márgenes de objeciones garrapateadas a toda prisa, algunas de las cuales me siguen pareciendo pertinentes. Tenía la sensación de que, bajo el brillantísimo y muy seductor despliegue de erudición y sutileza, Said se abandonaba a una especie de “exceso hermenéutico” que paradójicamente anulaba la voluntad de intervención -y curación- que lo había puesto en marcha. Pero ahora espigo al azar dos frases y me parecen inapelables. “El poder para narrar”, escribe, “o para impedir que otros relatos se formen y emerjan en su lugar, es muy importante para la cultura y para el imperialismo, y constituye uno de los principales vínculos entre ambos”. Y también: “Casi sin excepción, los discursos universalizadores de la Europa moderna y de Estados Unidos presuponen el silencio, voluntario o no, del mundo no europeo”. El colonialismo, el imperialismo, la desigualdad misma del capitalismo es en efecto una forma de mirar el mundo; la construcción del otro es, sobre todo, la de una mirada que se lo representa no sólo en silencio sino vacío de existencia o provisto tan sólo de una existencia degradada o de inferior calidad. Hoy, después de Afganistán y de Irak, mientras periódicos, políticos y telespectadores se robustecen en el más sereno y hasta ingenioso desprecio por el otro, mientras novelistas de talento se pasean por Bagdad -como los egiptólogos de Napoleón en Egipto- protegidos por las fuerzas de ocupación con su bloc de clichés en la mano, mientras el viento y la tormenta seleccionan sus blancos y “Occidente” demuestra su potencia cultural instalando Dictaduras y Parques Temáticos por doquier, conviene volver a leer esas páginas rigurosas para comprender hasta qué punto la cultura más pretendidamente universal de la historia de la humanidad sigue encerrada en los estrechos límites mentales de una tribu guerrera del Amazonas.

 

Pero conviene volver a leer, sobre todo, “Fuera de lugar”, su bellísimo, extraordinario libro de memorias (1999). Y esto por dos motivos. El primero es su excepcional valor literario, que lo convierte, a mis ojos, en una de las grandes obras narrativas de las últimas décadas. Es difícil leerlo sin quedar literalmente subyugado, hechizado, maravillado por esa lenta, exquisita floración de la memoria y todas sus complejísimas raíces trepadoras. Said imprime a cada página la delicadeza, precisión y sigilo con las que recubre el mundo, de pronto, una lluvia muy fina. Mientras lo leía hace dos años me acometía un poco el malestar de que Said hubiese perdido el tiempo -sin dejar de hacer nunca sus deberes- dedicándose más a la crítica que a la creación literaria; pero me daba cuenta simultaneamente, por la propia fuerza del relato, de que todo ese tiempo perdido, como ocurre en Proust, se revelaba ganado en las páginas de su autobiografía. Y es que algo muy proustiano, en efecto, baña todo el libro. Sólo recordamos por lo general los grandes acontecimientos (una muerte, un incendio, una conversión) y las fechas particularmente señeras (las que aprendemos en el colegio o nos inflige la tradición); y de esa manera se nos escapa una y otra vez lo más decisivo de una vida: la costumbre. La costumbre, que deja cicatrices en el carácter, no deja huellas en la memoria. Proust fue capaz de inventar un procedimiento literario para registrar y recuperar lo Invisible, ese flujo de repeticiones y conchitas, inasible por definición, que construye en silencio nuestra personalidad y forja los resortes de nuestra percepción. Said lo consigue con tan paradójico distanciamiento -porque el material, como la araña, lo saca de su interior- que el “yo” así desplegado es una sucesión de pequeños espesores, la larga duración de una especie, un deslizamiento geológico que produce diminutos montículos de felicidad o de dolor. Si es difícil no sucumbir al talento de Said, es difícil también no admirar su discreción: ni una concesión a la autocomplacencia ni a la vanidad; se examina a sí mismo como si se hubiese encontrado en el camino, igual que uno encuentra una piedra o un escarabajo y carga con ellos hasta el final del viaje.

 

Pero no sólo en este sentido “Fuera de lugar” es un libro “proustiano”. Lo es también porque, ocupándose tan sólo de sí mismo, de su propia “educación sentimental”, del diminuto hormiguero de sus impresiones privadas, Said logra levantar alrededor, como Proust, un mundo común, el relato entero de una época y la experiencia de su derrumbe. Y éste es el segundo motivo que hace inexcusable su lectura. Porque su valor literario le proporciona un valor testimonial añadido, la fuerza de una revelación que sacude el alma con el manotazo negro de una catástrofe. El derrumbe que describe Said casi sin quererlo no es, al contrario que el de Proust, el de una clase social languideciente; es un derrumbe mucho más grande, más salvaje y, sobre todo, mucho menos inocente; es el derrumbe de cientos de Torres Gemelas sin una mala cámara que lo registre, al margen o con la complacencia de la mirada occidental; el derrumbe de una sociedad, de un país, de un mundo, no bajo el empuje silencioso e incruento de sus propias fuerzas internas, sino por efecto de una agresión brutal, premeditada y consentida, en la que la expulsión de la gente, la reocupación o destrucción de las casas, el cambio de nombre de las calles y el cambio de lengua de los rótulos acompañaron y acompañan al proyecto de liquidación física de todo un pueblo: Palestina 1948, la “Nakba”, el eje simbólico de un crimen que afecta ya a al menos a tres generaciones de palestinos y que nos importa menos que la salida al mercado de un nuevo producto de Microsoft. Eso es lo que Said cuenta también en “Fuera de lugar” y con una eficacia mucho mayor que sus libros sobre los acuerdos de Oslo o sus artículos sobre Israel o el sionismo estadounidense. Las razones de esta mayor eficacia tienen que ver, sin duda, con sus virtudes literarias, pero refleja al mismo tiempo los límites de nuestra mirada, como si Said hubiese querido servirse -conscientemente o no- de la misma síntesis reductora que combatió. Said vivió en una casa parecida a la de mi padre (o a las que yo mismo habité en El Cairo) y no en una tienda; se desplazaba en automóvil y no en camello; fue un extraordinario pianista y escuchaba la misma música que yo; había leído los mismos libros y se había exaltado con los mismos poemas; los palestinos, pues, son como nosotros. ¿Humanos? ¿Occidentales? Sea como fuere, Said utilizó contra ellas esa experiencia de comunidad cultural que las élites sionistas movilizaron para despertar las simpatías de Europa; y este efecto de identificación y reciprocidad produce una sacudida moral y afectiva en el lector europeo, que ya no puede seguir ignorando el dolor de un semejante. Aunque sólo sea por esto, habría que imponer “Fuera de lugar” como lectura obligatoria de la ESO, junto a “Matar un ruiseñor” de Harper Lee y “Si esto es un hombre” de Primo Levi.

 

Una serie de dis-locaciones o bi-locaciones (árabe, pero cristiano; palestino, pero estadounidense; educado en la lengua del Corán y en la de Shakespeare), ascendió a Said al privilegio de un dolor que él siempre quiso que siguiera siendo el dolor de un privilegio. Los fanáticos que condenan las piedras y aplauden los misiles reprocharon a Said sus críticas a Israel, pero también el lugar confortable desde el que estaban hechas. Más confortable hubiese sido no hacerlas, como ocurrió con tantos otros que, llevados de una comprensible pero abyecta gratitud o de un complejo de inferioridad típicamente colonial, han acabado agradeciendo sus ventajas personales con un “americanismo” fundamentalista e incondicional. “Como americano que lleva una vida de privilegio y estudio en la Universidad de Columbia”, declaró Said en su discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias en el 2002, “donde he tenido una suerte enorme en mi vida como profesor, llegué a comprender muy pronto que tenía que elegir entre olvidarme de mi pasado y de los muchos familiares que se convirtieron en refugiados sin hogar en 1948 o dedicarme a paliar los efectos de los traumas producidos por el sufrimiento y el despojo escribiendo, hablando y dando testimonio de la tragedia de Palestina. Me enorgullece decir que escogí este último camino y con él la causa de una política estadounidense no militarista y no imperialista”. Habrá quizás diez intelectuales tan honestos como él; cien con una preparación igualmente sólida; mil con su misma inteligencia; y hay, desde luego, miles de hombres comunes igualmente combativos. Pero era el único intelectual al mismo tiempo honesto, preparado, inteligente y combativo cuyas palabras sobre Palestina eran reproducidas por cincuenta periódicos y sus libros difundidos en 30 lenguas. Por eso, la Palestina afónica ha perdido momentáneamente la voz. Said murió enojado, con una pluma temblorosa en la mano y pidiendo a su hija que continuase la lucha. Esa lucha es de todos, sí, pero es en la propia Palestina donde su legado tiene que fructificar. Said, que admiraba la resistencia de sus compatriotas, entendió muy pronto que las armas nunca podrían triunfar sin neutralizar la propaganda sionista con un discurso riguroso que se sirviese de sus propios medios. Si no se podía ser más fuerte que ellos, había que ser más justos, más inteligentes, hacer sonar más alto las verdades que sus mentiras. Había que destinar recursos a la persuasión de la opinión pública. Había que seguir produciendo militantes, pero también buenos políticos, testigos de crédito, intelectuales libres capaces de hacer oír su voz en los foros internacionales. Palestina, que se ha quedado ronca de tanto gritar, tiene que cambiar de garganta. Said les ha mostrado el camino.

 

Cuando acabo de redactar estas líneas, leo la noticia de que aviones israelíes han bombardeado Siria por primera vez en veinte años y Bush ha declarado que “Israel no debe sentirse constreñida en la defensa de su territorio” (ni siquiera por su propio territorio: lo que es una bonita y hitleriana forma de decir que las agresiones de Israel, como las de EEUU, no pueden ser contestadas y que los agredidos, los ocupados, deben “constreñirse” hasta desaparecer). Imagino el “enojado” artículo que habría escrito hoy Edward Said y lo echo de menos. Apropiémonos su enojo y abonémoslo con su rigor, su honestidad y su inteligencia. El amigo, el maestro, el enojado Said ha muerto; continuemos su lucha y más tarde le daremos las gracias en una plaza palestina de la Jerusalén liberada.

 

Jueves 25 de setiembre de 2008

EDWARD SAID Y EL ESTADO BINACIONAL

 

Por Luz Gómez García*, Diario El País - España

Se cumplen hoy cinco años de la muerte de Edward Said. El aniversario, como todos, sería banal si no fuera porque en el tiempo transcurrido las reflexiones de Said sobre Palestina han cobrado nuevos bríos. Said, más visionario que analista exhaustivo, y mejor polemista que teórico, se caracterizó siempre por su empeño en que se reconociera a los palestinos el derecho a contar su propia historia. Su experiencia vital de palestino y ciudadano estadounidense le dotó de una visión compleja del conflicto entre palestinos e israelíes.

 

Said, pionero en la idea de un Estado separado del israelí, acabó considerándola inviable

 

El colapso material y anímico de los palestinos se palpa en cada esquina de los territorios ocupados

 

En 1980, Edward Said fue pionero en defender el paso de la lucha palestina por la liberación nacional a la lucha por la independencia estatal, esto es, la necesidad de que la OLP aceptara la partición de Palestina y la solución de los dos Estados. Veinte años después, en 1999, señaló que el Estado binacional, se llamara como se llamara, Israel o Palestina, era, aun a largo plazo, la única salida del conflicto. Tanto en una como en otra ocasión, sus posturas levantaron enconadas críticas entre los poderes político e intelectual de ambas naciones, pero el paso de los años parece haber acabado dándole la razón: salvo la derecha sionista más ultramontana, hoy ya nadie discute el derecho de los palestinos a tener un Estado propio en los Territorios Ocupados por Israel en 1967. Sin embargo, esta solución se muestra, a la vista de los acontecimientos, cada vez más inviable, y adquiere protagonismo el convencimiento último de Said de que ambos pueblos pueden y deben vivir en el marco constitucional de un único Estado binacional en el territorio de la Palestina del mandato británico.

 

Cuando Said publicó The question of Palestine (La cuestión palestina, 1980), Fatah y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, las dos principales formaciones de la OLP, le atacaron con virulencia por plantear la necesidad de reconocer a Israel y reducir el objetivo de la lucha nacional a la obtención de la independencia estatal en las fronteras de la resolución 242 de Naciones Unidas. Ya en 1978, Said había llevado a cabo cierta interlocución con la Administración Carter, que parecía interesada en incorporar a los palestinos a una suerte de solución conjunta con Egipto en el marco de la resolución 242. Según el propio Said, Arafat en persona le transmitió la negativa de la OLP a aceptar esos términos, en su opinión más justos y ventajosos para los palestinos que los aceptados en Oslo quince años después. Pero en los años transcurridos entre Camp David y Oslo, se hizo patente que la brecha entre la retórica sobre la liberación de la patria palestina y la realidad era insalvable: en 1982 la cúpula palestina hubo de abandonar por mar Beirut, asediada por el ejército israelí, y en noviembre de 1988 la asamblea del Consejo Nacional Palestino celebrada en Argel proclamó el Estado palestino en un documento que tácitamente reconocía la existencia de Israel y respondía a los retos de la reciente intifada.

 

Edward Said no llegó a formular sistemáticamente su visión del Estado binacional en el territorio de la Palestina histórica (el actual Israel más los Territorios Ocupados en Gaza y Cisjordania), pero sí la esbozó en varios artículos y conferencias. La idea y la práctica de la ciudadanía, y no de una comunidad étnica o religiosa, sería, según Said, el punto de partida para elaborar una constitución estrictamente democrática y laica, con iguales derechos y responsabilidades para todos sus ciudadanos, incluido el derecho de cada cual a practicar la vida comunitaria a su manera, judía o palestina. Las renuncias al estatuto especial de un pueblo a expensas del otro también serían mutuas: la Ley de Retorno de los judíos y el derecho al retorno de los refugiados palestinos se deberían reconsiderar y retocar conjuntamente; la noción del Gran Israel como tierra sagrada judía y la de Palestina como territorio árabe inajenable habrían de reducir su escala y exclusividad. Según Said, Palestina ha sido siempre una tierra de muchos relatos, multicultural, multiétnica y multirreligiosa, y la idea misma del Estado binacional hunde sus raíces en pensadores judíos (Judah Magnes, Martin Buber, Hannah Arendt) de la época de entreguerras.

 

En Culture and resistance (Cultura y resistencia, 2003), Said, a la vista de la realidad creada por la Ocupación en los últimos cuarenta años, resumió en cuatro los motivos por los que era ineluctable la solución binacional. En primer lugar, la geografía humana: los asentamientos y sus carreteras han imbricado de tal manera a ambas poblaciones que, salvo la imposible retirada total israelí de Cisjordania, toda solución que conlleve la segregación de israelíes y palestinos es inviable. En segundo lugar, la geografía económica: la recíproca dependencia económica (mano de obra palestina y territorios y servicios israelíes) impide un establecimiento de fronteras excluyentes que no fuerce la expulsión masiva de población. En tercer lugar, la realidad demográfica: Said auguraba que para el año 2010 israelíes y palestinos asentados en Palestina-Israel (que no judíos y palestinos del mundo) estarían igualados demográficamente, de modo que el apartheid en un territorio tan pequeño resultaría inviable en la práctica. Finalmente, Said argüía que la sociedad civil laica israelí estaba planteándose la necesidad de reconstruir la noción de ciudadanía a partir de derechos nacionales y no étnicos, dado el avance, por una parte, del poder ultraortodoxo, y, por otra, de las demandas igualitarias de los israelíes de origen palestino.

 

Aun reconociendo el carácter utópico de la solución, los escritos de Said insisten en que a largo plazo es la única posible, pues es la única justa y equitativa, y por ello la única que garantiza la paz. Para llegar a ella, es ineludible que Israel reconozca su responsabilidad en el sufrimiento palestino y ofrezca algún tipo de reparación, quizá a través de una comisión de la verdad y la reconciliación como la que hubo en Sudáfrica. El reconocimiento del derecho al retorno de los palestinos expulsados en 1948, uno de los mayores escollos para este proceso, podría abordarse a la luz de la necesaria revisión del derecho internacional sobre derechos de los inmigrantes, una propuesta novedosa que valdría la pena investigar.

 

La confianza de Said en el potencial del individuo como motor del cambio colectivo, en el papel del intelectual como agente del pensamiento crítico que promueve una conciencia social, no son ajenos a este planteamiento. Aun no siendo optimista sobre la inmediatez en los cambios de todo un sistema, Said siempre apostó por una ciudadanía alerta y concienciada, y desde el humanismo vital que practicaba creía que “palestinos e israelíes tienen que sentir que pueden y deben vivir en pie de igualdad -iguales en derechos, iguales en historia, iguales en sufrimiento- antes de que pueda emerger una comunidad real entre ambos pueblos”.

 

No es que hoy haya más motivos para la esperanza, sí en cambio para la desconfianza ante las fórmulas ensayadas: la segregación demográfica y territorial naturalizada con el Muro, la bantustanización de Cisjordania y la disgregación de Gaza, el avance de la judaización organizada de Jerusalén, son realidades que, más allá de voluntades políticas concretas, hacen inviable en la práctica una solución que comporte la creación de un Estado palestino soberano. El colapso material y anímico de los palestinos se palpa en cada esquina. También entre los israelíes desprejuiciados y críticos ante las lacras del sionismo. De modo que lo que hasta hace un par de años era un tabú o el delirio de unos pocos radicales (Noam Chomsky, el activista e intelectual israelí Michel Warschawski o los palestinos Azmi Bichara y Mustafá Barguti) comienza a ocupar un lugar en lo futurible. La ciudadanía binacional de israelíes y palestinos en un futuro Estado único basado en la igualdad, en fronteras reconocidas por sus vecinos y en el destierro definitivo del pasado mitológico, habrá de ser abordada.

 

* Luz Gómez García es profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.

 

Jueves 25 de setiembre de 2008

EXTREMISTAS JUDÍOS LANZAN UNA BOMBA CONTRA UN PRESTIGIOSO INTELECTUAL ISRAELÍ CONTRARIO A LA OCUPACIÓN

 

Por Juan Miguel Muñoz, Diario El País - España

En tiempos de inestabilidad en Israel, cercanos al vacío político -la ministra de Exteriores trata de formar Gobierno tras la dimisión de Ehud Olmert-, hay quien no pierde la ocasión. La extrema derecha, alentada por la impunidad, pisa el acelerador.

 

Que ataquen a los campesinos palestinos no es novedad. Sucede casi a diario. Pero sí lo es lo ocurrido esta madrugada. Los fundamentalistas judíos han lanzado una bomba casera contra el profesor y escritor Zeev Sternhell, laureado este año con el Israel Prize en Ciencias Políticas y notorio opositor a los asentamientos y al asedio de Gaza. El prestigioso intelectual resultó herido por la metralla en una pierna. En los aledaños de su casa, la policía halló panfletos: se recompensará con 200.000 euros a quien mate a un miembro de Peace Now. Al jefe de esta organización pacifista, Yarid Oppenheimer, se le asignó inmediatamente protección policial. Como tiene que soportar escoltas el compositor y director de orquesta Daniel Barenboim.

 

Los asaltos a pueblos palestinos, como el del pasado 13 de septiembre, apenas suscitan sorpresa. Tras el ataque de un palestino en un asentamiento -un chico resultó herido muy leve- los colonos de Yitzhar, cerca de Nablus, fanáticos entre los radicales, invadieron el pueblo árabe vecino. Dispararon en los pies a un par de lugareños; hirieron a una decena más; causaron destrozos de cristales y depósitos de agua en numerosas viviendas.

 

El vandalismo quedó registrado en las cámaras de televisión. Y, más grave aún, fue la pasividad absoluta de los soldados. Acompañaban a los colonos en sus asaltos de casa en casa. Sólo miraban. Los colonos regresaron tranquilamente a sus viviendas. Abundan episodios recientes de este cariz: el colono del sur de Hebrón que se acerca a un árabe atado a un poste y le propina una patada en los testículos. También está grabado cómo los uniformados observan la afrenta sin mover un dedo. A veces, los militares y policías son víctimas. Los colonos más fanáticos no se arredran ante nada. Han agredido a agentes, les han lanzado perros...

 

CRÍTICO CON EL FASCISMO

 

Sternhell, nacido en Polonia en 1935, ha combatido en las guerras de 1967, Yom Kipur (1973) y en la primera guerra de Líbano (1982). Es uno de los expertos de mayor renombre a escala mundial en las investigaciones sobre el fascismo. Su madre y su hermana fueron asesinadas por el régimen nazi. Sionista convencido, pero en absoluto un propagandista, había recibido amenazas por teléfono. Sus posiciones políticas son anatema para los fundamentalistas judíos.

 

“De hecho, el sionismo fue un movimiento de conquista, y todos los medios se permitían para lograr el objetivo”, escribió en un artículo publicado en el diario Haaretz en agosto de este año. Y añadía: “Sin embargo, lo que era esencial, y por tanto justificado en los días anteriores a la fundación del Estado, está convirtiéndose en una ocupación desagradable, violenta y colonial. El régimen autoritario en los territorios ocupados, la creación de dos sistemas legales, la dedicación del Ejército y la policía al servicio del movimiento de los colonos, el robo de tierras palestinas. Todo ello simboliza no el cumplimiento del sionismo sino su sepultura. Es entre Hebrón y Yitzhar donde los asentamientos están enterrando el Estado judío democrático”.

 

Estas palabras suponen una afrenta para el movimiento de los colonos, que detesta y agrede a cualquiera que trata de mostrar la deprimente realidad de los territorios palestinos ocupados. En Hebrón, los líderes colonos boicotean las visitas de diplomáticos, políticos, legisladores israelíes o extranjeros. Llegan a llamar “Hitler” a los activistas, muchos de ellos judíos ortodoxos, que dirigen esas visitas. Lanzan té o agua hirviendo a los visitantes. La policía mira. Estos activistas son odiados, despreciados o ignorados por la mayor parte de la sociedad israelí. Los colonos religiosos, salvo rarísima excepción, son una casta intocable. Conviene no tomar a la ligera sus amenazas. Uno de ellos, Yigal Amir, asesinó al primer ministro Isaac Rabin en 1995.

 

CONDENAS AL ATENTADO

 

Diputados del centro-izquierda y la izquierda israelí salieron a la palestra para condenar el atentado perpetrado por ese grupo de ultranacionalistas mesiánicos. “El ataque al profesor Sternhell es un acto cobarde y terroristas de quienes carecen del sentido de la justicia”, afirmó Ofir Pines-Paz, dirigente laborista. Curiosamente, el presidente de este partido y ministro de Defensa, Ehud Barak, ha sido diana de las críticas de Sternhell. “Ehud Barak”, escribió el docente en el citado artículo, “es la persona que soporta la responsabilidad por la alianza entre los colonos y las fuerzas de seguridad. Debemos poner fin inmediatamente y de una vez por todas a esa cultura de la violencia que domina los territorios (ocupados), una cultura que nutre los crímenes de los judíos y el acoso diario a la población civil palestina”.

 

“Mejor que no nos hablen de que son sólo unas malas hierbas... Estos actos secuaces y peligrosos son el resultado de una aproximación reacia a ver la maldad de quienes ejercen violencia contra soldados, policías y contra todos los que discrepan de la brutalidad de las posiciones de la extrema derecha”, declaró el presidente del izquierdista Meretz, Haim Oron.

 

Sin embargo, las culpas, a juicio de Sternhell, no recaen únicamente en la derecha israelí. “La derecha al completo y la mayoría de la izquierda tienen la responsabilidad por la creación gradual del desastre en que la sociedad israelí está revolcándose”, opinó el intelectual sobre la empresa colonizadora de Cisjordania. Una misión que nunca se ha detenido, y que el Gobierno de Ehud Olmert, lejos de frenarla, ha impulsado en los últimos meses, desde el comienzo de las negociaciones con los palestinos tras la conferencia de Annapolis, en noviembre de 2007

 

Miércoles 24 de setiembre de 2008

GAZA: UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE 365 KM2

 

Fuente: Periódico Digital

Más de un millón y medio de palestinos viven encerrados en la Franja, entre la amenaza de la desnutrición y las incursiones del Ejército israelí.

 

Una brigada del Estado español, integrada por compañeros del Centro de Medios, cuenta desde dentro la realidad de Gaza, en un especial que ha publicado el periódico Diagonal.

 

“Esto es una especie de granja de animales: 1,5 millones de personas en 365 km2 a los que echan algunas medicinas y alimentos”. Raji Sourani, director del centro de Derechos Humanos de Gaza, describe con esta sencillez aplastante la situación que vive la Franja de Gaza desde que hace 14 meses Israel impusiera un Estado de sitio.

 

“Tres cuartos de la población hoy dependen de las raciones de comida que estamos distribuyendo. Cubrimos el 60% de la nutrición necesaria al día, lo que significa que cada familia tiene que buscar otras formas para completar la ración. Algunas familias lo consiguen, otras no”, nos explica John Ging, director de la Agencia de la ONU para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA), para quien la situación es “realmente muy dramática”. Y no es para menos. En Gaza comienza a haber desnutrición y extrema pobreza: la cifra de desempleados o sin sueldo roza el 70%, el 90% está por debajo de la línea de la pobreza, miles de niños están sufriendo anemia y desnutrición y la mayoría dependen de programas humanitarios de comida.

 

No son las consecuencias de un desastre natural, sino de una situación política con responsabilidades claras: Israel, con la complicidad de la comunidad internacional, ha prohibido totalmente las transacciones económicas y comerciales cerrando los seis cruces fronterizos de la Franja de Gaza con Egipto e Israel y ha reducido la entrada de combustible y de mercancías a una cantidad mínima, sumiendo al país en una crisis económica y humanitaria sin precedentes. Esporádicamente se permite la entrada de algún tipo de ayuda humanitaria, comida y material médico. Raji compara la situación con la de Irak porque “el movimiento de los productos, por primera vez, ha llegado a un nivel cero”, y denuncia que el Cuarteto para Oriente Próximo, integrado por EE UU, la Unión Europea, Rusia y la ONU, ha otorgado a Israel completa flexibilidad y permiso para hacer lo que quiera con la población en Gaza: “Han decidido boicotearnos y frenar la ayuda en cualquier nivel mientras que Israel endurece el cierre de las fronteras”.

 

El ministro de Salud de Gaza, Bassam Naim, es más incisivo: “Estamos sufriendo una verdadera limpieza étnica en cuentagotas, con métodos limpios, como no permitir el acceso a medicamentos, por lo que la gente se muere”.

 

BLOQUEO ISRAELÍ

 

Para ilustrar el cierre de las fronteras, el director de la UNRWA ofrece un ejemplo: “Todos los días hay 89 o 90 cargas de camiones de productos básicos por uno de los cruces fronterizos, cuando en realidad se necesitan 400”. La escasez no es casual, tampoco que los alimentos y todos los bienes de primera necesidad hayan duplicado su precio.

 

Las autoridades israelíes justifican el bloqueo de Gaza por tierra, mar y aire como respuesta a los ataques palestinos, en especial a los cohetes lanzados desde Gaza contra la cercana ciudad israelí de Sderot. Como ha quedado documentado por varias organizaciones, la mayoría de los cohetes ‘qassam’ lanzados contra Israel han caído en espacios abiertos, sin causar víctimas mortales israelíes.

 

El conflicto interno entre Fatah y Hamás también ha otorgado cobertura a Israel y Occidente para practicar el estrangulamiento de la gente en Gaza. Los duros enfrentamientos entre los grupos armados de Fatah (Brigada de los Mártires de al-Aqsa) y de Hamás (Brigadas de Izziddin al-Qassam) desde febrero de 2006 (un mes después de que Hamás ganara las elecciones legislativas) terminaron con la “toma de poder”, como lo ha denominado el CDHG, de toda Gaza por parte de Hamás en junio de 2007. Entonces, el líder de Fatah y presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, declaró un Gobierno de emergencia con la colaboración de EE UU e Israel, invalidando al Ejecutivo islámico de Hamás. Israel, por su parte, amparado por la comunidad internacional, aprovechó para estrechar el cerco en Gaza. Para el abogado Raji, que ha documentado la violación de derechos humanos por las facciones armadas palestinas, “Israel, EE UU y Europa han estado políticamente y posiblemente en la práctica detrás de esto, confrontando a Hamás”.

 

Con el pretexto de protegerse, y más ahora con el Gobierno electo de Hamás, al que no reconoce, Israel blinda las fronteras de Gaza, impidiendo no sólo la entrada de productos básicos, sino el movimiento de las personas: trabajadores que han perdido su empleo, estudiantes de la Franja que no pueden aprovechar sus becas en otros países (ni aunque sea en Estados Unidos) y, más grave, personas enfermas que no pueden ser atendidas en Gaza y que pierden la vida. “Todos los días tenemos un nuevo grupo de pacientes, de 30 a 40, a los que les han denegado la salida, y el número de pacientes que muere se está incrementando dramáticamente. El último día registramos ocho pacientes que murieron porque no les dieron la oportunidad de ser tratados fuera”, explica el ministro de Salud. Para “protegerse”, Israel también dificulta el trabajo de la ayuda humanitaria, cuyos costes operativos han aumentado como consecuencia de las restricciones en los pasos fronterizos. Por ejemplo, la asistencia alimentaria le cuesta a la UNRWA 20 dólares estadounidenses por persona al día, cuando en 2004 eran menos de ocho dólares.

 

La tregua entre Hamás e Israel que se firmó el pasado 9 de junio, con la mediación egipcia, parecía que iba a flexibilizar el cerco. Pero las expectativas de la población de Gaza se han visto truncadas: “La gente pensaba que la comida iba a volver a estar disponible, que los materiales de construcción iban a entrar de nuevo, que iba a ser posible encontrar trabajo y, lo más importante, que se abriría la terminal de Rafah [con Egipto], así la gente podría viajar para recibir tratamiento médico y los estudiantes ir a las universidades. Pero eso no ha sucedido. Puedes sentir la frustración de la gente: ‘¿para qué el alto el fuego?’. Eso es lo que la gente dice hoy”. Una desesperanza y una advertencia en la que también coincide el Doctor Bassam Naim: “Día a día vemos cómo la gente está perdiendo su confianza en el alto al fuego. Y te puedo asegurar que si esto no cambia pronto, nosotros no podemos asegurar el control de las fronteras, de los cohetes”.

 

ROMPIENDO EL BLOQUEO INFORMATIVO Y HUMANITARIO

 

Desde el “alto el fuego” entre Hamás e Israel firmado el 9 de junio de 2008, la crisis humanitaria que atraviesa la Franja de Gaza ha quedado fuera de la agenda informativa internacional. Sitiada por tierra, mar y aire, Gaza sufre un bloqueo económico sin precedentes. El informativo es otro de los cercos que trató de romper la acción solidaria de los dos barcos que partieron de Chipre y atracaron en el puerto de pescadores de Gaza el 23 de agosto. Los 46 “navegantes”, representantes de la sociedad civil internacional, rompieron el silencio informativo al convertir Gaza en noticia y denunciar que el bloqueo que se le ha impuesto a la población palestina bajo ocupación en este territorio es una vergüenza, inhumano e injusto, además de ilegal. La entrada de solidarios internacionales es prácticamente imposible en Gaza. Sin una coartada de trabajo o alguna actividad que no te vincule a organizaciones palestinas, la Administración de Israel, que es quien controla la entrada y salida de personas en Gaza por el paso fronterizo de Erez, puede rechazar tu visado o dilatar los trámites hasta agotar tu estancia. Las personas que entran tienen que someterse a un exhaustivo control que roza la humillación y desprenderse de cualquier material político o humanitario para evitar problemas en la salida.

 

Miércoles 24 de setiembre de 2008

MISIÓN: AISLAR GAZA DE CISJORDANIA Y JERUSALÉN

 

Fuente: Periódico Digital

El plan de desconexión de Gaza, presentado por Israel como “un paso hacia la paz”, ha significado para los habitantes de la franja la “institucionalización de la ocupación”.

 

La ONU ha condenado públicamente el bloqueo de Gaza por Israel, que dura ya más de 14 meses. Ha sido una iniciativa del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y no de su secretario general, Ban ki-Moon, quien llegó a llamar “Israel” a Jerusalén Este en una reunión con líderes palestinos. Como otras organizaciones de corte humanitario, la ONU considera el cerco de la Franja de Gaza un “castigo colectivo” que afecta a la población civil y exige su cese.

 

Para Raji Sourani, director del Centro de Derechos Humanos de Gaza, que lleva años encerrado en este territorio de menos de 400 km2, el cerco no es un castigo, o no sólo, sino parte de la política de ocupación israelí, y lleva gestándose años. “Israel practica el cierre y el sofocamiento desde 1998 [durante la primera Intifada, Israel ya cercó la Franja, aunque entonces con alambrada de espino], se podría decir que incluso antes. Desde la segunda Intifada [en 2000] se recrudeció el estrangulamiento de la gente de Gaza, y el 95% de la población no puede moverse por razones política y económicas: Israel quiere desconectar Gaza de Cisjordania y Jerusalén”.

 

Desde que en 2005 Israel culminara el desmantelamiento de sus asentamientos en Gaza, con 6.000 colonos israelíes (según los cálculos del CDHG), la Franja quedó a merced de sus bombardeos, las incursiones militares y del “embargo económico”. Esa transferencia de colonos de Gaza a Cisjordania, conocida como el Plan de Desconexión de Gaza, fue aplaudida internacionalmente como un paso hacia la paz por parte de Israel. Sin embargo, Gaza nunca ha dejado de estar controlada por tierra, mar y aire por Israel. Si hay algo en lo que no duda ninguna persona que visita Gaza es de que sigue ocupada por el Gobierno israelí.

 

“Israel vendió una ilusión al mundo”. Es el veredicto de Raji, para quien la desconexión de Gaza significó la “institucionalización de la ocupación” pues la comunidad internacional la reconoce legalmente. No sólo era costoso mantener la seguridad de sus 6.000 colonos en un territorio de 365 km2 habitado por un millón y medio de palestinos, sino que en este territorio tan densamente poblado Israel no podía expandir sus asentamientos de colonos. Por otra parte, Israel centró su política sionista en reocupar Cisjordania.

 

El Centro de Derechos Humanos de Gaza advirtió entonces que se agudizaría la judaización de Jerusalén, y que en Cisjordania se incrementarían los asentamientos de israelíes, que el muro en Cisjordania iba a ir a una velocidad insólita y los derechos humanos de los palestinos se iban a deteriorar. Por criticar la “desconexión de Gaza” fueron condenados por la UE; “era ir contra la paz”. El tiempo les ha dado la razón. Centenares de asentamientos israelíes han anexionado alrededor del 20% de los territorios palestinos en Cisjordania, duplicándose este último año, según un informe reciente de la ONG israelí Peace Now. Se han construido 570 chekpoints, que, junto al muro, dividen Cisjordania en pedazos y controlan el libre movimiento de las personas palestinas. Además, la demolición de casas y las incursiones israelíes militares continúan.

 

Miércoles 24 de setiembre de 2008

INVESTIGADORES DESCUBREN QUE LA FÁBRICA DE ARMAS NUCLEARES ISRAELÍ ESTÁ OCULTA DEBAJO DEL DESIERTO DE NEGEV

 

Fuente: Kaos en la red, La Haine

Traducido al castellano por Ivana Cardinale

Confirman que Israel posee el sexto lugar como país con la mayor cantidad de reservas de armas nucleares, incluyendo cientos de cabezas nucleares.

 

El Sunday Times ha revelado que una fábrica israelí, debajo del desierto de Negev, está manufacturando armas termo-nucleares para bombas atómicas. Los secretos de la fábrica subterránea han siso develados por el equipo de expertos del Sunday Times.

 

Ocultada debajo del desierto de Negev, la fábrica ha estado produciendo cabezas atómicas en los últimos 20 años. Ahora ciertamente ha comenzado a manufacturar armas termo-nucleares, con producciones lo suficientemente grandes para destruir ciudades enteras, dice el reporte.

 

La información acerca de la capacidad de Israel para fabricar la bomba, viene del testimonio de un ex empleado de Dimona, el técnico nuclear Mordechai Vanunu. El testimonio y las fotografías de Vanunu, confirman que Israel posee el sexto lugar como país con la mayor cantidad de reservas de armas nucleares, incluyendo cientos de cabezas nucleares.

 

Israel ha poseído su fábrica secreta de armas por más de dos décadas, y su instalación nuclear está equipada con tecnología de extracción de plutonio francesa, el cual transformó a Dimona, de un establecimiento de investigación a una instalación de producción de bombas. Los científicos nucleares consultados por el Sunday Times, calculan que por lo menos 100 y tantas como 200 armas nucleares de poder destructivo variado han sido montadas – 10 veces la fuerza previamente estimada del arsenal nuclear israelí-.

 

Theodore Taylor forma parte del grupo de científicos, quien recibió enseñanza de Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, y quien encabezó el programa de pruebas de armas nucleares del Pentágono. Taylor estudió las fotografías tomadas por Vanunu dentro de Dimona y una trascripción de su evidencia cerca de Washington la semana pasada.

 

“No debería haber dudas de que Israel es, y por lo menos lo ha sido por una década, un estado lleno en armas nucleares. El programa de armas nucleares israelí es considerablemente más avanzado de lo que indique cualquier reporte anterior o conjeturas de las cuales yo tengo conocimiento,” afirmó Taylor.

 

La evaluación de Taylor ha sido confirmada por otros eminentes científicos nucleares a quienes les mostraron las fotografías y evidencias suministradas por Vanunu.

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

POGROM EN NABLUS

 

Por Khalid Amayreh, Al Ahram Weekly / Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Con el consentimiento, ostensiblemente tácito, del ejército ocupante israelí, bandas de terroristas judíos, conocidos también como colonos, han venido asaltando a indefensos civiles palestinos y arrasando sus propiedades en muchos lugares de Cisjordania.

 

El incidente más grave tuvo lugar esta semana en el pueblo de Asira Al-Qibliya, situado al sur de Nablus, cuando docenas de colonos-terroristas fuertemente armados empezaron a atacar a la pacífica comunidad árabe, disparando indiscriminadamente contra los aterrados palestinos y destrozando sus hogares y vehículos.

 

Temiendo por sus vidas, los habitantes del pueblo huyeron de él o levantaron barricadas en sus propias casas mientras los soldados israelíes se negaban a hacer esfuerzos verdaderos para detener los estragos de los colonos. El grupo israelí de derechos humanos, B’tselem, filmó los sucesos y en ellos se mostraba cómo los soldados estaban presentes en el escenario del desastre sin hacer virtualmente nada para detener la violencia.

 

Cuando finalizó el intento de pogromo, había ocho habitantes del pueblo heridos, presentando dos de ellos heridas graves por arma de fuego.

 

Hassan Sharif es el presidente del consejo local de Asira Al-Qibliya. Acusó al ejército israelí de “connivencia, cooperación y coordinación con los colonos. Estaba palmariamente claro que los soldados no actuaban con seriedad frente a los terroristas. Los colonos se comportaron y actuaron como si hubieran recibido luz verde del ejército”.

 

Los colonos dijeron que se estaban vengando por un incidente anterior en el que un chico de los colonos fue atacado por un agresor palestino no identificado. El chico había resultado sólo levemente herido, lo que arrojaba dudas sobre la credibilidad del relato israelí sobre el incidente. Algunos expertos palestinos e israelíes rechazaron las justificaciones de los colonos por ser una mentira descarada. “Sencillamente querían matar palestinos y crear una atmósfera de terror para hacernos huir y abandonar la tierra para esos matones”, dijo Ahmed Asayra, un profesor de la localidad.

 

El punto de vista del profesor se vio confirmado por las palabras del rabino local Yitzhar: “Debemos adoptar una política de castigo colectivo contra los árabes, incluso al nivel de represalias. Van a presentarse muchas oportunidades para que animemos a los árabes a que se vayan o para deportarles a la fuerza. Pero ahora debemos empezar alentándoles a que se marchen”, dijo el rabino David Dudkevitch.

 

Rabinos sionistas como Dudkevitch enseñan que los no judíos que viven bajo la ley judía han de ser esclavizados para labrar la tierra “tirando de arados de madera o para transportar agua”, o ser expulsados o exterminados. También sostiene que en tiempo de guerra, los judíos pueden matar a civiles no judíos a voluntad sin entrar a considerar si esas personas son o no inocentes.

 

Otros rabinos extremistas, como David Batsri, enseñan abiertamente que los no judíos son realmente animales en la esencia de su naturaleza y que Dios les creó con forma humana sólo en deferencia a los judíos, ya que no es propio de los judíos dejarse servir por animales. La moral de esta teología de la intolerancia es que las vidas de los no judíos no son sagradas.

 

En realidad, esas bárbaras y aterradores interpretaciones talmúdicas no se limitan ya a unos pocos rabinos fanáticos. Representan el pensamiento dominante dentro del sionismo religioso, que muestra hasta dónde están realmente dispuestos a llegar los colonos judíos en sus planes genocidas contra los palestinos.

 

Un grupo israelí por la paz, Paz Ahora, denunció la indiferencia del ejército ante las acciones de los colonos e instó al ejército a revocar las licencias de armas de los colonos. “Es obvio que los colonos no pierden ni una oportunidad para hacer daño a los palestinos y poner en peligro vidas humanas”, dijo Yariv Openheimer, secretario general de Paz Ahora.

 

Es probable que el llamamiento de Openhaimer caiga en saco roto dentro del gobierno, el ejército, la Knesset y especialmente el sistema judicial, fuertemente infiltrado de jueces racistas que rutinariamente emiten sentencias en extremo insignificantes para los colonos culpables de atacar palestinos inocentes, a los que incluso causan daños corporales de gravedad.

 

El primer ministro saliente israelí Ehud Olmert denunció los destrozos de Asira Al-Qibliya, diciendo que Israel no permitiría que los colonos desencadenasen un pogromo contra los no judíos. “El fenómeno de los colonos tomándose la justicia por su mano y arremetiendo con violencia y brutalidad es imperdonable y las autoridades lo atajarán reforzando la ley”, dijo Olmert dirigiéndose al gabinete en su sesión semanal. Añadió que “esperaba que las autoridades tomaran medidas para poner fin a ese grave fenómeno”.

 

El ministro de Defensa Ehud Barak hizo parecidos comentarios, pero replicó que el ejército ocupante israelí no podía mantener el “estado de derecho” sin la cooperación de la policía y el sistema judicial.

 

La referencia de Barack a la falta de cooperación del “sistema legal” israelí en los territorios ocupados representa un reconocimiento tardío, aunque importante, de que son los tribunales y jueces quienes dan el visto bueno a las acciones de los colonos, que tienen poderosos partidarios en el gobierno y el ejército.

 

Este punto de vista se ha visto confirmado por el hecho de que el ejército israelí se ha abstenido de arrestar a los autores del intento de pogromo en Aisa Al-Qibliya, a pesar de las piadosas denuncias de Olmert y Barak. En el análisis final, lo que realmente cuenta, sostienen los activistas de los derechos humanos, es lo que el ejército ocupante israelí hace sobre el terreno, no lo que los políticos dicen a los medios de comunicación.

 

Hay dos buenas razones para no tomar en serio las denuncias de Olmert y Barak. Primera, el mismo ejército israelí está fuertemente infiltrado de elementos sionistas, especialmente de seguidores de su mentor Abraham Kook. Algunas fuentes israelíes han estimado que más del cincuenta por ciento de los oficiales en activo en el ejército son ellos mismos colonos o seguidores del sionismo religioso. Muchos soldados israelíes que sirven en Cisjordania son asimismo colonos, lo que explica la resistencia del ejército a actuar con mayor contundencia frente a la violencia de los colonos contra los palestinos.

 

Segunda, Israel está actualmente inmerso en una temporada pre-electoral y los políticos se lo piensan dos veces antes de disgustar y alienarse el poderoso campo religioso sionista. Como los judíos israelíes van velozmente hacia la patriotería de extrema derecha, esta campaña de limpieza étnica continuará a menos que tengan que soportar fuertes presiones del exterior.

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

DESPUÉS DE ANNAPOLIS, CONTINÚA LA ESTRATEGIA Y ACCIONES DILETANTES SIONISTAS

 

Por Santiago González*, Comité de Solidaridad con la Causa Árabe

Este año 2008, según la Conferencia de Annapolis, tendría que ser el que culminase las negociaciones entre los palestinos e israelíes para constituir dos estados en la Palestina histórica. Es preciso “dramatizar” los últimos pasos de una obra ya repetida. Avanzar la estrategia sionista y mantener el guiñol del Proceso de Paz. Y para eso hacen falta dos actores y que el público sea cómplice de la repetición enésima de la obra.

 

Los obstáculos: la propia ocupación y avance de la misma por parte israelí, la falta de respuesta palestina (y su división) y la normalización ideológica del sionismo en los Gobiernos occidentales.

 

Riad Malki, el ministro de exteriores del Gobierno palestino que suplantó al legal, tras los sucesos de Gaza de 2007, nombrado por el Presidente Abbas, dijo esta primavera en Madrid, a propósito de Annapolis, que la Comunidad Internacional, la UE o los Estados Unidos como árbitro de ese Acuerdo, no habían respondido, ni presionado a Israel cuando el Gobierno de Olmert, a los dos días de la Conferencia, ya anunció nuevos asentamientos y colonias en los Territorios Ocupados Palestinos. Esta falta de respuesta provocaba, según sus palabras, que la denominada Autoridad Palestina careciese de autoridad moral frente al pueblo palestino e incluso con el conjunto de los Gobiernos de la Liga Árabe que, previamente a Annapolis, habían ratificado el Plan Saudita de Paz, llamado de Beirut, que consiste en la retirada israelí a las fronteras surgidas tras la guerra de 1967 y contemporáneamente, al reconocimiento conjunto de Israel por parte de todos los países árabes: una completa normalización.

 

La denuncia de que el árbitro o árbitros dejaban hacer a Israel hechos consumados, nuevas colonias, prolongación del Muro en Cisjordania, etc., iba a provocar, según Malki, que si no se revertía la situación en la próxima conferencia... y ahí enumeraba una cascada de ellas (el encuentro entre los Presidentes Bush y Abbas, la conferencia de donantes o la reunión de Moscú, entre los Presidentes ruso y palestino), la Autoridad Palestina tendría que plantearse su función. No explicitaba si podría existir dimisión, renuncia o denuncia del Acuerdo de Annapolis u otros o cualquier otra cosa. Estas fintas diplomáticas-dialécticas de tantas veces decirlas y no utilizarlas ha provocado escepticismo en las cancillerías occidentales y devaluación de sus tomas de posición ante unos medios de comunicación que beben informativamente de las notas de prensa y de discursos propagandísticos de los Portavoces y Gobiernos israelíes y occidentales que repiten como mantras “proceso de paz”, “proceso de paz”... mientras ocultan la estrategia sionista de ocupación y hechos consumados de la que son cómplices.

 

Este año 2008, según la Conferencia de Annapolis, tendría que ser el que culminase las negociaciones entre los palestinos e israelíes para constituir dos estados en la Palestina histórica. Es preciso “dramatizar” los últimos pasos de una obra ya repetida. Avanzar la estrategia sionista y mantener el guiñol del Proceso de Paz. Y para eso hacen falta dos actores y que el público sea cómplice de la repetición enésima de la obra. Malki quiere despertar coherencias en la Unión Europea y la Comunidad Internacional entre el derecho internacional y sus acciones políticas para que sancionen a Israel, por sus vulneraciones, mantener la política divisionista de la Presidencia palestina y hacer verosímil un Proceso y una paz justa.

 

Pero, se encuentra con varios obstáculos, la propia ocupación y avance de la misma por parte israelí, la falta de respuesta palestina (y su división) y la normalización ideológica del sionismo en los Gobiernos occidentales.

 

Es indudable que el proceso sionista de ocupación avanza. El resto, lo formalmente no ocupado, ya sea Gaza o los bantustanes de una parte de Cisjordania (el Valle del Jordán y los acuíferos han sido despoblados de palestinos) vive subsidiado de la comunidad internacional y depende colonialmente de la economía israelí.

 

Olmert u otro dirigente israelí, independientemente de sus circunstancias, porque podría llamarse Peres, etc., de corrupción política y equilibrios parlamentarios, mantiene la estrategia de judaizar Israel y mantener todavía la complicidad de que existe un Proceso de Paz (ya sea con Occidente o con la Autoridad Palestina que tenga enfrente). Olmert cuando fue alcalde de Jerusalén, amplió sus límites urbanos, impidió la renovación o nuevas viviendas a los vecinos palestinos, expropió todo y construyó todo en Jerusalén Este al alcance de su larga mano. Se cerró la Casa de Oriente, la sede informal del Gobierno palestino, etc. Con la complicidad occidental.

 

Esa estrategia sionista, de cualquier dirigente, pasa por ocupar todo lo posible el territorio de la Palestina histórica, eliminar o limitar la presencia de cualquier población contraria a la hegemonía sionista para ese Israel, Estado judío, como si cada uno de los elementos anteriores y su significado, conquista, limpieza étnica, pauperización de la población árabe segregada, colonización de los recursos y la economía palestina, y su realización impune estuviera por encima de todo y de todos. Incomprensiblemente, desde el punto de vista del derecho, la ideología sionista ha ido ganando espacio. Ya sea por lograr la identificación entre los cristianos evangelistas y aceptar la práctica política israelí como procedente del pueblo elegido; por miedo a que la crítica sea señalada como antisemita y procedente de ínfulas o defensa del totalitarismo asesino nazi o su complementario, como compensación actual a otras generaciones y personas de los hechos realizados por el Eje, obviando la afrenta al sojuzgado pueblo palestino; por pura estrategia colonial de crear tensión y destruir en luchas cainitas la potencialidad de desarrollo del mundo árabe, manteniendo a una élite gerencial de regímenes corruptos, sin alterar la extracción de petróleo... la asunción de la ideología sionista por parte occidental va ganando enteros. Los líderes israelíes consideran que “ya” están normalizados y que los que tienen que aceptarlo, como fruta madura, son los regímenes árabes.

 

Por otro lado, la Autoridad Palestina y el liderazgo palestino han ido abandonando fronteras de seguridad jurídica por mor de que no se les considerase contrarios a una Paz, admitiendo pasos tácticos de la estrategia estadounidense-israelí. Si en la Conferencia de Madrid no estuvieron en delegación independiente y propia pero se hacia bajo los auspicios del derecho internacional y las Resoluciones de las Naciones Unidas, en Oslo, en negociaciones secretas, se pasó a un intercambio de promesas sin que hubiera un fin o una limitación de prácticas coloniales (nuevos asentamientos, por ejemplo) por parte israelí. El paso de la Hoja de Ruta y el condicionamiento al nuevo Gobierno democrático palestino dirigido por Hamas, involucrando a las Naciones Unidas, sin que, ni siquiera, se exigiera lo mismo al Estado ocupante, al aceptarlo la Presidencia Palestina, supone una deriva que parece no tener fin. Eso hace que se envalentone el Gobierno israelí –y la comunidad internacional adormecida no se sienta involucrada y considere que es una cuestión a resolver entre las partes, obviando la asimetría de las mismas-, cuando exige que se acepte el carácter judío del estado de Israel o que se abandone la defensa de los refugiados palestinos. Ambas cuestiones fueron contestadas por los palestinos.

 

Pero en el día a día, lo que se visualiza de las gentes de la Autoridad Palestina, las únicas reconocidas por los Gobiernos, tras el bloqueo de Gaza, el trazado informal de unas fronteras con el Muro o la expulsión de la población palestina del Este del Muro o del Valle del Jordán, a pesar de las notas de protesta, declaraciones,... es un amoldarse a esa situación, darse la mano con las autoridades israelíes que ordenan esas acciones, sonrisas y protestas y poco más. En resumen, ¿Autoridad subvencionada de papel?

 

El proceso de normalización es el trato de socio, como igual, de tantos Gobiernos y organismos, en el plano económico, militar, etc. El trato de semejante al colonial Olmert con el que se “comparten valores”. Maniobras militares israelíes con países de la OTAN –incluyendo a un buque español- antes de su invasión a Líbano. El trato preferencial con la Unión Europea o con su política de vecindad, compra-venta de armamentos, aceptación de sus actos terroristas a una población sitiada, asesinatos gratuitos, colonización y expulsión,... Que Estados Unidos, la UE, la OTAN, la OCDE, Eurovisión o la FIFA no contemplen a Israel como Estado ocupante, segregacionista, violador de derechos humanos y toda la pléyade del derecho internacional, cuando además tienen las pruebas todos los días, muestra el abismo entre la “normalización” de un Estado étnico en territorio palestino y las posiciones de defensa de una paz justa.

 

Por eso, sin afectar a la estrategia israelí, se sueltan presos, sin que se paren los asaltos militares israelíes en Cisjordania. Se clausuran radios o se destruyen archivos que pudieran mantener resistencia o futuras demandas. Se sigue cobrando el agua a precios diferentes a palestinos o a colonos. Y se siguen dando apretones de manos y escenificando Procesos, con contrapartes actorales que lo tienen difícil para mantener su papel de héroes cuando parecen ser meros comparsas de un guión ya trazado.

 

Se carga informativamente sobre la corrupción de Olmert para conseguir dádivas para su partido, pero no se menciona su rol sionista detrás de cada decisión de su biografía política.

 

Ante eso, se puede distraer la atención pública con un cambio de personas. Las elecciones de Israel o de Estados Unidos pueden servir de excusa para paralizar la atención de la colonización permanente. También, puede continuar la obra, sin más aplazando la catarsis del vencimiento previsto de 2008, alargando la obra con otra Hoja de Ruta que se le ocurra a cualquier protagonista.

 

En todo caso, no es por aquí por donde se pueden arreglar las cosas. Y desdichadamente, la política del Presidente Abbas que no apoya una reconciliación interpalestina, ni denuncia este Proceso mantra de paz, tampoco

 

Nuevamente, hay que afectar a las políticas gubernamentales occidentales para lograr su coherencia entre derecho y práctica. Las próximas batallas están en la candidatura de Israel en pertenecer a la OCDE y la política de vecindad de la UE o la revisión de la conferencia antirracista Durban II. Las acciones judiciales contra militares israelíes, saltarse el bloqueo de Gaza, denunciar la política expansionista comercial sionista, movilizar a la opinión pública occidental, consolidar alianzas con los internacionalistas israelíes y la resistencia palestina, en suma siguen siendo las herramientas eficaces ante la abulia, cómplice, de los gobiernos. No aceptar y, por lo tanto, combatir, esa normalización. En los planos económicos e ideológicos.

 

* Santiago González es economista y miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

ISRAEL NIEGA UNA EDUCACIÓN A SUS VÍCTIMAS: UN POLITICIDIO EN TODA REGLA

 

Por Junaid Levesque-Alam, Revista Sin Permiso

Traducción: Xavier Fontcuberta Estrada

El amiguete favorito de EEUU en Oriente Medio, financiado con 6 mil millones de dólares al año, dispone de un sólido historial de operaciones de limpieza étnica. Descontando unas pocas universidades, este hecho aquí es mayoritariamente ignorado por razones políticas, pero los propios historiadores de Israel han rastreado minuciosamente los archivos nacionales y militares sacando a la luz la expulsión de Israel de cientos de miles de palestinos durante la guerra de 1948.

 

El resultado de esa desposesión se puede observar todavía hoy. Cuatro millones de palestinos viven y mueren enjaulados en guetos totalmente controlados que se extienden sobre menos de una quinta parte del territorio que antes les perteneció, ocupado hoy por Israel. Mientras, Israel permite que judíos nacidos en cualquier parte del mundo se establezcan en esta tierra expropiada.

 

Pero una cosa es evitar que la gente reclame la propiedad que le ha sido robada, y otra bien distinta impedirles férreamente que salgan de esa cárcel.

 

Y sin embargo eso es precisamente lo que ocurrió la semana pasada, cuando Israel impidió que estudiantes palestinos con una beca Fulbright viajasen a EEUU, a pesar incluso de un episodio sin precedentes de desobediencia civil por parte de un diplomático americano.

 

Los estudiantes seleccionados son de Gaza, un campo de concentración de un millón y medio de personas al cual Israel ha sometido a un castigo colectivo desde que Hamas ganó las elecciones. Excepto en casos de “emergencia”, son muy pocos los suministros que se permite que entren en el campo, lo que implica que los niños crezcan con malnutrición, que las enfermedades crónicas queden sin tratamiento y que la pobreza y el hambre campen a sus anchas.

 

Israel ha permitido que este año saliesen sólo 60 de los 600 estudiantes de Gaza que han sido aceptados por universidades extranjeras para cursar allí sus estudios. Siete estudiantes con una beca Fulbright estaban entre los retenidos.

 

EEUU ha tratado de intervenir, con Condoleezza Rice expresando que “si no puedes atraer a los jóvenes y darles un buen horizonte para sus esperanzas y sus sueños, entonces no sé cómo va a haber futuro alguno para Palestina”.

 

Entonces los israelíes echaron balones fuera diciendo que iban a agilizar el proceso, pero siguiendo poniendo impedimentos. Uno de los diplomáticos estadounidense, cansado de tantos retrasos y excusas cuando trataba de sacar a dos de los estudiantes, hizo una sentada de protesta en medio de la frontera entre Israel y Jordania. ¿Puede uno imaginarse una escena tan reveladora ocurriendo en cualquier otro país “aliado” de los Estados Unidos? En una impecable demostración de nuestra “relación especial”, los funcionarios americanos se ven obligados a escenificar actos de desobediencia civil para poder hacer su trabajo.

 

Pero no funcionó. Ambos estudiantes vieron como sus visas eran revocadas justo después de cruzar la frontera. Uno de ellos ya había llegado a Washington D.C., para luego ser embarcado de nuevo hacia Jordania.

 

Los israelíes echaban humo por el incidente, mientras uno de sus principales funcionarios del Ministerio de Exteriores apareció bramando que “es una auténtica vergüenza. Si yo me hubiese comportado de ese modo en una frontera estadounidense, o estaría en la cárcel o ya no estaría en los Estados Unidos”. Hasta ahí llega el narcisismo de Israel: negar una educación a los más desfavorecidos es política nacional; protestar por ello es “una vergüenza”.

 

Se trata sin embargo de un episodio revelador. Los israelíes despotrican sobre el “odio palestino” y la maldad de la ideología de Hamas – y después encierran en una caja a los jóvenes palestinos junto con Hamas y tiran la llave. Como dijo uno de los estudiantes, abatido, “si me quedo aquí sentado sin trabajo, sin alternativas de educación o empleo, puede que también acabe dejándome barba y uniéndome a los demás”.

 

Pero tal vez no sea una posición tan estúpida. Como dijo uno de los estudiantes palestinos que salió, el estrangulamiento que ejerce Israel “divide la sociedad”, pues aquellos palestinos que tienen contactos consiguen mientras otros bullen de resentimiento. La gran esperanza de la política israelí, acertadamente llamada “politicidio” por el historiador israelí Baruch Kimmerling, es que los palestinos quiebren y se colapsen bajo la presión acumulada de interminables vejaciones.

 

Como alardeaba el jefe del estado mayor ante el Knesset hace 25 años, “cuando hayamos colonizado el territorio, todo lo que los árabes podrán hacer al respecto será corretear por ahí como cucarachas ebrias en una botella”. No ha ocurrido, todavía.

 

M. Junaid Levesque-Alam habla sobre EEUU y el Islam en Crossing the Crescent y escribe sobre la identidad musulmana americana en la revista WireTap. Co-fundador de Left Hook, una revista juvenil que se editó desde noviembre de 2003 hasta marzo de 2006, trabaja como coordinador de comunicación de una agencia contra la violencia interna ubicada en la ciudad de Nueva York.

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

LOS NIÑOS PRIMERO… EN LA LISTA DE VÍCTIMAS

 

Por Mel Frykberg, IPS Noticias

Los niños de Palestina son víctimas de violencia indiscriminada a manos de las fuerzas israelíes y como consecuencia de los combates entre facciones internas, advirtió la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

 

En su informe de agosto, la Oficina de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para la Coordinación de Asuntos Humanitarios expresó su preocupación por la inadecuada protección que reciben.

 

Ahmad Husam Yousef Mosa, de 10 años, “murió de un balazo en la cabeza disparado por la policía fronteriza israelí, luego de una protesta en la aldea cisjordana de Ni'lin” en julio, destacó en su más reciente informe al respecto la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.

 

Al día siguiente, los médicos diagnosticaron que el joven Yousef Ahmad A'mira, de 15 años, tenía muerte cerebral: había recibido varios balazos en la cabeza, disparados a quemarropa por la policía fronteriza de Israel.

 

“Otros 44 niños fueron heridos ese mes en Cisjordania y en la franja de Gaza, donde dos murieron y siete resultaron heridos a causa de enfrentamientos entre facciones palestinas rivales”, agregó el informe.

 

En lo que va del año, “el número de niños muertos es de 95 palestinos y cuatro israelíes, y hubo 386 heridos palestinos y ocho israelíes”, señaló el estudio.

 

El palestino Muhammad Ayman, de 18 años, vive en la aldea cisjordana de Al-Mazra'a Al-Qiliya, cerca de Ramalá. Vio a su amigo Muhammed Shreitih morir desangrado tras ser baleado en la cabeza por un colono israelí, durante una protesta contra las incursiones del ejército de Israel en Gaza.

 

“Me cuesta dormir por las noches y todavía tengo pesadillas. Me despierto bañado en sudor tras ver la cara de Muhammed en un charco de sangre”, relató a IPS.

 

El colono israelí abrió fuego contra Ayman y varios de sus amigos, pero sólo Shreitih fue alcanzado.

 

“Comenzó a dispararnos incluso antes de que llegáramos al asentamiento. Se dirigió hacia nosotros y empezó a tirar a unos 50 metros de distancia”, agregó.

 

Una investigación de la policía israelí determinó que el colono había actuado “en defensa propia”.

 

El psicólogo Marwan Diab, quien atiende a niños traumatizados por la endémica violencia en el marco del Programa Comunitario de Salud de Gaza, advirtió que el impacto en los futuros líderes palestinos o ciudadanos en su vida adulta es alarmante.

 

“Toda una generación de niños palestinos afronta el peligro de sufrir un daño psicológico irreparable si no cuentan con ayuda inmediata y si no mejoran las condiciones políticas, sociales y económicas en Gaza”, dijo a IPS.

 

“Estamos muy preocupados por esos niños”, señaló Patricia McPhillips, representante especial del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en territorio palestino.

 

“Sólo el año pasado, 37.500 niños participaron en nuestras reuniones de terapia de grupo, 1.200 en sesiones individuales. También visitamos a 800 familias, en sus casas y hospitales, luego de episodios traumáticos”, relató a IPS.

 

Más allá del alto número de muertos y heridos, los niños palestinos deben superar desafíos abrumadores para llevar una vida normal a causa de la discriminación, la pobreza, la ausencia de escuelas o sitios de recreación y un horizonte político que no ofrece esperanzas para su precaria existencia.

 

El director para Gaza de la Agencia de las Naciones Unidas de Asistencia a los Refugiados de Palestina en Medio Oriente (UNRWA, por sus siglas en inglés), John Ging, dijo a IPS que entre 50 y 60 por ciento de los alumnos que asisten a las escuelas de ese organismo en Gaza no aprobaron sus exámenes de matemáticas. Cuarenta por ciento reprobó los de árabe.

 

“La asistencia a clases se ha visto constantemente interrumpida por los enfrentamientos entre facciones palestinas, las repetidas incursiones israelíes y la extrema pobreza, que provoca que los niños vayan a la escuela con hambre e imposibilitados de prestar atención”, agregó.

 

Según datos de UNICEF, 70 por ciento de los niños de Gaza son refugiados.

 

El director general del Ministerio de Educación de la Autoridad Nacional Palestina en Gaza, Haifa Fahmi El-Agha, comentó a IPS que la proporción alumnos que no califican para pasar de grado se mantiene artificialmente baja, a causa del escaso número de escuelas y la carencia de fondos.

 

Los niños palestinos se encuentran en situación de desventaja desde su nacimiento. Muchos mueren a causa de malformaciones congénitas, bajo peso, alumbramiento prematuro e infecciones respiratorias agudas contraídas en campamentos de refugiados, señaló la UNRWA.

 

A esto deben sumarse altas tasas de desnutrición, privaciones económicas y desempleo, exacerbados por el bloqueo de Israel a Gaza. Asimismo, los niños palestinos son regularmente encarcelados por los israelíes en ámbitos que deben compartir con delincuentes adultos.

 

Según un estudio difundido meses atrás por la oficina de asuntos humanitarios de la ONU, el ejército israelí arrestó en 2007 a 700 niños palestinos. Casi un tercio de ese total pasó algún tiempo en prisión sin ser sometido a juicio.

 

El total de niños arrestados desde la segunda Intifada --levantamiento popular contra la ocupación israelí-- de 2000 llega a 5.900, según ese informe.

 

La investigación también describe un patrón de abuso físico y tratamiento humillante durante la detención y de maltrato psicológico en los interrogatorios. Muchos de esos niños fueron arrestados en puestos de control en las rutas, en la calle o en sus casas en medio de la noche luego de incursiones de los militares israelíes.

 

La organización de derechos humanos israelí B'Tselem señaló que muchos son mantenidos en confinamiento solitario en un cubículo sin luz de 1,5 metros por 1,5 metros, mientras que otros son confinados en el “armario”, una estrecha celda en la que deben permanecer de pie, sin poder sentarse o moverse.

 

La “tumba”, agregó, figura entre los favoritos del Shin Bet, el servicio de inteligencia israelí. Se trata de una “caja”, con una puerta en su parte superior, que mide aproximadamente un metro por 60 centímetros, con una profundidad de 80 centímetros.

 

Según la no gubernamental Defensa de los Niños Internacional, las penas que reciben los palestinos son especialmente severas.

 

Arrojar piedras en un enfrentamiento puede ser castigado con una condena de entre 10 y 20 años de cárcel, mientras que por dañar una instalación militar está contemplada la cadena perpetua.

 

Lastimar, insultar o amenazar a un miembro de las fuerzas armadas israelíes conlleva una condena de 10 años de prisión, cinco menos que el término promedio para los casos de asesinato en Israel.

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

UNA ANALOGÍA DEPRAVADA

 

Por Khalid Amayreh, Uruknet / Rebelión

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

Desenmascarar los intentos de Israel de equiparar la situación de los refugiados palestinos con los emigrantes judíos procedentes del mundo árabe

 

“La limpieza étnica de Palestina por Israel no fue, como más tarde proclamó el primer presidente de Israel Chaim Weizmann, una consecuencia inesperada o un hecho fortuito o siquiera un “milagro”; fue el resultado de una planificación larga y meticulosa”, Ilan Pappe, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Haifa, en su libro La limpieza étnica de Palestina [1].

 

Esta semana el primer ministro israelí saliente, Ehud Olmert, trató de reescribir la historia equiparando el violento desarraigo y dispersión por los cuatro rincones del mundo de la comunidad nativa palestina a manos de los sionistas judíos con la emigración motivada ideológicamente de judíos de Oriente Próximo a Palestina.

 

Durante una reunión del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Knesset del 13 de septiembre, Olmert afirmó que compadecía la difícil situación de los refugiados tanto palestinos como judíos: “Me uno en expresar mi pesar por lo que les ocurrió a los palestinos y también a los judíos que fueron expulsados de los Estados Árabes”.

 

La muy inoportuna declaración de Olmert coincide con las muy controvertidas declaraciones del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas acerca del delicado tema del derecho al retorno de los refugiados palestinos desarraigados de su país hace más de sesenta años.

 

Según se informa, el respaldado por Estados Unidos Abbas afirmó que no iba a presionar a Israel para que permitiera retornar a todos los refugiados palestinos a sus hogares y ciudades originarios en el actual Israel y que tendría que negociar con Israel el número de refugiados que a los que se repatriaría [2].

 

Olmert miente consciente y deliberadamente porque la situación de los refugiados palestinos y la emigración de los judíos del mundo árabe a Israel son dos acontecimientos completamente diferentes.

 

A fin de cuentas, el objetivo táctico de esta descomunal mentira es minimiza, banalizar y, en última instancia, echar a pique la cuestión primordial del derecho al retorno de millones de personas desarraigadas de su tierra ancestral a manos del movimiento similar al nazismo conocido por sionismo.

 

Obviamente Olmert y otros dirigentes sionistas creen que se puede derrotar este derecho inalienable divulgando mentiras y haciendo analogías depravadas.

 

Me temo que tengo malas noticias para el primer ministro israelí. Independientemente de lo que diga gente como Abbas, el pueblo palestino está ahora aún más comprometido que antes con el derecho al retorno.

 

Hasta el movimiento Fatah, sobre el que Israel y Estados Unidos pueden estar tentados de pensar que ha sido completamente vaciado de su patriotismo y de su dignidad nacional, todavía mantiene un compromiso acorazado con el derecho al retorno.

 

Sin embargo, es indudable que aquí y allá hay algunos oportunistas de Fatah que estarían deseosos de aceptar cualquier cosa con tal de que sus bolsillos permanezcan repletos de dólares estadounidenses y de euros europeos.

 

Pero también es verdad que la inmensa mayoría de de los seguidores y partidarios de Fatah condenaría como traidores a sus propios dirigentes si estos adoptaran una actitud laxa respecto al derecho al retorno.

 

Por no mencionar a los propios refugiados, entre cuatro millones y medio y cinco millones de palestinos, que consideran el abandono de su derecho al retorno como la traición final.

 

Por ello, me atrevo a desafiar a Abbas a pronunciar su escandalosa afirmación acerca del derecho al retorno en presencia de los refugiados de uno de sus campos en Gaza, Líbano o Siria o, incluso, en Cisjordania.

 

Volviendo a la alucinación de Olmert sobre refugiados palestinos versus refugiados judíos, es importante poner las cosas en su lugar, no tanto para que Olmert y sus compañeros sionistas cambien de opinión, sino para dar a las víctimas potenciales de las mentiras sionistas la oportunidad de no ser engañados por los maestros del engaño y la falsedad.

 

Para empezar, deberíamos recordar que los refugiados palestinos fueron expulsados de su patria ancestral a consecuencia de un genocidio parcial aunque real a manos de bandas sionistas como Irgun, Hagana, Lehi, Palmach, Itsel, etc. Historiadores israelíes, incluyendo a racistas incondicionales como Benny Morris, reconocen sin problemas esta expulsión.

 

Por ejemplo, Shlomo Ben-Ami, un ex-ministro de Asuntos Exteriores israelí, escribió lo siguiente en un libro publicado en 2006: “La realidad sobre el terreno era la de una comunidad árabe en un estado de terror, que se enfrentaba a un ejército israelí despiadado cuyo camino a la victoria estaba pavimentado no sólo con sus victorias contra los ejércitos regulares árabes, sino también con la intimidación y, a veces, las masacres y atrocidades que perpetró contra la comunidad árabe. Una comunidad árabe presa del pánico fue desarraigada bajo el impacto de las masacres que quedarían esculpidas en el monumento árabe de dolor y odio”.

 

Por supuesto, no se puede esperar que Ben Ami diga toda la verdad pero, con todo, estas palabras son muy elocuentes.

 

Es más, a diferencia de los emigrantes judíos procedentes del mundo árabe, cuya aliya (o emigración a Israel) era el objetivo estratégico más importante del sionismo y del recién establecido Estado judío, los refugiados palestinos fueron coaccionados y masacrados para que huyeran, de forma muy parecida a las víctimas del nazismo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Pero a diferencia de la situación más complicada en la Europa de la guerra, en Palestina el movimiento sionista llevó a cabo la guerra en 1948 principalmente para expulsar y limpiar étnicamente a la mayoría de los palestinos.

 

En otras palabras, la limpieza étnica de Palestina, como afirma Illan Pappe, ha sido planificada meticulosamente e implementada sistemáticamente.

 

De hecho, el movimiento sionista no sólo expulsó al 90% de los palestinos nativos (porque no eran judíos), sino que también se aseguró de que sus casas y pueblos eran destruidos y borrados. Las casas que no fueron destruidas fueron simplemente entregadas a los emigrantes judíos como patrimonio eterno mientras que sus dueños legítimos agonizaban en miserables campos de refugiados repartidos por todo Oriente Próximo.

 

Pues bien, me gustaría plantear a los sionistas cara a cara las siguientes preguntas:

 

¿Cuántos pueblos y ciudades judíos destruyeron y borraron los árabes?

 

¿Cuántas masacres de judíos perpetraron los árabes que podrían haber obligado a huir a los judíos árabes?

 

Seamos honestos y no nos dejemos engañar por la propaganda sionista. Los judíos del mundo árabe vinieron a Israel para hacer realidad el sionismo. Su huida a Israel, que Israel llama aliya con el significado de pasar de una posición inferior a otra superior, fue “querida, deseada y buscada agresivamente”.

 

En algunos países árabes, como Marruecos, la emigración de judíos se produjo como resultado de acuerdos secretos entre Israel y el respectivo gobierno árabe.

 

Para estar seguros, algunos judíos árabes, como en Irak, fueron acosados realmente, aterrorizados incluso por los agentes sionistas para que dejaran su tierra nativa, tal como han atestiguado algunos inmigrantes judíos iraquíes en los últimos años.

 

En el contexto de los virulentos esfuerzos de los sionistas para conseguir que los judíos emigraran quisieran o no a Israel se bombardearon sinagogas, se atacaron centros culturales y figuras judías fueron amenazadas por agentes sionistas disfrazados de “árabes”.

 

En algunos casos agentes sionistas organizaron secretamente disturbios anti-judíos para crear una atmósfera de miedo entre los judíos que, finalmente, les incitara a partir (recientemente agentes sionistas han ocasionado varios incidentes anti-semitas en Francia y Estados Unidos para inducir a los judíos a huir a Israel).

 

Sí, la consternación pública por los judíos sionistas en algunos países árabes se extendió tras la Nakba, la casi destrucción y expulsión del pueblo palestino de su tierra ancestral.

 

Pero nunca hubo un Dir Yasin judío en Irak o un Tantura judío en Túnez o un Dawaymeh judíos en Argelia o un Kafr Qassem judío en Yemen.

 

La verdad es lo contrario. Durante la Segunda Guerra Mundial en realidad los gobiernos árabes hicieron enormes esfuerzos para proteger a sus comunidades judías del inquietante espectro de la aniquilación por parte de los nazis. Pregunten a cualquier anciano marroquí o egipcio y él o ella les contará cómo los judíos disfrutaban de sus derechos como ciudadanos. De hecho, en muchos casos se concedió a los judíos derechos preferenciales y se les concedieron pasaportes extranjeros, especialmente franceses, que les permitieron prosperar en comparación a otros ciudadanos.

 

No obstante, si los judíos árabes o los judíos originarios del mundo árabe insisten en que son auténticos “refugiados”, lo correcto es exigir el derecho a retornar a sus países nativos originarios.

 

Se tiene que hacer justicia tanto a los refugiados palestinos como a los emigrantes judíos procedentes del mundo árabe concediendo a ambas partes la oportunidad de retornar a sus patrias originarias de las que fueron desarraigados, como en el caso de los palestinos, o engañados para que se fueran, como en el caso de los judíos árabes.

 

Sin lugar a dudas esto es mejor y más justo que permitirse analogías depravadas con el objetivo de trivializar la dura situación de los refugiados palestinos que representa el corazón y el alma del conflicto árabe-israelí.

 

[1] Existe una traducción al castellano de este libro imprescindible, La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica (Memoria Crítica), Barcelona, 2006 (N. de la t.)

[2] Véase del mismo autor “Abu Mazen, ¡ni se le ocurra tocar el derecho al retorno!”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72764 (N de la t.)

 

Lunes 22 de setiembre de 2008

SABRA Y CHATILA: PARA UNOS UN ACTO DE INDEPENDENCIA, PARA OTROS UN ACTO DE BARBARIE ¿QUIÉN TIENE LA VERDAD?

 

Por Jaime Abedrapo, Presidente del Comité por el Derecho a Retorno - Chile

Inmersos en una sociedad internacional relativista que nos persuade de que todo se debe valorar dependiendo del punto de vista en que se mire, como nos podría intentar persuadir modernistas o post modernistas como Foucault, Heidegger, Satre, entre otros valorados libre pensadores. Así la pregunta realizada en el título pudiera ser considerada como “razonable” en un mundo de verdades subjetivas que se sustentan en imposibilitadas de captar la esencia de las cosas, por tanto de la dignidad humana o de toda persona humana sin importar color, etnia, religión, etc.

 

Desde otra perspectiva, también como elemento central del modernismo, el “medio” no es moralmente objetable, ya que es neutro y se evalúa dependiendo de su “utilidad” al fin que persigue. Así quienes realizan matanzas indiscriminadas a favor de una causa superior se pueden elevar a la altura de héroes patrios, revolucionarios progresistas o próceres de la patria… más todo es válido para alcanzar los propósitos políticos, que además nos aseguran un futuro de justicia y paz, incluso para algunos, la redención del Mesías.

 

A pesar de que para muchos puede sonar a un principio ligado al oscurantismo tomaré partido, porque desde la decencia no veo otra alternativa, por quienes observan los sucesos de Sabra y Chatila como un acto repudiable y una manifestación máxima de barbarie, contrario a todo propósito político humanista.

 

La postura adoptada no asumirá argumentos que se circunscriban en el ámbito irrestrictos de las normas que los Estados modernos han establecido como imperativas, como por ejemplo los Convenios de Ginebra, entre otros, ya que el valor de ellas probablemente sólo las comprendan y compartan quienes abracen la visión iusnaturalista, es decir que interpretan al derecho como un referente del “deber ser” y no simplemente como el resultado último de un juego de poderes que finalmente cautela los intereses de quienes rigen el orden mundial.

 

Por tanto sólo intentaré un ejercicio lógico respecto a medios y fines, es decir, ¿podrá ser efectivo para alcanzar un objetivo político de estabilidad y seguridad imponerlo a través de la fuerza, y no cualquier tipo de fuerza, sino que la más cobarde que enfrenta a una población indefensa, sin distinguir la edad o sexo de quienes son aniquilados?, ¿podrá un genocidio o exterminio del enemigo traer consigo la fundación de un Estado aceptado, legitimado por los demás, y que augure la estabilidad?.

 

Recordemos que entre la noche del 16 hasta el 18 de septiembre de 1982, los campamentos de refugiados palestinos situados en el Líbano fueron rodeados por el ejército al mando de Ariel Sharon. Esto significó más 5.000 muertos que fueron removidos por Buldózer intentando eliminar las pruebas de una matanza colectiva.

 

¿Qué se preguntaría un patriota o nacionalista israelí?, este fue un acto para la liberación de un pueblo en la lógica de ganadores y vencidos, ya que es obvio que los niños muertos en dichos campos de concentración con el tiempo se iban a transformar en una amenaza a la seguridad de Israel, ya que probablemente tomarían las armas para reivindicar sus objetivos políticos.

 

Así, la perspectiva actual bajo la ética de los objetivos y desprendida de todo derecho emanado desde la naturaleza humana, nos señala que no hay otro camino que la aniquilación del enemigo.

 

En esa mirada, vuelvo a plantear desde la experiencia histórica si esa es la forma de preservar la paz. Probablemente sí, en la medida que se consiga exterminar a todo el pueblo palestino, su identidad, es decir su sentido de pertenencia, incluso de los que se encuentran en la diáspora. Por ello los sectores nacionalistas israelíes presentan ese acto como uno racional instrumental.

 

Es decir, una racionalidad que no tiene relación con la perspectiva kantiana, quien sostuvo que la razón nos permitirá alcanzar los consensos básicos para evitar los conflictos cruentos, que son interpretados como irracionales y contraproducentes.

 

Si asumimos la mirada geopolítica predominante durante el siglo XIX, durante los procesos de conformación, sobre todo desde Europa, de los nacionalismos excluyentes por excelencia, que cristalizaron el principio de soberanía absoluta, podemos interpretar al genocidio como un sin sentido, ya que la geopolítica nos señala que toda acción tiene una reacción, por tanto dicha lógica me dice que si continúo por el camino de la aniquilación debo alcanzarla a totalidad, ya que de lo contrario habrá una reacción contra con similares tácticas. ¿Es eficiencia ese camino para la estabilidad y paz de Israel?

 

Entonces, ¿cómo entender la política de Estado de Israel?, sobre todo porque Sabra y Chatila no es una excepción, sino que hasta hoy es la tónica de cómo ha enfrentado Tel Aviv sus asuntos de seguridad y defensa. Quizás la respuesta esté en que su política exterior esté en el marco de acción proveniente desde una ideología (sionismo) de suyo excluyente.

 

En efecto, mientras ese cuerpo teórico anclado en premisas religiosas fundamentalistas e instrumentalizadas por las fuerzas de orden (ideologizadas) para alcanzar un objetivo político expansionista al más puro estilo colonial, con lo que ello implica, un nacionalismo excluyente fundado en una superioridad religiosa (judaica), no tendrá desenlaces muy distintos a los que la historia nos ha enseñado a través del nazismo, fascismo, entre otros, que tras alcanzar objetivos políticos desatan y justifican holocaustos y genocidios.

 

En ese contexto podemos comprender que el Presidente de Israel Moshe Katsav aludiera al “derecho” (en la interpretación relativista del término) para defenderse de la demanda internacional presentada por los tribunales belgas por los sucesos de Sabra y Chatila: “niego absolutamente el derecho moral a Bélgica de juzgar a líderes y oficiales del Ejército israelí… Nadie tiene derecho de poner en duda las normas morales y humanas con las que trabaja el Ejército israelí”.

 

En consecuencia, Shabra y Chatila es aquella conmemoración de los hechos trágicos que encontramos en la historia de la humanidad y que nos sitúan en una sociedad internacional que sufre de esquizofrenia, ya que reconoce derechos fundamentales de la persona humana y de los pueblos, pero a la vez defiende que no existen verdades o certezas que nos permitan tener una posición más contundente de rechazo y sanción respecto a estas matanzas.

 

Mientras discutimos respecto a la razón y su capacidad de reconocer los derechos inalienables de las personas humanas y de los pueblos, sólo podremos sentir (es decir: mediante el corazón) el dolor e indignación que provocan estos hechos de barbarie.

CÁMARAS DE VÍDEO CONTRA “POGROMS” DE COLONOS

CÁMARAS DE VÍDEO CONTRA “POGROMS” DE COLONOS

Miércoles 17 de setiembre de 2008

CÁMARAS DE VÍDEO CONTRA “POGROMS” DE COLONOS

 

Por Javier Espinosa, Diario El Mundo - España

Cuando Nahla Mahmud se percató del tropel de colonos de Yitzhar que corrían colina abajo en dirección de la aldea clausuró las puertas y colocó la cámara de vídeo tras una de las rejas que protegen su ventana.

 

Encerrada tras los barrotes pudo grabar los desmanes de los fundamentalistas judíos, mientras estos apedreaban al vecindario palestino ante la mirada impasible de los soldados israelíes.

 

“Lo máximo que hacían era decirles: por favor, no hagáis esto, venga hombre”, explica la palestina frente a su vivienda. El edificio todavía muestra más de media docena de pintadas. Los asaltantes dibujaron la estrella de David. También arrancaron plantas y la canalización del agua.

 

Los destrozos en la casa vecina son mayores. Los pedruscos rompieron la mayoría de los cristales. Los radicales irrumpieron en el villorio disparando al aire, agrediendo a vecinos, inmuebles y vehículos -llegaron a tirar un coche a un barranco- e hirieron a ocho palestinos en las más de tres horas de razzia.

 

OLMERT CRITICÁ LA ACCIÓN DE SUS CONCIUDADANOS

 

Las imágenes que grabó Nahla han desatado tal escándalo en Israel que hasta el propio Ehud Olmert ha calificado la acción de sus conciudadanos el pasado sábado como un verdadero “pogrom”, un calificativo especialmente duro porque siempre se ha utilizado para referirse a las correrías anti-judías.

 

“Es un fenómeno intolerable. No habrá 'pogrom' contra los no judíos en Israel”, manifestó el primer ministro.

 

Sin embargo, el ocaso político de Ehud Olmert, que previsiblemente dimitirá como primer ministro tras las elecciones para designar a un nuevo líder de Kadima que se celebran hoy miércoles en Israel, parece haber azuzado el activismo de los colonos conocidos por su oposición a cualquier intento por establecer un estado palestino.

 

El propio líder de esta comunidad, Dani Dayan, se refirió al dirigente con desprecio. “Sus planes han sido tirados al cubo de la basura”, dijo.

 

Los alrededores de Yitzhar están dominados por colinas ennegrecidas. Testimonio de los arrebatos de los habitantes de este emplazamiento. “Llevan varios meses así. Cortando árboles, atacando las casas, quemando los campos. El sábado, llegaron un poco antes de las 8 de la mañana. Iban vestidos de blanco (el atuendo que usan los ultras religiosos judíos en su día sagrado) y nos gritaban de todo: que éramos unos cerdos, que esta era su tierra y que nos teníamos que marchar”, indica Mohamed Shamy, miembro del consejo municipal de Asira Qabliya.

 

La pequeña aldea está ubicada en las inmediaciones de Nablus, al norte de Cisjordania, un entorno donde se multiplican los asentamientos de fundamentalistas como Yitzhar, Bracha o Itamar. Aquí casi no se divisan banderas de Israel sino la enseña amarilla con una corona negra símbolo del movimiento judío que aspira a establecer una teocracia.

 

UNA NEBULOSA RADICAL

 

Son los territorios de los denominados “jóvenes de las colinas”. Una nebulosa radical que sólo atiende las directivas de rabinos ultras como David Dudkevitch -el clérigo de Yitzhar- y se muestran con camisetas donde se lee un explícito mensaje: “Separarnos del estado y unirnos a la Torah (el referente religioso del judaísmo)”.

 

Su ideología no incluye la democracia ni la sumisión a las órdenes de Israel. Ya han declarado que pretenden establecer otro estado: el reino de Judea. El religioso de origen mexicano Yosi Dayan lo explicó sin rodeos: “Es muy posible que Israel se desintegre. La gente se separará del estado. ¡Qué se queden con el Parlamento! Nosotros queremos establecer el reino de Judea”.

 

El mismo Dudkevitch defendió el martes en Haaretz el derecho de sus seguidores a “organizarse por sí mismo sin vínculos” con Israel y la “deportación” de los palestinos.

 

Frente a la negociación dubitativa que Olmert inició con estos últimos, los colonos han reaccionado lanzando una espiral de violencia en los últimos meses. Según reveló en julio el diario Maariv, los colonos han diseñado todo un plan de acciones de fuerza con el que pretenden forzar “al sistema (Israel) a considerar si la evacuación (de colonias) vale el precio”.

 

El mismo periódico citaba a un miembro de estas agrupaciones cuyas declaraciones no dejaban duda sobre el origen de la proliferación de incidentes. “Los días en los que la policía peleaba con nosotros y nos sentábamos se han acabado. Ha comenzado una nueva era. Por cada evacuación, por cada piedra que muevan se enfrentarán a una guerra”, manifestó sin querer dar su nombre. “La policía tiene que darse cuenta que estamos locos”, admitió otro de sus compañeros.

 

ACCIONES COORDINADAS EN CISJORDANIA

 

Lo han llegado a llamar 'Operación Tanzim' -que copia el nombre de las milicias palestinas- e incluye acciones coordinadas en toda Cisjordania como la que quema colectiva de terrenos palestinos que protagonizaron en julio.

 

“Hay terrenos a los que ya no podemos ir porque es muy peligroso. Vivimos bajo un régimen de terror insoportable”, dice Mohamed Shamy.

 

Nahla Mahmud recuerda como lloraban sus pequeños, incluida Zeina -de nueve meses- bajo el efecto del gas sofocante que les lanzó uno de los colonos. “Tenían un 'spray'. Todos nos pusimos a toser y a llorar. No podemos seguir viviendo así. Mis hijos se hacen pis encima del miedo”, apunta.

 

Los residentes de Yitzhar aseguran que la arremetida del sábado fue sólo una reacción “adecuada y saludable” -expresión de David Dudkevitch- al apuñalamiento de un chaval judío por parte de un palestino procedente de Asira Al Qabliya. Shamy niega incluso tal extremo. “Nadie de la aldea subió a Yitzhar. Los soldados te disparan antes de que te acerques”, dijo.

 

Los colonos han llegado a recurrir al lanzamiento de cohetes caseros contra la aldea de Burín, vecina de Asira Al Qabliya en un signo que confirma la escalada de sus ataques. Frente a estas exacciones los palestinos han comenzado a recurrir a cámaras de vídeo como la que usó el sábado Nahla, suministradas por la ONG pacifista israelí Btselem, para documentar los incidentes. Un portavoz de dicha asociación explicó que han repartido ya más de 100 aparatos, principalmente en el área de Nablus y Hebrón, entre los habitantes más expuestos a los atropellos de los colonos.

 

LA PALABRA DE LOS PALESTINOS

 

“Es nuestra única defensa. Nos la dieron hace dos meses y con ella hemos podido probar como el ejército no hace nada cuando nos atacan los colonos. Antes mentían y no podíamos probarlo”, precisa Nahla.

 

“Nuestra experiencia nos dice que en muchos casos las palabras de los palestinos tienen menos peso que las de los soldados, los policías o los colonos. Ahora hay gente que nos llama para pedirnos cámaras porque se sienten protegidos. Hay algunos que se mueven con cámaras rotas sólo para evitar que (los colonos) se les acerquen”, manifestó Oren Yakobovich, responsable del departamento de vídeo de Btselem, que ha bautizado este proyecto con el nombre “Devolviendo el disparo”.

 

Las agresiones de los fundamentalistas no se ciñen sólo a los palestinos sino que también han intensificado sus enfrentamientos contra los soldados israelíes. Tres días antes del suceso de Asira al Qabliya varias docenas de jóvenes intentaron asaltar una posición de los uniformados en las cercanías de Ramala, terminaron a golpes con los militares a los que tacharon de “nazis” e hirieron a dos.

 

Ben Dror Yemini, columnista de Maariv, advertía el martes de que los “saboteadores son una minoría peligrosa. Sus rugidos son reminiscencia de los de algunos clérigos musulmanes. Su tono es el mismo. Son una desgracia para los judíos. Su religión no es nuestra religión”. “Algunos piensan que Judea y Samaria (así denominan los israelíes a Cisjordania) se está convirtieron en el salvaje oeste, donde los colonos imponen su propia ley”, le secundó Yaakov Katz en The Jerusalem Post.

 

Martes 16 de setiembre de 2008

¿EXPLOTACIÓN O COLONIALISMO?

 

Por Mireia Gallardo Avellán*, Revista Pueblos

A lo largo de todo el territorio de Cisjordania, Israel ha implantado varias zonas industriales. En estas empresas, los trabajadores palestinos no tienen otra elección que aceptar las condiciones inhumanas a las que les someten sus patrones.

 

En el parque tecnológico de Nitzanei Ha’ Shalom, cerca de la ciudad palestina de Tulkarem, en el norte de Cisjordania, las fábricas israelíes emplean aproximadamente unos 700 trabajadores palestinos para producir todo tipo de productos: cartón, plásticos y pesticidas. Muchos de sus trabajadores palestinos afirman que es mejor aceptar estos trabajos que estar sin nada. La mayoría trabajan más de ocho horas al día, seis días a la semana y por unos 11 shekels la hora (aproximadamente unos 2 euros), 7 shekels por debajo del salario mínimo israelí. Este salario les permite obtener lo justo para vivir y aún siendo conscientes de que su situación no es verdaderamente ideal, se consideran “afortunados” por tener estos empleos y poder mantener a sus familias.

 

Pero si indagamos un poco más, nos damos cuenta de que estos palestinos trabajan en condiciones inhumanas: la mayoría de las empresas son subcontratas israelíes, muchas veces sin nombre y sin registro. Los palestinos trabajan apelotonados en pequeños locales, sin luz ni ventilación, sin trajes especiales de trabajo, sin descansos, sin aseos y sin la posibilidad de pedir la baja laboral por enfermedad. Sencillamente, esperan que las puertas de acero, una vez abiertas, les marquen el final del día. Algunos se han quejado de las condiciones en las que trabajan a sus patrones pero en la mayoría de los casos, la respuesta llega en forma de amenazas y despidos. Los propios trabajadores son conscientes de que no son tratados como personas, de que no existen y sienten que reciben el mismo trato que los animales.

 

En Barkan, la situación es parecida. Barkan es la zona industrial más grande de toda Cisjordania. Reúne 120 fábricas, empleando unos 5.000 palestinos que se encargan de producir plástico, acero, productos alimenticios y textiles. Pero este recinto industrial vio como disminuía el número de trabajadores palestinos “legales” o con permiso de trabajo después de la Segunda Intifada. Antes del año 2000, Israel llegaba a emplear unos 150.000 palestinos, sin contar todos los “irregulares”, mientras que ahora apenas llegan a ser unos 10.000. El Muro del Apartheid ha frenado la entrada de “irregulares” ya que la posibilidad de entrar ilegalmente a Israel es prácticamente imposible.

 

En Jericó, ciudad palestina localizada cerca de la frontera con Jordania, no nos encontramos con una situación mejor: los recolectores de dátiles que trabajan para las colonias ilegales israelíes, son obligados a trabajar en verano más de diez horas diarias bajo temperaturas que pueden superar los 40 grados centígrados, sin aseos, con un salario muy por debajo del legal y en condiciones de inseguridad absolutas. Lo peor es que, la mayoría de trabajadores son menores que, debido a la precaria situación de sus familias, no tienen otra elección que dejar los estudios (si es que en algún momento los empezaron) y ponerse a trabajar.

 

Más del 60 % de la población total y el 46 % de la población nativa de Cisjordania vive bajo el umbral de la pobreza. La mitad de la población palestina son menores de edad y cada asalariado debe mantener aproximadamente unas diez personas. Ante esta situación, muchos de los palestinos que se encuentran sin trabajo, en contra de su voluntad, deciden buscarse la vida e intentar ser empleados en las colonias ilegales israelíes en Cisjordania. Parece difícil creer que, en el año 2008, estos trabajadores vivan esta situación “colonial” en su propio territorio. Sin embargo, no deja de ser otro reflejo de la penosa realidad, bajo la ocupación militar israelí, en la que viven los palestinos.

 

Aún así, encontrar trabajo en una empresa o colonia ilegal israelí no es para nada una tarea fácil. Primero se debe obtener un permiso por parte de los mandos militares (una tarjeta magnética) que da derecho a poder cruzar los checkpoints o puntos de control israelí; esta tarjeta se recibe una vez se han pasado los interrogatorios por parte de los servicios de inteligencia de Israel. Al mismo tiempo, el futuro trabajador debe solicitar un permiso de trabajo en la Oficina de Empleo israelí. Los costes de todo este proceso los cubre el empresario. Al igual que este permiso de trabajo es de “oro” para los palestinos también lo es para los empresarios, ya que los usan como medio de presión y acoso sobre sus empleados que nunca pueden ser probados porque carecen de contrato, seguro y tienen miedo de ser despedidos.

 

Estas zonas industriales funcionan según el principio de “divide y vencerás”. Aquellos palestinos que tienen un “buen comportamiento” reciben un buen salario y son pagados diariamente, no a la semana; a cambio, trabajan como “informadores” para el patrón. Para rizar el rizo, las mafias palestinas que recolocan trabajadores en las empresas o colonias israelíes, también se enriquecen a costa de explotar y utilizar sus propios paisanos. Estas mafias forman parte del sistema y son un eslabón indispensable entre el empresario israelí y el trabajador palestino.

 

* Mireia Gallardo Avellán, delegada de Paz con Dignidad en Palestina.

 

Martes 16 de setiembre de 2008

ABU MAZEN: ¡NI SE LE OCURRA TOCAR EL DERECHO AL RETORNO!

 

Por Khalid Amayreh, www.xpis.ps / Rebelión

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

“¿Por qué se me debería permitir a mí, un judío del norte de Londres, obtener la ciudadanía israelí mientras que este derecho se le niega a un palestino que languidece en un campo de refugiados de Líbano? Especialmente cuando reconozco que una amplia mayoría de quienes se marcharon en 1948 fue limpiada étnicamente por las fuerzas israelíes”. Alex Stein, un académico judío británico.

 

En los últimos días el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, ha hecho dos declaraciones extremadamente preocupantes en relación a la fundamental cuestión del derecho al retorno.

 

La semana pasada declaró la cadena de televisión Al-Arabiya que no podía pedir que se permitiera a todos los palestinos refugiados volver a sus hogares y a sus ciudades de las que fueron desarraigados cuando se creó Israel en Palestina hace más de sesenta años.

 

Esta semana, el presidente de la AP expresó unas observaciones aún más temerarias en una entrevista para el diario israelí Ha’aretz, publicada el domingo 14 de septiembre.

 

Sugería que estaba justificado que Israel se negara a permitir la repatriación de los refugiados.

 

“Entendemos que si nosotros les pedimos a ustedes que permitan volver a Israel a los cinco millones de palestinos refugiados, el Estado de Israel sería destruido. Pero debemos hablar acerca de un compromiso y ver a cuántos pueden aceptar”, declaró Abbas.

 

Y añadió: “Tenemos que hablar con Israel de la cantidad de refugiados que retornarán a Israel. Se me critica por no exigir la vuelta de los cinco millones de refugiados, pero yo afirmo que exigiremos la vuelta a Israel de un numero razonable de refugiados”.

 

No hay ni que decirlo, el tono poco firme de las palabras de Abbas parece reflejar una cierta propensión por su parte a, en efecto, sacrificar y trivializar el derecho al retorno, que poco más o menos representa el corazón y el alma del problema palestino.

 

Pues bien, tengo unas pocas palabras de consejo para Abbas y sus asesores: Ni se les ocurra tocar el derecho al retorno. ¡No jueguen con fuego!

 

Es cierto que usted fue elegido presidente de la AP en 2005. Sin embargo, esto no le da derecho a transigir con el centro de la causa palestina, el inalienable derecho de los refugiados palestinos a retornar a sus hogares y a sus pueblos de los que fueron limpiados étnicamente y después dispersados por los cuatros rincones del planeta por el terrorismo judío.

 

Es más, usted mismo, señor presidente, durante su campaña electoral hace cuatro años insistió repetidamente en que la única solución aceptable para los palestinos en relación a la causa de los refugiados tenía que basarse en la resolución 194 de Naciones Unidas.

 

No le estoy pidiendo que emule a Saladino o a Omar Ibnul al Khattab. Obviamente, eso está por encima de sus capacidades.

 

Pero los palestinos esperan de usted que haga honor a su tarea y que mantenga su palabra. Y sin duda eso no está por encima de sus capacidades.

 

Permítame recordarle, señor presidente, el párrafo 11 de la resolución 194 en caso de que la haya olvidado: “Esta resolución resuelve que se debe permitir que los refugiados que desee retornar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos lo hagan en la fecha más temprana posible y que sea factible, y que a aquellos que decidan no retornar se les deben pagar compensaciones por sus propiedades, y daños y prejuicios que, según el derecho internacional o por derecho deben ser compensados por los gobiernos o autoridades responsables”.

 

Puede que algunos de sus amigos y asesores le hayan aconsejado “mostrar flexibilidad” respecto a esto y puede que usted albergue una cierta tendencia a considerar que el derecho al retorno es un tanto anacrónico dadas la dura realidad política existente.

 

Sin embargo, es igualmente válido argumentar que toda resolución sobre el conflicto palestino-israelí que excluya una genuina implementación del derecho al retorno sería falsa, frágil y efímera.

 

No me estoy permitiendo un pronóstico agorero o exagerado. Pregunte a los propios refugiados de Nahr al-Bared en Líbano, de al-Wihdat en Jordan, de Jabalya en Gaza y de al-Amaari cerca de Ramalah, no lejos de su despacho. Pregúnteles si quieren renunciar a su derecho a retornar a sus hogares y pueblos originales a cambio de un Estado o casi-Estado palestino y ellos le dirán sus verdaderos sentimientos. No escuche a los parásitos que tiene usted a su alrededor cuya única preocupación es hacer dinero y aparecer en la televisión cada noche.

 

Como palestino me sentí especialmente inquieto por su afirmación de que “el retorno de cinco millones de palestinos llevaría a la destrucción de Israel”.

 

Pues bien, señor, Mr. Abbas, ¿acaso la supervivencia de Israel como un Estado exclusivamente para los judíos se ha convertido en una urgente preocupación palestina?

 

Como dirigente palestino su principal preocupación debería ser ante todo proteger y hacer realidad el derecho al retorno de estos atormentados palestinos que han estado padeciendo la agonía de estar sin hogar durante más de sesenta años.

 

Sí, sesenta años de vivir sin hogar, de dolor y de dispersión deberían ser suficientes para estas desdichadas personas que han heredado la miseria y el sufrimiento de generación en generación desde hace seis décadas.

 

Por consiguiente, acabar con este escándalo de lo más descarado y siniestro no debería ser un acto de caridad hacia los palestinos, sino que debería ser una aplicación tardía de importantes resoluciones de Naciones Unidas que llaman a la repatriación e indemnización de estos refugiados.

 

El desarraigo de estas víctimas inocentes del satánico sionismo, cinco millones de seres humanos en estos momentos, fue un acto colectivo de expoliación y de limpieza étnica con muy pocos paralelismos a lo largo de la historia. Mientras no se rectifique y corrijan las injusticias cometidas contra las víctimas seguirá siendo un imperecedero acto de expoliación.

 

Es más, la mayoría de la clase dirigente sionista ni siquiera ha reconocido que estos crímenes hayan sucedido y cada vez que un académico escrupuloso israelí habla de estas injusticias suele ser vilipendiado y amenazado por una sociedad dominada por el racismo y el odio.

 

Esta es la razón por la que el Derecho al Retorno, al menos en lo que concierne a los palestinos, no debería ser tema de discusión y de controversia exactamente igual que el derecho de un propietario a recuperar su propiedad robada no es tema de discusión y de controversia.

 

Por lo que se refiere al argumento sionista respecto a la necesidad de mantener Israel como un Estado judío es obvio que dicho argumento constituye un descarado insulto moral para cualquier ser humano que valore la justicia y la honestidad.

 

En primer lugar, es bien sabido que el término “carácter judío de Israel” es nada menos que un eufemismo para la continuación de las políticas racistas de Israel contra los no judíos. No se pueden legitimar el apartheid y el racismo aunque quienes lo practican sean judíos. El racismo judío no es menos virulento que el racismo alemán.

 

En segundo lugar, debería ser indiscutible para todos que la conciencia del mundo no tiene más obligación legal o moral de mantener el sionismo en Palestina de lo que tenía de mantener el apartheid en Sudáfrica.

 

Siendo más concreto, uno siempre se ve impulsado a preguntar lo siguiente en relación a este asunto: ¿acaso el supuesto derecho de Israel a la pureza étnica y religiosa invalida el derecho de los refugiados palestinos a retornar a sus hogares y a su país?

Por último, es evidente que negar a los refugiados palestinos su inalienable derecho a retornar a Palestina/Israel es intolerable para simple rectitud.

 

La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por Naciones Unidas en 1948 estipula en su Artículo 13 que “toda persona tiene derecho a dejar cualquier país, incluyendo y el propio, y a retornar a su país”.

 

Lo repetimos, el derecho al retorno es el corazón y el alma del problema palestino. En realidad es más primordial que la cuestión de que Palestina adquiera la categoría de Estado palestino e incluso que la de Jerusalén, a pesar de la inmensa importancia nacional y religiosa que tiene esta última.

 

Por consiguiente, debería estar más que claro que el pueblo palestino considerará nulo cualquier acuerdo o arreglo entre Israel y la AP que ignore o pase por alto esta cuestión fundamental del derecho al retorno.

 

Esto no es sólo un mensaje para los dirigentes de la OLP, también es un mensaje para el insolente Estado de Israel que puede tener la tentación de pensar que la actual debilidad de la postura palestina en relación a Israel podría llevar a los palestinos a ceder en sus constantes nacionales.

 

Martes 16 de setiembre de 2008

SABRA Y CHATILA, LOS RECUERDOS DE LA MUERTE DE AYER Y DE HOY

 

Por Suhail Hani Daher Akel, Rebelión

Con la invasión de Israel el 6 de junio de 1982, conocida como “Paz para Galilea”. El Líbano, se transformó en una verdadera caldera, donde niños, mujeres y ancianos quedaron calcinados al paso de la soldadesca del premier Menahem Beguin y del ministro de Defensa Ariel Sharon.

 

Durante 88 días, el Líbano y los campos de refugiados palestinos fueron sumergidos en un caos total, ceñidos en muertes, dolor y destrucción.

 

La noche del 16 de septiembre y, hasta el 18 de septiembre de 1982, los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en Beirut, fueron rodeados por el ejército de Ariel Sharon. Aislándolos del mundo. Sedujeron a un pequeño grupo de mercenarios libaneses que respondían a sus bajos instintos, quienes no titubearon en descargar su incentivado odio.

 

Con hachas, cuchillos y fusilamientos en masa, asesinaron impunemente a indefensos civiles palestinos, mientras, los Buldózer israelíes apresuradamente se encargaron de remover escombros envueltos en cadáveres de refugiados.

 

Más de 5.000 mártires palestinos y civiles libaneses comenzaron a convertir el aire de Sabra y Chatila en los recuerdos de la muerte.

 

Como premier, Ariel Sharon fue acusado en junio de 2001 ante la justicia belga por 23 sobrevivientes palestinos y libaneses de ser responsable de la masacre de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. La demanda se basó en la Ley Belga de 1993 que reconoce competencia universal a la justicia belga para crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad, independientemente del lugar donde se cometieron y las nacionalidades y lugares de residencia de las víctimas y los acusados.

 

Sharon, ignoró la demanda y los altos responsables del gobierno israelí calificaron inmediatamente de “escandalosa” la decisión de la justicia belga y afirmaron que la decisión fue acogida con cólera por el Presidente israelí Moshe Katsav (quien en el 2007 renunció por acosos sexuales ), que dijo : “niego absolutamente el derecho moral a Bélgica de juzgar a líderes y oficiales del Ejercito israelí...Nadie tiene el derecho de poner en duda las normas morales y humanas con las que trabaja el Ejército israelí”.

 

Con un alto grado de intolerancia y antisemitismo israelí en contra del semita pueblo Palestino, e n el tercer milenio, el Tsunami arrollador de Israel, desnudó la barbarie de la ocupación dejando cifras desesperantes. Desde el 28 de septiembre de 2000 hasta la actualidad, asesinaron a más de 9.500 civiles palestinos, de los cuales casi 2.100 eran niños y más 75 mil palestinos fueron heridos. También asesinaron al mártir líder Presidente Yasser Arafat y los mártires líderes de Hamas Sheik Ahmad Yassin y Abdel Aziz Rantizi en el 2004.

 

Demolieron casi 14 mil viviendas y edificios, y más de un millón y medio de árboles de olivos y frutales fueron arrancados. Centenares de hectáreas de tierras palestinas fueron expropiadas para la construcción del Muro de Apartheid y la instalación de asentamientos israelíes con el objetivo de minar la geografía de palestina y de Jerusalén.

 

Es absurdo qué, con las resoluciones jurídicas internacionales, convertidas en tinta sobre papel por Israel, el mundo mantenga su complacencia con la Potencia Ocupante y sus crímenes de lesa humanidad de ayer y de hoy.

 

La injusticia y la opresión no prevalecerán nunca. Los campos de Sabra y Chatila en 1982 al igual que la aldea Deir Yassin en 1948 y la Intifada de Al Aqsa de Jerusalén en el 2000, seguirán siendo el baluarte de libertad del pueblo palestino y de los pueblos libres del mundo.

 

* Ex Embajador del Estado de Palestina en la Argentina

 

Lunes 15 de setiembre de 2008

OSLO, UN RECUERDO AGRIDULCE

 

Por Sal Emergui, Diario El Mundo

Exactamente 15 años después que Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) firmaran los históricos acuerdos de Oslo en la Casa Blanca, se puede hacer el siguiente balance: dos presidentes palestinos, seis jefes de Gobierno israelíes —el séptimo llegará en semanas—, un magnicidio, una Intifada, las colonias evacuadas en Gaza pero aumentadas espectacularmente en Cisjordania, un acuerdo de paz entre Jordania e Israel, una decena de cumbres y mediadores de paz, victoria del grupo integrista Hamas —en las urnas en 2006 y por las armas en 2007—, la construcción del muro, centenares de controles, escisión palestina, numerosos atentados y operaciones militares, esperanzas renacidas...

 

Quince años después que los eternos enemigos, el general y primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder palestino, Yasir Arafat —que solía insistir que él también era general—, se diesen un tímido apretón de manos ante la mirada complaciente de Bill Clinton, ambos pueblos siguen enfrentados y negociando un acuerdo definitivo.

 

Abu Mazen, el entonces “número dos” de Arafat y actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina -creada a raíz de Oslo- no oculta su decepción en afirmaciones al diario Haaretz: “Es increíble e inimaginable que aún no hayamos conseguido llegar a un acuerdo de paz. Pero con todo, hoy también firmaría los acuerdos de Oslo. Arriesgué mi vida por la paz y lo volvería a hacer, ya que se trata de un precio muy pequeño. No me arrepiento de los acuerdos de Oslo. Veinte años antes del acuerdo, creía en la paz con los israelíes y hoy sigo creyendo”.

 

Abu Mazen es pesimista sobre la posibilidad de conseguir un acuerdo en 2008: “Aprecio mucho al primer ministro, Ehud Olmert, con el que he trabajado más de un año pero ahora dejará su puesto [...] Aún hay grandes diferencias en las negociaciones. Hemos presentado nuestras ideas y reclamaciones, pero no hemos recibido ninguna respuesta israelí”.

 

PRIMARIAS EN KADIMA

 

En declaraciones a elmundo.es, el jefe negociador de la OLP, Saeb Erekat, expone su conclusión del proceso de Oslo que apoyó y sigue apoyando. Y lo hace preguntando: “¿Sabe usted en cuánto ha crecido el porcentaje de colonos israelíes en territorio ocupado desde la firma de los acuerdos de Oslo? En un 85%”.

 

Erekat, imprescindible asesor de Arafat y ahora de Abu Mazen, confía que la crisis política en Israel no influya en las conversaciones. Pero es consciente que dependen ahora de los 70.000 afiliados de Kadima, el partido de Olmert, que el miércoles elegirá a su sucesor y posible nuevo primer ministro.

 

Públicamente, los líderes palestinos se mantienen al margen –“es un tema interno”-, pero en los pasillos no ocultan que la opción preferida es la ministra de Exteriores y actual jefa negociadora, Tzipi Livni. A su rival, el ex ministro de Defensa Shaul Mofaz, le quieren tanto como al líder de la oposición, Benjamin Netanyahu. Es decir, no mucho.

 

Con el tiempo, Oslo ha ganado detractores. En el campo palestino denuncian que “han pasado 15 años y no hay acuerdo, no hay un Estado palestino, las colonias aumentan, hay más presos y sigue la ocupación israelí”. En Israel, dicen que “Oslo legitimó al terrorista Arafat, nos obligó a hacer concesiones a cambio de nada y ahora tenemos en Gaza el régimen armado y fanático de Hamas”.

 

EL “ARQUITECTO” DEL PACTO

 

El “arquitecto” israelí de los acuerdos de Oslo, hilvanados de forma secreta en la capital noruega con la mediación discreta local, fue Uri Savir. En esa época, director general del Ministerio de Asuntos Exteriores, bajo la batuta de Simon Peres. “Cuando vi a Arafat, Rabin, Peres y Clinton caminando hacia la el césped de la Casa Blanca, le comenté a Yossi Beilin: 'Parece surrealista'”, recuerda Savir.

 

Savir explica que “Oslo cambió la cara de Oriente Próximo —a veces para bien y otras menos— y encarriló el proceso para la solución al conflicto israelí-palestino. Fue la plataforma para la solución de la división en dos Estados”. “Cuando vi a Arafat, Rabin, Peres y Clinton caminando hacia la el césped de la Casa Blanca, me pareció surrealista”.

 

URI SAVIR, DIPLOMÁTICO ISRAELÍ

 

Savir, consciente que Oslo levanta ampollas, sostiene que esos acuerdos salvaron al sionismo y al movimiento nacional palestino: “Si no fuera por Oslo, Israel hubiera continuado sus aventuras en Cisjordania y Gaza, con más colonias y anexiones de tierras, y nos hubiéramos convertido en un Estado binacional con una tragedia al estilo de la ex Yugoslavia. Del lado palestino, los acuerdos de Oslo pusieron fin al rechazo de la existencia del Estado de Israel”. Reconociendo graves errores en ambas partes, avisa que “no hay mejor alternativa”.

 

Quince años y seis puntos de discordia: Jerusalén, fronteras del futuro Estado palestino, asentamientos, seguridad, agua y refugiados palestinos. Si hay una firme voluntad política y el necesario apoyo popular, israelíes y palestinos llegarán a una solución en los seis temas, si bien la soberanía sobre Jerusalén, con todo su simbolismo religioso e histórico, es la gran asignatura pendiente. Y quizás imposible sin una mediación internacional y el apoyo de los líderes religiosos.

 

“Las dos partes no supieron llevar los frutos de la paz a toda la población y solo las élites se beneficiaron de Oslo. Hay que aprender la lección, seguir las negociaciones para un estatuto definitivo, acabar con el terrorismo, aumentar la cooperación, mejorar la economía y crear una cultura de paz que llegue a todos los habitantes”, aconseja Savir.

 

Preguntado Abu Mazen si recuerda que es el aniversario de Oslo, contesta: “Lo recuerdo, aunque desafortunadamente, ya que no ha tenido éxito. Han pasado 15 años y todavía estamos lejos de un acuerdo”.

 

Viernes 12 de setiembre de 2008

UN CIRCO MÓVIL PARA DESAFIAR A LA INMOVILIDAD:

LA HISTORIA DE LA PRIMERA ESCUELA DE CIRCO PALESTINO

 

Fuente: Palestine Monitor.

Traducción Departamento de Cultura, Comité Democrático Palestino - Chile

La Primera escuela de circo palestina fue establecida en 2006 cuando Shadi Zmorrod y Jessika Devlieghere - “padre y madre de este circo” - lanzaron aquel original proyecto.

 

Con sede en Ramallah, la escuela enseña artes circenses a niños de Cisjordania. Trayendo mucho más que el conocimiento de circo a los niños, la escuela pretende romper las barreras – tanto físico como social - dentro de la sociedad palestina, juntar a la gente con el arte, y proporcionar un nuevo camino de la expresión para niños palestinos. Este verano, la escuela de Circo viajó a través de la Cisjordania para presentar “Un circo móvil” lleno de artistas palestinos y daneses, llenando de alegría motivación y sonrisas al público.

 

Todo esto comenzado en un puesto de control, como muchas historias palestinas. En uno de los más grandes en la Cisjordania -Qalandia- nos encontramos un sábado con los miembros de la Escuela de Circo palestina. Eran las tres de la tarde, y el sol nos quemaba mientras aproximadamente 25 adolescentes y ejecutantes del circo esperaban y hacían la fila detrás de las puertas de los puestos de control para dejar Ramallah durante un día y asistir a su primera interpretación en Jerusalén.

 

Entre los adolescentes, estaban Mays, Nayef, Marah, Ashtar, Hazar o Fadi … 10 entrenadores de circo palestinos y estudiantes juntos como Ramit, Mariam, Sebastian, Steffen... 7 ejecutantes de circo profesionales de Dinamarca que vinieron a Palestina para la cooperación cultural.

 

La historia hermosa del circo comenzó hace varios años cuando Shadi Zmorrod, un joven actor palestino descubrió al azar el arte de circo en el año 2000. Dos años más tarde, se reunió con Jessika, una mujer belga que vino a Palestina hace un par de años y se enamoró tanto del país, como del hombre y como del proyecto y decidiendo quedarse en el país. Juntos, comenzaron un proyecto circense que luego se transformó en una escuela. Empezaron de la nada, pero ahora, los decididos soñadores con la escuela han fusionado a Europa y Palestina, entrenando a más de 130 niños en Cisjordania.

 

CUANTO DE ACROBACIA SE ENCUENTRA EN EL DABKA

 

Ambiciosos en muchos aspectos, abrir una escuela de circo en Palestina no era una tarea fácil como se ve, mientras Palestina tiene una historia cultural fuerte donde la cultura a menudo es usada como instrumento de resistencia, el arte circense nunca ha sido parte de la cultura palestina.

 

Esto constituyó el principal desafío para el Director de la escuela: importación y realización de un circo en Palestina personalizándolo con “un toque palestino”, con el fin de no olvidar la identidad palestina. “Como artista, creo que usted puede beneficiarse de cualquier cultura, incluso si no está arriesgando la suya”, comentó. “Siempre y cuando mantenga una parte de su fondo original en todo lo que usted hace, usted alimente y enriquece su propia cultura.” Jessika, compañera de Shadi en esta gran aventura, enfatizó: “en Palestina, esto no es arte por sí mismo. Es más allá de eso. La cultura es un modo de sobrevivir: mantener la cultura palestina es mantener viva la lucha del pueblo palestino.”

 

Basado en aquella concepción, el arte de circo como los malabares, las acrobacias y el trapecio, es mezclado ahora con el arte de la cultura tradicional como el Dabka - el baile palestino tradicional - y alimentado con la historia palestina y vida diaria bajo la ocupación.

 

Así como “el Circo detrás del Muro”, primer espectáculo creado por la compañía, fue establecido como un logro para demostrar que el circo - a menudo sinónimo de diversión y alegría - es compatible con el tenso y áspero contexto palestino.

 

El circo detrás de la Muro, sin usar palabras, habla del Muro, la separación, las divisiones y las expectativas. “El espectáculo está lleno de las historias personales de los ejecutantes”, destacó Shadi. “Ellos exponen el modo que ellos ven al mundo, usando la cultura como un modo de comunicar la realidad en que ellos viven”. Así es como un triste y alto muro de hormigón invadió una etapa de un circo alegre, con amantes acróbatas que vuelan y equilibran, encontrándose en el cielo para evitar la realidad.

 

El desafío fue alcanzado. Sólo Cinco meses después de lanzar su loco proyecto loco, más de 250 personas asistieron al primer espectáculo y el auditorio estuvo encantado. Más que un signo de estímulo, esto era una señal que el sueño de Shadi y de Jessika eran alcanzables.

 

EMPUJANDO LAS BARRERAS, LAS DISTANCIAS SE ACERCAN

 

Hoy, la escuela realiza cursos de circo semanales en Ramallah, donde ellos están radicados, sino también en Hebrón y Jenin una vez por semana. Con este proyecto, la escuela de Circo está tratando de recorrer tantos sitios como sea posible en Cisjordania, apuntando a niños de las áreas menos privilegiadas de Palestina. “La idea no es que los niños vengan al circo, sino que el circo vaya por los niños, encontrándolos en sus propias ciudades” dijo Jessika. “La restricción de movimiento es muy desalentador y los gastos de los viajes es muy costoso. Muchas familias de los campamentos de refugiados no pueden permitírselo“

 

Como consecuencia de la ocupación y sus consecuencias sobre el terreno: puntos de control, Muro, control policiales; la libertad del movimiento es muy restringida en Cisjordania. Las infraestructuras israelíes aíslan los pueblos y ciudades de Cisjordania entre sí, fragmentando la tierra restante en cantones y ghettos, sin casi cualquier contacto sostenido entre la gente de entidades diferentes. El Ramallah nunca ha estado más lejos de Nablus, que está sólo en 40 kilómetros de ella.

 

Es un hecho que ahora, muchos palestinos apenas conocen su propia tierra – a pesar de lo pequeña que es - y apenas saber el uno al otro. Si el Circo no actuara como un enlace entre la gente, muchos de aquellos palestinos nunca habrían encontrado o hasta habrían visitado ninguna otra ciudad.

 

Mays, es una muchacha palestina brillante de 20 años, maestra en malabares y bufonería y con una licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad de Birzeit. “Si no fuera por el Circo” dice Jessika, ella nunca habría sido descubierta y tampoco hubiera conocido lugares como Tulkarem, Hebrón o Qalqilya”. Pero más allá de la distancia física, una barrera simbólica se ha roto también. Ahora es Mays, una licenciada joven de Ramallah que ahora enseña arte circense a niños y adolescentes varones de Jenín.

 

La escuela de circo pretende en efecto reunir a las personas. No importando la clase, la situación, o la ciudad.

 

La escuela también pretende desempeñar un papel psicológico dentro de la sociedad palestina, potenciando a los niños mudos, y ofreciéndoles un modo de expresarse por intermedio del arte y así mejorando su autoestima. “En muchos sitios, la vida diaria está hecha de tristeza y acontecimientos ásperos, pérdidas de tierras y parientes. La depresión colectiva es un sentimiento dominante para los que se enfrentan a un conflicto tras otro y además de la recesión económica”, continúa Jessika. La ocupación regula cada aspecto de la vida diaria palestina sobre el terreno “para los niños, esto genera una ira que ellos tienen que expresar y controlar. Nuestro objetivo es darles una herramienta para expresarse, tanto en lo físico como en lo cultural”.

 

La escuela de circo descubrió grandes talentos entre aquellos niños. Ashtar tiene ahora 17 años pero ella comenzó en la escuela en los primeros años del proyecto, hace dos años atrás. Hoy, esta talentosa muchacha que realiza acrobacias en una cinta de seda tiene un futuro prometedor en la interpretación de arte, siendo el primer palestino que obtiene una beca para la prestigiosa Escuela del Arte Circense en Francia, donde ella estudiará el próximo septiembre.

 

INMOVILIDAD DESAFIANTE

 

Este verano, Shadi y Jessika amplían otra vez los comunes horizontes palestinos, rompiendo las fronteras internas con su proyecto “el circo móvil”. Establecido a principios de agosto el proyecto realizado con colaboración tanto de la Escuela de Circo Palestina como del grupo danés Goglerskolen. 17 ejecutantes, 10 palestinos y sus 7 homólogos daneses se reunieron y recorrieron todos los alrededores de Cisjordania ocupada en su emblemático y divertido autobús rojo. El ecléctico equipo visitó diez ciudades en diez días entre los cuales están Tulkarem, Qalqilya, Hebrón y Nablus. Un ritmo intenso que comenzó en Shems el-Majd en Golan ocupado - que perteneció a Siria antes 1967-y terminó en Jerusalén ocupado para el espectáculo final.

 

Encontramos al equipo del circo ese sábado en su camino a Jerusalén, en el punto de control Qalandya, volviendo a la realidad palestina.

 

La presentación en la Vieja Ciudad de Jerusalén era seguramente uno de los espectáculos más esperados. Tanto para lo que la ciudad simboliza y porque la mayoría de los palestinos de Cisjordania rara vez pueden tener a la ciudad Santa. Cuando las autoridades israelíes concedieron los permisos arbitrarios, la mayor parte de nuestros artistas no había visto Jerusalén durante años y otros nunca la habían visto. Aun cuando la ciudad se encuentra a tan sólo 25 kilómetros de distancia de Ramallah, detrás del Muro.

 

Pero el espectáculo de cierre en Burj Al-Laqlaq estuvo a punto de ser cancelado ese día. Programado durante más de un mes, durante aquella misma mañana, al equipo del circo aún no estaba autorizado para entrar en la ciudad Santa.

 

Entre los artistas o ejecutantes de Cisjordania, 4 eran “mayores” - según el discurso israelí – que significa más de 14 años de edad, obligándolos a solicitar un permiso especial para dejar Ramallah. Jessika – cuyo apodo es “madre de circo” – había comenzado a gestionar los permisos hace 2 semanas. Pero anteriormente de ese sábado por la mañana, el día en que el espectáculo se suponía que se celebraría, ella todavía no tenía ninguna respuesta positiva de las autoridades. “Finalmente, esta mañana a las 10 en punto, obtuvimos el permiso para la tarde”, dice ella con un suspiro de alivio.

 

Hoy, cada uno consiguió el permiso. “¿Puede usted imaginar si algunos de nosotros fuéramos impedidos a pasar?” preguntó. Ha pasado antes. Para el primer espectáculo del circo móvil en el Golan, dos artistas tuvieron que quedarse.

 

Cuando se pasó el puesto de control, el equipo alegre entró en el autobús. Los permisos han sido obtenidos hasta la mañana siguiente. 24 horas han sido permitidas para estar en Jerusalén, ofreciendo a los estudiantes la posibilidad de pasar la noche en la ciudad Santa.

 

Mays no había visto Jerusalén durante los últimos 5 años. “Hace aproximadamente un año, me concedieron permiso durante dos horas, para ir al Ministerio del Interior. ¡Fui allí, pero no conseguí la posibilidad para ver algo más!” Nayef está de pie al lado de ella. A la edad de 23 años, es su primera vez en Jerusalén. El año pasado, él participaba con el circo en Europa, pero Jerusalén es algo más. Más allá de viajes.

 

Aquel sábado, los estudiantes de circo palestinos hacían malabarismos, flick-flacking y equilibrios en el aire al aire libre, pasando por Jerusalén, la Cúpula de la Roca y las iglesias de la vieja ciudad. Un recuerdo que permanecerá, tanto para los artistas como el auditorio.

 

Jueves 11 de setiembre de 2008

“¿RECORDARÉIS MI NOMBRE?”

 

Por Iqbal Tamimi*, Palestine Think Tank / Tlaxcala.es

Traducción: Yaotl Àltan

Cuando un israelí es asesinado o secuestrado, los medios masivos de enajenación se aseguran de que todo aquel que escuche la noticia sepa el nombre de esa persona, dándole una dimensión humana al incidente. Pero esto nunca sucede cuando se trata de palestinos asesinados, detenidos o secuestrados por las autoridades israelíes.

 

Los palestinos son considerados una población demográficamente abundante, por lo que está de sobra conocer sus nombres; son ignorados a nivel humano. Sus nombres nunca son mencionados. Cuando los palestinos son asesinados, sólo escucháis números mientras su sangre se diluye por los manipuladores mediáticos que no tienen la decencia de respetar la vida humana de ambas partes.

 

Esto es por lo que he pensado mencionar los nombres de algunos jóvenes palestinos que han muerto dentro de prisiones israelíes. Cuando leáis sus nombres, recordad que cada uno de ellos tiene una familia y amigos, cada uno de ellos tiene sus propios sueños y esperanzas y su sangre os grita, “¿RECORDARÉIS MI NOMBRE?”. Y muchos de ellos, casi todos, fueron asesinados en prisiones israelíes durante interrogatorios antes de ser sentenciados o de afrontar un juicio imparcial en la corte. La mayoría son muy jóvenes, esta es otra táctica de las autoridades israelíes para vaciar al país de su pueblo tan pronto como sea posible.

 

Fadi Abdellateef Abu Alrob, de 19 años de edad, nacido en 1987 en el pueblo de Qabatiya cerca de la ciudad de Yenin, murió en una cárcel israelí después de 5 meses de encarcelamiento. Jamal Elsaraheen, otro joven de mi pueblo natal, Hebrón, murió el 16 género de 2006. Maher Dandan, de la ciudad de Nablus murió en una cárcel israelí el 9 de junio de 2007. Originario de la ciudad de Tulkarem, el joven Mohammad Elashqar, murió por disparos de soldados israelíes ¡directamente en la cabeza en la cárcel de Naqab el 21 de octubre de 2007!

 

¿Os parece esto razonable?, Todos estos jóvenes muriendo a tan temprana edad, quizá tan jóvenes como alguno de vosotros, o como alguno de vuestros hijos…

 

Sería totalmente ignorante pensar que todos estos jóvenes han muerto por causas naturales. Fadi Abu Alrob, de 19 años de edad, fue la víctima número 74 en morir dentro de una cárcel israelí desde apenas diciembre de 1987 (por lo que yo tengo conocimiento). Murió en la cárcel israelí de Jalbooaa después de que se le negó tratamiento. Este número no incluye a los 193 prisioneros asesinados mientras eran arrestados.

 

La cárcel de Jalbooaa fue construida en 2004 al norte de Palestina, copiando el sistema y la estructura de las cárceles de alta seguridad de Estados Unidos, y no lejos de la cárcel de Shatta en el área de Beesan. La cárcel de Jalbooaa es una lata de sardinas donde 800 prisioneros palestinos esperan su turno para morir por negligencia médica o por una agresión directa de los israelíes, o para ser utilizados como una carta de negociación cuando surja la necesidad.

 

Fadi Abdellateef fue el segundo prisionero en morir en la cárcel de Jalbbooaa, después de Bashshar Arif Bany Oodeh de 27 años de edad, quien murió el 23 de Junio de 2005 debido a negligencia médica, también. Bashshar es originario de la ciudad de Tammoon.

Estos jóvenes murieron antes de saborear la vida, no por estar conduciendo carros a alta velocidad, o por haberse herido en estado de ebriedad o mientras practicaban deportes extremos. Todos ellos murieron debido a que no solamente fueron encarcelados por el cruel y racista gobierno israelí, sino porque se les negó acceso a asistencia médica cuando la necesitaban.

 

Pensad, por favor, en cada uno de los siguientes nombres como si se tratase de conocidos. Por ahora, he listado los nombres de únicamente 42 jóvenes que fueron asesinados dentro de cárceles israelíes antes de ser juzgados, pero la lista es mucho más larga de lo que creéis.

 

1- Khader Elías Fuad Altarzi, de 19 años de edad, del área de Alsabra en Gaza. Murió en el Hospital de Soroka después de una sesión del 9 de Febrero de 1988.

 

2- Qandeel Kamel Ilwan, del campamento Albraij en Gaza, murió el 24 de Febrero de 1988 en la cárcel de Ashkelon, por negligencia médica.

 

3- Ibraheem Mahmood Mohammad Elraee, de 28 años de edad, originario de la ciudad de Qalqeliya, murió el 11 de abril de 1988 durante las investigaciones.

 

4- Ayyad Mohammad Aql, de 17 años de edad, del campamento Albraij en Gaza, murió el 2 de agosto de 1988 después de ser pateado y golpeado severamente durante las investigaciones.

 

5- Ata Yosif Ahmad Ayyad, de 20 años de edad, del campamento Qalandya cercano a Jerusalén, murió el 4 de agosto de 1988 después de ser golpeado y estrangulado durante las investigaciones.

 

6- Ali Ibraheem Alsamoodi, de 30 años de edad, del área de Alyamoon cercana a Yenín, murió el 16th de agosto de 1988, por disparos de los carceleros.

 

7- Asaad Jabr Zaki Elshawwa, de 19 años de edad, de Gaza, murió el 16 de agosto de 1988 por disparos de los carceleros.

 

8- Nabeel Mostafa Jameel Badah, de 20 años de edad, de Bait Haneena cerca de Jerusalén, murió el 16 de agosto de 1988 tras ser golpeado hasta la muerte.

 

9- Hani Theeb Saleem Elshami, de 47 años de edad, originario del campamento Jabaliya cercano a Gaza, murió el 23 de agosto de 1988 después de ser golpeado hasta la muerte.

 

10- Abdelminem Hasan Alqolaq, de 56 años de edad, de Khan Yonis cerca de Gaza, murió el 7 de octubre de 1988 por negligencia médica.

 

11- Ibraheem Yaser Mohammad Elmtoor, de 22 años de edad, originario del pueblo de Saeer cerca de Hebrón, asesinado el 7 de octubre de 1988 después de ser golpeado hasta la muerte.

 

12- Abdallah Mohammad Abo Mahrooqa, de 28 años de edad, de Dair Elbalah cerca de Gaza, murió por disparos el 21 de octubre de de octubre de 1988.

 

13- Mohammad Mosa Hammad, del pueblo de Silwad cerca de Jerusalén, murió en la cárcel por un ataque cardiaco el 9 de enero de 1989.

 

14- Mahmood Yosif Oliyyan Almasry, de 35 años de edad, originario de Rafah cerca de Gaza. Fue asesinado durante sesiones de tortura mientras era investigado el 6 de febrero de 1989.

 

15- Nidal Zuhdi Omar Theeb, de 22 años de edad, originario del campamento Alamaari cerca de Ramallah. Murió por disparos el 8 de febrero de 1989.

 

16- Omar Mahmud Alqasim, de 48 años de edad, de Jerusalén. Murió en la cárcel por negligencia médica el 4 de junio de 1989.

 

17- Mohammad Salah Hasan Alrifi, de 50 años de edad, originario del vecindario de Altoffah en Gaza. Murió en la cárcel el 10 de agosto de 1989 privado de atención médica y padeciendo muchas enfermedades.

 

18- Jamal Mohammad Abd-elati Abu Sharkh, de 22 años de edad, originario del campamento Alshatea en Gaza, fue golpeado hasta la muerte y estrangulado durante los interrogatorios.

 

19- Bader Mohammad Saeed Qaradeh, de 12 años de edad, originario de la ciudad de Nablus, fue golpeado hasta la muerte el 18 de diciembre de 1989.

 

20- Khalid Kamel Elsheekh Ali, de 27 años de edad, originario del vecindario de Alrimal en Gaza, murió durante una sesión de torturas el 19 de diciembre de 1989.

 

21- Mohammad Abdelrazzaq Eed, de 67 años de edad, de la ciudad de Tulkarem, sufrió un ataque cardiaco en la cárcel y murió inmediatamente el 4 de enero de 1990.

 

22- Raeq Husain Mousa Salman, de 26 años de edad, originario de la ciudad de Tulkarem, murió por falta de atención médica el 12 de febrero de 1990.

 

23- Sabry Mansour Abed Rabboh, de 18 años de edad, de la ciudad de Ramallah, recibió disparos por los carceleros israelíes y murió instantáneamente el 7 de julio de 1990.

 

24- Husam Salim Quraan, de 24 años de edad, de la ciudad de Qalqeeliya, sufrió un ataque cardiaco en la cárcel y murió en el lugar el 28/08/1990.

 

25- Ateeyeh Abdelati Alzaaneen, de 35 años de edad, originario de la ciudad de Bait Hanoon en Gaza, fue torturado hasta la muerte el 2 de noviembre de 1990.

 

26- Abdulla Yusuf Alawneh, de la ciudad de Yenín, murió el 11/11/1990, después de 3 días de su liberación. Sufrió problemas de salud en la cárcel ocasionados por torturas durante la detención.

 

27- Mustafá Abdulla Alakkawi, de 36 años de edad, de Jerusalén. Murió el 04/02/1991 después de ser sometido a torturas durante el interrogatorio.

 

28- Husain Abduraheem Harb, de 21 años de edad, de la ciudad de Bait Ola cerca de Ramallah. Murió en la cárcel el 14 de febrero de 1991 por negligencia médica.

 

29- Ali Hasan Abdulhaleem Alshahid, de la ciudad de Tulkarem, murió el 8 de junio de 1991 tras ser golpeado y torturado en las oficinas de la Administración Civil.

 

30- Sami Noman Zorob, de 33 años de edad, originario de la ciudad de Khan Yonus en la Franja de Gaza. Murió el 22 de agosto de 1991 por negligencia médica.

 

31- Jasir Ahmad Ali Abu Rmaileh, de 39 años de edad, del campamento de Tulkarem, murió por un ataque cardiaco en una cárcel israelí el 20 de octubre de 1991.

 

32- Mustafá Mahmoud Barakat, de 25 años de edad, del pueblo de Anabta cerca de Tulkarem, murió durante una sesión de torturas mientras era investigado por carceleros israelíes el 10 de enero de 1992.

 

33- Mousa Aberahman, de 32 años de edad, de la aldea de Noba cerca de Hebrón. Recibió disparos de las fuerzas israelíes en la cárcel el 18 de enero de 1992.

 

34- Sameer Mohammad Salamah, 24 años de edad, originario de Khan Yonis, Gaza. Murió durante las investigaciones y las torturas el 15 de febrero de 1992.

 

35- Ahmad Ibrahim Barakat, 26 años de edad, del campamento Alain en Nablus, asesinados por los carceleros israelíes el 5 de mayo de 1992.

 

36- Sameer Omar Khamees Omar, de 17 años de edad, del campamento Alshatie en Gaza. Asesinado por los interrogadores israelíes el 14 de mayo de 1992.

 

37- Mohammad Sulyman Husain Brais, de 30 años de edad, originario de Khan Yonis en Gaza. Fue torturado mientras era interrogado. Murió el 29 de junio de 1992.

 

38- Hazim Mohammad Eid, de 23 años de edad, de Om Alsharayyet cerca de Ramallah. Fue asesinado por torturas durante una sesión de investigación.

 

39- Husain Nimer Asad Obaidat, de 22 años de edad, originario de la montaña Almokabber en Jerusalén. Murió en la cárcel por un “ataque cardiaco”.

 

40- Ayman Ibrahim Mohammad Barhoom, de 20 años de edad, de Rafah en Gaza. Murió en una cárcel israelí el 27 de enero por negligencia médica.

 

41- Ayman Saeed Hasan Nassar, de 23 años de edad, de Dair Albalah en Gaza. Murió durante las investigaciones. Fue golpeado sin piedad por las autoridades israelíes el 23 de marzo de 1993.

 

42- Mohammad Salamah Aljundi del campamento Alarroob cerca de Hebrón, fue asesinado mientras era torturado en la cárcel central de Hebrón el 10 de mayo de 1993.

 

* Yaotl Àltan es miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.

 

Jueves 11 de setiembre de 2008

ISRAEL CONFISCA TERRITORIOS A LOS CIUDADANOS PALESTINOS ALEGANDO MOTIVOS DE SEGURIDAD

 

Por Sal Emergui, Diario El Mundo - España

Miles de hectáreas de territorio palestino han sido confiscadas por Israel en los últimos años alegando motivos de seguridad. Es la conclusión de un año de trabajo de la ONG israelí 'B´tselem' que refleja un informe hecho público hoy.

 

“Hay varios métodos de anexión como por ejemplo construir cercas o barreras físicas de seguridad en torno a la colonias cerrando el paso de los palestinos”, nos explica Sarit Michaeli, la portavoz de la ONG.

 

No solo les impiden el acceso sino también confiscan sus tierras. 'B´tselem' reconoce que es “prácticamente imposible dar una cifra exacta ya que muchas actividades no han sido documentadas o sancionadas”. Pero calcula que por ejemplo 450 hectáreas han sido anexionadas en la zonas colindantes con 12 colonias situadas en la parte este del muro de Cisjordania. “Este territorio, fuera del muro, se ha duplicado con la complicidad de las autoridades”, critican en la ONG.

 

Barreras de cercas o zonas de seguridad que Israel justifica como medida para evitar ataques armados contra los colonos. Para los palestinos de las zonas afectadas, se trata de un instrumento de aislamiento y sobre todo de confiscación de tierras. Primero, con un permiso firmado por el registro civil y después con la llegada de las máquinas de obra que construyen la cerca u otro tipo de barreras.

 

Varios fenómenos se mezclan en un paisaje nada positivo para un futuro acuerdo de paz. Con el aumento de los grandes bloques de colonias, los palestinos consideran que cada vez es más inviable un Estado propio y con continuidad territorial. Por eso, cada vez se escucha más en Ramala la opción de un Estado binacional, teniendo en cuenta que el factor demográfico juega a su favor y de aquí unos años serán mayoría ante la población israelí judía.

 

En algunas zonas de Cisjordania actúan los llamados “chicos de las colinas”, grupo de jovencísimos colonos que se rebelan incluso ante los dirigentes del Consejo de Asentamientos. Se toman la ley por su mano, pasan del Ejército o la Policía y atacan a palestinos. Unos delitos que el Ejército israelí denuncia pero que en la práctica no consigue atajar. Las agresiones son también un primer paso hacia una futura expropiación. “Muchas veces los militares hacen la vista gorda y no detienen a los que cometen delitos contra los palestinos que se quejan de las expropiaciones”, denuncian en 'B´tselem'.

 

UN EJEMPLO REFLEJA ESTA SITUACIÓN

 

La siguiente historia es el reflejo del informe. La palestina Majbuba Yassin es, según el registro israelí, propietaria de un terreno que incluye varias casas al norte de la colonia de Beit El, entre Ramala y Jerusalén. La palestina, que vive en una aldea adyacente, recibió las tierras de su padre.

 

En el mes de agosto 2003, se emite una orden en la que el terreno deshabitado de Yassin pasa a ser “de uso militar”, en concreto para hacer funcionar una pista de aterrizaje de helicópteros. El proceso fue rápido. Tras la orden sobre papel, llegó el 'buldózer' que alisó el campo colocando alambradas en los alrededores. Un representante de la ONG israelí “Yesh Din” (Hay Justicia) empezó a investigar, convencido que se había cometido un error. O atropello.

 

Tras hacer fotografías aéreas y recibir todos los datos del registro, se lanzó a defender a la familia de Yassin y recuperar sus tierras confiscadas. “Yo calculo que cerca de 800 dunams (unos 800.000 metros cuadrados) han sido expropiadas en esta zona”, denuncia Abu Bashir, vecino de Yasin. El hijo de ésta, Abad El Ani, se queja de que el proceso de anexión fue muy rápido. “Un día vino la excavadora y sin dar explicaciones alisó el terreno que aunque no había nada era nuestro”, lamenta.

 

Gracias a la intervención de “Yesh Din”, Israel revisó el caso, asumió el error y el 27 de agosto la asesoría legal del Ejército comunicaba “que ha habido un error que lamentamos”. Pero mientras unos investigaban y denunciaban ante la Justicia, los colonos no perdían tiempo y este verano han acabado la construcción de dos edificios en ese terreno confiscado. Ocho familias israelíes vivirán en una zona que tiene pinta de ser una prolongación de la colonia de Beit El.

 

ISRAEL SE HA COMPROMETIDO A LA EVACUACIÓN

 

Asumen que Israel se ha comprometido a evacuarles, como el resto de “enclaves ilegales”. Pero hasta que se ponga en práctica, pasarán muchos meses y quien sabe qué Gobierno estará entonces. Quizás haya una nueva Intifada o guerra y nadie se preocupará de esos dos edificios. La palestina, mientras tanto, recibirá una compensación económica pero tras un proceso judicial que se antoja muy largo.

 

La historia de Yassin refleja muchos fenómenos entremezclados: La injusticia ejercida sobre la propietaria de ese terreno; la política de hechos consumados por parte de muchos colonos; el reconocimiento del error por parte de las autoridades llega demasiado tarde; el trabajo de varias ONG israelíes siempre en ayuda de su vecino palestino; la anexión de tierras. En ese sentido, de las 450 hectáreas confiscadas en torno a las 12 colonias, la mitad es de propiedad privada palestina.

 

Según la organización “Paz Ahora”, se ha duplicado la construcción en los tres grandes bloques de colonias que Israel considera estarán bajo su soberanía en cualquier acuerdo final. Como contraprestación, ofrecen a los palestinos un intercambio de territorios.

 

Israel argumenta que la creación de zonas de seguridad en torno a estos asentamientos ha provocado una clara reducción de atentados palestinos contra soldados y colonos en Cisjordania.

 

Los palestinos denuncian que esas zonas anexionan sus tierras y posibilitan que algunos colonos se apoderen de las mismas, como le ha ocurrido a la familia Yasin. Dos versiones y una conclusión: Que lo que se cuece en Cisjordania va mucho más rápido que las negociaciones que los dirigentes mantienen en los hoteles de Jerusalén para llegar a un acuerdo definitivo.

 

Jueves 11 de setiembre de 2008

COMPULSIVA ESTRATEGIA PARA JUDAIZAR JERUSALÉN ORIENTAL

 

Por Mel Frykberg, IPS Noticias

Para mantener la mayoría de la población afín a su política, el gobierno israelí trata de judaizar Jerusalén oriental, el área reclamada por los palestinos como capital de su futuro Estado.

 

Israel puso en práctica numerosas políticas que apuntan a limitar la cantidad de residentes palestinos en esa zona de la ciudad, ante el peligro de que aumenten los nacimientos en las familias de ese origen.

 

Con la intención de evitar una futura división de Jerusalén, las autoridades israelíes llevan adelante varias medidas, como restringir los permisos de reunificación familiar, cambiar los límites municipales de la ciudad, ampliar los asentamientos judíos en la parte oriental y crear otros ilegales.

 

Según el derecho internacional, la Línea Verde divide la parte judía de Jerusalén occidental de la palestina de Jerusalén oriental. Pero Israel ocupó ésta última en 1967 a raíz de la guerra árabe-israelí.

 

En agosto, el gobierno israelí llamó a licitación para construir 1.760 viviendas en Jerusalén oriental violando ese acuerdo, según la organización de derechos humanos israelí Peace Now (Paz Ahora).

 

Hay unos 192.000 colonos israelíes viviendo de forma ilegal en unos 12 asentamientos en Jerusalén oriental, según la organización israelí, B’Tselem.

 

La redefinición de los límites de las municipalidades de Jerusalén incorporó los asentamientos ilegales y la construcción del muro que separa Israel de Cisjordania aumentó la cantidad de palestinos del “lago equivocado”. Ambos hechos contribuyen a disminuir su presencia en la parte oriental de la ciudad.

 

Alrededor de 25 por ciento de los 253.000 palestinos residentes en Jerusalén oriental quedaron aislados de la ciudad por el muro, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), bastante conservadoras.

 

“Los israelíes están llevando a cabo la última etapa de su plan para terminar de judaizar la ciudad”, dijo a IPS Suhail Khalilieh, jefe de la unidad de asentamientos del Instituto de Investigación Aplicada en Jerusalén.

 

“El plan comenzó con la anexión de Jerusalén oriental por parte de Israel en 1967. La última etapa incluye la terminación del muro con el preciso objetivo de manipular el factor demográfico y limitar la proporción de palestinos a tan sólo 15 o 20 por ciento y que el resto sean judíos”, explicó Khalilieh.

 

Jerusalén oriental es de particular importancia para los palestinos porque, de acuerdo con el derecho internacional, les pertenece y está previsto que sea la capital del futuro Estado palestino. A eso se añade el consabido significado cultural y religioso y de los vínculos educativos y de negocios existentes con la ciudad.

 

En Jerusalén oriental se encuentra la mezquita de Al Aqsa, uno de los sitios sagrados del Islam, y los lugares dónde se dice que Jesucristo fue crucificado y enterrado. Hay palestinos cristianos, aunque son la minoría.

 

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) trata de plantear el asunto del estatus futuro de Jerusalén oriental, considerada una cuestión delicada, en las negociaciones finales con vistas a terminar el conflicto palestino-israelí y crear un Estado palestino.

 

Pero la tarea que tiene por delante la ANP es de proporciones épicas pues la invasión de Jerusalén oriental por parte de Israel tiene décadas, cuando un tercio del área fue expropiada a los palestinos y usada para construir asentamientos judíos.

 

Para expropiar, práctica que contraviene la Cuarta Convención de Ginebra, las autoridades alegaron que las tierras estaban vacías. Pero fue una situación temporal, muchos palestinos debieron huir a los países vecinos a causa de la guerra.

 

“Los palestinos que no vivan en Jerusalén durante siete años o más pierden su calidad de residentes a menos que puedan probar que sí lo hicieron. El trámite es obligatorio para poder mantener su carné de identidad”, precisó B’Tselem.

 

Por cierto, la norma no se aplica a los israelíes que viven en Jerusalén occidental.

 

En 2006 se revocó el carné de identidad de por lo menos 1.360 palestinos, según cifras de la ONU. Esa cantidad fue cinco veces más que en 2005 y que en cualquier otro año anterior desde la ocupación israelí de 1967.

 

En 2003 fue promulgada la ley de Ciudadanía e Ingreso a Israel que niega a los cónyuges de los territorios palestinos ocupados, casados con israelíes o con personas con carné de residencia permanente, el derecho a tramitar su ciudadanía o estancia y, por lo tanto, no pueden vivir con su pareja en Israel ni en Jerusalén.

 

Miles de parejas se ven obligadas a vivir separadas por esta causa.

 

En Israel, los cónyuges extranjeros que son judíos adquieren la ciudadanía de forma automática en el marco de la ley de Retorno.

 

Además, desde 1982, el Ministerio del Interior de Israel no permite el registro de niños y niñas palestinas como residentes de Jerusalén si uno de sus padres no cuenta con carné de residencia, aun si la madre sí lo tiene.

 

La planificación urbana de esta ciudad también fue concebida para aumentar la población judía mediante incentivos impositivos y grandes inversiones en barrios con población de ese origen. También se limita la construcción en las zonas palestinas.

 

“Además, los palestinos necesitan tramitar un permiso de construcción que es caro y muy difícil de conseguir”, explicó Khalilieh. Y si llegan a tener la suerte de conseguirlo, sólo se los habilita para hacerlo en 25 por ciento de su propiedad.

 

Una vez más, esas restricciones no se aplican a los residentes judíos de Jerusalén occidental.

 

En la actualidad faltan unas 25.000 viviendas en Jerusalén oriental y menos casas significan precios altos, indicó Jeff Halper, del Comité Israelí contra la Demolición de Viviendas.

 

“A pesar de la falta de viviendas, la municipalidad sólo otorga entre 150 y 350 permisos de trabajo al año a los palestinos y al mismo tiempo demuelen 150 casas o más”, apuntó. Las viviendas que se construyen sin permiso también son destruidas.

 

Israelíes y palestinos construyen de forma ilegal por igual, según B’Tselem, pero la respuesta de las autoridades no es la misma en los dos casos.

 

Los palestinos son propietarios de alrededor de 20 por ciento de las construcciones ilegales, pero más de 75 por ciento de las casas que son demolidas les pertenecen.

 

“Las demoliciones en los barrios judíos son construcciones comerciales o ampliaciones de viviendas, en cambio, en las zonas palestinas, familias enteras quedan sin hogar”, según B’Tselem.

 

Los palestinos son discriminados en asuntos presupuéstales e impositivos así como en servicios de agua, saneamiento, caminería, parques, iluminación, oficinas de correo, escuelas y otros, según el Comité Israelí contra la Demolición de Viviendas.

 

La ANP sigue adelante con las negociaciones con Israel, pese a la continua construcción de nuevos asentamientos y expropiación de tierras.

 

“Los palestinos tienen una situación extremadamente débil. Si interrumpen las negociaciones con ese argumento, Israel los responsabilizará del fracaso, con apoyo de Estados Unidos, e igual seguirá con su estrategia en el terreno”, arguyó Khalilieh.

LA CÁRCEL SECRETA ISRAELÍ 1391

LA CÁRCEL SECRETA ISRAELÍ 1391

Martes 09 de setiembre de 2008

LA CÁRCEL SECRETA ISRAELÍ 1391

 

Fuente: FDLP*, La Haine.org

El Guantánamo de Israel. Al contrario del campo de concentración norteamericano, la cárcel sionista nunca ha sido inspeccionada por parte de ninguna institución “independiente”, como la Cruz Roja Internacional

 

Enclavada en medio de Palestina ocupada, rodeada por altos muros y flanqueada por dos torres de control que garantizan la guardia militar y la vigilancia permanente al entorno de la zona, desde afuera, la cárcel 1391 se asemeja a cualquier otra estación de policía construida por los británicos en los años treinta durante su mandato en Palestina, las que, en su mayoría, son utilizadas como bases militares y cuya única referencia son carteles en los que sólo se escriben números.

 

La cárcel 1391 cercana a la Línea Verde, es decir, a la frontera entre “Israel” y Cisjordania, es diferente a las demás, ya que no solo no aparece en los mapas sino que fue borrada de las vistas aéreas y recientemente le quitaron el cartel que la señalaba y en el cual solo tenia una cifra escrita.

 

La censura eliminó de la propaganda israelí toda mención al lugar en que se encuentra dicha cárcel, con al alegato gubernamental de que la compartimentación y la confidencialidad son necesarias “para preservar la seguridad del estado”.

 

Según abogados israelíes, los periodistas extranjeros que divulgaron información secreta sobre esta cárcel están amenazados de ser expulsados de “Israel”, pero a pesar de los intentos del gobierno de ocultar todo detalle al respecto, se filtró información sobre sucesos terribles que ocurrieron en esa cárcel a lo largo de una década. Tal y como la describió un diario: la cárcel 1391 se considera “el Guantánamo de Israel”, en referencia al campo de detención para los prisioneros de Al Qaida y del Movimiento Talibán que mantiene Estados Unidos en la zona suroriental de Cuba, donde está enclavada una base militar yanqui contra la voluntad de los cubanos.

 

En septiembre del año 2003, en un informe emitido por un grupo internacional de expertos legales, presidido por Richard Goldstone, juez de la Corte Constitucional de Sudáfrica y quien fuera fiscal en la Corte Internacional sobre los Crímenes de Guerra cometidos en la ex Yugoslavia y Rwanda, se describe al campo de detención X-Ray (Rayos Equis), como “un agujero negro” en el que se pierde todo el que entra, ya que los detenidos son despojados de sus derechos humanos, sin la protección de los Acuerdos de Ginebra.

 

El informe añadió que “los estados no pueden mantener a los prisioneros políticos que tiene bajo su responsabilidad, en zonas fuera de la jurisdicción de cualquiera de las cortes internacionales”.

 

A pesar de que la cárcel israelí 1391 carece de fama en comparación con la de Guantánamo, viola las leyes internacionales y humanas de manera más atroz. Al contrario del campo de detención X-Ray, la opinión pública no conoce el sitio de la cárcel israelí, ni existen fotografías, de cerca o de lejos, de ninguno de los prisioneros, como las que fueron tomadas en los calabozos del Centro de Detención de Guantánamo.

 

Al contrario del centro de detención norteamericano, la cárcel sionista nunca ha sido revisada ni inspeccionada por parte de ninguna institución independiente, como la Cruz Roja Internacional. Todo lo que allí sucede es un misterio.

 

El fiscal “Goldstone” anunció que en el campo de detención X-Ray hay alrededor de 662 personas sin “argumento legal” pero nadie, excepto un número reducido de oficiales de seguridad y el gobierno israelí, conoce el número de los detenidos en la cárcel secreta 1391. Testimonios ofrecidos por ex prisioneros políticos que estuvieron en ese penal suponen que está atestado de prisioneros, muchos de ellos libaneses apresados durante la ocupación militar israelí al Sur de El Líbano, a lo largo de 18 años.

 

Cuatro meses después de revelarse por primera vez la existencia de esa cárcel, el gobierno israelí aún rechaza divulgar cualquier información valiosa sobre ella. “Todo el que ingresa a esa cárcel desaparece y probablemente para siempre”, aseguró la abogada israelita, Lina Tsamil, especializada en la defensa de los palestinos. La letrada añadió que “no hay ninguna diferencia entre esa cárcel y cualquier otra dirigida por dictadores racistas sudafricanos”.

 

Los pocos datos disponibles señalan que los métodos de interrogación incluyen tortura síquica y corporal de manera rutinaria. El prisionero político Mustafá Al-Dirani, secuestrado en El Líbano por las fuerzas especiales israelíes en el año 1994 y de quien Israel reconoció fue trasladado a la cárcel 1391, denunció que había sido violado por algunos soldados destacados en la penitenciaría.

 

Las primeras referencias públicas sobre esa cárcel estuvieron a cargo de la abogada Tsamil, en vísperas de la agresión militar israelí a las ciudades de la Ribera Occidental en el contexto de la Operación Muro Protector” en abril del 2002. Desde entonces esa cárcel, según parece, fue utilizada para retener a los prisioneros políticos extranjeros, mayormente jordanos, libaneses, sirios, egipcios o iraníes.

 

El Comité de Apoyo a los presos en Nazaret señaló que hay 15 prisioneros extranjeros árabes cuyos nombres desaparecieron de los registros israelíes sobre los prisioneros políticos que mantiene detenidos.

 

Se han llevado a cabo numerosas operaciones de secuestro sobre todo en El Líbano, cuya autoría se atribuye a Israel. En el año 1982 desaparecieron en Beirut cuatro funcionarios gubernamentales iraníes, de los que no se sabe nada, aunque sus familiares le exigen a Tel Aviv información sobre el destino de los desaparecidos, en el contexto de la operación de intercambio de prisioneros negociada recientemente entre Israel y Hezbollah.

 

En vísperas de las detenciones masivas llevadas a cabo en abril del 2002, que hicieron aumentar al máximo la población penal en las cárceles israelíes, también fue enviado un grupo de prisioneros políticos palestinos a la cárcel 1391, lo cual fue ocultado dentro de la gran anarquía que imperó en ese momento producto de la devastadora actividad militar israelí en las zonas palestinas.

 

Hasta septiembre del 2002, la abogada Tsamil, y la organización israelí de derechos humanos, “Hamukid”, exigieron a Israel en las cortes internacionales información sobre esa cárcel y solicitaron, por vías legales, conocer el paradero de los palestinos desaparecidos como prueba de que aún estaban con vida.

 

Las autoridades israelíes, al verse en una situación tan embarazosa, reconocieron que los hombres desaparecidos estuvieron detenidos en la cárcel secreta; pero sin añadir más detalles. Todas las solicitudes de información fueron transferidas a Madi Harb, jefe de la sección antiterrorista adscrita a la prisión Kichun, cerca de Haifa. Desde que comenzaron a presentarse las demandas de información y otras acusaciones, Israel reconoció la detención de un reducido número de palestinos en la cárcel 1391, pese a que muchos prisioneros políticos dijeron que habían estado en esa cárcel y que luego fueron trasladados, entre ellos el secretario del Movimiento Al Fatah en Cisjordania, Marwan Al-Barguti, quien está siendo juzgado actualmente.

 

Israel alega que todos los prisioneros políticos fueron trasladados a cárceles normales y que uno de ellos nombrado Bachar Jadallah, de 50 años, hombre de negocios de Nablus, fue puesto en libertad.

 

Bachar Jadallah y su sobrino Mohammad Jadallah, de 23 años, fueron arrestados el 20 de noviembre del 2002, en el Puente Al Linbi, después de haber cruzado la frontera entre Israel y Jordania.

 

Tras su liberación, Mohammad Jadallah confesó que fue obligado a reconocer que era miembro del Movimiento Hamas debido a las torturas a las que fue sometido.

 

El ex prisionero Bachar Jadallah dijo, por su parte, que no fue golpeado ni torturado físicamente como sucedió con el resto de los prisioneros y que quizá ello se deba a su avanzada edad, pero que sí fue sometido durante varios meses a un duro aislamiento y detenido junto con otras personas que jamás había visto ni sabía por qué estaban allí, sencillamente lo intimidaron.

 

Estuvo en una celda pequeña de dos metros cuadrados, sin ventanas y pintada de negro, con una lámpara de luz tenue encendida las 24 horas del día. Le prohibieron visitas del abogado y encontrarse con otros detenidos. También le dijeron que estaba detenido “en la Luna”, cuando uno de los prisioneros preguntó sobre el lugar donde se encontraba. No se le permitía ver nada fuera de su celda.

 

Y añade Bachar: “me obligaban a vendarme los ojos cada vez que me sacaban de la celda cuando me trasladaban a cualquier otro lugar, como el cuarto de interrogatorio o la enfermería. Sólo me quitaban la venda cuando estábamos en un lugar cerrado”.

 

La organización Hamukid se refirió a la opinión dada por alguien con experiencia científica como el Doctor Yahukim Stain, de Jerusalén, especialista en enfermedades mentales, sobre la influencia del encarcelamiento en las condiciones mencionadas.

 

Dice el Dr. Stain que, sobre la base del tratamiento al ex prisionero Jadallah y otros detenidos políticos palestinos quienes dieron su testimonio sobre las condiciones de su encarcelamiento, se demostró que fueron sometidos a tortura síquica lo cual conllevó la aparición de “síntomas de temor, sumisión, debilidad, malnutrición, insomnio, inactividad, estimulantes síquicos, además de prohibirles todo tipo de comunicación tanto con los abogados como con los familiares e incluso hasta con los propios carceleros o con el resto de los prisioneros”. En conjunto, ello representa un método de tortura bien estudiado que tiene como objetivo debilitar la capacidad de resistencia al interrogatorio y obligarlos a someterse totalmente a los interrogadores.

 

Esas circunstancias, además del dolor producido por las torturas o la amenaza de utilizarlas, conjuntamente con el miedo a la muerte o a sólo pensar que eres una persona olvidada, convierten al prisionero en un ejemplo vivo de lo que el Doctor Stain llama el terror que causa daño psíquico.

 

Jadallah, por su parte, dijo que “mi desconocimiento del lugar de detención o el sólo hecho de no ver las caras de otros detenidos me aterrorizó sobremanera. Lo más difícil era la sensación de que me podían desaparecer sin que mi familia supiera nunca lo que me había sucedido”.

 

La reflexión que hace sobre su aislamiento y las condiciones de la cárcel, coincidían con los testimonios de otros detenidos, compilados por la abogada Tsamil y la organización Hamukid. Todos describieron la humedad, los colchones malolientes, “el cubo” que se empleaba a manera de retrete y que raramente estaba vacío, la pila de agua de la celda controlada por un guardia invisible, un ruido muy alto que les impedía dormir y un aire acondicionado que era utilizado para matarlos de frío.

 

Dichos testimonios incluían también una descripción detallada de los métodos de tortura, los mismos que fueran prohibidos por la Corte Suprema de Justicia Israelí en el año 1999.

 

La presidenta del Comité Popular contra la Tortura, Hanna Fredman, dijo que su grupo registró un aumento notable de los casos de tortura en las cárceles israelíes durante la Intifada. En un censo estadístico reciente aparece que el 58 por ciento de los prisioneros políticos palestinos denunciaron la utilización de la violencia contra ellos como fuertes golpes, puntapiés, vibraciones violentas, así como la obligación de pararse o sentarse durante largos períodos en posiciones incómodas, además de ser esposados de pies y manos tan fuertemente que causaba dolor.

 

Prácticas como esas y peores aún ocurren diariamente en la cárcel 1391. Según testimonio ofrecido por el prisionero Mohammad Jadallah, era golpeado repetidamente, maniatado fuertemente y atado a una silla de manera dolorosa, además de que le prohibían hacer sus necesidades y le impedían dormir, y si lo hacía lo rociaban con agua fría. Miembros de la Inteligencia le mostraban fotos de su familia y lo amenazaban con hacerles daño si no colaboraba con ellos.

 

Sobre ello dice Mohammad, “me mostraron fotos de mi papá con el uniforme de preso y me proyectaron un video de él como si también lo tuvieran detenido. Me amenazaron con detenerlo y torturarlo”.

 

Los palestinos que pasaban por esa cárcel secreta estaban bajo la autoridad del aparato de seguridad general, Shabak, responsable de las investigaciones en todos los centros de detención israelíes normales, mientras que los demás detenidos extranjeros eran responsabilidad de una sección especial de la inteligencia militar llamada “Unidad 504”. El trato dado a los detenidos extranjeros fue revelado por documentos presentados a la Corte que investiga el caso de Al-Dirani, quien fue hecho prisionero en su casa en El Líbano, en mayo de 1994, en un intento de la inteligencia israelí por obtener información sobre el destino del piloto israelí, Run Arad, cuyo avión fue derribado en el sur de El Líbano, en 1986.

 

El ciudadano británico Yehad Shuman, detenido en Jerusalén en enero del 2001 y a quien Israel acusa de pertenecer a Hezbollah, también estuvo en la cárcel 1391 durante tres noches, en las que fue golpeado salvajemente por los soldados.

 

Shuman cuenta que “me quitaron la venda de los ojos y vi a 15 soldados armados parados alrededor mío, algunos portaban palos. Me golpearon, empujaron y apuñetearon por detrás, luego me interrogó un hombre que vestía uniforme y quien me dijo: "tienes que reconocer o será tu fin y nadie sabrá que te pasó, o reconoces o mueres"”.

 

Se sospecha que otra instalación en Al Khudera, al sur de Tel Aviv, fue también una cárcel secreta hasta los años 70a. Ex dirigentes de la Cruz Roja Internacional, quienes siguieron el caso de los prisioneros durante la primera Intifada, entre 1987-1993, dijeron que la organización conoció, a inicios de la década del 80, que Israel mantenía detenidos en secreto a los palestinos en un pabellón especial del centro de detención militar, cerca de la ciudad de Nablus, conocido como Al-Faria, por lo que sospecharon que quizá Tel Aviv poseía muchas cárceles secretas que utilizaba según las iba necesitando. Durante la ocupación al sur de El Líbano se utilizaron muchas de esos penales secretos. Es posible que por la cantidad de presos políticos palestinos acumulados durante el pasado, que los israelíes se hayan visto obligados a abrir esas cárceles.

 

Otras organizaciones internacionales han expresado su temor de que Israel pueda estar alquilando los servicios de esas cárceles a otros países, específicamente Estados Unidos, tras la reciente agresión a Irak.

 

La Cruz Roja Internacional aseguró que no hay ningún iraquí detenido en la cárcel X-Ray y que la actual confusión que reina en Irak quizás haga imposible saber quién es detenido y adonde es llevado.

 

Fuentes diplomáticas dijeron que existen fuertes indicios de que los Estados Unidos utiliza a Jordania para interrogar a los prisioneros iraquíes, para no verse obligado a aplicar las leyes internacionales y estar lejos de la Cruz Roja Internacional, la que está autorizada a entrar en el campo de detención X-Ray.

 

Egipto, Marruecos y Pakistán también están entre los países sospechosos de ofrecer ese tipo de servicios.

 

Las fuentes dijeron que “resultaría sorprendente que Israel, el más fiel aliado de Washington y del cual sabemos que posee al menos una cárcel secreta, no le haya brindado esos servicios a Estados Unidos. Tel Aviv tiene experiencia desde hace décadas en la utilización de la tortura y de métodos de interrogación con los prisioneros palestinos y árabes. Esas son habilidades de las que Estados Unidos tienen gran necesidad luego de la ocupación de Afganistán e Irak”.

 

* Frente Democrático para la Liberación de Palestina

 

Lunes 08 de setiembre de 2008

UN PUEBLO PALESTINO SE ENFRENTA AL REINO DEL TERROR DEL EJÉRCITO ISRAELÍ

 

Por Jonathan Cook*, CounterPunch / Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La ventana a través de la cual Salam Amira, de 16 años, filmó el momento en que un soldado israelí disparaba casi a bocajarro contra un detenido palestino, que se encontraba esposado y con los ojos vendados, tiene un gran agujero en el centro con multitud de hendiduras en los muros allá por donde se mire.

 

“Desde que se difundió mi video, los soldados no paran de disparar contra nuestra casa”, dijo la muchacha. Las destrozadas y agrietadas ventanas de la parte central del edificio confirman su historia. “Cuando dejamos abiertas las ventanas, también disparan gases lacrimógenos hacia el interior de la casa”.

 

Su hogar da justo sobre el control de carretera establecido por Israel para vigilar la única entrada al pueblo de Nilin, situado en el interior de Cisjordania, justo a medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv. Fue allí donde el pasado mes de julio se le disparó una bala de goma en una pierna a un palestino esposado y con los ojos vendados, Ashraf Abu Rahma, de 27 años, en cumplimiento de la orden dada por un comandante de un regimiento israelí.

 

El trato dispensado a la familia ofrece un agudo contraste con la indulgencia mostrada hacia el soldado y el comandante implicados en ese incidente.

 

B’Tselem, un grupo israelí por los derechos humanos, ha acusado al ejército israelí de intentar “vengarse” del papel desempeñado por la muchacha al mostrar cómo actúan sus fuerzas armadas en Cisjordania.

 

Puede que así esperen también disuadir a otras familias de airear pruebas similares sobre la brutalidad del ejército, especialmente desde que B’Tselem empezó a distribuir docenas de vídeo-cámaras entre los palestinos de Cisjordania.

 

Las escenas captadas en unas filmaciones de colonos encapuchados atacando a unos granjeros palestinos cerca de Hebrón conmocionaron a mucha gente a principios de verano.

 

El pueblo de Nilin se ha convertido en el centro de las acciones del ejército israelí desde el mes de mayo, cuando sus 4.700 habitantes decidieron dar comienzo a una campaña de manifestaciones pacíficas a fin de parar la construcción del muro de separación que Israel construye a través de sus tierras.

 

Una vez que el muro esté terminado, al pueblo se le habrá arrebatado el 40% de la tierra agrícola que le quedaba, que pasará a propiedad de la media docena de grandes sentamientos judíos que rodean Nilin. Ante el derecho internacional, todos esos asentamientos son ilegales.

 

Varias veces a la semana, los habitantes del pueblo, a los que se une un pequeño grupo de simpatizantes israelíes y de varias nacionalidades, se congregan en los olivares donde los buldózer se dedican a destrozar la tierra arrancando los árboles y los cultivos para dejar sitio al muro.

 

La gente de Nilin ha ensayado diversas formas de protesta no violenta, como ponerse a rezar en medio del camino de la maquinaria pesada, utilizar espejos para que la luz del sol se refleje en los trabajadores de la construcción, hacer sonar cacerolas y sartenes y colocar durante la noche piedras en el camino de los buldózer.

 

El ejército ha respondido con gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento y en ocasiones con balas de acero cubiertas de caucho y munición real. El pasado mes se informó que Israel estaba también experimentando con un nuevo método para dispersar muchedumbres que implica disparar líquidos pestilentes contra los manifestantes.

 

En las últimas semanas, el ejército ocupante disparó contra dos muchachos, de los que uno de ellos, Ahmed Moussa, tenía diez años. El ejército afirmó que les estaba tirando piedras. La autopsia mostró que había sido alcanzado en la cabeza por una bala procedente de un rifle M-16.

 

Esta semana, un soldado disparó a corta distancia tres balas de caucho contra Awad Surur, un minusválido psíquico, cuando intentó impedir que su hermano fuera arrestado. Dos balas penetraron en su cráneo, según B’Tselem, que denunció que el ejército se muestra cada vez más temerario y de gatillo fácil.

 

La familia de Salam, como muchos otros habitantes del pueblo, aguanta las heridas que recibe por asistir a las protestas. Casi todos los cinco hermanos han resultado alcanzados por balas de caucho, al igual que su padre, Yamal Amira, de 53 años. El ejército ha acordonado el pueblo en varias ocasiones y, según relatan sus habitantes, ha golpeado y aterrorizado a sus habitantes.

 

El Sr. Amira está entre los al menos 100 campesinos cuyos medios de vida se verán aniquilados por el muro. Perderá todas las 14 hectáreas de tierra que posee, los campos de los que han vivido todos sus antecesores cultivando olivos, pepinos, berenjenas y tomates.

 

Pero los cinco minutos que Salam filmó sobre el incidente acaecido en el bloqueo de carretera durante un toque de queda de cinco días impuesto contra la aldea, sólo ha servido para agravar aún más los problemas de la familia.

 

Tres días después de que se difundiera el vídeo, el ejército arrestó a su padre durante una protesta pacífica. Fue el único detenido tras afirmar el ejército que los manifestantes habían entrado en una zona militar prohibida. El Sr. Amira fue asimismo acusado de atacar a un soldado.

 

Durante tres semanas y media se le tuvo detenido antes de que un juez del ejército israelí rechazara la petición de éste para que siguiera en prisión preventiva durante tres meses más hasta el día fijado para el juicio.

 

En medio de una reprimenda casi sin precedentes en un proceso judicial, el juez cuestionó los argumentos del ejército, diciendo que no encontraba prueba alguna de que ese ataque se hubiera producido. También preguntó por qué el padre de Salam fue el único detenido de entre todos los participantes en la protesta.

 

El abogado del Sr. Amira, Gabi Laski, dijo que la decisión judicial confirmaba “nuestra anterior afirmación de que el arresto fue un acto de venganza y castigo por el vídeo filmado por su hija”.

 

Sin embargo, el Sr. Amira todavía tiene que hacer frente a un juicio militar. Un informe del pasado año de Yesh Din, un grupo de derechos humanos, halló que en sólo en el 0,25% de los casos abordados por tribunales militares se declaraba inocente al acusado. Incluso aunque sea absuelto, el Sr. Amira tendrá que pagar unos costes legales que alcanzan la suma de casi 10.000 dólares USA (36.700 dirhams), una suma que la familia dice no poder pagar.

 

En contraste, los dos soldados responsables de los disparos al detenido en el bloqueo de carretera han sido reprendidos con la acusación menor de “conducta inapropiada”. Ni siquiera se les va a someter a juicio criminal. B’Tselem ha tachado de “vergonzosa” la decisión.

 

Bajo la ley israelí, según el grupo legal de la Asociación de Derechos Civiles en Israel, el castigo por abusos graves a un detenido es de siete años de cárcel. Los abogados de ACRI han presentado una petición alegando que la indulgente acusación “transmite a los oficiales y al resto de soldados un mensaje extremadamente grave de desprecio hacia la vida humana”.

 

El teniente coronel Omri Borberg, el comandante que dio la orden de disparar a Abu Rahma, renunció a su puesto pero fue de inmediato trasladado subrepticiamente a un puesto superior en otra unidad. En una muestra de apoyo, Gabi Ashkenazi, el jefe del ejército, dijo el que el teniente coronel Borberg podía ser restituido a un puesto de mando.

 

Mientras tanto, los vecinos del pueblo dijeron que la conducta del ejército no iba a disuadirles de sus protestas ni iba a hacer que renunciaran a su compromiso con la no violencia.

 

Salah Hawaja, uno de los organizadores de las protestas, dijo: “Cuando dimos comienzo a nuestras manifestaciones, solían aparecer unos cincuenta soldados. Ahora hay cientos de ellos estacionados permanentemente alrededor de nosotros. Israel nos está tratando como si esto fuera una zona importante de guerra, aunque lo único que utilizamos son métodos pacíficos”.

 

“La gente de Nilin tiene asumido que la mejor estrategia para parar los planes de Israel de robar nuestra tierra y dejarnos encerrados en un gueto es la no violencia”, dijo el Sr. Hawaja.

 

“Necesitamos mostrar al mundo quién es el ocupante y quién el ocupado. Israel interpreta esto como una amenaza, por eso es por lo que pone en marcha tanta fuerza contra nosotros”.

 

Hay abierta una cuenta para ayudar a la familia de Amira. Pueden enviarse las donaciones a: Amira Legal Defense Fund, PO Box 1335, Kafar Saba, Israel 44113, extendidas a “Matte Hacoalitsia”. O bien, hacer la donación a través de PayPal: tinyurl.com/6fekjc

* Jonathan Cook es un escritor y periodista que vive en Nazaret, Israel. Sus últimos libros son: “Israel and the Clash of Civilizations: Irak, Iran and the Plan to Remake the Middle East” (Pluto Press) y “Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair” (Zed Books).

Lunes 08 de setiembre de 2008

FIN DE UN SUEÑO:

TRES ESTUDIANTES CONDENADOS POR SER PALESTINOS

Por Oscar Abou-Kassem, Publico / España

Cuando el avión que le transportaba desde Francfort aterrizó en Washington, Fidaa Abed estaba seguro de que por fin iba a poder comenzar su nueva vida en Estados Unidos.

Un par de días antes, el 30 de julio, se había despedido de su familia y amigos en Gaza. Durante los dos próximos años iba a cursar un máster de informática en la Universidad de San Diego, California. Había logrado una de las prestigiosas becas Fulbright que otorga el Departamento de Estado.

Tras abandonar el avión, se dirigió al control de pasaportes. Antes de alcanzarlo, un agente de inmigración se acercó y le pidió que le acompañara. “Me dijo que era la primera vez que veía que cancelaban un visado dos días después de expedirlo”, cuenta Abed.

No se podía creer que tuviera que regresar a Gaza. La mismísima Condoleezza Rice, la secretaria de Estado, había intercedido ante las autoridades israelíes para que él y los otros dos estudiantes palestinos con la misma beca pudieran salir de Gaza para estudiar en Estados Unidos.

SIN FUTURO

”Si no puedes dar a los jóvenes un horizonte completo para sus expectativas y para sus sueños, entonces no creo que haya futuro alguno para Palestina”, declaró Rice el 30 de mayo, cuando se enteró que las autoridades israelíes no dejaban salir a los estudiantes palestinos de Gaza.

La intervención de Rice permitió cosas nunca vistas antes. Como Israel no permite a los palestinos de Gaza viajar a Jerusalén para tramitar sus visados para Estados Unidos, un miembro del consulado estadounidense se desplazó hasta Erez, la frontera entre Israel y Gaza, para entrevistarse con los tres jóvenes.

AL ATERRIZAR EN EEUU, DESCUBRIÓ QUE SU VISADO ESTABA CADUCADO

Les tomó las huellas dactilares y recopiló toda la información necesaria para tramitar los visados. Tres semanas después, el 30 de julio, los visados fueron aprobados.

Pero dos días después el visado de Abed y el de los de los otros becados, Zohair Abu Shaban y Osama Dawoud, habían sido cancelados. Cada uno de ellos recibió la misma carta del consulado estadounidense en Jerusalén.

”Ha aparecido cierta información que le impide ser admitido en Estados Unidos”, se puede leer en el segundo párrafo de la misiva oficial. Los estadounidenses admitieron haber recibido información facilitada por las autoridades israelíes sobre los tres estudiantes.

”Estamos convencidos de que se trata de un error, un error político”, afirma Abed. Pese a exigir ver las pruebas aportadas por los israelíes nunca obtuvieron respuesta.

Ahora temen haber sido incluidos en un registro que les impida volver a solicitar el visado de entrada en Estados Unidos en al menos diez años. “Tengo un hermano estudiando en Canadá desde 2003. Por lo visto él no era tan peligroso”, ironiza Abed.

Los tres jóvenes becados con la Fulbright deberían estar ahora matriculados en los cursos previos de adaptación a sus estudios de posgrado en sus respectivas universidades en Estados Unidos.

Pese a la imposibilidad que tienen los palestinos de Gaza para tramitar sus visados en el consulado estadounidense de Jerusalén, la carta recibida les pide un último esfuerzo burocrático: que envíen sus pasaportes al consulado para cancelar físicamente el sello del visado.

”Nunca hemos tenido problemas con los israelíes ni con nadie”. “Lo único que hemos hecho en nuestra vida es estudiar. Si los israelíes tuvieran algo contra nosotros no nos hubieran dado el permiso inicialmente”, afirma Abushaban, de 24 años, sentado junto a los otros dos estudiantes en una terraza frente a la playa de Gaza.

Al obtener la Fulbright, rechazaron otras becas concedidas y varias ofertas de trabajo que ahora no pueden recuperar.

”Necesitamos tiempo para recuperarnos. Han destruido nuestros futuros. Queríamos completar nuestros estudios en el extranjero, cosa que aquí no podemos, para regresar y ayudar a nuestra gente. Eso era lo que nos impulsó a pedir las becas”, dice Abushaban, que iba a completar su formación en ingeniería eléctrica en la Universidad de Connecticut.

ECONOMÍA DESTRUIDA

”La economía en Gaza está destruida y las familias no se pueden permitir mandar a sus hijos a estudiar estudios de posgrado al extranjero. La única manera es a través de las becas”, se lamenta Dawoud, de 25 años. Los tres se quedarán en Gaza. El lugar que para un millón y medio de palestinos se ha convertido en la prisión más grande del mundo.

Los colonos y los soldados israelíes abandonaron la franja en el verano de 2005. Desde entonces, todas las fronteras de Gaza permanecen bajo estricto control militar israelí.

El paso de Rafah, que permite el movimiento de personas entre Gaza y Egipto y que tendría que ser supervisado por observadores de la Unión Europea, permanece casi todo el año cerrado por imposición israelí.

Tras la victoria electoral de Hamás y la posterior toma de control de Gaza por parte de los islamistas en junio de 2007, Israel ha endurecido el bloqueo. Los israelíes declararon al territorio “entidad hostil” y fueron respondiendo con castigos colectivos, además de las habituales operaciones militares, al lanzamiento de cohetes palestinos contra las poblaciones cercanas, en especial Sderot.

Al igual que en las cárceles, los habitantes de Gaza dependen de sus contactos para lograr los productos que necesitan.

Sin ningún tipo de importación de materias primas y sin posibilidad de exportación, el 95% de las empresas ha cerrado. Mientras en Cisjordania el paro alcanza el 22%, en Gaza la cifra es del 45%.

”No quiero que se abra la frontera con Egipto, quiero que se abra el paso directo con Cisjordania. Mi sobrino se casó el mes pasado en Cisjordania y nadie desde Gaza pudo ir a su boda”, dice Ali Abushahla en su oficina de Gaza.

DOS EMPLEADOS

Este empresario ha pasado de contar con 30 ingenieros a sólo dos. La situación es tan penosa que el único proyecto que desarrolla está en el norte de Afganistán. “Un amigo alemán me ha hecho el favor de encargarme el diseño de una pequeña escuela en Kunduz”, se lamenta.

Abushahla, de 62 años, afirma que hay decenas de proyectos aprobados por instituciones y países europeos que no se pueden desarrollar por el bloqueo israelí y la consecuente falta de materiales, sobre todo cemento.

Mientras los pasos siguen cerrados, el contrabando no cesa en la frontera con Egipto. En Gaza se bromea sobre el último ministerio creado por el primer ministro de Hamás, Ismail Haniya: el Ministerio de los Túneles.

Los islamistas cobran 10.000 dólares a los propietarios de las construcciones subterráneas, además de un 30% de impuesto sobre el valor de cada producto introducido en el territorio.

Aunque las autoridades egipcias anunciaron el cierre de los túneles, por los que Israel denuncia la entrada de armas para Hamás, el negocio se mantiene.

Desde julio Israel y Hamás mantienen una frágil tregua. Los islamistas se comprometían a no lanzar cohetes mientras los israelíes aliviarían el bloqueo y permitirían la apertura de los pasos de personas y materiales. Las dos partes se acusan mutuamente de incumplir lo firmado mientras negocian con mediación egipcia el intercambio de centenares de presos palestinos a cambio de Gilad Shalit, el soldado israelí capturado hace más de dos años.

El hartazgo es máximo entre la población local. “Lo único que ha conseguido Hamás de la tregua es que el Ejército de Israel no les mate. Se han puesto por delante del resto de la población”, resume un sexagenario de Gaza.

Lunes 08 de setiembre de 2008

NUEVO LLAMAMIENTO A LOS CONSUMIDORES PARA QUE DEJEN DE COMPRAR PRODUCTOS ISRAELÍES: A MENUDO FRAUDULENTAMENTE ETIQUETADOS COMO PRODUCTOS DE “CISJORDANIA”

 

Fuente: Palestine Solidarity Campaign / Rebelión

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

Nuevo llamamiento a los consumidores para que dejen de comprar productos israelíes, en especial de los asentamientos ilegales, y a supermercados para que dejen de almacenarlos.

 

El pasado mes de julio la cadena de televisión [británica] More4 y varios periódicos de tirada nacional ofrecieron gráficos reportajes sobre supermercados británicos que venden productos exportados de los asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania. Fue un escueto recordatorio de las continuas políticas de apartheid del Estado israelí.

 

Al mismo tiempo, las drásticas condiciones de la ocupación israelí y las insuperables restricciones al comercio están impidiendo deliberadamente a los genuinos productores palestinos producir y exportar sus productos [1]. El 23 de agosto, 44 pacifistas entraron por barco en Gaza para desafiar el bloqueo y demostrar al mundo que los palestinos están atrapados [2].

 

Kim Howells, ministro [británico] responsable de las relaciones con Israel y los Territorios Palestinos Ocupados en el Foreign and Commonwealth Office ha declarado que “es esencial garantizar que los consumidores pueden elegir de manera bien fundada entre productos palestinos y productos procedentes de los asentamientos israelíes, que según el derecho internacional son ilegales”[3].

 

Tras 60 años de opresión, desposesión y ocupación del pueblo palestino y de falta de justicia por parte de la comunidad internacional, la CAMPAÑA DE BOICOT A LOS PRODUCTOS ISRAELÍES (BIG, por sus siglas en inglés) lanza ahora una nueva campaña [4]:

 

- para pedir a los consumidores que no compren productos israelíes y, en especial productos procedentes de los asentamientos (a menudo fraudulentamente etiquetados como productos de “Cisjordania”).

 

- pedir a los supermercado que dejen de vender productos israelíes y que dejen de actuar en connivencia con las exportaciones israelíes de productos de los asentamientos ilegales.

 

Más de 180 organizaciones de la sociedad civil y sindicatos de Cisjordania han lanzado un llamamiento al boicot a Israel hasta que éste acate el derecho internacional y respete los derechos palestinos.

 

La insistencia en las exportaciones de los asentamientos encabeza el boicot general a los productos israelíes.

 

- Israel controla militarmente cada aspecto de la vida palestina en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

 

- El resultado de la racista política de vivienda israelí ha sido la demolición de 18.000 hogares palestinos desde 1967 [5].

 

- Israel restringe los movimientos de los palestinos con más de 600 controles de carretera [6].

 

- Israel sigue expropiando la tierra palestina para construir su Muro del Apartheid, que en 2004 el Tribunal Internacional de Justicia declaró ilegal [7].

 

Esta nueva campaña, encabezada por la Campaña de Solidaridad con Palestina (Palestine Solidarity Campaign, PSC) y Judíos por el Boicot a los Productos Israelíes (Jews for Boycotting of Israeli Goods, JBIG) forma parte de una campaña internacional más amplia de Boicot, Desinversión y Sanciones contra el Apartheid de Israel. La campaña ofrecerá un continuo programa de acción directa por parte de sedes locales de toda Gran Bretaña con el apoyo de sindicalistas y de grupos religiosos. Del 20 al 27 de septiembre habrá una Semana de Acción inicial en la que se enviarán cartas a la cadena de supermercados HQ y habrá manifestaciones.

 

Un portavoz de la campaña afirmó: “Hacemos un llamamiento a boicotear los productos israelíes, pero también y en especial a llamar la atención sobre los productos de los asentamientos. Actualmente Israel está exportando fruta y verdura producidas en los asentamientos ilegales de Cisjordania y Gran Bretaña es uno de sus mayores importadores. Según el derecho internacional, estos asentamientos son ilegales. Ser cómplice de este crimen también es un crimen según la legislación inglesa. Con frecuencia estos productos están incorrectamente etiquetados como 'Producto de Israel', o etiquetados de manera equívoca como 'Cisjordania', lo que hace que los consumidores crean que son productos palestinos. Estos productos también se benefician ilegalmente de tasas preferenciales de aduanas según el Tratado de Comercio Preferencial entre la Unión Europea e Israel, con lo que cuesta a los contribuyentes británicos millones de libras en razón de los derechos de aduana que estos productos dejan de pagar” [8].

 

Existen incontables alternativas de suministro a estos productos israelíes almacenados por los supermercados, como hierbas aromáticas frescas y dátiles medjoul, y otras frutas y verduras. Muchos supermercados afirman tener políticas comerciales éticas. Ahora deberían demostrarlo [9].

 

Notas:

 

1. Granjas y compañías israelíes prosperan explotando tierra y agua robadas, mientras que a los empobrecidos agricultores palestinos se les niega el acceso a sus propias tierras, huertos y pozos, y no pueden comercializar los pocos productos que consiguen producir.

 

2. Las agencias de ayuda informan de una catástrofe humanitaria en Gaza debido al bloqueo impuesto por Israel (“The Gaza Strip: A Humanitarian Implosion”, Oxfam, Amnesty International, CAFOD, Trocaire, Save the Children, Care International, marzo de 2008). Información acerca del viaje del barco del Free Gaza Movement, véase www.freegaza.org).

 

3. “El establecimiento de los asentamientos en Cisjordania viola el derecho internacional que estipula unos principios que se aplican en tiempo de guerra y bajo una ocupación. Por otro lado, los asentamientos hacen que se infrinja el derecho internacional sobre derechos humanos.

 

La Cuarta Convención de Ginebra (www.icrc.org/ihl.nsf/c525816bde96b7fd41256739003e636a/77068f12b8857c4dc12563cd0051bdb0?OpenDocument) prohíbe a un poder ocupante transferir a ciudadanos de su propio territorio hacia el territorio ocupado (Artículo 49). Las Regulaciones de La Haya (net.lib.byu.edu/~rdh7/wwi/hague/hague5.html) prohíben a un poder ocupante realizar cambios permanentes en la zona ocupada a menos que se deban a necesidades militares en el estricto sentido del término o a menos que se realicen para beneficiar a la población local.

 

El establecimiento de los asentamientos supone una violación de los derechos de los palestinos, tal como lo consagra el derecho internacional sobre derechos humanos. Entre otras violaciones, los asentamientos infringen el derecho a la autodeterminación, a la igualdad, a la propiedad, a tener un nivel de vida adecuado y a la libertad de movimientos”. (www.btselem.org/english/Settlements/International_Law.asp).

 

Según la organización israelí de derechos humanos B'Tselem, sólo en los últimos ocho años Israel ha matado a 4.815 palestinos, de los cuales 951 eran menores.

 

4. Llamamiento al boicot lanzado por los palestinos de los territorios ocupados (Palestine BDS Campaign).

 

5. El resultado de la racista política de vivienda de Israel ha sido la demolición de 18.000 hogares palestinos desde1967 (The Israeli Committee Against House Demolitions (ICAHD)).

 

6. Israel restringe los movimientos de los palestinos con más de 609 obstáculos a los movimientos, incluyendo checkpoints y controles de carretera por toda Cisjordania, Jerusalén este incluido, y tiene un sistema de carreteras segregadas (“Report No.65 Implementation of the Agreement on Movement and Access and Update on Gaza Crossing (30 de abril – 13 de mayo 2008)”, United Nations Office for the Coordination of Humanitarian Affairs, agosto de 2008).

 

7. Israel sigue expropiando tierra palestina para construir su Muro del Apartheid, declarado ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia (“Legal Consequences of the Construction of a Wall in the Occupied Palestinian Territory”, International Court of Justice, julio de 2004).

 

8. Israel se beneficia de las exportaciones a Gran Bretaña de fruta y verdura producidas en los asentamientos ilegales en tierra palestina ocupada y etiquetadas erróneamente “Cisjordania” (“'Illicit' settler food sold in UK stores”, Observer, julio de 2008).

 

9. Almacenando en sus estantes productos israelíes, como los de las marcas Carmel, Coral y Jaffa, los supermercados están apoyando a las compañías que se benefician de la desposesión de las familias palestinas.

 

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Palestine Solidarity Campaign

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Fax: 020 7609 7779

 

Viernes 05 de setiembre de 2008

CHILE: LOS NUEVOS PALESTINOS

 

Por Daniela Jorquera Gastelo para Revista Universitaria Nº 99, Pontificia Universidad Católica de Chile. Fotografía de César Cortés.

Para nadie es raro pasear por Recoleta y por el barrio Patronato, guiándose por olores exóticos y mujeres que cubren su pelo con un pañuelo en su cabeza. Los negocios que venden shawarmas se han hecho cada vez más populares y la danza árabe es un baile aprendido por las chilenas y admirado por los chilenos. La colonia árabe es una de las más masivas en nuestro país. Por eso la llegada de 117 palestinos refugiados no es sorpresiva. Pueblo migratorio, más por obligación que naturaleza, ha luchado siempre por arraigarse. Y Chile es lo que más se parece a un país que podría ser propio.

 

Cuando se quiere dar un número, algunos dicen que la colonia palestina en Chile llega a las 300 mil personas, ya sean originarias o descendientes. Eso la convierte en la más grande fuera del mundo árabe. No hay cómo extrañarse, entonces, por la importancia que ha tenido el conflicto en Medio Oriente en nuestro país. Como muestra está que durante 2004 todos los domingos aparecía en El Mercurio un listado de defunciones destinado a hacer un homenaje a los palestinos caídos en esa lucha. Los autores: la Federación Palestina en Chile.

 

La historia de este pueblo en nuestro largo y angosto territorio comienza a finales de 1880, cuando principalmente desde los pueblos de Beit-Jala, Belén y Beit-Sahur, abrumados por la ocupación turca otomana que se extendía desde 1516, muchos jóvenes palestinos comenzaron a escapar en busca de un futuro que les fuera más seguro. De hecho los primeros árabes oficialmente registrados participaron

 

DE UN CENSO REALIZADO EN 1895.

 

En 1914 se produce la primera gran corriente migratoria a Chile, en plena Primera Guerra Mundial. Luego de ello, el gobierno británico prometió la independencia de Palestina a cambio de su apoyo contra Turquía. Esta alianza puso término a la ocupación turca, pero dejó a Palestina bajo la administración inglesa hasta 1948 cuando los británicos se retiran y los sionistas proclaman el Estado de Israel, produciéndose la segunda corriente migratoria hacia nuestro país. Así, en 1930 ya había en Chile casi siete mil árabes, de los cuales se estima que el 63 por ciento provenía de Palestina. En 1967 llega el tercer grupo, luego de la Guerra de los Seis Días en que Israel se enfrenta a Egipto, Jordania y Siria.

 

Según la información entregada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los palestinos que llegaron este año como refugiados a Chile son 117 personas que, desde hace casi dos años, vivían en el campamento de Al Tanf, en la frontera entre Siria e Irak. Son refugiados o descendientes de aquellos que escaparon de Palestina en 1948, huyeron de los territorios ocupados alrededor de 1967, de Jordania en la década de 1970, de la guerra civil libanesa y de los países del Golfo Pérsico tras la Guerra del Golfo en 1991.

 

Durante el régimen de Saddam Hussein los palestinos que vivían en Irak recibieron protección y un trato relativamente preferencial. Pero eso cesó en 2003. De ahí en adelante, han sufrido persecuciones a manos de iraquíes que consideraban injusto el trato que habían recibido anteriormente, las que incluyen asesinato, violación, secuestro y robo. A algunos les destruyeron sus casas.

 

Quienes podían trataron de huir, aunque sin mucho éxito porque no tenían acceso a países fronterizos. Quedaron en un limbo y no tuvieron otra solución que crear su propio mundo: En Al Tanf hay escasez de agua y de atención médica. Los refugiados vivían en carpas, sufrían temperaturas extremas y luchaban contra las plagas de serpientes y escorpiones.

 

Chile y Brasil son hasta el momento los dos únicos que aceptaron recibir a los refugiados palestinos. En nuestro país se encuentran repartidos entre La Calera, San Felipe, Recoleta y Ñuñoa. REVISTA UNIVERSITARIA conversó con dos de ellos que hablan inglés y con una “paisana” chilena que se desvive por ayudarlos. Además, estuvimos en sus clases de español y en los talleres de inducción a la cultura nacional dictados por el equipo de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores, y en uno de los chequeos médicos a los niños en un consultorio de Recoleta. A continuación algunos de los relatos de los protagonistas de esta historia de desarraigo y lucha por sobrevivir.

 

RIYAD

 

«Cuando nos dijeron que era una posibilidad que nos viniéramos, le preguntamos a un amigo si podía revisar por Internet qué es lo había sobre Chile. Al llegar, me pareció como si estuviéramos en Europa.

 

He recorrido algo de Santiago en taxi y me compré una bicicleta para conocer las calles de Ñuñoa donde vivo con mi familia. He ido al Jumbo y al Homecenter.

 

Para sobrevivir aquí necesito dos cosas. Una es aprender el lenguaje, el español. Y es por eso que tenemos clases de una hora y media al día. Y dos, trabajo. En Irak yo trabajaba en una compañía de telefonía celular. Me gustaría hacer lo mismo acá, pero sino trabajaría en lo que fuera. Quiero hacer lo que cualquier chileno haría para pagar el arriendo y comprar comida. Mi esposa también podría encontrar trabajo. Ella habla muy bien inglés y quizás podría ser profesora. Nosotros queremos ser como todos acá: si el hombre y la mujer trabajan, por qué nosotros no. Está bien para nuestra religión que ellas también trabajen. Lo único es que acá las miran más porque usan su pañuelo (Jiyab), pero no creo que ese vaya a ser un problema. Creo que lo único diferente entre nuestras mujeres y las de otra religión es como ellas visten, pero ellas pueden trabajar, ir a cualquier lugar.

 

Tengo tres hijos, el más grande de 19 años, el siguiente de 18 y la siguiente es una niña y tiene 10. Dos de ellos no pueden ver bien y tendrán que ir a un colegio especial. Queremos que hagan algo, no que estén sentados en la casa.

 

Hasta ahora paso el día en mi cárcel. Le digo cárcel a mi casa, porque no hago nada cuando estoy en ella. Los días los pasamos yendo en la mañana a clases y en la tarde hablando con algunos amigos y, bueno, nada más.

 

Sólo porque Chile nos acogió, lo considero mi país. Voy a ayudar a Chile en lo que pueda. En dos años nadie nos ayudó ni nos dijo que nos fuéramos a su país. Toda la gente que está acá en Chile vivía en el mismo lugar en el desierto, en el mismo campamento. El otro día fuimos en bus a visitar a los que están en La Calera.

 

Los palestinos que llegaron mucho antes y que ya vivían en Chile nos han ayudado. Ellos saben lo que nosotros sentimos. Saben que no tenemos nada, que no hablamos el idioma y nos dicen que paso a paso lo vamos a conseguir. Chile es un muy buen país. Eso me hace sentir bien».

 

AMÍN

 

«Nuestra vida en Bagdad fue muy dolorosa después de la invasión norteamericana a Irak. Cuando el gobierno de Hussein fue derrocado, no había policías ni nadie que se hiciera cargo de nada. Llegaron milicias desde otros países y destruyeron todo. Los palestinos nos convertimos en extranjeros. La milicia comenzó a matar a los jóvenes y a los hombres palestinos. Y algunos fueron tomados prisioneros. Mis vecinos y amigos fueron asesinados.

 

25 mil palestinos vivían en Irak en 2003. Después de esta época hubo una gran migración de palestinos hacia otros países. Muchos de ellos no tenían pasaporte ni nacionalidad porque al no ser reconocidos como iraquíes ni siquiera poseían identidad. Algunos palestinos decidieron ir a la frontera con Jordania. Y los jordanos aceptaron llevar a alguna gente al desierto en su frontera con Irak. En 2006 hubo otra inmigración de palestinos hacia el desierto entre Irak y Siria. Los sirios no aceptaron que llegaran a su ciudad. Mi familia y yo íbamos en ese grupo de 250 personas. La Organización de las Naciones Unidas fue a vernos y nos entregaron carpas y alimentos secos. Estuvimos en un lugar muy peligroso, lleno de escorpiones, serpientes y enfermedades. No podíamos ir al hospital, la comida era muy poca. El primer año fue terrible. El segundo tuvimos más ayuda: nos entregaron agua limpia y generadores eléctricos.

 

Abrimos un pequeño colegio entre las carpas con nueve cursos. Los profesores éramos nosotros mismos. Yo hacía las clases de inglés, porque aprendí a hablar el idioma en la universidad y en 1990 viajé a Inglaterra a hacer un curso.

 

Yo no tengo país. Irak no es mi país. Yo nací en Bagdad, pero ellos nunca me reconocieron como iraquí. Mi mamá y mi hermano aún están allá, en el área palestina, donde viven entre 10 y 12 mil paisanos. Siempre les digo que en el desierto estuvimos solos mucho tiempo. Y que ningún país nos ayudó con la inmigración. Pero Chile sí lo hizo. Yo me quedaré aquí mientras nos acepten. Tengo 42 años y no estoy pensando en mí sino que en el futuro de mis hijos y creo que esto es bueno para ellos. He visto muchos palestinos que están felices y que se ven como chilenos. Quiero que mi familia sea chilena.

 

Mis hijos son Mohammed de 7 años y Mara, que tiene 1 año y siete meses. Ella nació en el desierto y antes de cumplir un año ya había sido picada en la rodilla por un escorpión. Estamos viviendo en Recoleta y nos gusta. No tenemos problemas y nada de que quejarnos hasta ahora. He visto a muchos policías caminando y cubriendo nuestra área. Pero bueno, la delincuencia está en todas partes del mundo. En Irak matan a la gente y no creo que eso pase aquí. Por ejemplo, una vez cerca de la mezquita en Bagdad vi a dos hombres tirados en el suelo, muertos, luego de que los asaltaran.»

 

LEYLA Y NISSAR

 

Leyla es chilena y tiene algo más de 50 años. Su familia es de origen palestino y los suyos llegaron a Chile entre 1915 y 1918 provenientes de Beit-Jala y de Belén. Para ella sus raíces son fundamentales y se siente palestina. «Creo y comparto cada uno de los valores que identifican a la cultura árabe: el respeto a la familia, a los mayores, a la tierra y a Dios. Me hubiera encantado haber podido tener la vida que tuvieron mis abuelos en Palestina y quiero que mi propia familia se asemeje lo más posible a lo que es una familia de allá. Mis raíces me marcan. Vivimos en Recoleta, hemos ido siempre al Estadio Palestino, nos relacionamos con la cultura y en la casa cocino comida árabe. Sufro por el conflicto palestino. Quiero viajar y ayudar desde mi área que es la salud o bien como lo haría cualquier persona. Por eso, ahora que llegó este grupo de palestinos estoy haciendo todo lo posible porque estén bien», cuenta.

 

Los refugiados llegaron a vivir a dos cuadras de la casa de Leyla. Se topó con uno de ellos, Nissar, en la carnicería y se ha convertido en un vínculo para esa familia con el mundo chileno, pese a que no habla árabe. Los ha tratado de ayudar, sobre todo porque tienen una hija internada en el Hospital José Joaquín Aguirre. Los visita más de una vez a la semana y se preocupa de que tengan desde comida hasta artículos de aseo e higiene personal. También los ha invitado a su casa para que compartan con su familia. «Siento que tengo una deuda con ese pueblo, mi pueblo, y que existen muchas formas de ayudar. Incluso basta con tratar de conversar un rato, sonreírles, mostrarles cómo llegar caminando al hospital y al metro. Quiero que sepan que cuentan conmigo y mi familia para lo que necesiten», dice.

 

Nissar tiene cuatro hijos y su máxima preocupación desde que llegó ha sido tratar de averiguar cómo pagará los gastos médicos de su hija enferma. Antes de la llegada de los norteamericanos a Irak, trabajaba como chef y cada vez que alguien visita su casa en Chile trata de agasajarlo con café con unos toques de cardamomo y falafel.

 

COSTUMBRES

 

El grupo de refugiados palestinos que está en Chile es musulmán y su religión les impone ciertas costumbres que pretenden seguir acá. Según información entregada por el Centro Islámico de Chile los fundamentos del Islam son cinco:

 

1) El testimonio de fe es el primer pilar del Islam, que significa que todo creyente debe atestiguar que no existe nada digno de ser adorado excepto Allah y que Muhammad es su profeta y mensajero.

 

2) La oración (As-Salah), que se realiza cinco veces al día y que es un lazo directo entre el creyente y Allah. Aunque es preferible rezar colectivamente en una mezquita, un musulmán puede rezar casi en cualquier lugar; en el campo, en la oficina, en la fábrica o en la universidad.

 

3) El impuesto sobre la riqueza (Az-Zakah) que cada musulmán calcula y que consiste en el pago anual de aproximadamente el dos y medio por ciento de su capital.

 

4) El ayuno (As-Siyám) del mes de Ramadán, que consiste en que durante ese período desde el alba hasta la puesta de sol, deben abstenerse de comer, beber y tener relaciones sexuales. Los enfermos, los ancianos, los que están de viaje y las mujeres embarazadas o en estado de amamantar a sus hijos tienen permiso para quebrantar el ayuno y recuperar el número igual de días en el transcurso del año. Si no pueden realizarlo debido a causas físicas, deben alimentar a una persona necesitada por cada día que no cumplieron.

 

5) La peregrinación (Al-Hayy) anual a la Meca, que es una obligación sólo para los que desde un punto de vista físico y económico puedan efectuarla.

 

Jueves 04 de setiembre de 2008

EREKAT: “MI TRABAJO ES SALVAR GENTE”

 

Por Matías Zibell, Enviado especial de BBC Mundo

Esta entrevista es parte de una serie que BBC Mundo les estará ofreciendo sobre el Estado del proceso de paz en el Medio Oriente en vísperas del aniversario de la cumbre de Annapolis y el final del mandato de tres de sus protagonistas: el israelí Ehud Olmert, el estadounidense George W. Bush y el palestino Mahmoud Abbas.

 

En 1979, cuando tenía 24 años, Saeb Erekat planteó en una de sus conferencias en la Universidad de Najah, en Naplusa, Cisjordania, la posibilidad de dialogar con Israel con palabras y no con balas.

 

“Eso no se había escuchado en la política palestina. Mis estudiantes divulgaron mis clases y hubo varios artículos en los diarios locales acusándome de traición”.

 

Tres décadas después, convertido en el jefe negociador de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Erekat asegura que aunque aún no se ha alcanzado un acuerdo definitivo con Israel, el tiempo le ha dado la razón.

 

Defensor acérrimo de la teoría de los dos Estados, colaborador cercano de Yasser Arafat y de Mahmoud Abbas, interlocutor de gobernantes israelíes y estadounidenses, este hombre fue elegido en las urnas por el distrito de Jericó y el Valle del Jordán en los comicios de 2006, donde muchos de sus compañeros de Fatah fueron derrotados por Hamas.

 

En Jericó, la ciudad donde nació y considera su hogar, Erekat habló con BBC Mundo sobre lo difícil que es negociar en Medio Oriente, las actuales conversaciones con Israel, la opción de un Estado para los dos pueblos, Hezbolá y Hamas.

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NEGOCIAR EN MEDIO ORIENTE

 

- Usted acaba de presentar un libro que se llama “La Vida es Negociar”. ¿Trata sólo el tema de las negociaciones diplomáticas o es más general?

 

- Este es un libro sobre cómo negocia la gente. Cómo conversar con tu esposa, cómo hablas con tu jefe. Cuando usted escribe artículos, cómo se dirige a sus lectores.

 

Si usted organiza un encuentro, cómo lo hace. Si tiene que comprar una casa, un auto o un jugador de un equipo para venderlo a otro.

 

¿Existe algo así como un comportamiento árabe para negociar? ¿O un modo latino de hacerlo, o estadounidense, o francés? De eso trata.

 

- ¿Y cómo es negociar con los israelíes?

 

- Las negociaciones palestino-israelíes son diferentes a cualquier otra negociación en la historia de la humanidad.

 

A diferencia de una frontera entre Perú y Ecuador, o México y Estados Unidos, o entre Irak y Jordania, aquí tienes en el mismo vecindario lugares de adoración.

 

Gente ha ido a las sinagogas por 5.700 años, diciendo lo mismo cada sábado, y sintiendo que lo dicen y lo escuchan por primera vez cada sábado. Y no puedo negociar una sola palabra de su creencia.

 

Al lado, hay iglesias que se llenan de gente cada domingo desde hace 2.000 años. Lo mismo. No puedo negociar ni una palabra.

 

Del otro lado hay mezquitas, donde la gente ha ido desde hace 428 años. Todos los viernes dicen lo mismo y creen que lo escuchan por primera vez. Y no puedo negociar una sola palabra con ellos.

 

Entonces, sumado a la geografía, los valores, la cultura, la historia, los miedos, la inseguridad hay un elemento aún mayor en la gente llamado fe.

 

Por eso, nuestro comportamiento a la hora de negociar refleja quiénes somos y nosotros somos diferentes.

 

Este libro es una aproximación a quiénes somos y como negociamos. Trata de identificar qué tenemos en común y cuáles son los puntos críticos, puntos que no podemos cruzar porque si lo hacemos la vida no volverá a ser la misma.

 

- ¿Cuáles son los intereses comunes y cuáles los puntos críticos en las actuales negociaciones?

 

- El lugar común es que ambos tenemos intereses y necesidades.

 

Yo no me levanto a la mañana y siento dolor en mi conciencia por el sufrimiento israelí, pero me siento con ellos, negocio con ellos y trato de alcanzar la paz con ellos.

 

Ellos no negocian conmigo porque se levantan a la mañana y sienten dolor en su conciencia por mí.

 

Nosotros siempre jugamos el juego de “yo gano ellos pierden, ellos pierden yo gano”, pero ahora lo que cambió es que ambos nos dimos cuenta que nuestros intereses y necesidades nos obligan a buscar un lugar común.

 

Y ahora sabemos que no podemos seguir jugando el mismo juego, o hay dos ganadores o hay dos perdedores. Ese es el cambio y por eso estamos negociando.

 

Y hoy hay más y más israelíes que entienden que no hay otra salida que la paz y la solución de los dos Estados, y más y más palestinos que piensan lo mismo.

 

- ¿Y por qué es tan difícil alcanzar un acuerdo?

 

- Porque tenemos que pasar por los dolores de parto.

 

En la vida hay cosas que tienen un crecimiento natural, que están sometidas a una secuencia de eventos, que tiene una transición por la que deben pasar.

 

Si uno es sabio, comprende lo que pasa y trata de identificar todas estas variables. Si uno es un activista en su mente no necesita pensar, solo saltar hacia las conclusiones y cambiar la realidad por presunciones.

 

¿Quién quiere ser? Esa es la pregunta.

 

- Usted fue uno de los primeros en plantear la posibilidad de negociar con los israelíes dentro de la OLP. ¿Alguna vez en todos estos años ha lamentado su decisión de inclinarse por el diálogo?

 

- No, todo lo contrario, y la realidad actual me da la razón.

 

Y creo que cualquier otro padre en el mundo entiende mi necesidad de proteger el derecho a la vida de mi hijo. Por eso aquí la clave es la paciencia.

 

EL DIÁLOGO ACTUAL CON ISRAEL

 

- Volviendo a las actuales negociaciones, han existido varios rumores y especulaciones periodísticas. La mayor ha sido el supuesto plan de intercambiar 7% de tierra en Cisjordania por terreno en el desierto de Negev.

 

Yo sé que usted ha negado la veracidad del artículo en cuestión pero quiero saber si están dialogando sobre intercambio de tierras, tal vez no un 7% pero si consideran algún porcentaje.

 

Algunos de estos rumores no tienen ninguna veracidad pero algunos son medias verdades y a veces las medias verdades son mucho peor que la ausencia total de la verdad.

 

- No me ponga en una situación donde voy a minar mi credibilidad con un sí o con un no. La situación no es así, lo importante es lo que tratamos de hacer.

 

Lo que nosotros decimos es: “Existe algo llamado ley internacional y algo llamado legitimidad internacional”.

 

La Hoja de Ruta estipula que el objetivo de las negociaciones es terminar la ocupación que comenzó en el 67 entonces mi trabajo es llegar ahí.

 

No hablar desde la mentalidad del mercado o el bazar, 93% contra 99%, o esto o aquello.

 

- En el tema de los refugiados, los rumores periodísticos los colocaban a ustedes más cerca del escenario de la compensación que en el escenario del retorno.

 

- Eso no es cierto.

 

No puedo entrar en los detalles de la negociaciones porque están actualmente en pleno proceso, pero en el tema refugiados, Jerusalén, fronteras, asentamientos, agua, uno necesita lograr una solución negociada.

 

No puedo ir con mi posición y decir quiero negociar mi posición. Los israelíes no pueden venir con sus posiciones y decirme que vamos a negociar sus posiciones.

 

¿Dónde está el equilibrio para una solución justa y negociada?

 

- ¿Y ustedes están cerca de este equilibrio porque en el pasado parecían a punto de alcanzar algo pero ahora no?

 

- ¿Tiene usted algún instrumento de medida? Dígame que sistema uso para medir cuán cerca o lejos estamos.

 

- Pero la percepción general es que están quedándose sin tiempo...

 

- ¿Por qué? ¿Qué reloj utiliza usted?

 

El reloj que mide el tiempo que le queda en el poder a los actores de esta negociación. Ehud Olmert, primer ministro israelí, renunciará en las próximas semanas. El presidente estadounidense, George W. Bush, deja la Casa Blanca a fin de año. El mandato de Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, termina a comienzos de 2009.

 

Los israelíes pueden cambiar, los estadounidenses pueden cambiar, nosotros podemos cambiar, pero la situación es más grande que cualquiera de los líderes involucrados.

 

- ¿Pero ustedes sienten al momento de sentarse a dialogar que los actores de esta negociación son débiles? Olmert está golpeado por un escándalo de corrupción. Los niveles de popularidad de Bush son muy bajos. Abbas gobierna solo la mitad de los territorios palestinos.

 

- Por eso precisamente la paz es posible.

 

- ¿Cuál sería el legado de Olmert ahora? ¿Cuál sería el legado de Abu Mazen (Mahmoud Abbas) ahora?

 

- Pero imagínese si alcanzan un acuerdo. Se volverían las dos personas más importantes desde que Jesús caminó por las calles de Jerusalén.

 

¿UN SÓLO ESTADO?

 

- Usted sabe que la ANP creó una comisión de estudio para evaluar los posibles escenarios si fracasan las negociaciones. ¿Es que no le tienen confianza?

 

- No. Mire, cuando yo viajo siempre tengo un plan B, especialmente cuando viajo entre Washington y Nueva York y mi conexión a Tel Aviv o Amman es desde Nueva York.

 

En caso de que el vuelo se cancele por cuestiones climáticas, puede ser que tome el tren o cambie de avión. Uno siempre tiene opciones.

 

Un liderazgo sabio analiza sus opciones todo el tiempo, no tiene nada que ver con la confianza o la desconfianza, no es nada personal conmigo.

 

- Una de las ideas analizadas es pujar por la solución de un Estado si falla la opción de los dos Estados. El mismo ex primer ministro palestino Ahmed Qurei hizo pública esta intención. ¿Usted que piensa de la hipótesis de un Estado?

 

- Mi opción es la solución de los dos Estados, esa es mi convicción personal porque creo que las diferencias de lenguaje y religión han sido siempre las causas detrás de las guerras civiles.

 

- ¿Qué haría usted si fracasan las negociaciones? ¿Se iría a su casa?

 

- Ya estoy en mi casa.

 

Yo soy profesor universitario, ahora estoy en licencia pero rezo que llegue el día en que pueda regresar a mis libros y mis estudiantes.

 

SOBRE HEZBOLÁ

 

- En julio pasado Hezbolá logró la liberación de Samir Kuntar y otros detenidos por los cadáveres de dos soldados israelíes muertos. ¿Qué siente usted que está negociando con Israel sin matar a nadie cuando no puede liberar a Marwan Barghouti?

 

- Mire, cuando Samir Kuntar fue liberado Abu Mazen fue el primero en felicitarlo por su liberación.

 

El tema de los prisioneros está por arriba de la politiquería.

 

Pero a través de la negociación nosotros obtuvimos días atrás la liberación de Said al-Attaba, quien pasó más de 30 años en prisión, y de Abu Ali Atta, quien estuvo 28 años.

 

Lo que realmente nos importa es devolver esta gente a sus hogares, ellos tienen nombre, tienen familia, tienen esposas, tienen hijos que no han visto.

 

Entonces por qué recurrimos a la politiquería y queremos saber quién logró el mejor trato.

 

Nosotros queremos liberar a los prisioneros y estamos haciendo un buen trabajo a través de las negociaciones.

 

Sacamos a 198, que es un número significativo, pero sabemos que tenemos 10.000 más por sacar y sigo trabajando por ellos.

 

- Después de la guerra de 2006 y del intercambio de prisioneros de este año, Hezbolá se ha constituido en el nuevo campeón del mundo árabe contra Israel. ¿Cuál es su opinión personal sobre Hezbolá?

 

- Primero que todo, Líbano no es Palestina. Líbano es un país independiente que más allá de las guerras que ha luchado ha conservado esa condición, yo no tengo país.

 

Y no existe algo así como una competición entre nosotros y Hezbolá o cualquier otro.

 

Por eso no me gusta la gente que trata de mezclar las cosas y hacer que éste juegue contra aquel y aquel contra aquel otro porque nosotros somos árabes.

 

Y no quiero decirle lo que pienso de preguntas cómo esa. Sólo le digo que nosotros somos tan gente como ustedes así que no nos hagan sentir que somos diferentes porque somos árabes.

 

Y muchas preguntas que provienen de Latinoamérica, de Estados Unidos, de Europa nos suelen tomar como una suerte de especie.

 

SOBRE HAMAS

 

- Usted sabe que los israelíes no harán ninguna concesión hasta que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) vuelva a controlar la Franja de Gaza.

 

- Le voy a hacer la historia corta. No habrá un Estado palestino sin Gaza.

 

- Pero ha pasado más de un año desde que ustedes perdieron ese territorio en manos de Hamas.

 

- Esta es la herida más severa que hemos sufrido como palestinos desde 1967 y si nosotros no nos podemos ayudar a nosotros mismos nadie más puede.

 

- ¿Cómo van a lograr un acuerdo con Israel si no se pueden poner de acuerdo entre ustedes?

 

- Hamas es un partido político palestino que ganó las elecciones y luego de un período de transición normal se hicieron cargo del gobierno.

 

Luego tuvimos desacuerdos con ellos y comenzaron a dispararnos. Si uno justifica esa lógica justifica que la gente lleve armas y se agarre a tiros cuando hay diferencias.

 

Entonces qué les decimos nosotros a ellos. Ustedes son gobierno, terminen con su golpe de Estado y aténgase a la ley palestina. ¿Qué hago mal al decirles esto?

 

- ¿Pero están cerca de un acuerdo con Hamas?

 

- Depende de ellos, honestamente. Ellos pueden continuar el golpe de Estado y resolver todo con las armas como hicieron en Gaza o admitir su error y decidir que la política es el medio de zanjar diferencias.

 

- ¿Es más fácil negociar con Israel que con Hamas?

 

- Esa pregunta no es justa.

 

Hamas es un partido político palestino con el que tenemos diferencias mientras que Israel es un ocupante.

 

No puedo hacer nada para terminar la ocupación sin negociar con Israel, pero nadie puede ayudarnos con Hamas sino nosotros mismos y Hamas.

 

- Cuando venía hacia Jericó le pregunté al taxista palestino que me traía qué opinaba de Saeb Erekat y él me dijo que usted era una buena persona, y que era “bueno para los israelíes, no como Hamas”. ¿Coincide usted con esta definición?

 

- Yo soy conocido por mis posiciones, estoy con la solución de los dos Estados, he reconocido el derecho a existir de Israel, quiero vivir al lado de ellos de forma pacífica.

 

No tengo nada en contra de la existencia de Israel, tengo todo en contra de la ocupación israelí.

 

Por eso mi gente me conoce, esa fue mi plataforma de campaña cuando gané las elecciones de 2006 con el 67% de los votos en contra de Hamas y otros.

 

Por eso puedo pararme derecho, porque no me importa si usted es pro-Israel o pro-Palestina, mi vida se divide entre aquellos que quieren la paz y aquellos que no la quieren.

 

Mi trabajo es salvar vidas, palestinas y también israelíes.

 

Martes 02 de setiembre de 2008

EL PLAN B DE LOS PALESTINOS

 

Por Matías Zibell, Enviado especial de BBC Mundo

En plenas negociaciones con Israel para alcanzar un estado independiente, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) creó una comisión de expertos para evaluar posibles escenarios si dichas negociaciones fracasan.

 

Una de los escenarios estudiados fue un cambio radical en las negociaciones. Si Israel no permite el establecimiento de un Estado palestino, la ANP podría comenzar a negociar la creación de un solo Estado para ambos pueblos, algo que ya anticipó semanas atrás Ahmed Qurei, ex primer ministro palestino.

 

BBC Mundo dialogó con uno de los integrantes de esta comisión, Mohamed Shtayyeh -presidente del Consejo Económico Palestino para el Desarrollo y la Reconstrucción- sobre la opción de un solo Estado, la posible disolución de la ANP o su total reforma.

 

- ¿Por qué fue convocada esta comisión?

 

- Nosotros hemos estado yendo en una sola dirección durante 17 años (desde la Cumbre de Madrid en 1991). Uno no puede seguir nadando en el mismo mar, hacia el mismo lugar, sin alguna red de protección.

 

Lo más importante es que esta comisión ha reunido a unos 40 especialistas que han analizado la situación actual desde ángulos muy diversos.

 

Hemos estudiado cuáles son los escenarios más favorables para nosotros y cuáles son los más favorables para Israel.

 

A su vez, hemos pensado cómo podemos evitar que los escenarios favorables para los israelíes sean posibles y cómo hacer posibles los nuestros.

 

Es la primera vez que un grupo de gente trata de ver a muy largo plazo qué dirección podemos tomar si y solo sí la situación actual colapsa completamente.

 

- Cuando usted mencionaba que los palestinos han nadado en una sola dirección en los últimos 17 años ¿se refería a la solución de los dos Estados, uno israelí y uno palestino, conviviendo en paz uno al lado del otro?

 

- No sólo eso. Nadar en una sola dirección incluye considerar a Estados Unidos como el único salvador del proceso de paz. Segundo, pensar en las negociaciones de paz como la única salida. Tercero, basar estas negociaciones en la solución de los dos estados. Cuarto, creer que los palestinos no tienen otras opciones.

 

Yo creo que nosotros por ejemplo podemos nadar hacia Europa y no considerar a Washington el único garante del proceso de paz.

 

El único acuerdo bilateral que logramos alcanzar con Israel fue el acuerdo de Oslo en el que los estadounidenses no intervinieron en absoluto.

 

La intervención estadounidense nunca ha sido un factor positivo porque cuando ellos ponen presión, nunca presionan a Israel, siempre nos presionan a nosotros.

 

También podemos nadar en “nuestro propio lago” si logramos que sus aguas sean totalmente cristalinas, sin tanto barro, lo que significa “poner nuestra casa en orden”

 

- Quiero volver a la hipótesis de un solo Estado compartido por ambos pueblos, algo a lo que se refirió días atrás el ex primer ministro palestino Ahmed Qurei. ¿Ustedes realmente piensan abandonar la idea de los dos estados y buscar la integración de israelíes y palestinos en una sola nación?

 

- La solución de un solo Estado es una ambición de todos nosotros, porque si Israel quiere considerar al asentamiento de Psagot (lo señala a través de la ventana de su oficina) tan importante como Tel Aviv, entonces para mí Jaffa se vuelve tan importante como Ramala.

 

Segundo, si Israel trabaja cada día por terminar con la solución de un solo Estado, con más asentamientos de colonos, con mayor confiscación de tierras, con la incorporación de la infraestructura de Cisjordania -agua, electricidad, caminos- en su provecho.

 

Si no reconocen las fronteras de 1967 como la frontera internacional entre Palestina e Israel, entonces la única solución posible es la de un solo Estado.

 

- ¿Ustedes saben que Israel nunca aceptará esta solución?

 

- Sí, lo sabemos.

 

- Entonces lo que hizo Qurei no fue plantear una alternativa sino plasmar una amenaza.

 

- No, no es una amenaza, Israel tiene que saber que no es una amenaza, es una alternativa posible, porque si ellos no quiere el establecimiento de un estado palestino independiente entonces sólo quedan dos escenarios:

 

El escenario sudafricano durante el apartheid, lo cual no es factible porque entonces la lucha continuaría, o la opción de un solo Estado, binacional o democrático.

 

El objetivo primario de la Autoridad Nacional Palestina fue crear un Estado palestino independiente. Si esa opción desparece entonces tendría que desaparecer también la ANP.

 

El nombre oficial de la ANP es Autoridad Interina del Gobierno Autónomo Palestino (PISGA por sus siglas en inglés). La “i” de interina es la letra más importante.

 

Nosotros estábamos bajo ocupación, el acuerdo de Oslo nos llevó a una situación interina y de aquí se suponía que pasaríamos a la independencia, pero esta administración interina nos ha llevado nuevamente a la ocupación.

 

Porque en los últimos años Israel ha regresado a las ciudades, ha reocupado el área A y sigue en control de las fronteras.

 

La ANP no es más que una municipalidad nacional que provee servicios gracias al dinero de los donantes internacionales, sin ese dinero todo colapsa.

 

Actualmente la Autoridad Palestina no ofrece seguridad ni soberanía -ni en Cisjordania, ni en Gaza- pero aún quedan opciones antes de la hipótesis de la disolución.

 

La ANP es el brazo político y legal de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esta organización puede decir “vuelvo a tomar el control de la situación” y entonces todos los acuerdos entre la ANP e Israel terminan.

 

O uno puede declarar a la ANP como un órgano nacional de resistencia y permitir que Abu Mazen (Mahmoud Abbas) lidere una manifestación en Bil'in o en el puesto de control israelí de Calandia, como lo hacíamos antes de convertirnos en gobierno.

 

Antes de ser ministro yo participaba en manifestaciones contra la ocupación. Podemos dejar de ser sólo un proveedor de servicios y convertirnos en un órgano de resistencia pasiva.

 

- Si lo que ustedes quieren es un Estado único, ¿por qué no disuelven la Autoridad Nacional Palestina hoy mismo y dejan que Israel se haga cargo de Gaza y Cisjordania?

 

- No, la ANP no es un favor que alguien nos dio. La ANP fue establecida tras 50 años de lucha y sacrificio y es un logro para nuestra gente. No es algo que Israel no regaló como un pedazo de chocolate.

 

Uno puede redefinirla, reformarla, otorgarle nuevas funciones, pero uno no deserta, no se vuelve a su casa. Si uno vuelve a su casa está vencido.

 

- En mi última pregunta quiero regresar a su primera respuesta. ¿Cuáles son los escenarios favorables para Israel y para la ANP que ustedes evaluaron en la comisión?

 

- Para nosotros lo más importante es alcanzar por medios pacíficos un estado palestino. Si esto no es posible, podemos evaluar otros escenarios.

 

Como ya dije, una alternativa posible es redefinir la ANP. Otra posibilidad es ir por la solución de un estado y esto no es una amenaza, es una opción real.

 

Otro escenario es llamar a una fuerza internacional para que se haga cargo de los territorios palestinos como parte de un acuerdo interino.

 

Si Israel está preocupado por su seguridad estos cuerpos de paz internacionales pueden ser una garantía para la seguridad de la región.

 

Los escenarios favorables para Israel son, primero, colocar a todos los palestinos en camiones y trasladarlos al desierto.

 

Segundo, la “jordanización” de Palestina. Lograr que los palestinos se muden y levanten su estado en otra parte.

 

Tercero, que Jordania vuelva a hacerse cargo de Cisjordania y Egipto de la Franja de Gaza como solía ser antes de 1967.

 

Por último, continuar con el status quo, lo que constituye una opción explosiva. Nosotros tenemos el poder de evitar que esto ocurra.

 

- ¿Ustedes tienen el poder de evitar esto? Divididos como están.

 

- Claro que la división nos ha vuelto más débiles pero eso no significa que nos vayamos a rendir.

 

Mire cada uno de las opciones. La comunidad internacional no va a permitir que Israel nos expulse.

 

Si Israel quiere invitar a Egipto o a Jordania para que regresen esto no va a ocurrir porque las relaciones entre los palestinos y los jordanos y los egipcios son excelentes y ellos no aceptarían esa invitación.

 

Las opciones de Israel no son posibles, las nuestras sí. Nosotros podemos redefinir la ANP y los israelíes no pueden hacer nada para evitarlo. Nos pueden encerrar a todos pero no lograrán detenernos.

 

Si nosotros sentimos que no podemos alcanzar un estado palestino pues bien, dejamos de negociar por un estado palestino y negociamos por otro escenario.

 

Esta entrevista es parte de una serie que BBC Mundo les estará ofreciendo sobre el estado del proceso de paz en el Medio Oriente en vísperas del aniversario de la cumbre de Annapolis y el final del mandato de tres de sus protagonistas: el israelí Ehud Olmert, el estadounidense George W. Bush y el palestino Mahmoud Abbas.

REBROTE DE ASENTAMIENTOS ILEGALES

REBROTE DE ASENTAMIENTOS ILEGALES

Jueves 28 de Agosto de 2008.

REBROTE DE ASENTAMIENTOS ILEGALES

 

Por Mel Frykberg, IPS Noticias

Israel ha vuelto a romper sus compromisos internacionales con la inminente construcción de 1.761 viviendas ilegales para colonos judíos en territorio palestino, informó la organización nacional de derechos humanos Paz Ahora.

 

Los planes de expansión de nuevos asentamientos, en especial en Jerusalén oriental, ignoran las promesas de congelarlos realizadas por el gobierno israelí el año pasado en la cumbre de Annapolis, Estados Unidos, que relanzó el proceso de paz en Medio Oriente.

 

“Una vez más, este gobierno ha mostrado que sus compromisos carecen de significado y que no tiene intenciones de cumplirlos”, señaló Paz Ahora.

 

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, advirtió en repetidas ocasiones que la construcción o expansión de asentamientos judíos en Cisjordania viola el derecho internacional y los compromisos de Israel en el marco de la llamada “hoja de ruta” hacia la paz.

 

Esa “hoja de ruta” consiste de una serie de medidas propuestas en 2002 por el presidente estadounidense, George W. Bush, luego desarrolladas por el “cuarteto” integrado por Estados Unidos, la ONU, Rusia y la Unión Europea.

 

Ban volvió a urgir a Israel a congelar la expansión de los asentamientos y desmantelar los construidos desde marzo de 2001.

 

La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, expresó su preocupación al respecto esta semana, en su más reciente visita a Israel.

 

“Es importante contar con un clima de confianza”, declaró Rice el martes, luego de reunirse con el presidente de la Autoridad Nacional palestina, Mahmoud Abbas, en la ciudad cisjordana de Ramalá.

 

“Estados Unidos cree que los asentamientos y anuncios que se están realizando tienen un efecto negativo en la atmósfera de las negociaciones”, afirmó.

 

No se debe permitir que las nuevas construcciones den forma a la futura frontera entre Israel y los territorios palestinos, que todavía se encuentra en discusión, advirtió Rice.

 

“Estados Unidos no permitirá que estas actividades tengan ningún efecto en la etapa final de las negociaciones, incluidas las relativas a la frontera definitiva”, aseguró.

 

Las Convenciones de Ginebra, adoptadas en 1949, prohíben a texto expreso la transferencia de población civil a los territorios ocupados.

 

La autoridad de tierras israelí publicó a comienzos de este mes el llamado a licitación para la construcción de 130 nuevas unidades de vivienda en Har Homa, en el área de Jerusalén oriental, zona ocupada por Israel durante la Guerra de los Seis Días de 1967.

 

En ese barrio ya existen 500 viviendas en construcción actualmente y otras 240 en Maaleh Adumin.

 

En forma simultánea, las autoridades israelíes publicaron un llamado a licitación para construir más de 300 departamentos en el asentamiento de Beitar Illit en Cisjordania, cerca de la ciudad de Belén.

 

Esto se suma a la aprobación a principios de año de la construcción de 750 casas en Givat Zeev, al noroeste de Jerusalén, y otras 100 en el asentamiento Ariel, en Cisjordania, donde viven alrededor de 430.000 colonos judíos.

 

Según el grupo B’Tselem, el Estado judío estableció 135 asentamientos en Cisjordania, que han sido reconocidos por el Ministerio del Interior. Se habían establecido 16 en la franja de Gaza, pero fueron desmantelados en 2005 cuando Israel se retiró de ese territorio.

 

La expropiación de tierras a los palestinos ha generado actos de desobediencia civil, en un intento por retener las parcelas que aún no han sido confiscadas.

 

Los habitantes de las aldeas de Bil’in y Ni’ilin, cerca de Ramalá, junto con activistas internacionales y ciudadanos israelíes, han realizado protestas semanales en las que hubo algunos muertos, heridos y arrestos.

 

El 7 de julio, un soldado israelí disparó en el pie a el activista palestino Ashraf Abu Rama, conocido como el Che Guevara cisjordano, mientras estaba atado y vendado.

 

Las expropiaciones de tierras redujeron la superficie de Ni’ilin de las 5.700 hectáreas que tenía en 1948 a aproximadamente 1.000 hectáreas en la actualidad.

 

Bahjat Mesleh, un agricultor de Ni’ilin, perdió alrededor de 7,5 hectáreas de tierra para hacer lugar a la construcción del muro de separación entre Israel y Cisjordania.

 

“Esto me ha costado unos 25.000 dólares. Pero soy más afortunado que otros agricultores, ya que pude continuar manteniendo a mi familia trabajando como maestro. No todos han logrado encontrar otro medio de vida”, dijo a IPS.

 

Según la organización B’Tselem, “Israel ha robado miles de hectáreas a los palestinos, a quienes prohíbe usar esas tierras e incluso ingresar a ellas. Emplea los asentamientos para justificar numerosas violaciones a los derechos de los palestinos, entre ellos el derechos a la vivienda, a ganarse la vida y a la libertad de movimiento”.

 

Martes 26 de Agosto de 2008.

EL PAPEL DEL AGUA EN EL CONFLICTO EN PALESTINA

 

Por Ferran Izquierdo Brichs* para Revista Pueblos

Hoy sabemos perfectamente que Butros Ghali se equivocaba: desde entonces, ha habido dos guerras en Oriente Medio y no han sido por los recursos hídricos. Sin embargo, el agua ha estado siempre presente en el enfrentamiento árabe-israelí 1. A pesar de ello, en la actualidad no ocupa un lugar especialmente destacado en el marco del proceso de paz y parece como si existiera la voluntad de todas las partes implicadas en mantener este problema en un segundo plano.

 

Durante la negociación del Tratado de Paz entre Jordania e Israel en 1994, el agua se empleó como una medida de creación de confianza. Antes de firmar el tratado de paz, Jordania e Israel negociaron los contenciosos sobre el agua y las fronteras. Fueron unos momentos difíciles políticamente para el gobierno jordano y para la monarquía hachemita, pues buena parte de la población de Jordania se oponía a las negociaciones con los israelíes. El proceso de paz entre los dos países coincidió con una fuerte sequía en la zona, lo que situó los recursos hídricos en el primer plano. La cesión de agua por parte de Israel en los días más críticos de aquel año y el acuerdo firmado en el verano de 1994 sirvieron para hacer más aceptable para el pueblo jordano (recordemos que está compuesto en más de un 50 por ciento de ciudadanos de origen palestino) el tratado que se firmaría poco más tarde.

 

De esta forma, parecería que tenía razón el señor Munther Haddadin, ministro jordano de Recursos Hídricos y negociador de los acuerdos con Israel, cuando afirmaba que el agua sirve para apagar fuegos y no para encenderlos. No obstante, la escasez de agua en la región del Jordán sigue siendo una de las principales amenazas para el futuro de tres pueblos: palestino, jordano e israelí.

 

En el plano bilateral, los acuerdos suscritos por los israelíes, los jordanos y los palestinos se basan en un reparto provisional de cuotas de agua que resulta claramente insuficiente para los árabes. Al haberse roto el proceso de negociación en un marco global (en el que participen todas las partes) e integral (en el que todos los temas conflictivos tengan cabida), tanto los palestinos como los jordanos se encontrarán en una clara situación de inferioridad cuando llegue el momento de negociar la cuestión de los recursos hídricos. Los árabes, ante la negociación sobre el agua del Jordán y los acuíferos de Cisjordania, difícilmente tendrán capacidad para forzar una redistribución de unos recursos controlados mayoritariamente por Israel, que, además, ha demostrado durante todo el proceso su mayor fuerza y voluntad para usarla. Jordanos y palestinos tampoco tendrán capacidad para negociar el agua en base al intercambio, pues en los acuerdos y tratados firmados ya han cedido en aquello que más interesaba a Tel Aviv: la paz y el fin del boicot económico a Israel.

 

Por tanto, sólo queda la postura que defienden los israelíes: limitarse a la búsqueda o creación de nuevas fuentes. Una posición inaceptable para los árabes e insuficiente a medio plazo, que además debería ser producto de una creciente confianza entre las distintas partes en vez de una consecuencia de la negativa israelí a negociar sobre los volúmenes de agua. Difícilmente se podrá conseguir el grado de cooperación necesario para la búsqueda de nuevas fuentes si no se han solucionado los conflictos y las percepciones de agravio aún abiertas. Pero la negociación sobre el agua todavía no se ha iniciado y cada día que pasa, el problema empeora de tal forma que el futuro de la región dependerá cada vez más del modo en que se afronte el debate sobre este tipo de recursos.

 

LAS COLONIAS JUDÍAS EN CISJORDANIA Y LA FRANJA DE GAZA

Los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados son uno de los elementos más desestabilizadores en la fase actual del conflicto. La política de colonización de los territorios ocupados palestinos evolucionó de los objetivos geoestratégicos de los gobiernos laboristas al objetivo político-demográfico de los gobiernos del Likud y, con este cambio, también variaron las zonas de implantación. Los primeros asentamientos y las expropiaciones más importantes de terrenos se situaron principalmente en la zona del Valle del Jordán, lo que supuso un golpe terrible para la agricultura palestina.

 

A partir de 1977, los colonos se asentaron principalmente cerca de la Línea Verde (la delimitación aceptada internacionalmente como la frontera a la que se debe retirar el ejército israelí). De esta forma, se avanzaba en la integración física de Cisjordania en la realidad israelí. Un segundo efecto no tan evidente de esta política de hechos consumados es que muchos de los nuevos asentamientos están ubicados en la parte superior occidental de la cordillera que cruza Cisjordania, la cual constituye la principal área de recarga de los acuíferos, sobre todo occidental. De esta manera, no sólo se ha creado una nueva línea que desplaza a la Línea Verde hacia el este, sino que además los israelíes han consolidado su dominio de la principal fuente de agua de la zona. Además, la construcción del muro está modificando todavía más la situación a favor de Israel y desarrollando hechos consumados que impiden el acceso palestino a pozos que producen casi cuatro millones de metros cúbicos (Mmc); a la vez, está preparando las principales zonas de recarga del acuífero occidental para la anexión a Israel. A lo anterior hay que sumar que se separa la cuenca del Jordán de los territorios palestinos, con lo que se impide el acceso palestino a las tierras de cultivo del Valle del Jordán y se dificulta su reclamación de la cuota correspondiente de agua del río.

 

Actualmente, los colonos judíos que habitan en territorios ocupados ya son más de 400.000. De ellos, más de 200.000 viven en Cisjordania, cerca de 200.000, en Jerusalén Este y 16.000, en el Golán. Los asentamientos de colonos judíos en los territorios ocupados palestinos no habrían sido posibles sin la expropiación forzosa de la tierra y el agua. Ya en 1990 se calculaba que más del 50 por ciento del territorio, en muchas ocasiones las mejores tierras de cultivo, había pasado a control directo de las autoridades militares o de los colonos. La política que seguiría el gobierno israelí respecto al agua ya se puso de manifiesto en el mismo momento de la ocupación, en junio de 1967, con la orden militar nº 92, a la cual seguirían las órdenes nº 158 y nº 498, que restringían la explotación de las aguas subterráneas y congelaban la cuota palestina destinada al regadío. La política de los gobiernos de Tel Aviv se centró en restringir el consumo palestino para proteger el consumo israelí de agua del acuífero occidental, impedir el desarrollo agrícola palestino y facilitar el consumo de los colonos judíos. En cambio, no se pusieron límites al consumo de los colonos israelíes. No hay datos fiables sobre el volumen de agua que consumen en Cisjordania, que varían entre un mínimo de 50 Mmc de algunos autores y los 160 Mmc de otros. Sin embargo, se puede afirmar sin ninguna duda que el consumo per capita de agua de los colonos es desmesuradamente mayor que el de los palestinos.

 

Esta política de expropiación del agua y de la tierra tiene un reflejo claro en la superficie de cultivo de regadío en Cisjordania, muy mermada para los palestinos, mientras que los colonos judíos tienen acceso a tierra y recursos hídricos en abundancia. Otro elemento importante radica en que todas las nuevas infraestructuras relacionadas con el agua, incluso aquellas que sirven a las comunidades palestinas, están controladas desde los asentamientos de colonos judíos, convirtiéndose en un nuevo instrumento de dominación muy importante.

 

EL DIFÍCIL FUTURO

Para afrontar las necesidades futuras tanto palestinas como israelíes, los investigadores del Israel/Palestine Center for Research and Information proponen un consumo doméstico, urbano e industrial mínimo necesario de agua de 100 metros cúbicos por persona y año. Esta cantidad es equivalente al consumo doméstico, urbano e industrial actual en Israel y parece ser suficiente. Además añaden 25 mc para huerta y animales de granja, con lo que se llega a un total de 125 mc. Con el reciclaje de las aguas residuales se podrían sumar 65 mc por persona que se destinarían al regadío. Es necesario recordar que el consumo doméstico, urbano e industrial en Cisjordania, Gaza y Jordania está por debajo de los 50 mc y que mientras no se iguale con el de Israel, se mantendrá el sentimiento de agravio comparativo.

 

Las previsiones para el año 2020 realizadas por algunos investigadores, basándose en el consumo del agua según los usos antes mencionados, nos presentan un futuro de déficit en las necesidades mínimas de agua para Jordania y palestina, y un muy ligero superávit para Israel. Se debe recordar que estas previsiones se hacen sobre la base de utilizar sólo agua reciclada para regadío y para huertas familiares, más de uso recreativo que productivo. Así, según estas previsiones, el futuro nos aproxima a un conflicto incluso por la propia supervivencia de la población más allá de las necesidades agrícolas.

 

No obstante, se debe tener en cuenta que la tensión militar en la cuenca del Jordán relacionada con el agua no ha sido nunca por la distribución de los recursos hídricos para el bienestar de la población, sino por las implicaciones políticas del agua en el proceso de colonización israelí de las tierras palestinas.

 

La colonización continúa y además se le añaden la progresión demográfica y las crecientes necesidades, las cuales pueden llevar a una situación de presión tan grande sobre los recursos hídricos que provoque nuevas tensiones. Sólo el abandono de la colonización israelí y la retirada de los territorios ocupados permitirán avanzar en la solución de las necesidades de agua de la población. Y no será suficiente, pues, en un primer momento, también resultarán imprescindibles para aliviar la presión la reconsideración del uso israelí del agua para regadío y la redistribución de mayores cuotas de suministro para palestinos y jordanos. A medio plazo, será necesaria la cooperación para gestionar la cuenca. Pero para que sea posible cooperar a este nivel, se han de cumplir unas condiciones básicas que, en la actualidad, representan claros obstáculos:

 

- 1. Normalización de las relaciones entre los diferentes países (firma de tratados de paz de Israel con Siria y Líbano, y autodeterminación palestina).

 

- 2. Desarrollo económico a medio plazo de palestina y Jordania fuera del sector agrícola.

 

- 3. Negociación y cooperación multilateral.

 

Se puede ver, pues, que las negociaciones de carácter bilateral no solucionarán el problema, sólo lo aplazarán. También es fácil prever que pueden tener un efecto negativo a medio plazo, ya que las negociaciones de los años pasados han sido desiguales, con una parte muy poderosa y otras (palestina y jordana) muy débiles, y han establecido unas cuotas de agua injustas. Estos acuerdos se tendrán que renegociar para poder afrontar las necesidades mínimas de la población palestina y jordana. Sin embargo, los compromisos firmados habrán establecido una situación de iure que resultará aún más difícil de cambiar que la anterior. El problema se agravará a medida que el volumen de agua se acerque al límite de las necesidades mínimas de supervivencia. Así, no negociar es malo, pero hacerlo mal también, puesto que puede representar un factor de agravamiento de un conflicto futuro. La única solución posible para dar respuesta a las necesidades de la población pasa por acercarse a un modelo de negociación global, integrador que tenga en cuenta las necesidades de todas las partes.

 

Notas a pie de página

 

1 El volumen total de aguas árabes conquistadas por Israel entre 1967 y 1978 es de 600-700 millones de metros cúbicos al año, y representa el 40 por ciento del agua consumida en Israel. Los principales datos hidrográficos y la historia del conflicto por los recursos hídricos se pueden encontrar en: Izquierdo Brichs, F. (1995) “El agua en la cuenca del Jordán: la lucha por un recurso escaso”. Papers de Sociologia, nº 46, Universitat Autònoma de Barcelona (p.121-138).

 

* Ferran Izquierdo Brichs es profesor de Relaciones Internacionales en la Universitat Autónoma de Barcelona y autor de libro Guerra y agua. Conflicto político y carestía de agua en palestina publicado por la Fundación Araguaney en 2005. Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Pueblos en Junio de 2006.

 

Martes 26 de Agosto de 2008.

MEJOR 199 PRESOS QUE NINGUNO.

 

Por Joharah Baker*, por Revista Pueblos

El pasado 18 de agosto, el gobierno israelí anunció que liberaría a 199 prisioneros palestinos de sus cárceles como un gesto de buena voluntad hacia el Presidente palestino Mahmoud Abbas y su gobierno en Cisjordania. Lo más probable es que los prisioneros sean liberados durante la visita que, la próxima semana, la Secretaria estadounidense Condeleezza Rice llevará a cabo por la región.

 

Israel ha dicho que principalmente la liberación apunta a aumentar la fuerza de la Autoridad Nacional palestina del Presidente Abbas, ante el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza. Además, se espera que con la liberación de estos prisioneros también se reinicien, de nuevo, las negociaciones para la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado y escondido en alguna zona de la Franja de Gaza desde junio de 2006. Esta es la opinión del máximo representante del Shin Bet, las fuerzas de seguridad israelíes, Yuval Diskin, quien dijo al gabinete israelí que la liberación probablemente “aceleraría” las negociaciones respecto Shalit. Sin embargo, Diskin advirtió que la liberación también podría hacer que Hamas se volviera aún menos flexible en sus demandas ya que Israel liberará a dos prisioneros palestinos que cumplen largas sentencias por haber matado a israelíes.

 

Los dos prisioneros en cuestión son Mohammed Abu Ali Yata y Saeed Al Ataba, ambos ahora en sus cincuenta. Estos dos hombres han estado en prisión desde los años 70 y ambos fueron acusados de participar en el asesinato de israelíes.

 

PRISIONEROS CON SANGRE EN SUS MANOS

Esta es la segunda vez que Israel ha liberado a prisioneros descritos como que “tienen sangre en sus manos”, sangre judía que durante años ha sido una indeleble línea roja para el gobierno israelí. Sameer Quntar, el preso libanés que pasó 29 años en una prisión israelí fue el primero en romper este tabú, siendo liberado en un intercambio de prisioneros con Hizbullah el pasado mes de junio. Quntar, condenado por matar a dos israelíes a lo largo de una operación de secuestro en 1979, fue liberado a cambio de los cuerpos de dos soldados israelíes de la pasada guerra del Líbano en julio del 2006.

 

Los otros prisioneros no son tan polémicos para Israel. Del resto de los presos, al menos 34 aún tienen 5 o más años para finalizar sus condenas, mientras que a la mayoría les quedan unos meses más en la cárcel y las causas de su encarcelamiento son menores. También hay cuatro mujeres en la lista.

 

Independientemente de los motivos que haya detrás de este gesto de buena voluntad por parte de Israel, los palestinos siempre dan la bienvenida a la liberación de cualquier preso político que cumple condena en una cárcel israelí. Sin embargo, 199 prisioneros de unos 11.000 prisioneros palestinos políticos que cumplen condena en las cárceles israelíes, son como una gota en el mar. Durante mucho tiempo, los palestinos han insistido en que la cuestión de los prisioneros es uno de los temas importantes a tener en cuenta en el orden del día de la agenda de negociaciones entre israelíes y palestinos, exigiendo la liberación, en un acuerdo final, de todos sus prisioneros políticos.

 

Como siempre, los prisioneros son las piezas perfectas sobre el tablero de ajedrez de la política. Ahora mismo, el primer ministro israelí Ehud Olmert trata desesperadamente de ganar una especie de victoria antes de abandonar para siempre su carrera en la política israelí. Olmert ha visto dañado su nombre por diferentes casos de corrupción, daño que él mismo entiende como irreversible por parte de sus colaboradores más cercanos. Ya que parece lejano un acuerdo final con los palestinos, su máximo objetivo es poder traer a Shalit a casa. El caso de Shalit tiene una carga emocional importante, ya que si Olmert es capaz de devolverlo a casa, habrá ganado un espacio en el corazón de los israelíes, inclusive aquellos que no lo hayan elegido políticamente.

 

Muchos israelíes esperan que esta liberación de prisioneros reanude las negociaciones para la liberación de Shalit, aun cuando ninguno de los presos es miembro de Hamas. Abbas, junto su partido Fatah, también aspira a un trato de prisioneros más comprensivo, donde Marwan Barghouti, el número uno de sus hombres en la cárcel, pueda ser puesto en libertad. Israel entiende completamente esta aspiración pero se resiste a cualquier trato, por ahora, respecto Barghouti, retrasando su liberación hasta que finalicen las demandas de Hamas sobre el soldado Shalit. Barghouti cumple cinco cadenas perpetuas consecutivas, una por cada muerte israelí de las que se dice que él es el responsable.

 

RETOMAR LAS NEGOCIACIONES

Considerando que Israel ya ha liberado a prisioneros “con sangre en sus manos”, empezando por Quntar y siguiendo la próxima semana con Abu Ali Yata y Saeed Al Ataba, la opinión pública israelí puede llegar a acostumbrarse a esta idea. Desde luego aún quedan todos aquellos opositores leales que nunca dudarán en sus posturas inflexibles hacia los palestinos, pero existe una mayoría aplastante de israelíes que entiende que se deben llevar a cabo sacrificios políticos de este tipo para que se lleguen a verdaderas negociaciones. Por este motivo, la idea de intercambiar Shalit por Barghouti es cada vez más aceptable entre los israelíes que nunca antes lo habían considerado.

 

Si alguien tiene que ser escuchado en Israel, este alguien es el Shin Bet, responsable de la seguridad interna del país. Unos meses después del secuestro de Shalit, el ministro de medio ambiente israelí y antiguo jefe del Shin Bet, Gideon Ezra, dijo que él mismo aprobaría un intercambio entre Barghouti y Shalit. Mientras en su momento Olmert rechazó y minimizó las declaraciones de Ezra, el nombre de Barghouti pasó a ser un nombre clave en el orden del día en las discusiones del gabinete israelí.

 

Si realmente la liberación de presos de la próxima semana desempeñará un papel o no sobre cualquier futuro cambio respeto la situación de Shalit, esto aún estar por ver. También es confuso si el resultado intencionado de reforzar a Abbas será o no alcanzado dado muchos otros factores de la arena política. Hamas todavía tiene el control de la Franja de Gaza y no muestra signos de abandono. Al contrario, Izzedin Al Qassam Brigades, el ala militar de Hamas, advirtió a Israel el pasado 20 de agosto que si Israel no prosigue con sus negociaciones para la liberación de Shalit, este podría acabar como el ya desaparecido piloto israelí Ron Arad. Hamas también ha acusado a Israel de fomentar la hendidura entre los dos gobiernos palestinos, a partir de la discriminación ante la elección de los prisioneros que van a liberarse (ninguno de ellos es de Hamas). El gobierno de facto, sin embargo, reconoció que la liberación de cualquier preso palestino de las cárceles israelíes es “un triunfo para los palestinos”.

 

Si existe alguna verdad sobre las declaraciones hechas por los líderes políticos, esto es todo. La libertad de prisioneros políticos siempre será bienvenida por los palestinos independientemente de quien este detrás de este paso o el por qué se haya hecho. De todos modos las familias y los amigos de estos 199 palestinos esperan y se alegran por su regreso; para la gente, los dirigentes y probablemente para los mismos prisioneros, la victoria es agridulce. Miles de hombres, mujeres y niños permanecen entre rejas, debido a su compromiso con la causa palestina. Ellos y ellas también tienen la esperanza de que algún día les llegará su turno porqué más allá de la maniobra política, todos los prisioneros palestinos, independientemente de sus afiliaciones políticas, esperan poder regresar a sus casas.

 

* Joharah Baker para Miftah, publicado el 20 de Agosto del 2008. Traducido para Pueblos por Mireia Gallardo.

 

Viernes 22 de Agosto de 2008.

EL CÁNCER DE LOS ASENTAMIENTOS ISRAELÍES EN PALESTINA

 

Por Suhail Hani Daher Akel*

La arrogante soberbia de la potencia ocupante israelí impuso el reino del terror de los colonos judíos contra los ciudadanos palestinos.

 

En el doloroso álbum de los recuerdos, los sionistas crearon a Israel destruyendo 418 aldeas y ciudades palestinas en 1948. En abril de 1949, el gobierno israelí ya había instalado a 180.000 judíos en viviendas expropiadas a palestinos. La teoría de la destrucción fue inagotable.

 

En su guerra unilateral, encubierta y racista, Israel continuó con sus actividades ilegales de colonizar palestina. Construyendo asentamientos a partir de 1967 y el muro de Apartheid que sobrepasó los 800 kilómetros de longitud desde 2002.

 

De acuerdo a estadísticas. El pueblo palestino sufrió muchísimo durante los últimos ochos años como resultado del plan ’Sharon-Mofaz’, que aplicó la solución final, la limpieza étnica, los ataques militares, invasiones y la reocupación de ciudades y aldeas. La crisis humanitaria se fue incrementando como consecuencia de la asfixia económica y la presión israelí. Siendo el muro de Apartheid y los asentamientos el cáncer que carcomió diariamente a palestina.

 

Por la ubicación estratégica de los asentamientos ilegales y la construcción de carreteras que los une, Israel, aisló el libre movimiento palestino dividiendo la zona norte de palestina (Ribera Occidental) en cantones incomunicados. El permanente robo de tierras sofocó el desarrollo de las ciudades y las aldeas palestinas. Su asedió obstruyó el transito y la comunicación como resultado de los soldados de ocupación, las clausuras, los toques de queda, los puntos de controles militares (checkpoints) y el control del Mar Mediterráneo en Gaza.

 

Frente a la iniquidad israelí, florecieron las palabras pronunciadas en 1956 por uno de los europeos-sionistas fundadores de Israel, David Ben Gurion: “si fuera un líder árabe, nunca firmaría un acuerdo con Israel. Es normal: hemos tomado su país. Es verdad que Dios nos lo prometió a nosotros. ¿Cómo puede interesarles eso? Nuestro Dios no les pertenece. Existieron el antisemitismo, el nazismo, Hitler, Auschwitz. ¿Eso fue por su culpa? (no)... Sólo saben que fuimos y les robamos su país”.

 

Cincuenta años después de esas expresiones, el premier Ehud Olmert, en el 2006, consideró que: “Israel fijará sus fronteras de aquí al 2010”. Reafirmando el histórico interés sionista de un permanente rediseño de las fronteras israelíes marcadas por la usurpación de tierras, la expansión, el muro y los asentamientos, para quedarse con un alto porcentaje del territorio palestino de 1967, incluida Jerusalén, antes de 2010.

 

Con sabiduría colonial y un mar de vacíos ofrecimientos de paz, Olmert, se burló de las reiteradas promesas de su gobierno de congelar la construcción en los asentamientos. Las falsas palabras fueron denunciadas por el diario estadounidense Washington Post, quien relató: “A pesar de los compromisos de Israel para poner fin a la expansión de los asentamientos, tanto en la planificación como la construcción están avanzando cada día en toda la Ribera Occidental y Jerusalén Este. En los seis meses desde que se reanudaron las negociaciones entre Israel y los palestinos (en Anápolis), los asentamientos siguieron siendo una llaga”, agregando: “a los palestinos, la expansión de los asentamientos representa una prueba de que Israel no es serio acerca de querer la paz que refieren” (WP, Mayo 20, 2008).

 

Actualmente, en el asentamiento ilegal de Givat Zeev, al noroeste de Jerusalén, se están construyendo 750 departamentos en el enclave de una ladera palestina que se encuentra a una milla de otros asentamientos existentes. Promocionándolos con un provocativo gran letrero que reza: “Bienvenidos a la Nueva Alta Givat Zeev”, prometiendo “exclusivos apartamentos con alta calidad en las normas de construcción”.

 

En las afueras de Jerusalén, en el ultra-ortodoxo asentamiento sionista de Betar Illit, su alcalde Meir Rubinstein, ávido de más tierras palestinas, hizo saber que: “el último recuento fue de 39.000 colonos. Quizás ahora llegan a 40 o 41.000...Cada día en Betar hay más nacimientos”. En complacencia colonial. El portavoz del fundamentalista partido israelí ultra-ortodoxo Shas, Roi Lachmanovitch, le prometió que “pronto habrá 800 unidades de viviendas más en Betar Illit”.

 

Los colosales asentamientos de Jerusalén fueron erigidos durante la ilegal alcaldía de Teddy Kollek y se extendieron sobre un amplio suelo jerosolimitano, como Ma’ale Adumim, donde los israelíes desde hace tiempo tienen intenciones de construir 3.500 viviendas en los terrenos palestinos adyacentes. El crecimiento tiene los espurios deseos de aislar definitivamente a Jerusalén Este, cortar el norte de la Ribera Occidental desde el sur de la propia Ribera y unificar desde Jericó hasta Jerusalén. El complejo Ma’ale Adumim, protegido por el muro de Apartheid, es el mayor asentamiento judío convertido en una gran ciudad dentro del territorio palestino con más de 55.000 colonos judíos ilegales llegados de distintas parte del mundo.

 

La zona fronteriza del asentamiento cubre 50 kilómetros cuadrados, y de acuerdo a los planos, cuenta con aproximadamente 10 mil apartamentos. El objetivo israelí es cortar los vínculos existentes entre los poblados palestinos, judaizar, estrangular y llegar a la zona Este de Jerusalén a través de asentamientos, confiscación de tierras, demolición de casas y terrorismo de Estado. El 14 de septiembre de 1999, Ehud Barak visitó Ma’ale Adumim y declaró: “Ustedes son parte de Jerusalén. (.) Cada casa que han construido forman parte del Estado israelí”. (MEDEA, Bruselas Nov.2001).

 

La estrategia silenciosa de la expansión ilegal de los asentamientos, demostró que todas las políticas declaradas por Israel sobre una retirada del territorio palestino ocupado, desde los acuerdos de Oslo 1993 hasta Anápolis 2007, fueron una farsa para engañar la opinión pública internacional. A finales de febrero de 2008, colonos ilegales judíos establecieron el nuevo asentamiento Maskiot, en el Valle del Jordán, Ribera Occidental y la ampliación del asentamiento Elí, ubicado aproximadamente a 10 kilómetros al norte de Ramallah. El ministro de Defensa Ehud Barak, aprobó a finales de julio los planes para el nuevo asentamiento colonial Maskiot en tierras palestinas del Jordán, como parte de un acuerdo entre él y los colonos que fueron evacuados de la Franja de Gaza en 2005, según el diario The Jerusalén Post (5/8/2008).

 

Los constantes intentos de colonizar y judaizar las tierras de Jerusalén Este por los fanáticos grupos ultra-religiosos judíos nunca se interrumpieron. Durante la década del ’90, el estadounidense-judío Irwin Moskowitch, de manera espuria, adquirió una superficie de 14.500 metros cuadrados en Jerusalén Este. A partir de noviembre de 1998, los colonos judíos comenzaron a excavar ese terreno en el barrio palestino de Ras Al-Amud, para iniciar la construcción del asentamiento Ma’alah Hazeintim. Con impunidad, las autoridades israelíes, de manera mentirosa, afirmaron que esa excavación solo era para búsquedas arqueológicas.

 

La construcción de 133 viviendas, una sinagoga y un centro comercial en Ras Al-Amud (Ma’alah Hazeintim), representó un paso más de Israel en su campaña de asentamientos coloniales en territorio palestino ocupado y las reiteradas violaciones al derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad.

 

La sagrada ciudad de Belén, recuperada en 1995 y reocupada en el 2000, fue atravesada por el muro de Apartheid junto con las ciudades de Beit Sahour y Beit Yala. En Beit Sahour, al sur de Jerusalén, los colonos israelíes durante la tercera semana de mayo 2008, ocuparon por la fuerza 1.000 dunum de tierras palestinas al este de la ciudad para construir un nuevo asentamiento ilegal. En relación, el Instituto de Investigación Aplicadas de Jerusalén (ARIJ, siglas en ingles), reveló en un informe las intenciones israelíes de construir en ese lugar un nuevo asentamiento llamado Ush Ghurab.

 

Entre los tediosos ejemplos del robo de tierras palestinas. En Hebrón (Al-Khalil), hogar de 180.000 palestinos y lugar de entierro del profeta Abraham (Ibrahim), se encuentra Kiryat Arba’a. Otro de los asentamientos ilegales en expansión y uno de los más agresivos por el feroz fanatismo ultra-religioso de sus 7.000 colonos, con ataques y persecuciones constantes contra la población civil palestina. En Hebrón se respira un permanente aire de tensión, debido a que Kiryat Arba’a, es una fortaleza beligerante custodiada y resguardada por las fuerzas israelíes.

 

El abogado alemán-judío, Elyakim Ha’itzni, es uno de los fundadores del movimiento de colonos en palestina ocupada y uno de los creadores del asentamiento Kiryat Arba’a, junto con los ultra-fanáticos rabinos Moshe Levinger y Meir Kahana. Ha’itzni nació en Kiel, Alemania, 1926. En 1938, la agencia europea-sionista lo trasladó de Alemania hacia Jerusalén, palestina, entretanto, muchos de su familiares perecieron en el Holocausto Nazi. En 1967, después de la guerra de ocupación israelí, él y otros fanáticos judíos se trasladaron rápidamente a establecer asentamientos sionistas en los nuevos territorios palestinos ocupados e impusieron el Holocausto Sionista en contra de la población palestina de Hebrón.

 

En el asentamiento se encuentra la tumba del colono terrorista Baruch Goldstein, un médico nacido y criado en Brooklyn, EE.UU.. El 25 de febrero de 1994, con su fusil de guerra “Galil”, abrió fuego contra los feligreses musulmanes en la Mezquita de Ibrahim (Abraham), asesinando a 63 e hiriendo a más de 200 palestinos, en lo que se conoció como “La masacre de Hebrón”. Al terrorista estadounidense-judío en Kiriat Arba’a, se lo consideró un “héroe” y le construyeron un monumento con su figura.

 

Detrás de las familias de los colonos está la organización fundamentalista Nakhalat Shimon, fundada por Benny Elon, ex ministro y dirigente del ultra-ortodoxo Partido Moledet, que exigió la expulsión de los palestinos de todos los territorios y consideró que: “Construir barrios judíos junto a zonas abiertas en Jerusalén es impedir la invasión ilegal y la construcción de palestinos que viven cerca de la Vieja Ciudad”. En el 2004, presentó su fastidioso plan “Jordania es palestina”, para deportar definitivamente a todos los palestinos.

 

La mayoría de los asentamientos se construyeron en tierras fértiles usurpadas a los palestinos. Con sus ricos recursos hídricos como el acuífero occidental (cuenca del Jordán), manantiales y pozos, que permitió a los colonos utilizar 2,400 m3 de las aguas palestinas por año, a diferencia de los 50 m3 por año permitidos por la potencia ocupante a los palestinos.

 

El cáncer de los asentamientos fue avalado por las leyes y los ministerios israelíes. a) La Ley de Emergencia del Ministerio de Vivienda de 1990, le permitió planificar el sitio para los asentamientos sin primero pasar por los municipios. b) El Ministerio de Justicia en la mayoría de los casos evitó procesar a los colonos que expulsaron por la fuerza a palestinos de sus hogares. c) El Knesset (parlamento), aprobó una ley que autorizó a los colonos ha portar armas de guerra y su uso frente a cualquier palestino ’sospechoso’, armado o no. d) El Ministerio de Finanzas tiene autorización de confiscar las viviendas de palestinos que no pagaron sus impuestos de propiedad. La Orden Militar Nº 58, permitió usurpar, vender o alquilar los inmuebles palestinos de la Ribera Occidental. e) El Ministerio del Interior, generalmente, aplicó la ley de la “propiedad de ausentes” de 1950, habilitando a los jueces militares la expropiación de tierras o casas. f) Las municipalidades, en el caso de la ilegal Municipalidad de Jerusalén, emitieron decretos que permitieron los asentamientos alrededor de los vecindarios árabes y establecer los lugares densamente poblados por palestinos como “Zonas Verdes”, en las que se les prohíbe construir. Las planificaciones habitualmente son secretas para sorprender y no dar lugar a las apelaciones.

 

En el primer trimestre de 2008, las fuerzas israelíes demolieron 124 propiedades, comparadas con las 107 de todo el año 2007, obligando el desplazamiento de 530 palestinos civiles, incluidos 135 niños. Según la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU: “más de 3.000 propiedades palestinas de Cisjordania (R.O.) tienen órdenes de demolición pendientes de ejecución, que pueden llevarse a cabo sin previo aviso”... “Los niños se sienten con frecuencia terriblemente afectados por las demoliciones de sus hogares y los consiguientes desplazamientos de sus familias”. Por su parte, según el diario israelí Ha’aretz, en los primeros seis meses de 2008, los colonos sionistas cometieron 439 violentos ataques contra la población civil palestina. (H.15/8/2008).

 

El 22 de mayo de 2008, los buldózer de la potencia ocupante demolieron seis apartamentos palestinos en Jerusalén ocupada, utilizando el habitual pretexto de la falta de permisos de edificación. Sin sosiego para el castigado pueblo palestino. El pasado 10 de junio, Israel, anunció la construcción de 1.300 viviendas en el barrio de Ramat Shlomo de Jerusalén, que ya cuenta con unas 2.000 unidades. La ilegal Comisión Israelí de Planificación Urbana de Jerusalén, sujeta al Ministerio de Interior, pronosticó que en total se duplicará el número de viviendas en ese asentamiento, llevándolas a 4.000 unidades.

 

A mediado del mes junio, los equipos municipales de Jerusalén entregaron “notificaciones de demolición” a los propietarios de otras 88 casas situadas en Silwan, en cercanías del monte de Jabal Abu Ghneim, los que dejarían sin hogar a más de 1.500 palestinos.

 

La crisis del monte Jabal Abu Ghneim en Jerusalén Este, por su expropiación en 1991 y el establecimiento del asentamiento sionista de Har Homa (1999-2005), obligó a la Asamblea General de la ONU, llamar a un período extraordinario de sesiones de emergencia el 24 de abril de 1997, con el fin de examinar las “Medidas ilegales israelíes en Jerusalén Oriental ocupada y el resto del territorio palestino ocupado”. Las sesiones aprobaron por amplia mayoría cinco resoluciones: ES-10/2 (25/4/’97), ES-10/3 (15/7/’97), ES-10/4 (13/11/’97), ES-10/5 (17/3/’98) y ES-10/6 (9/2/’99), en la que: “condenan la construcción israelí en Jabal Abu Ghneim y de todas las demás medidas ilegales israelíes en los territorios palestinos ocupados, incluida Jerusalén...reafirmando la aplicación del Cuarto Convenio de Ginebra de 1949”. Además, en las resoluciones: “reafirma que las medidas adoptadas por Israel, que han alterado o pretendido alterar el carácter, la condición jurídica y la composición demográfica de Jerusalén son nulos y carecen de validez alguna”.

 

La Presidencia del Consejo de la Unión Europea, a cargo de Francia, el 8 de agosto de 2008, expresó: “su profunda preocupación por la decisión de las autoridades israelíes de aprobar la construcción de 400 viviendas en el asentamiento de Neveh Yaacov y lanzar una licitación para la construcción de 286 y 130 viviendas en los asentamientos de Beitar Illit y de Har Homa”. La Presidencia, “reitera que el asentamiento de las colonias en cualquier lugar que sea dentro de los territorios palestinos ocupados, incluyendo Jerusalén Este, es ilegal en virtud del derecho internacional”.

 

Irónico e ignorando las leyes jurídicas internacionales, Ehud Olmert, expresó: “Estamos construyendo en Jerusalén, porque todo el mundo sabe que no hay posibilidad que el Estado de Israel vaya a renunciar a barrios como Har Homa, como saben, es una parte inseparable de Jerusalén”.

 

Las maniobras fraudulentas de los colonos, respaldados por el gobierno israelí, crisparon el estratégico barrio palestino de Sheikh Jarrah, cercano al Mount Scopus en Jerusalén Este. En 1956 el barrio albergó 28 familias de los refugiados palestinos de 1948. Después de la ocupación de 1967, colonos fanáticos ultra-ortodoxos se adjudicaron impunemente esas tierras, registrándolas como propias en el Registro de la Propiedad israelí en 1972. Finalmente, los colonos les vendieron las tierras a la empresa israelí Nahlat Shamo’an, quien en febrero de 2008 presentó un proyecto a la Municipalidad israelí de Jerusalén para demoler las 28 casas y en su lugar construir 200 apartamentos y un centro comercial como preludio de un nuevo asentamiento para judíos emigrantes.

 

El comité palestino de residentes de Sheik Jarrah, en julio de 2008, rechazó la iniciativa y exhortó a la comunidad internacional, a las organizaciones de Derechos Humanos y a las Naciones Unidas, a “condenar la política de judaización de Jerusalén que afecta la presencia palestina”. Sheikh Jarrah, es uno de los sitios más sensibles en Jerusalén Este. La instalación de un nuevo asentamiento contribuirá significativamente al encierro de la Vieja Ciudad.

 

Sin ética. Israel, utilizó durante 15 años las negociaciones ante el mundo como escudo para dar la impresión de que hay un verdadero “proceso de paz” en curso. Mientras, por medios pérfidos potenció sus 120 asentamientos y 102 puestos de avanzada ilegales con más de 470.000 colonos judíos que oprimen la vida y la armonía dentro de palestina ocupada. Solo en la capital, sector Este de Jerusalén, se instalaron 250.000 colonos desde 1967.

 

Los principales asentamientos convertidos en opulentas ciudades, son: Attarot; Neveh Yaacov; Pisgat Zeev; French Hill; Montus Scorpus; Ramot; Ramot Eshkoh Talpiot; Gilo; Har Homa; Karnei Shomron, Ariel; Givat Zeev; Geva Benyamin; Ma’ale Adumim; Gush Etzion; Ma’alah Hazeintim; Migron; Gush Katif; Elí; Kiryat Arba’a y Beitar Illit y el nuevo Maskiot, entre otros centenares.

 

Gaza, es un doloroso capitulo. El criminal de guerra Ariel Sharon (convaleciente), ingeniero del muro de Apartheid, removió sus 21 asentamientos de Gaza en septiembre de 2005, con los 8.692 colonos y convirtió a la Franja de Gaza en una ’gran cárcel a cielo abierto’, donde viven 1,5 millón de palestinos en apenas 356 kilómetros cuadrados. Ehud Olmert, heredero y regente del Apartheid, continuó con la limpieza étnica palestina. Desde junio de 2007, cercó Gaza; cerró el cruce de Rafah en la frontera con Egipto, único paso que cuentan los gazauie para entrar o salir de Gaza; bloqueó y restringió la energía eléctrica, el combustible, los alimentos y medicamentos, convirtiendo a la Franja de Gaza en un gran ’campo de concentración’ del Siglo XXI.

 

La comunidad internacional y las Naciones Unidas, consideraron a todos los asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados, como ilegales. Sin tener en cuenta cuándo fueron construidos o, si están o no autorizados por el gobierno Israelí. La expulsión de personas y la confiscación de sus tierras para la construcción de asentamientos es una violación a las normas del reglamento de La Haya de 1907, sobre la protección de la propiedad pública y privada de un territorio ocupado. La política de Israel de asentamientos y sus prácticas, son claramente contrarias al derecho internacional.

 

El Consejo de Seguridad en su resolución 452 del 20 de julio de 1979, “Hace un llamado al Gobierno y al pueblo de Israel para que ponga fin, con carácter de urgencia, el establecimiento, construcción y planificación de asentamientos en los territorios árabes ocupados desde 1967, incluida Jerusalén”... “no sólo violan el Cuarto Convenio de Ginebra, sino también, constituyen un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Medio Oriente”. En su resolución 465 del 9 de marzo de 1980, por unanimidad, “Deplora profundamente que Israel se rehúse a cooperar...y lamenta por su formal rechazo a la resolución 452”.

 

El artículo 49, párrafo 6 del Cuarto Convenio de Ginebra de 1949, dispone que: “la potencia ocupante no pueden efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio por ellos ocupado”. Por su parte, la Corte Internacional de Justicia, el 9 de julio de 2004, consideró que: “los asentamientos israelíes en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Este, son ilegales y constituyen un obstáculo para la paz y el desarrollo económico y social”. Llamó al “muro ilegal” y “pidió a Israel congelar su construcción, demoler lo construido e indemnizar a las familias palestinas perjudicadas”.

 

La verdadera paz sólo puede construirse sobre la base de la dignidad y la justicia. El gobierno israelí luego de 60 años no mostró signos positivos que permitan la restitución del Estado de palestina independiente con Jerusalén capital.

 

La potencia ocupante, quebrantó los principios básicos del ser humano, violando la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “...Considerando que el reconocimiento inherente de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”. El mundo los debe juzgar.

 

* Ex Embajador del Estado de palestina en la Argentina

 

Jueves 21 de Agosto de 2008.

HANNA BARAG, DEFENSORA ISRAELÍ DE LOS DERECHOS HUMANOS:

“LA OCUPACIÓN ME AVERGÜENZA”

 

Por Ana Carbajosa, El País (España)

AL MURO Y EL BLOQUEO ISRAELÍ A LOS TERRITORIOS PALESTINOS.

A las seis de la mañana, Hanna Barag ya está en ruta. Tiene 72 años, aspecto de afable abuelita y una jubilación bien merecida. Podría quedarse remoloneando en la cama o leyendo el periódico hasta las tantas, pero esta menuda mujer es una israelí que dedica gran parte de su vida a denunciar los abusos que cometen los soldados de su país en los puestos aduaneros y a tratar de aliviar parte del sufrimiento de los palestinos atrapados en la burocracia de la ocupación. “Los jóvenes israelíes no quieren saber lo que pasa al otro lado del muro, no les interesa saber lo que hacen sus soldados. A mí, sí. Es mi país, son mis impuestos, es nuestro futuro. La ocupación me avergüenza”.

 

Se considera una verdadera sionista, que ansía un país justo

 

Los controles militares que patea Barag son los mismos que la comunidad internacional ha condenado, porque, dicen, minan el desarrollo económico de los palestinos y limitan la llegada de ayuda humanitaria, según una de las últimas quejas de la Unión Europea de hace apenas un mes. El Gobierno israelí los considera, sin embargo, vitales para la seguridad de un Estado que acaba de cumplir 60 años y que en su madurez reflexiona acerca de su supervivencia.

 

Barag es judía y de origen alemán. La mayor parte de su familia logró escapar del horror nazi y se asentó en Israel movida por el proyecto sionista. Algunos, como sus tíos, no lograron huir y terminaron sus días en Auschwitz. Ella nació y creció en Israel, donde su amenaza ha sido otra, la de los ataques palestinos que también ha vivido demasiado cerca (en una ocasión, un suicida dejó la carga explosiva en el jardín de su casa, en Jerusalén). Pero ni siquiera convivir con la amenaza le ha hecho perder el norte, porque Barag es de las que cree que los atajos a la hora de aplicar la ley no funcionan.

 

A las 8.00, Barag ya va por el segundo puesto de la ruta que se ha marcado. Es el que controla la entrada a la ciudad palestina de Nablús. Allí, hombres, mujeres y niños se hacinan como ganado en pasillos enrejados. Al final de estos túneles, los soldados controlan la documentación de los palestinos y deciden si les dejan pasar. Los trabajadores salen del control con el carné en la boca, las botas manchadas de yeso y a medio vestir. Se atusan y continúan su larga excursión hasta el andamio. Barag, enjuta y vestida con pantalones con festón de flores y calcetines blancos impolutos, observa y apunta todo en su libreta. Se fija en un muchacho con camiseta verde que se pone a la cola al otro lado del control. Tarda una hora en pasar.

 

Los pasos aduaneros se han convertido en un microcosmos con vida propia en los que las mujeres dan a luz, la gente se arrodilla a rezar, duerme en la fila sobre los cartones a la espera de que amanezca y donde se entablan amistades y peleas propias de la tensión de la espera y la urgencia de llegar a tiempo al trabajo.

 

Apostada a la salida de uno, Barag recibe las amenazas de un uniformado. “Salga de aquí, voy a llamar inmediatamente a la policía”. Ella ni se inmuta. Conoce las reglas al dedillo y sabe dónde puede estar y dónde, no. No les teme a los soldados e ignora sus gritos de “váyase a cocinar, abuela”. La suya es una carrera de fondo.

 

A estas alturas, tras siete años de recorrer los territorios ocupados, Barag ha entablado relaciones con todos los estamentos del Ejército. A ellos les hace llegar las denuncias y les pide también favores, que dejen pasar a los cientos de palestinos que acuden a ella para que puedan asistir a su propia boda, dar a luz en un hospital o incluso morir en su propia casa. A veces suena la flauta y la escuchan, porque, al fin y al cabo, es una de las suyas, habla su idioma y podría ser su madre, exigiéndoles buen comportamiento.

 

Barag, como sus 500 compañeras de la organización MachsomWatch que a diario someten a los soldados de los puestos de toda Cisjordania a escrutinio, no encaja con el perfil clásico del activista. Son mujeres de avanzada edad, más bien de clase media y alta calificación académica. Profesoras, químicas y doctoras componen este ejército de auditoras de derechos humanos a las que les mueve el sentido común y el deseo de vivir en un país mejor. Por eso, Barag se ríe de los que ven en ella a una izquierdista peligrosa. Ella se considera una verdadera sionista, que ansía un país justo, acorde con los valores que dicta la fe judía.